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Presentación

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Adolfo Espinoza de los Monteros Cárdenas

El Centro Universitario del Sur (CUSUR) extiende su territorio a veintiún municipios de Jalisco y mantiene una comunicación constante con sus autoridades y la sociedad civil, su misión apunta al desarrollo de las comunidades y las personas que viven en ellas. En concordancia con lo anterior, dos de las prioridades que enmarcan su quehacer académico son promover el desarrollo económico y cimentar las bases culturales que llevan a la formación de la identidad e idiosincrasias sociales, pues es la cultura la que define a una sociedad y a los agentes que la conforman.

Desde mi perspectiva la cultura moldea la percepción que tenemos del mundo, nuestra manera de acceder al otro y de alimentar el espíritu con la sensibilidad que hace posible vivir respentando a los demás y con responsabilidad histórica. En este sentido, durante mi estancia como rector del CUSUR (2008-2013) y en cumplimiento con su misión y tareas, tuve la dicha y fortaleza de crear dos programas que afianzarían la preservación y promoción cultural de Zapotlán.

El primero de estos proyectos fue la creación de la Compañía de Teatro del CUSUR, la cual juega un papel determinante en la celebración del Día de Muertos y en la promoción de talentos artísticos locales. El segundo proyecto que se concretó fue la “Cátedra Hugo Gutiérrez Vega”, con la intención de apuntalar el área de las humanidades, las ciencias sociales y el desarrollo cultural en el sur de Jalisco y el estado. Por otro lado, tuve la oportunidad de impulsar la asociación civil “Fe, Tradición, Arte y Cultura Indígena de Zapotlán A.C.”, cuya función es promover la armonía entre los diversos grupos y escuelas de danzas que existen en la ciudad.

En ese contexto el doctor Solórzano, colega generacional, compartió con su servidor y el CUSUR su intención de elaborar un libro sobre la celebración del Día de Muertos en Zapotlán. Desde el primer momento no dudamos en apoyar su idea pues el CUSUR estaba ya involucrado en el financiamiento y organización de esta festividad. El trabajo que nos propuso se alineaba con uno de nuestros objetivos como institución educativa: divulgar el conocimiento y hacerlo accesible a la población con materiales educativos en los que las personas se reconozcan como autores de su propia historia y se les reconozca su experiencia de vida independientemente de su posición económica, ideológica, religiosa o política. Congruentes con estas premisas compartimos el criterio de que una investigación responsable y comprometida debe ser diseminada en las comunidades a fin de que sirva como elemento de transformación social.

Así, el doctor Armando Solórzano nos ofrece en este libro una importante documentación fotográfica de este festejo milenario y complejo que refleja el sincretismo de creencias indigenistas y del cristianismo europeo que germinó en este valle de Zapotlán. En estas páginas se narra y analiza cómo el mestizaje religioso, cultural y espiritual dio vida a una celebración única en nuestro estado, que busca recrear y mantener la conciencia colectiva del pueblo tlayacanque quien se esfuerza por responder a las preguntas esenciales sobre la vida y su hermana gemela, la muerte, que animan su existencia.

La fotografía es uno de los métodos más relevantes de la investigación moderna. Puede ser un documento histórico, un texto analítico o una pieza de arte. Dada la proliferación de cámaras fotográficas a través de celulares y otras tecnologías masivas, también ha perdido relevancia por ser visceral y permitir que tan pronto como se registra sea destruida. Pero como objeto artístico o de conocimiento, la fotografía obliga a su observador a interpretar la realidad de una manera distinta. Más importante es el hecho de que es un elemento vital en el estudio de la historia de la gente anónima, de los pueblos que han sido marginados por sus prácticas culturales y religiosas, pues capta la historia personal, la cotidianidad de la gente y su rutina. Por eso, este libro es una obra inconclusa, una invitación para que las personas se descubran en él y hagan su propia interpretación de la fotografía página tras página. También es un llamado a recrear la historia de nuestra gente, un instrumento que nos une en una conciencia colectiva en la que los zapotlenses descubren cómo nuestros ancestros entendieron el sentido de la vida y de la muerte, y es también una insinuación para recrear esa dualidad como símbolo de libertad y trascendencia.

Para la realización de este libro se recopilaron miles de fotografías a lo largo de cuatro años y se seleccionaron las más representativas de las celebraciones y personajes que participan en este evento. Cada una de ellas se acompaña de textos breves que invitan al lector a reflexionar más allá de las imágenes.

La metodología de trabajo y generación del contenido para este libro se fundamentaron en los principios que rigen la investigación cualitativa, dentro de la cual se establece que la fotografía es una fuente determinante en la reconstrucción de la historia y cultura de grupos minoritarios y poblaciones que han sido históricamente marginadas. Así, esta obra pretende abrir el diálogo entre académicos, investigadores, grupos excluidos del ambiente educativo y de las comunidades que crean y recrean la cultura en un lenguaje popular.

Desde el principio se planteó el objetivo de que este libro llegara a un público vasto y diverso. Sabemos que muchos de los hijos ausentes de esta tierra residen en Estados Unidos y Canadá, algunos hablan exclusivamente el idioma inglés. A nuestros lectores angloparlantes va también dirigida esta obra bilingüe que facilitará el entendimiento de la idiosincrasia, la cultura y las celebraciones ancestrales de sus coterráneos.

El CUSUR, a través de la administración que me tocó presidir, se complace en financiar esta publicación y en reafirmar nuestro compromiso de abrir las puertas a una cultura zapotlense milenaria y de proyectarla a una dimensión universal. Y así como nuestros antepasados subían al techo de sus casas para invitar a sus muertos a convivir con ellos, así la Universidad desde lo más alto de la cima académica les dice a los habitantes de Zapotlán y de la región del sur de Jalisco: “Vengan pronto a nuestras aulas, los estamos esperando”.

Los estamos esperando

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