Читать книгу La sed de los cadáveres - Armando González Torres - Страница 9

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La turba se disputa la comida

truhanes, mujeres ni siquiera hermosas

alimentan rencillas en sordina

¿Qué hicimos? La codicia de la edad

mal aconsejó nuestras carroñas jóvenes

hizo conocer la apetencia al probo

el cebo acercó a nuestras bocas ávidas

tuvimos esperanzas, desmesura

detentamos las doctrinas sutiles

que importaron los zafios del oriente

por aviesa mecánica hubo olvido

de lo fúlgido y noble que nos guiara

quedan la odiosa cicatriz, la saña

salaz con que se perpetró el ultraje.

La sed de los cadáveres

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