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Introducción

No hay duda de la existencia de la maldad en el mundo que nos rodea. Desde el primer asesinato de la historia, cuando Caín mató a su hermano Abel por envidia y celos, la humanidad ha sido testigo de más de seis mil años de guerras, revoluciones, violencia, ambición, avaricia, celos, odios, genocidios, etc.

El Instituto para la Paz Internacional, en Estocolmo (Suecia), nos informa que de aproximadamente seis mil años de historia, sólo han habido 25 años de paz. ¿De dónde proviene esta maldad que se anida en el corazón del ser humano y que no le ha permitido vivir en paz con sus semejantes? ¿Nos podrá la psicología o la psiquiatría dar alguna respuesta? ¿Sabrán los filósofos cuál es el origen de la maldad humana? Si Dios existe, ¿Dios es el origen del mal?

La sociedad está buscando respuestas en la astrología, la brujería, la psicología, la Cienciología, la antropología, la ciencia, la filosofía y las diferentes religiones humanas, sin mayores resultados. Sin embargo, no se trata de lo que estas prácticas y corrientes ofrezcan o enseñen, ni de lo que yo digo o pienso, o de lo que dictamine la jurisprudencia, sino qué dice la Biblia. Estas son algunas preguntas de carácter ético y moral que demandan respuestas:

• ¿Qué dice la Biblia acerca de la maldad humana?

• Según la Biblia, ¿Cuál es el origen del mal?

• ¿Acaso es Dios el origen y autor del mal?

• ¿Qué dice la Biblia acerca de la eutanasia o de quitarse la vida por sufrir alguna enfermedad terminal u otra circunstancia?

• ¿Tenemos derecho a elegir cuándo y cómo morir?

• ¿Qué dice la Biblia acerca de la clonación?

• ¿Debemos protestar o darle la bienvenida a la ingeniería genética que quiere curar y tratar los efectos biogenéticos, biológicos y las enfermedades hereditarias?

• ¿Qué le diríamos a un genetista o un ginecólogo que enseña que la biología biotécnica molecular es la que va a mejorar a la raza humana con sus experimentos?

• ¿Es pecado el sexo fuera del matrimonio?

• ¿Es válido el amasiato?

• ¿Debemos adaptarnos a la “nueva moral”?

• ¿Debemos perdonar a los criminales?

• ¿Hay casos en los que debamos aplicar la pena capital?

• ¿Se les debe dar derechos a los homosexuales?

• ¿Es verdad que la homosexualidad es un nuevo estilo de vida?

• ¿Se les debe permitir a los homosexuales que legalmente contraigan matrimonio, adopten hijos y formen una familia “común y corriente”, dentro de una sociedad?

¿Qué dice Dios acerca de todos estos cuestionamientos en los que el ser humano está confundido? ¿Conoce las Escrituras? ¿Podría usted dar respuesta acerca de estos controversiales temas?

Estamos empezando el siglo XXI. La vida era aparentemente mucho más simple en épocas anteriores, antes de que se pudieran trasplantar riñones, congelar embriones y manipular los genes; antes de que se inventaran los respiradores artificiales, pocas familias se enfrentaban al dilema de dejar morir o no a su familiar en algún hospital. Muchas generaciones vivieron y murieron sin tener que reflexionar sobre las implicaciones morales de la clonación, de la inseminación artificial y de la libre distribución de anticonceptivos.

Nuestros abuelos vivieron en un mundo donde nunca se habló del SIDA, de divorcios por cualquier pretexto, de homosexuales pidiendo derechos ni de la ingeniería genética del siglo XXI. Todos estos avances tecnológicos y descubrimientos científicos del siglo pasado no han podido en manera alguna, ayudar moralmente al ser humano. Aunque somos gigantes en tecnología y el siglo XX pasará a la historia como el siglo de la mayor evolución científica y tecnológica, al mismo tiempo fue el siglo en el que se ha derramado más sangre humana: dos guerras mundiales y más de 300 revoluciones, genocidios y golpes de Estado.

