Читать книгу San Manuel González García: En Andalucía me forjó y en Palencia me hizo Santo - Antonio Jesús Jiménez Sánchez - Страница 9
I.INTRODUCCIÓN
ОглавлениеMi primer contacto con don Manuel González García no tuvo lugar en mi ciudad natal, sino en una mañana fría en Pamplona, a las siete y media de la mañana. Un compañero seminarista de Perú me mostró un libro de su casillero. En la portada aparecía la foto de don Manuel González. Y me dijo que le hablara de él, a lo que yo le pregunté: “¿Y quién es él?” El compañero creía que le trepidaba y con cara de extrañeza me dijo: “Es broma, ¿verdad? Él es don Manuel González y fue obispo de Málaga”. Esta situación me ridiculizó porque yo era historiador. El que no supiera sobre un personaje de mi ciudad me llevó a una librería de la ciudad para encargar las Obras completas de don Manuel González. Era tanto el trajín que yo tenía con los estudios, la asistencia a clases y el trabajo de investigación, que no pude leer el libro. El paso del tiempo lo llevó al cajón.
El 19 de junio del año 2010 fui ordenado sacerdote, y se me encomendó la misión pastoral en dos pequeños pueblos de la Axarquía malagueña: Alfarnate y Alfarnatejo. A finales de 2010 don Manuel vuelve a hacerse presente a través del Sr. obispo, quien me ofrece una nueva misión al nombrarme juez ad Casum de la Comisión para la Causa de los Santos. La obediencia me llevó a responder afirmativamente, iniciándose un periplo de viajes por el arciprestazgo, interrogando a descendientes de los presuntos mártires. En todas las declaraciones salía el nombre del obispo Manuel González.
La llamada definitiva vino de manos del profesor de Literatura de Siglo de Oro de la Universidad de Amberes, y profesor de san Juan de la Cruz en el CITES-Ávila, el Dr. Miguel Norbert Ubarri, invitado por las Misioneras Eucarísticas a venir a Málaga para dictar unas conferencias sobre “Mística y eucaristía” en enero de 2012. Comencé a contarle de mis actividades pastorales y los trabajos que estaba realizando como juez ad Casum. Y salió el tema de conversación de don Manuel González, en el que yo me quejaba y solicitaba la necesidad de un nuevo estudio, no desde el punto de vista teológico, sino histórico-crítico. En el campo social, como catequeta y teólogo, don Manuel es irreprochable. Se lo argumentaba por la documentación que pasaba por mis manos y lo que don Pedro Sánchez Trujillo, postulador de la Causa de los Santos, gran estudioso de la historia de la Iglesia de Málaga y sus mártires me hablaba sobre don Manuel. Me resuenan aún sus palabras en mis oídos: “Este hombre fue un mártir, no de pistola sino de martirio lento, que es el peor”.
La búsqueda de la documentación supuso viajes y estancias dentro de España, Italia y Bélgica. El primer paso fue visitar el Archivo General de la Causa de Canonización del beato Manuel González, ubicado en Palencia. Allí me encontré a la hermana Ana María Palacios Baena, quien puso todo el Archivo a mi disposición. Pude conocer el sepulcro y palpar objetos que pertenecieron al prelado: pectoral, escritorio, ornamentos litúrgicos, vasos sagrados, etc. Fueron varios viajes a Palencia con estancias de algunos días. A partir de este momento Palencia se convierte en el vértice y punto de partida de toda la investigación histórica.
Viajé a Palomares del Río para conocer in situ el lugar de la experiencia fundante de don Manuel; a Huelva, también para conocer los lugares donde realizó su obra social y pastoral. Allí conocí la parroquia de San Pedro, y todo el ámbito de las minas de Riotinto y las escuelas del Polvorín; a Sevilla, para visitar su lugar de nacimiento, la iglesia donde recibió las aguas del bautismo y el seminario donde cursó sus estudios.
Lo próximo fue Amberes (Bélgica). El profesor Norbert Ubarri, hace algún tiempo había comenzado a estudiar un tratado de mística y eucaristía del beato Jan van Ruusbroec titulado El espejo de la salvación divina. Entre los años 2009-2011 comenzó a hablar y escribir sobre la experiencia fundante de Palomares del Río, advirtiendo en ella algo más que una experiencia devocional. Comenzó a comunicar esta idea en varios foros.
Mis dudas sobre el perfil del prelado y su compromiso para con la diócesis se veían mermadas. Además de las cuestiones históricas sobre el perfil humano, moral y espiritual de don Manuel y la salida de la diócesis, también había otros dos aspectos, propios de la simbología y la filología, que podían complementar lo histórico y revelar aún más datos sobre su persona.
