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Reconocimientos

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Este libro pertenece a todos, especialmente a los muertos. En una visita a la tumba de mis padres en Zapotlán, Jalisco, tuve la fortuna de conocer a María Guadalupe Velazco Cuevas, directora del Cementerio Municipal Miguel Hidalgo. Unido al esmero que pone en el cuidado de las tumbas, ella comentó: “Yo cuido a todos los muertitos por igual. Siento que todos los muertos son mis hijos e hijas.” Y desde entonces ella se convirtió en una fuente de información inagotable.

Mucho le debo a Benito Montiel por estudiar a fondo la tradición del Día de Muertos en Zapotlán. Su pasión es distinguir los muertos de Zapotlán de los muertos de todo el universo. Él no es trinitario. Lo explica todo en términos de cuatro: cuatro puntos cardinales, cuatro espíritus, cuatro estaciones del año, cuatro cielos, cuatro ponches y cuatro tipos de maíz. Deseo reconocer también al señor Enrique Hernández quien literalmente sabe todo del Panteón Viejo de Zapotlán. Sus entrevistas iluminaron la complejidad que existe en la celebración del Día de Muertos y de los propios muertos, a los que se les ha cubierto de mitologías e historias.

Mi trabajo fotográfico se ha enriquecido gracias a estudiantes latinos de fotografía en la Universidad de Utah como Kim Mazza y Julio Ramírez, quienes han compartido sus ideas, cámaras, lentes y técnicas en Photoshop. Desde pequeño siempre admiré a los fotógrafos de Zapotlán, en especial a don Julio Gómez García y a don Benjamín Cárdenas quienes eran muy celosos de su trabajo y nunca quisieron compartir sus secretos de profesión. En los últimos quince años he mantenido varias conversaciones con José Luis Salvador Martínez, de quien he aprendido que con una cámara no tan profesional se puede captar la esencia del pueblo. Mi agradecimiento se aplica también al profesor José de Jesús Martínez, “El profe Chuy”, por abrirme las puertas a los eventos culturales y religiosos de Zapotlán. Todo el equipo fotográfico y de impresión que utilizo ha sido financiado en parte por el Departamento de Estudios de la Familia y del Consumidor y por el Departamento de Estudios Étnicos de la Universidad de Utah. Ellos también me concedieron un semestre sabático para terminar de escribir y diseñar este trabajo. Mi gratitud por siempre.

El profesor Kevin R. Rathunde de la Universidad de Utah me ha proporcionado la literatura que avala el desarrollo metodológico de este libro, pues no basta con tomar una fotografía, lo que hace que ésta se convierta en arte y en instrumento pedagógico es la intención, la manera distinta del ver el mundo, y sobre todo, evitar que la cámara repita inútilmente la realidad. Gracias también al profesor Rafael Vázquez Gutiérrez de la Universidad de Guadalajara quien revisó parte del manuscrito e hizo invaluables sugerencias. Tom Gelsinon contribuyó enormemente en la edición del texto en inglés. Lo mismo hizo Rogelio Ballesteros del Instituto Amigos del Sol en Oaxaca. Rogelio se hizo cargo de editar el texto en español y lo hizo por pura amistad. La Editorial Universitaria utilizó todos los medios a su alcance para que este libro viera la luz, y por eso le estaré eternamente agradecido.

Mil disculpas a todas las personas que interrumpí mientras honraban a sus muertitos en el panteón. Que las fotografías de este libro sean una compensación y una oportunidad para volver a la vida a los seres que tanto amaron. Gracias, muchas gracias también a las personas que no me autorizaron tomarles una fotografía en las ceremonias donde se celebraba el Día de Muertos. El recuerdo de sus seres queridos lo llevamos en nuestra conciencia colectiva; la foto no importa.


Los estamos esperando

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