Vivimos en un mundo demasiado complejo y sofisticado que está desafiando a Dios todos los días a través de los medios masivos de comunicación. Prendemos la televisión y vemos, desde los noticieros de la mañana hasta los de la noche, un ataque continuo con un tremendo odio en el corazón humano contra todos los valores espirituales. Ese es el mundo al que nos estamos enfrentando.

Mientras más cerca estemos de la venida de Cristo, más crecerán la hostilidad contra la Biblia, los argumentos de las filosofías y el odio contra las cosas de Dios. La Biblia describe esta rebelión humana contra Dios y sus leyes:

“¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su Ungido, diciendo: rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas.” Salmo 2:1-2

Vemos a las naciones congregadas en organizaciones como la ONU (Organización de Naciones Unidas), la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico del Norte) o la Unión Europea, discutiendo si es ético o no invadir una nación, perseguir o no a los terroristas, sacar a un dictador de un país que está oprimiendo a su pueblo o dejar que siga gobernando. Toda la consultoría que existe alrededor de estos temas éticos y de carácter moral no incluye la opinión de la Biblia. Todas las decisiones y conclusiones que se han tomado ahora, como la de la famosa guerra de Iraq y otras guerras que han pasado, han llevado a los mismos cristianos a pensar y a actuar conforme a como el mundo piensa y actúa.

Dios nos manda que seamos diferentes, que cambiemos nuestra manera de pensar y a no permitir que el mundo moldee nuestra filosofía. Cuando una idea viene a su mente, ésta da a luz una ideología; la ideología se convierte en una teoría, la teoría forma su filosofía, la filosofía forma su psicología y ésta determina su conducta. Para que se entienda mejor, somos el resultado de nuestras ideas.

Si usted es ateo, es porque hay ideas que se formaron en su mente y usted aceptó, convirtiéndose en su ideología. Aceptó que Dios no existe y esa idea, ¿quién la sembró? Posiblemente un maestro en la secundaria o la preparatoria y eso lo amargó contra Dios.

Todo esto generó una ideología en su vida; usted se convenció de que esa ideología era la realidad y la hizo parte de su filosofía; y ahora, está convencido de que Dios no existe. Como consecuencia, no tiene leyes morales para vivir ni una plataforma moral para siquiera exigirle a tu hijo que no fume marihuana. Algún día él se va a levantar y le va a preguntar: “Papá, ¿sobre qué base moral me prohíbes fumar marihuana cuando tú no tienes ninguna base moral para vivir? Para ti, fumar marihuana es malo, pero para mí es bueno. Déjame tener mi propia moral y mi propia manera de pensar”.

Esta es la filosofía del “relativismo”, donde la verdad y la moral son subjetivas; usted tiene su verdad y yo la mía, pues no existe una verdad absoluta. Pero cuando no tenemos normas absolutas y ninguna plataforma moral, no tenemos la autoridad para decir qué es bueno y qué es malo. La única luz que nos puede alumbrar es la Biblia.

Estas tinieblas tan densas que están cubriendo el mundo y que cada día se hacen más espesas a nuestro alrededor, cegarán cada vez más a la gente ignorante de la verdad. Por esta razón, “tenemos también la palabra profética más segura (la Biblia), a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19).

La única luz que alumbra a la humanidad se encuentra en las Sagradas Escrituras. La única luz que el ser humano puede usar para saber qué está pasando en el mundo, de dónde venimos, quiénes somos, hacia dónde se dirige todo y quién tiene la razón, es la Biblia. Las respuestas no las tienen las religiones, los partidos políticos, el ateísmo, la Cienciología o los lamas, los científicos o los filósofos. ¡La única luz que existe en medio de tantas tinieblas es la Palabra Dios!

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Y a sus seguidores, les dijo: “Vosotros sois la luz del mundo… así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras…” (Mateo 5: 14-16). Y recordemos que mientras más alta sea la luz, más grande será su espectro de radiación y de iluminación.

