Читать книгу La sed de los cadáveres - Armando González Torres - Страница 8

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Esmirriados montajes de concreto,

impudicia de abyectos materiales,

mezcla pánica de gestos y lenguas,

carroñas con su pena, pesadumbre

acechando las sucias construcciones

donde surgen eléctricas bellezas.

Las calles de colores carcomidos,

el aire con sus númenes zumbones

la marca testaruda del insecto,

el vaho, la emanación de la comida,

el menstrual aroma de las hijas

hacinadas en muros tan estrechos.

Ciertos viejos dormitan en hamacas;

los guerreros reposan taciturnos

evocan el combate pernicioso,

liza cruel que precediera la ruina;

las bestias yacen en el arenal

alzan polvo con su resuello inquieto.

(Yo pude haber ganado la indulgencia;

redimir quizá mi depuesta estirpe

en tan poblados y dolientes lares;

pero mácula infame y rutinaria

ocupaba mi testa y condenábame

a la desmemoria, al guiño estéril).

La sed de los cadáveres

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