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INTRODUCCIÓN

El terremoto que asoló Esmirna en el año 178 1 , como bien sabemos, sumió en el dolor y la desesperación al sofista. No obstante, éste no se conformó con lamentarse y componer ese canto fúnebre que era XVIII. Era necesario pasar a la acción y hacer renacer la esperanza. Por eso, incluso antes de que la ciudad como institución recuperara su capacidad de actuación, él mismo se decide a tomar las medidas pertinentes para solucionar el desastre. Así, y gracias a la alta concepción que de su persona y de su misión tiene, se nombra a sí mismo ministro 2 y decide actuar como embajador de la ciudad ante el poder imperial.

Si las legaciones a la corte constituían uno de los mayores servicios que el aristócrata podía prestar a su comunidad 3 , las que tenían como causa un seísmo o una catástrofe que hubiese sembrado la desolación eran consideradas evergesías de primerísimo rango. De su éxito dependía en definitiva la misma continuación de la vida ciudadana. A pesar de ello el sofista no estaba dispuesto a moverse de su retiro en Misia, posiblemente por lo avanzado de su edad 4 , y se limita a escribir una breve carta en la que da noticia del suceso y solicita de Marco Aurelio y Cómodo su colaboración para la restauración de la ciudad 5 .

Los argumentos que manejó fueron en esencia tres: el hecho de que conocían lo que había sido destruido puesto que en año 176 estuvieron en la ciudad; la percepción de que la reconstrucción de la ciudad con fondos imperiales sería una muestra clarísima, ante todo el Imperio, del carácter y de las virtudes de los dos emperadores 6 ; en tercer lugar, recuerda los servicios que la ciudad prestó a la causa romana durante los tiempos de la República, cuando ésta se hallaba enfrascada en la lucha contra los reyes helenísticos; ese favor podía ahora serle reconocido.

La carta fue un éxito absoluto. Filóstrato 7 , el biógrafo de los sofistas, cuenta que, cuando Marco Aurelio la estaba leyendo «con frecuencia lloró, pero sobre el pasaje ‘los soplos del Céfiro recorren un yermo’ el emperador dejó caer sus lágrimas sobre el papel y prometió la refundación de Esmirna». Se conocen algunas de las medidas que los emperadores tomaron para llevar a cabo su promesa. Tras convocar el Senado y conseguir su aprobación, se otorgó dinero en efectivo, a más de una exención temporal de impuestos; para la supervisión de todas las operaciones designaron a un senador de rango pretorio 8 . A través de la concesión de honores y privilegios consiguieron movilizar para la causa a la iniciativa privada. En esta misma línea, convocaron una reunión del Consejo provincial de Asia para establecer los cauces por los que la ayuda habría de discurrir 9 . Muy posiblemente de ahí salió el socorro regional que más tarde Aristides recordó 10 . Este enorme éxito del sofista ante la corte imperial redundó también en su propio beneficio, aumentando de una manera insospechada su prestigio. Así, de nuevo según Filóstrato, el orador consiguió la mayor distinción a la que un aristócrata municipal podía aspirar, ser considerado el «fundador» de su ciudad, un título de carácter casi divino.

Sobre la edición de B. Keil sólo se ha introducido una variante que él mismo proponía en el aparato crítico.



1 Cf. la discusión sobre la fecha en la introducción a XVIII. C. BEHR , Aelius Aristides ..., pág. 112, puesto que fecha el terremoto en el año anterior, también coloca esta carta en 177.

2 §6.

3 W. WILIAMS , «Antoninus Pius and the Control of Provincial Embassies», 51 Historia 16 (1967) 470-483; G. BOWERSOCK , Greek Sophists ..., pág 44-45.

4 Teniendo en cuenta que había nacido en 117 tenía 61 años.

5 Existe un magnífico paralelo de esta actitud en una inscripción que la ciudad de Cos levantó en Olimpia donde se narra la petición de auxilio que la ciudad hizo ante Augusto puesto que había sido destruida por un terremoto. Insc. Olimpia núm. 53. L. Robert «Documents d’Asie mineure» Bullet. Correspon. Hellénique , 102 (1078) pág. 401.

6 La actividad edilicia constituía uno de los elementos esenciales de la función imperial, S. MITCHELL , «Imperial Building in the Eastern Roman Provinces», Harvard Stud. Class. Philo . 91 (1978) 333-365.

7 FILÓSTRATO , Vidas de los sofistas 582-583.

8 Sobre la convocatoria del Senado, cf. XX 10. Sobre la aportación de dinero y el nombramiento del supervisor, cf. DIÓN CASIO , 32. Sobre la exención de impuestos, cf. EUSEBIO , vol. II, pág. 172. SCHOENE .

9 Prolegomena III DINDORF , pág. 737 y F. W. LENZ , The Aristeides Prolegomena , Leiden, Brill, 1959, pág. 111-112.

10 XX 12-14.

Discursos IV

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