Usted no debe llegar a la escuela y negar ser cristiano; no debe esconder ni tener temor a sacar la Biblia, como si fuera un “cristiano de la secreta”. ¿Por qué habría de darle vergüenza decir que ha creído en el nombre del Hijo de Dios cuando Él no tuvo vergüenza de morir en nuestro lugar en una cruz para pagar por nuestros pecados?

Dios está buscando una generación de cristianos valientes, que sean luminarias en medio de tanta oscuridad, filosofía e inmoralidad. ¿Estamos pues preparados para dar respuestas al mundo cibernético en el que vivimos? ¿Conocemos la Biblia para poder defender con mansedumbre, nuestra fe y esperanza? ¿Sabríamos realmente defender nuestra fe? ¿Podría usted debatir con un mormón o un Testigo de Jehová, un ateo, un lama o con una persona que cree en la Cienciología? ¿Podría usted llegar a su corazón con los argumentos de la Palabra de Dios y demostrarle que está equivocado?

El 11 de septiembre del año 2001, 19 árabes jóvenes, todos menores de 25 años, secuestraron cuatro aviones comerciales y los convirtieron en misiles contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono. Otro avión más no pudo llegar a la Casa Blanca, pues fue desviado por algunos valientes pasajeros y cayó en terrenos del estado de Pennsylvania. Esto afectó a todas las naciones y la atención del mundo entero se centró en este ataque terrorista y todo cambió en una hora: Wall Street (la bolsa de valores), la forma de hacer política, los planes económicos y de inversión, las normas de seguridad internacional, etc.

Todo el mundo observó aquel 11 de Septiembre la masacre terrorista más grande del siglo y quedó psicológicamente traumada, confundida y aterrorizada por la amenaza de que otro ataque similar pudiera repetirse. Después de estos ataques terroristas, la mayoría de las iglesias cristianas en Estados Unidos se llenaron de miles de personas que llegaban buscando consuelo, dirección, explicaciones y seguridad en Dios. Sin embargo, la devoción no duró mucho tiempo. Una vez que los acontecimientos pasaron, todo se enfrió y ellos también se enfriaron con Dios. La mayor parte de la gente que había estado en Nueva York y había buscado consuelo en iglesias cristianas, incluso aquellos cuyos familiares fueron asesinados en estos ataques terroristas, comenzaron a protestar cuando el gobierno americano comenzó a perseguir a los terroristas, diciendo: ¡No a la guerra contra Iraq!

Los ateos comenzaron a propagar la mentira de que la guerra en Iraq no era para perseguir a los terroristas, sino para apoderarse del petróleo. Hasta hoy, los Estados Unidos no han tomado un solo barril de petróleo de Iraq, aun cuando en algún momento llegó a estar a US$150 el barril y así mismo el precio de la gasolina.

Sin embargo, es una realidad que cualquier nación del mundo deba tomar acción militar contra cualquier amenaza terrorista, y esto implica perseguir a los terroristas hasta el fin del mundo, si es necesario.

A continuación, analicemos las tragedias y la actitud que debemos adoptar ante ellas. También trataremos de responder el siguiente cuestionamiento:

¿Está Dios realmente en control del universo? Este interrogante da pie para que muchos ateos y enemigos de la cruz de Cristo puedan argumentar y discutir contra de la existencia de Dios. Ellos alegan que si Dios no está presente en las tragedias y no puede evitar la muerte de niños, las guerras e inundaciones, entonces, Él no puede ser un Dios de amor. ¿De dónde sacan esta conclusión? De las ideas que ellos mismos tienen de Dios.

La Biblia es el único libro que revela el carácter de Dios. Cualquier argumento o supuesta revelación, cualquier otro libro que no tenga su origen en la Biblia, es una distorsión y perversión del carácter de Dios.

