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Capítulo 1

El Tiempo de Cristo y del Anticristo

El prefijo “anti” significa “opuesto a,” “en contra de” o “en lugar de;” así, pues, la palabra “anticristo” significa “opuesto a Cristo” o “el que está en contra o en lugar de Cristo.” El Anticristo pretenderá ser Cristo y buscará mediante el engaño que todos lo crean. Cristo significa “Ungido” o “Mesías,” y para que el Anticristo pueda suplantarlo y usurpar su adoración, una falsa “cristiandad” deberá convertirse en una religión mundial en la que todos compartan la misma fe: el ecumenismo. Esta es la razón para el actual crecimiento de la apostasía profetizada en la Biblia,1 la cual pretende que, mediante la proliferación de multitud de falsos profetas y apóstoles, y la predicación de un falso evangelio acompañado de falsas señales y milagros, miles de cristianos pierdan el camino verdadero trazado por el Señor Jesucristo y enseñado por las Sagradas Escrituras.

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; … vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”

2 Timoteo 3:1-5; 4:3-4

No son pocas las iglesias cada vez más llenas de personas que no han experimentado un verdadero nuevo nacimiento, ¡pues ni siquiera han oído la palabra “arrepentimiento”!

Lo curioso de ello es que, precisamente con el llamado al arrepentimiento, es como inicia el ministerio de Juan el Bautista (Mateo 3:1-2), precursor del Mesías, del ministerio del Señor Jesucristo (Mateo 4:17) y de la iglesia cristiana (Hechos 2:38). La palabra “arrepentimiento” (gr., μετανοῖεν, metanoien) significa “un cambio de meta o dirección,” es decir, un abandono del camino por el que se andaba antes de conocer al Señor para empezar a recorrer el señalado por Él. Ahora bien, el arrepentimiento por sí solo no basta, pues es necesario aceptar el sacrificio de Cristo para recibir el perdón de los pecados y su señorío para ser sellados como suyos y ya no como esclavos del pecado, con el Espíritu Santo que guía a toda verdad, para comprender, aceptar y ser guiado por su Palabra.

Este es el milagro del “nuevo nacimiento” del que precisamente Jesús le habla a Nicodemo que es necesario para poder no sólo ver sino entrar en el reino de Dios (Juan 3:1-7), lo cual implica el abandono del pecado para ser perdonado y lleno del Espíritu Santo, de quien se recibe entendimiento y discernimiento para comprender la Palabra del Señor, la Biblia.

Eso es lo que el apóstol Pablo le advierte a Timoteo cuando le dice “que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo 3:1) que allanarán el camino para el surgimiento del Anticristo y el cumplimiento de las profecías hechas desde el principio de los tiempos acerca de los últimos días.

La Necesidad del Rapto Pretribulacional

Hay varias razones por las que el arrebatamiento de la iglesia o rapto debe darse antes de la Gran Tribulación o Semana 70 de Daniel.

Sacar a la iglesia del mundo.

Si la iglesia estuviera en el mundo cuando el Anticristo se manifieste, los verdaderos cristianos se le opondrían y lo exhibirían como tal, mediante la predicación del evangelio y el testimonio de los realmente convertidos. Por tanto, esta oposición debe ser quitada del mundo para que el liderazgo del Anticristo pueda ser recibido internacionalmente.

El Espíritu Santo, que es Omnipresente, continuará convenciendo y atrayendo a miles de personas a Cristo, pero la influencia restrictiva que ejercerá hasta antes de la Gran Tribulación desaparecerá para darle paso al desbordamiento de la maldad en el mundo, “porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio” (2 Tesalonicenses 2:7).

Para que el Anticristo haga la guerra a los santos.

El Anticristo recibirá autoridad de Dios para hacer la guerra a los santos; sin embargo, esta desgracia no podría caer sobre la iglesia, es decir, sobre los cristianos que fueron fieles al Señor antes de la Gran Tribulación.2

“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.”

Apocalipsis 3:10

Al cristiano se le ha dado autoridad para resistir al diablo y hacer que el maligno huya y se aparte (Santiago 4:7), pues “mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Así que, el hecho de que el Anticristo recibirá poder para perseguir a los santos y vencerlos, es una prueba de que la iglesia ya no estará en el mundo.

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.”