En el 2013 viajé a Roma para consultar los fondos de la biblioteca de San Alberto de los carmelitas, la del Teresianum de los Carmelitas Descalzos y el Archivo Secreto Vaticano. Tras un primer contacto con los primeros dos fondos, pude comprobar que no existe ningún trabajo de investigación de historia, filosofía, filología o mística sobre el prelado González García. Entre uno y otro viaje consulté los catálogos de los Archivos de Andalucía y la Biblioteca Nacional de Madrid. Allí entrevisté a don Luis Smedour Altolaguirre, hijo del cónsul de México en Málaga, Porfirio Smedour, cuyo testimonio constituye una aportación de gran valor para entender la salida del obispo de la ciudad malagueña rumbo a Gibraltar. De esta entrevista nació mi hipótesis de que había salido en barco, desde el puerto de Málaga en mayo de 1931. No debió salir por tierra, como escribía D. José Campos Giles en su biografía. La aparición de una dedicatoria que le escribió san Manuel González a D. Manuel Moreno Moreno, junto con otra documentación, da fundamento a la hipótesis de que la salida no fue por tierra sino por mar.
En época más reciente, y después de haber leído mi tesis doctoral, seguí investigando en el Archivo Provincial de Antequera. Me animó la lectura de Historia de un alma, de santa Teresa de Lisieux, en la cual ella describe la importancia del entorno familiar en la forja de su personalidad. El entorno de don Manuel ha sido poco estudiado. Además, la consideración de los años transcurridos entre la experiencia de Palomares del Río y la composición del relato que la describe, me hicieron pensar que don Manuel pudo haberla compartido con su madre, Antonia García, con quien tenía gran sintonía espiritual. Por eso, con la ayuda del Dr. D. José Escalante, localicé las partidas de bautismo y matrimonio de sus padres y las de bautismo de sus tres hermanos varones Martín (1.o), Francisco y Martín (2.o). Destaca su aprecio por los grandes místicos del Carmelo, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. En el caso de la abulense, no se comprendía hasta ahora el motivo por el cual en las casas de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret siempre colgaba un retrato de santa Teresa con la frase: “A tu estilo todas”. Y es que su madre Antonia había nacido el 15 de octubre y llevaba por nombre de bautismo Antonia Teresa de Jesús María de los Dolores. Es obvio que esa devoción por la gran mística del Carmelo la conoció don Manuel a través de su madre y que se vivía en el entorno familiar.
En el proceso de investigación para elaborar mi tesis fui confirmando otras facetas suyas no solo la de escritor fecundo, lo cual es evidente por la cantidad de obras, sino del ejecutor pensante de su magna obra del Seminario de Málaga, que podríamos catalogarlo como un tratado de teología en piedra donde se alternan todas las disciplinas que se estudian en él: sacramentología, cristología, moral, mariología, trinidad… También a medida que leía sus obras fui descubriendo la profundidad de su pensamiento, las palabras, giros y modismos que resonaban en mis oídos como algo que podría escuchar en los barrios más populares de mi ciudad y que el escritor empleaba en su obra para hablar de las cosas de Dios. Mi alma andaluza y mi forma de hablar típica de estas tierras encontraron el modelo de un teólogo y maestro que hablaba como habla mi pueblo.
En el proceso escuché en boca de algunos que su pensamiento y su lenguaje en prosa no tenía gran valor. Para responder a esta pregunta, que todavía exigirá otros estudios posteriores, decidí aventurarme en un área académica nueva, a la cual he tenido que dedicarle mucho esfuerzo, y que es el último análisis sobre la capacidad evocadora o simbólica de su lenguaje.
No cabe duda de que el perfil espiritual y moral del que ya hoy es santo canonizado fue el de un hombre cercano y comprometido con su pueblo malagueño. Fue un hombre que, como el mismo Jesucristo, “comió en la mesa de los pecadores”. Comprometido hasta la médula con su pueblo, se embarcó en la obra del seminario y escribió como el buen pastor, con lenguaje cercano para que también los más humildes captaran el mensaje.
Este libro que ahora presento significa para mí mucho más que un ejercicio académico, sino una satisfacción personal. Como dice el final del cuento:
No deben de juzgar a un árbol, o a una persona, por ver tan solo una de sus temporadas, y que la esencia de lo que la vida es, el placer y el amor que acompañan a la vida, solo puede ser medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.
Para mí, con este trabajo acoto las cuatro estaciones del cuento y puedo decir que don Manuel González las vivió en cada uno de los cuatros lugares donde se forjó y vivió. Andalucía lo forjó. En la Sevilla del siglo xix nació, se crio y recibió su formación para el sacerdocio. En Palomares del Río tuvo su encuentro con Jesús Sacramentado, sintiendo la desilusión por el abandono del sagrario. En Huelva puso en práctica el carisma recibido. Allí realizó la acción apostólica y recibió los consuelos espirituales típicos que le confirmaron el camino. En Málaga continuó su obra pastoral, siendo la cumbre el diseño y construcción de su seminario. Pero en la ciudad del Guadalmedina también confrontó las incomprensiones de algunos sacerdotes partidarios del obispo anciano y, justo durante su salida, la más terrible noche oscura al ver reducida su diócesis a cenizas y su obra en peligro de extinción. En Palencia se santificó. En una misa que celebró allí escuchó una voz interior que le decía: “te he traído a Palencia para hacerte santo”. Y así fue. Allí terminó su proceso de maduración espiritual y unión con el Amo, como él mismo lo llamaba. Por eso he querido titular este libro San Manuel González García. En Andalucía me forjó y en Palencia me hizo santo.