Existen muchísimos libros que son una adulteración del carácter de Dios. La gente inventa cosas, como que los ángeles tienen alas, pero eso no es lo que dice la Biblia. Se habla de tres reyes magos, cuando en realidad eran astrónomos (ojo, no astrólogos). También dicen que el nombre de la virgen Maria era Guadalupe, Remedios, Macarena, Lourdes, de Zapopan, de Los Lagos, etc. Nada de eso, la virgen, la madre de Cristo, se llamaba María (o Miriam en el original griego). Todos esos otros nombres los han inventado los religiosos por desconocer la Biblia.

La ignorancia de la Biblia lleva a creer las ideas que se leen en cualquier libro o revista y a formarse conceptos ajenos de la realidad. La ignorancia nunca nos permitirá conocer lo que Dios nos quiere decir en las Sagradas Escrituras.

Cuando nos encontramos en medio de una tragedia, el impacto inicial siempre será seguido de muchas preguntas. Cuando escuchamos que un avión se cayó con 57 pasajeros, que dos torres fueron derribadas por aviones comerciales, que murieron más de 50,000 personas en una inundación o que en Turquía o en la China hubo un terremoto que sepultó bajo los escombros a miles de niños junto con sus madres, inmediatamente algo sucede en nuestra alma que nos conmueve.

En las noticias que los medios masivos de comunicación dieron de la guerra de Iraq, el 85% de las imágenes que se presentaron son de menores de edad heridos o muertos. El énfasis estuvo en los niños que estaban sufriendo y quedaban sin hogar. Todo fue una continua mezcla de sentimientos donde la gente, al presenciar el horror de ver a un niño decapitado, manco o sin piernas, siente odio hacia los soldados que causaron esas tragedias. Sin embargo, nunca nos ponemos a pensar que si todo esto no estuviera sucediendo, bajo el régimen de Saddam Hussein ¡habría muerto el triple de menores de edad y de civiles!.

Se han descubierto últimamente las cárceles secretas de Hussein y todos los horrores que se cometieron allí: cómo colgaban a los presos y los atormentaban; cómo tomaban a las mujeres embarazadas y les abrían el vientre delante de Hussein y sus hijos, mientras ellos bebían cerveza y se burlaban de la tortura; cómo los dos hijos de Hussein secuestraban a niñas de 12 a 15 años de edad para violarlas y después asesinar a sus familias que protestaban por ello, etc.

Cuando toda esta carnicería humana se descubrió, el general Collin Powell, Secretario de Defensa de los Estados Unidos, declaró: “No puedo entender cómo la Organización de Derechos Humanos trató de impedir que fuéramos a rescatar a toda esa gente”.

En todas las guerras hay víctimas y muertos. ¿Cuántas víctimas hubo en la Segunda Guerra Mundial? ¡Más de 55 millones! Y, ¿valió la pena? ¡Claro que sí! Si Hitler se hubiera quedado en el poder, ¡habrían sido muchos millones más los muertos!

¿Qué quiero decir con esto? Que desgraciadamente, por causa del pecado y la maldad humana, tienen que haber guerras. Se requiere el uso de la fuerza y la violencia para poder detener a muchos dictadores y naciones que amenazan la paz mundial.

Pero no analicemos esto influenciados por lo que vemos u oímos en las noticias, sino porque pasamos tiempo con Dios, permitiendo que el Espíritu Santo nos explique la realidad del mundo que nos rodea. Hay situaciones en el mundo tan graves y alarmantes que tienen la capacidad de enfermar hasta nuestros huesos. Hay gente que simplemente ya no salen de sus casas por temor a todo lo que está pasando.

El Problema de la Ansiedad

En los últimos años se ha comprobado científicamente que los problemas de artritis, cardiovasculares, hepáticos, renales, etc., tienen muchas veces su origen en las emociones. Está comprobado también que el 80% de quienes sufren artritis son personas amargadas. ¡La amargura tuerce los huesos!