Apocalipsis 7:9-14

Los “santos” mencionados durante la Gran Tribulación son los que nunca oyeron el evangelio o lo rechazaron antes del rapto. Estos creyentes pagarán su fe con sus vidas, pues los que no acepten la marca de la bestia sufrirán la muerte.3

Estos creyentes convertidos durante la Gran Tribulación, al ver los terribles juicios de Dios y la proximidad del Armagedón, sabrán que la segunda venida está próxima y estarán atentos para ver aparecer al Señor, quien “llegará cuando menos se lo espere, como un ladrón” (1 Tesalonicenses 5:2 DHH), “como un relámpago” (Mateo 24:27) en un tiempo que “nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mateo 24:36). Sin embargo, se verán grandes señales que le antecederán (Mateo 24:29-30).

Los Tiempos de Cristo y el Anticristo

Para comprender cómo estos dos eventos se llevarán a cabo durante el conflicto final entre Cristo y el Anticristo, es necesario analizar algunas comparaciones entre estos dos antagonistas. Aun cuando no se pueda saber el día o la hora del rapto de la iglesia, la Biblia ofrece varias claves acerca del tiempo no específico, sino general, en el que pasará.

Los tiempos de Jesús

El tiempo de la primera venida de Jesús al mundo fue exactamente en el tiempo en el que Dios lo programó y lo mismo será en su segunda venida (Gálatas 4:4). Lo mismo sucederá con el Anticristo (2 Tesalonicenses 2:6).

De manera interesante, el Imperio Romano jugará una parte integral en el tiempo para la revelación tanto de Jesús como del Anticristo. Jesús nació cuando el Imperio Romano gobernaba el mundo (Lucas 2:1); sus decretos, especialmente el que se refirió al censo, ocasionaron que José y María debieran ir a Belén para que en Jesús se pudiera cumplir la profecía (Miqueas 5:2). También fue durante el gobierno de este imperio que Jesús fue sentenciado a morir en la cruz (Salmo 22:1, 14-18). Para el regreso de Jesús, el Imperio Romano debe ser revivido, tal como lo profetiza la visión de los pies de la estatua del sueño de Nabucodonosor (Daniel 2:32-33, 41-44). Jesús no estableció su reino en su primera venida, pero lo hará a su regreso, “en los días de estos reyes,” ¡cuando el Imperio Romano sea revivido!

De este mismo imperio también saldrá el Anticristo (Daniel 7:7-8, 23-24). Jesús no regresará ya como el Cordero de Dios, sino como el Juez de toda la humanidad, con poder y gloria.

El tiempo del Anticristo.

Es esencial que el Imperio Romano sea revivido para el surgimiento del Anticristo. Según Daniel 9:26, “el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario,” es decir, el ejército romano destruirá la ciudad de Jerusalén y el Templo en el año 70 d.C. El ejército romano, en aquel entonces, había conquistado varias naciones de occidente y del oriente y sus legiones estaban integradas por gentes de varias nacionalidades que conformaban el imperio en ese momento. La extensión del Imperio Romano exigía un ejército numeroso, el cual hasta cierto momento estaba integrado sólo por hombres nacidos inicialmente de familias romanas y, posteriormente, tras las guerras de unificación de la península (91-89 a.C.), de aquellas originarias de las provincias latinas o italianas incorporadas al imperio. Atender los territorios de las provincias más lejanas exigían grandes recursos tanco económicos como humanos que desgastaban las finanzas del imperio, alimentadas por los impuestos y los tributos de las naciones conquistadas. Una de las fuentes de recursos fue la venta de la ciudadanía a las familias prestantes o con nexos económicos con el imperio en cada provincia (este fue el caso de la familia de Saulo de Tarso, que eran contratistas del ejército romano, al que proveían de tiendas). En cuanto al ejército, se incorporaron a las legiones soldados de entre la población misma de las provincias, a los que se le ofrecieron beneficios, como la ciudadanía romana, después de los años de servicio. A partir de 212 d.C., bajo el gobierno del emperador Caracalla, se promulgó la Constitutio Antoniniana, que otorgó la ciudadanía romana a todos los hombres libres dentro del Imperio Romano. Así, Roma no sólo era la ciudad, sino todo el imperio y el ejército romano se convirtió en una fuerza multinacional.4 De una de las naciones que conformaban el imperio, saldrá el Anticristo.

Al llamar al Anticristo el “príncipe que ha de venir,” indica que, al igual que los antiguos césares, gobernará este imperio cuando sea revivido. En este punto es necesario recordar que el Imperio Romano no sólo fue una entidad política, militar y económica, sino también religiosa, al adorar a un dios-emperador. Así que, en conjunto con un gobierno mundial, deberá surgir también una religión mundial encabezada por un poderoso líder religioso (Apocalipsis 13:11-18).