También es claro que una persona neurótica que continuamente vive en ansiedad, muy probablemente morirá de un ataque cardíaco. La ansiedad y el estrés afectan el corazón y el sistema circulatorio. Es indudable que nuestro estado emocional afecta nuestros órganos internos.

Jesús dijo: “Mi paz les dejo, mi paz les doy, por nada, estén afanados”. Si Dios nos ordena que por nada debamos estar ansiosos, ¿por qué tendríamos que preocuparnos? Lo realmente importante es si creemos o no en el poder de Dios para proveer todo lo que necesitamos.

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” Mateo 6:25-34

Todo tiene que ver con lo que creemos y en las ideas que tenemos acerca de Dios. De eso se trata todo. Al que cree, todo le es posible. Jesús les diría: “Hombres de poca fe, ¿por qué les afana qué comeremos y qué vestiremos, cuando mi Padre mantiene y sostiene todo con su poder en la Creación? ¿Por qué no pueden confiar en que Dios les puede dar de comer mañana milagrosamente, aunque no tengan trabajo?”

Una señora me habló un día y me dijo: “¡Mi hija no llega y son más de las 12 de la noche!” Yo le contesté: “Esa actitud de ansiedad no va a hacer que su hija regrese. Mejor haría en ponerse a orar, caiga de rodillas en este momento y no crea que su preocupación va a hacer que su hija regrese antes”.

¿Qué debe hacer un cristiano ante un problema que no está en sus manos? ¿Cuál es la solución de Dios? ¡Quedarse quieto y tranquilizarse! La Biblia dice: “Por nada estéis afanosos, sino que sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

No estar afanados si cayó la Bolsa de Valores o si cayó el dólar, si hay terroristas atacando o amenazas de epidemias o infecciones, de inflación o de asaltos. En todas estas situaciones, ¿cómo vamos a reaccionar? Dios nos está observando para ver si es cierto que creemos en sus promesas.

Aprendamos que para poder tener comunión con Dios, necesitamos huir de la neurosis y la ansiedad, y quedarnos quietos, porque bajo un estado de intranquilidad y ansiedad no podremos discernir la voz del Espíritu Santo.

Si los problemas del mundo entran a su alma y usted permite que las cosas que están angustiando al mundo entren a su vida, no va a poder discernir la voz del Espíritu Santo y perderá la brújula, no sabrá qué hacer y terminará tomando decisiones equivocadas.

¡Tranquila, tranquilo! Si su mujer o su esposo se fue, su preocupación y ansiedad no va a hacer que regrese. Debemos estar quietos en el día de la angustia, pues en esa quietud y en esa confianza, Dios nos dirá qué hacer. “En quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Isaías 30:15).

Sólo bajo la paz tenemos la dirección del Espíritu Santo. Dios no puede comunicarse con nuestro espíritu si éste está perturbado o alterado. Cuando oramos, debemos primero estar algunos minutos calmando nuestros pensamientos e ideas, manteniéndonos quietos, alabando y adorando a Dios.

Lea un Salmo o un Proverbio y en 10 ó 15 minutos algo milagroso y sobrenatural comenzará a suceder en sus pensamientos. Su corazón dejará de palpitar apresurado, ya no sentirá que se le sale del pecho y entonces, en esa quietud y tranquilidad, conocerá en el secreto de Jehová, lo que Dios quiere para su vida.

Un profeta de Dios expresó esa realidad con este hermoso pensamiento de confianza en Dios, cuando parecía que todas las cosas le estaban saliendo mal:

“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; [aunque ya no haya ni para comer y nadie garantice un salario; aunque digan que no hay oportunidades porque tengo 70 años de edad y todas las puertas se cierren] con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.” Habacuc 3:17-18 [fragmento agregado]

Todos los misterios y secretos de Dios operan en el invisible mundo espiritual. La persona que no está conectada con Dios en el espíritu, no puede entender las cosas espirituales. Si las circunstancias a su alrededor son negativas y hostiles y amenazan su futuro, en ese momento alégrese y no permita que la angustia, la incertidumbre y mucho menos el temor, gobiernen y entren a su vida. Algo milagroso pasa en el cielo, pues Dios responde siempre que sus hijos e hijas tienen fe, porque sin fe usted no puede agradarle. Dios comienza a mover las cosas desde el cielo y romperá cerrojos de bronce, derribará puertas de hierro y abrirá el Mar Rojo para que usted pase por él. ¿Cuál es la repuesta? ¡Alegrarnos y gozarnos!

Nehemías 8:10, dice: “El gozo de Jehová es vuestra fuerza”. Dios quiere que ya no veamos el mundo como lo ven los hombres, sino como Él nos dice que debemos verlo, para que nunca perdamos Su gozo. No podemos enfrentar la vida, sin estar contentos, pues “gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Timoteo 6:6).

Si usted es una persona negativa que no está contenta sino amargada, y constantemente dice: “No voy a encontrar trabajo, nunca nada me saldrá bien”, tampoco podrá enfrentar los problemas de sus hijos, ni los de su casa, ni los del trabajo. Para poder enfrentar y solucionar los problemas de la vida, usted necesita estar lleno de gozo y de paz. Lo contrario al gozo es la tristeza, pues hace que usted se desanime, se apachurre y diga: “¡Nunca lo lograré!”

El Señor es nuestra fortaleza, no la seguridad de la Bolsa de Valores o la estabilidad de la moneda o el petróleo. “Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar” (Habacuc 3:19). Dios fortalece nuestra vida y nos eleva a un nivel más alto desde el cual ya no vemos al mundo como un gigante o un Goliat, sino que al verlo, podamos decir confiados: “Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién temeré?”

Partamos de esta base: aquello que el mundo llama tragedia o maldad, no es la perspectiva de Dios. Si comenzamos a abrir nuestra mente para quitar la suciedad que hay allí, las tinieblas, las cucarachas y las telarañas, saldrán. Y cuando vivamos en la luz, vamos a vivir una vida con más seguridad, confianza, gozo y paz, de aquí hasta que venga Jesucristo.

El control de Dios sobre su Creación

Después de los ataques terroristas surgieron algunos cuestionamientos como:

• ¿Es bíblico perseguir a los terroristas?

• ¿Es malo unirse al ejército para defender un país?

• ¿Puede un cristiano ser soldado, hacer carrera militar e ir a la guerra cuando el país lo llame?

• ¿Puede un cristiano matar en defensa propia?

• ¿Debemos amar a los terroristas y perdonarlos (porque Cristo dijo: “Perdona a tus enemigos”), dejarlos ir y que les vaya bien?

• ¿Por qué los musulmanes radicales odian tanto a los cristianos y a los judíos?

• ¿Por qué esa ola antisemita y antiamericana en el mundo?

Lo que muy poca gente sabe es que el odio no es realmente contra los americanos, sino contra Israel, pero los Estados Unidos son la única nación que desde hace más de 50 años protege a Israel, y según las profecías de la Biblia, en cuanto Estados Unidos sea derrumbado, Israel quedará solo para experimentar la mayor tribulación de toda su historia.

Hay dos principios espirituales en la Biblia que tratan la relación de Dios con las tragedias. El primero es que Dios está al mando de todas las cosas que suceden en el universo:

“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten.” Colosenses 1:15-17

¿Qué significa que todo subsiste en el Hijo de Dios? ¿Puede alguien que no conoce la Biblia dar respuesta a esta pregunta? Si le preguntamos a un maestro universitario de Física o Matemáticas, nos responderá que según las leyes físicas, “el movimiento de la materia es proporcional a la fuerza que se le aplica”. O sea, si arrojo una canica con mis dedos, saldrá disparada con la velocidad que mis dedos le aplicaron; así mismo, una bala sale disparada con la velocidad que la pólvora tiene en el casquillo.