Durante el antiguo Imperio Romano, todo aquel que no se sometiera a los césares y los adorara o profesara una religión diferente, eran condenados a muerte. Así mismo sucederá en el tiempo del Anticristo (Apocalipsis 13:8-15).

El Contraste entre Cristo y el Anticristo

Los contrastes entre Cristo y el Anticristo también son muy significativos e instructivos, como lo muestra el cuadro de la página siguiente.

Es muy triste ver a muchos líderes cristianos que, con el fin de obtener más ganancias económicas, comerciales, políticas y sociales, terminan involucrados en una falsa religión y en la predicación de un falso evangelio, sin pensar que de esa manera preparan el camino para revivir la “religión romana” encabezada por el Anticristo. La tragedia es que, en medio de este proceso, perderán credibilidad, los galardones prometidos y la dirección del Espíritu Santo (Hebreos 6:10-12; 10:35-39).

CristoAnticristo
Jesús fue despreciado y desechado por Israel y por el mundo.Juan 19:14-16El Anticristo será exaltado y admirado.Apocalipsis 13:4
Los enemigos de Jesús dijeron: “No queremos que este reine sobre nosotros.”Lucas 19:14El Anticristo será aceptado como su rey y hasta le entregaron el poder.Apocalipsis 17:13
El reino de Jesús es de luz y de verdad.Juan 18:36El reino del Anticristo es de mentiras y oscuridad.Juan 8:44; 1 Juan 5:19

Misterio entre Cristo y el Anticristo.

El misterio rodea tanto a Cristo como al Anticristo. Uno involucra a una virgen, otro a una ramera. De Jesús se dice que Él es el “misterio de la piedad,” en el que “Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16). Por su parte, del Anticristo se dice que “ya está en acción el misterio de la iniquidad” y que es “aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Tesalonicenses 2:7-8).

El “misterio de la piedad,” que se revelará en la novia de Cristo (la iglesia), “se ha mantenido oculto desde tiempos eternos” (Romanos 16:25). El “misterio de la iniquidad” también será revelado a través de la novia del Anticristo, la cual es llamada “Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra” (Apocalipsis 17:5). Al contrario de Jesús, que ama y sostiene a su novia, el Anticristo “quemará con fuego” a la suya (Apocalipsis 17:16).

Dos eventos distintos.

En su segunda venida, Cristo se manifestará con poder y gloria para rescatar a Israel en el Armagedón y será un evento completamente distinto al rapto de la iglesia. Muchos han pretendido que ambos serán un solo evento, pero, mientras que en el rapto la iglesia será sacada del mundo súbitamente para recibir a Jesús en el aire, en su segunda venida, los que fueron raptados vendrán con Él a establecer su reino en el mundo.5

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.”

Apocalipsis 19:11-16

Dos propósitos distintos.

Conforme al sueño de Nabucodonosor interpretado por Daniel, en el que “una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó… fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro” (Daniel 2:34-35), uno de los principales propósitos de Jesús en su segunda venida será destruir a “aquel inicuo,” al Anticristo, “a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Tesalonicenses 2:8). Por esta razón, la segunda venida no puede ocurrir hasta que el Anticristo se haya revelado y su reino se haya establecido en el mundo. Si el rapto no fuera un evento separado de la segunda venida de Cristo, los cristianos no estarían esperando el regreso de Jesús sino la llegada del Anticristo.

Uno de los más graves errores en los que ha incurrido la iglesia en su enseñanza actual, es afirmar que la iglesia no será raptada hasta cuando se haya conquistado el mundo y que, en ese momento, Jesús regresará. Esta falsa enseñanza es la que se denomina Teología del Reino, la cual no tiene sustento bíblico, teológico o escatológico alguno.

Jesús prometió que regresaría por nosotros para llevarnos con Él (Juan 14:1-3) y sobre eso, el apóstol Pablo escribió:

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”

1 Tesalonicenses 4:16-17

Será sólo hasta cuando suene la Séptima Trompeta que Jesús iniciará la conquista de las naciones:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.”

Apocalipsis 11:15-18

Notas

Mateo 24:1; 1 Timoteo 4:1; 2 Pedro 2:1-3.

Mateo 16:18; Romanos 5:9; 1 Tesalonicenses 1:10; 5:9.

Apocalipsis 13:8; 14:9-11; 17:8.

Ciudadanía romana - Página de voz - Gran Enciclopedia Aragonesa OnLine (enciclopedia-aragonesa.com).

Zacarías 14:4-5; Mateo 24:29-30.

El Anticristo

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