¿Qué fuerza está detrás de la Tierra que hace que esté girando continuamente sobre su eje y también alrededor del sol sobre una órbita elíptica?

¿Qué fuerza hace que la tierra gire sin que se detenga, pues no habría vida si se detuviera?

¡Seguramente su maestro no sabrá qué responder! Tal vez diga que la fuerza que se le aplique a una canica que es lanzada, será proporcional a la velocidad que ésta tenga en su trayectoria. El movimiento no puede ser mayor a esa fuerza, y por lo tanto, tendrá que detenerse en algún momento; lo mismo sucederá con una bala o una flecha disparada. No es fácil responder tampoco porque la tierra sigue girando, aun si no existe ninguna fuerza conocida detrás de ella que la haga girar.

¿Quién hace que toda la composición molecular del universo esté en continuo movimiento? ¿Quién hace que los átomos, electrones, protones y neutrones puedan girar, unos con energía negativa, otros con energía positiva y otros con energía neutra? ¿Quién mantiene la cohesión de la materia? Nadie puede contestar esto más que la Biblia. ¡Es Dios con el poder de su Palabra! Esto es lo que significa que todas las cosas subsisten en Él.

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.“ Hebreos 1:1-3

Dios tiene la intención de hacernos pensar, de sacarnos de la mediocridad intelectual y filosófica en la que vivimos y revelarnos respuestas que la ciencia jamás podrá darnos. Debemos entender que los pensamientos de Dios están revelados en la Biblia para hacernos comprender y maravillarnos de Su poder y no solamente para hacernos orgullosos o soberbios intelectuales.

Mientras más pequeño usted se sienta delante de Dios, más le revelará, pues “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”. ¡La causa de la existencia y el sostenimiento del universo se encuentran en el hombre que colgó de una cruz hace 2000 años!

¿Se imagina? La razón por la cual todo existe, ¡es Jesús! ¿Quién iba a pensar hace 2000 años que este hombre que colgaba de una cruz, coronado de espinas, con sus manos taladradas, hecho un guiñapo humano sangrando de la cabeza a los pies y a quien le gritaban, “si tú eres el Salvador, ¡bájate!”, era la causa del movimiento de todos los átomos, del movimiento elíptico de los planetas, las estrellas, las partículas, y de todo lo que existe? ¿Quién se iba a imaginar que ese hombre que bajó al mundo naciendo en un pesebre entre vacas y borregos, que vivió como un carpintero, era el Rey del universo, el Creador y Sustentador de todo lo que existe? ¿Quién hubiera pensado que ese hombre que se inclinó y les lavó los pies a sus discípulos diciendo: “Yo he venido para servirlos y no para que ustedes me sirvan”, era la causa de la existencia de ellos?

Aquí en la Tierra, muchos escritores, novelistas, filósofos, etc., creen tener las respuestas para todo, atacando la fe de los cristianos y la Palabra de Dios. La Biblia dice que “profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22). El Hijo de Dios vino a revelarnos todo lo más grande que existe en el universo y a decirnos que el secreto de la felicidad, está en vivir para los demás: “el cual siendo el resplandor de su gloria y la misma imagen de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder “(Hebreos 1:3).

¿Cómo es posible que haya cohesión y movimiento, y que los planetas no se salgan de su órbita? ¿Cómo es posible que haya un orden y un diseño de todo? Todo está controlado y sostenido, simplemente, por Jesucristo. Por ejemplo: en el pasaje de la barca donde iba Jesús con sus discípulos había una tormenta, y los discípulos no estaban dormidos, pero Jesús sí. ¿Por qué no estaban también dormidos los discípulos, si cuando Jesús duerme, todos podríamos también dormir en calma? Pero ellos no lo estaban y el agua se estaba metiendo en la barca, por lo que van a la proa y le gritan: “¡Señor, despiértate que perecemos! Si tú no haces algo, ¡nos vamos a morir!” ¿Cree usted que en verdad iban a morir? Jesús se levantó y ordenó a la tormenta y al viento, “cesa, calla”, y el viento cesó y el mar se aplacó.

En otra ocasión, Jesús estaba parado fuera del sepulcro de su amigo que había muerto ya hacía tres días, y le dijo, “Lázaro, sal de ahí”, y al oír la voz de Jesús, el espíritu de Lázaro regresó. Su sangre, que ya empezaba a descomponerse, volvió a correr por sus venas; el cuerpo en putrefacción, que ya hedía, comenzó a restituirse y recuperarse. ¡El poder de la voz de Jesucristo, hizo que un hombre se levantara del sepulcro!

La Biblia dice: “Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (Juan 5:28). Esa voz que levantó a Lázaro, que cesó la tormenta y que hizo el universo, es la voz que escucharán todos aquellos que la oyeron y obedecieron mientras estaban vivos. Fuimos creados a su imagen y semejanza. Hemos sido creados en Cristo Jesús para que entendamos que este libro maravilloso que es la Biblia, contiene el poder de dar vida a los que han muerto espiritualmente. Podemos hacer las cosas que nunca habíamos soñado, si creemos en lo que la Biblia nos enseña.

La Biblia dice que “todas las cosas (no sólo las buenas, sino también las malas) en Él subsisten” (Colosenses 1:17). Él sostiene todo el universo con sus billones de galaxias, estrellas y planetas, los pajarillos, las plantas, los animales del campo, los peces de los ríos y los océanos, todos los asuntos de la historia, etc. ¡No hay nada que tome a Dios por sorpresa!

Jamás podrá suceder que llegue el arcángel Miguel ante la presencia de Dios y le diga: “Señor, Señor. ¿No sabes que acaban de matar a un ser humano?”, y que Dios le responda: “Y, ¿por qué no me avisaron para impedirlo?” ¿Se imaginan a un Dios de esta clase?

¿Es Dios responsable del mal?

Cuando nos damos cuenta que Dios está involucrado en todos los acontecimientos del universo, el segundo cuestionamiento que podemos responder es: ¿Es Dios responsable de lo que sucede? ¿Incluso del mal? De ninguna manera. Dios nunca llamará a una junta urgente o a un gabinete especial para discutir lo que sucede en el universo. La grandeza del poder y la sabiduría de Dios la podemos observar en estas palabras:

“¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?” Isaías 40:12

Esto quiere decir que todas las aguas de los océanos caben en el hueco de la mano de Dios. No significa que su mano sea gigantesca, sino que, en proporción, Dios podría ver todos los océanos en el hueco de su mano. Dice la Biblia que “con tres dedos juntó el polvo y pesó los montes”. En realidad no sabemos cuánto pesan el polvo o los montes; lo que dice la Biblia es que todos los pesos y medidas de todo lo que conforma la tierra, están calculados por Dios: “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado?” (Isaías 40:13).

Cuando nos confrontarnos con este Dios, nos damos cuenta de que no nos podemos comparar con Él. Hay gente que dice: “Si yo fuera Dios, no permitiría esto o aquello. Yo actuaría mejor que El”. Pero, ¿cómo va a ser eso si nuestro cerebro es de tan sólo 60 watts y el de Dios es infinito en poder? ¡El problema es querer o pretender meter los millones de watts de Dios… ¡en los 60 watts del cerebro humano!

A quienes quieren argumentar y desafiar a Dios o explicar todo con sus pensamientos, “¡se les funden los fusibles!” Como al gran filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, el héroe de Hitler, que escribió, “Dios está muerto”, cuando tenía 40 años quedó loco, se volvió homosexual y finalmente lo enterraron completamente desquiciado. Él murió, ¡pero Dios sigue vivo! Ese es el precio que paga la soberbia humana al retar a Dios, creyendo que somos más inteligentes que Él. Debemos ser humildes para que Él nos conteste y nos explique: ¿Qué sucede en el universo? ¿Por qué sucede lo que sucede?

Dios y la existencia del mal

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