Читать книгу El Campesino Puertorriqueño - Atiles Francisco Del Valle - Страница 8

CARACTÉRES FISIOLÓGICOS

Оглавление

Está demostrado que, bajo los trópicos, el hombre es naturalmente sóbrio y prefiere para su alimentación las sustancias vegetales, sin que este régimen de lugar á perturbaciones en la salud; pero esto, que es cierto dentro de los límites racionales que la Ciencia señala, conviértese en vicio cuando la alimentación es insuficiente.

Por desgracia este es el caso en que se encuentra la gran mayoría de nuestros campesinos. La alimentación que usan es tan escasa, que apénas si basta para la reparación de los gastos orgánicos á que dan lugar los fenómenos de la vida. Cuando se recuerda que un hombre adulto gasta cada dia Az. 20 gramos – C. 300 gramos – y Agua 3 kilos, necesitando, según Moleschott, un trabajador para conservar su salud consumir diariamente 130 gramos de albuminoideos secos, 84 gramos de grasa, 400 gramos de hidrato de carbono, y 30 gramos de sales, cuesta trabajo comprender cómo la ruina orgánica no es aún más considerable en el campesino borincano.

Tengamos presente las sustancias que constituyen de ordinario su alimentación: arroz, plátano – del ménos nutritivo por cierto – batatas, ñames, malangas, bacalao y pescado salado, – con frecuencia en pésimo estado de conservación – maiz, no siempre; leche, con escasez, y se verá claramente que la miseria orgánica tiene que ser la consecuencia de tal régimen.

El jíbaro se alimenta mal. Además de las sustancias referidas, suele comer alguna que otra vez carne de cerdo, y pan de trigo, – mal preparado casi siempre, – pero ni esta variante es regla general, ni basta á modificar el carácter de pobreza de que adolece la alimentación cotidiana de las clases rurales de Puerto Rico.

Como consecuencia de esta defectuosa alimentación la nutrición general ha de resentirse á causa de la composición de una sangre pobre de elementos nutritivos, y todas las funciones orgánicas han de ser influidas desfavorablemente por este concepto.

Perturbada la nutrición, han de faltar necesariamente las energías musculares sanas, fisiológicas, que obligadas á producirse, lo hacen con debilidad ó si se llenan debidamente es á beneficio de agentes, de acción transitoria mal sana á la larga que sustituyen el defecto nutritivo.

Como quiera que al estómago se le impone bajo un régimen pobre un trabajo muy considerable, claro es que la fatiga del órgano sobreviene y con ella la necesidad tan sentida entre los jíbaros del uso de estimulantes, que al cabo determinan en la cavidad estomacal estados patológicos de que luego hablaremos.

Esto mismo, añadido á la influencia climatológica, dá lugar á las irregularidades en la función intestinal, función perezosa siempre, principalmente en las mujeres.

El hígado, el bazo y el páncreas, modifican su modo de funcionar. La sangre, por su calidad, afecta frecuentemente al músculo cardiaco; ésta importante víscera funciona mal, disminuyendo su fuerza y aumentando la frecuencia de sus contracciones, aminorándose la velocidad de la corriente sanguínea y la presión del líquido vital.

La función respiratoria, gracias á la gran cantidad de aire oxijenado que respira de ordinario el campesino, se verifica bien.

Los órganos de los sentidos no ofrecen particularidad digna de mencionarse.

Por lo que respecta á la función cerebral nos limitaremos á apreciarla con Gratiolet "por sus manifestaciones," de las que trataremos en lugar oportuno.

En cuanto á la función catamenial, siendo un hecho conocido que en la raza de color el flujo menstrual se presenta más temprano, debemos añadir que entre las campesinas es siempre temprana la época de de la aparición de aquél, tanto por la influencia del clima, cuanto por otras causas del órden moral que apuntaremos oportunamente.

La actividad genital y la fecundidad son notables en el grupo rural; entre ellos el número de hijos llega á veces á ser considerable; la esterilidad puede asegurarse que es una bien rara excepción en el campo.

La secreción láctea es abundante en las madres, si bien la leche se resiente de exceso de agua.

La duración de la vida no podemos fijarla; el Registro Civil, establecido hace poco más de un año, lucha aún con las dificultades de su instalación y los obstáculos propios del esparcimiento en que viven los campesinos. En los registros parroquiales los datos referentes á las edades no merecen entera confianza para justipreciar la vida media del campesino. Puede asegurarse, sin embargo, que el jíbaro que vive en regulares condiciones, llega á la vejez, y es un hecho evidente que su ancianidad es ménos achacosa, más fuerte de lo que podía esperarse.

Confírmase en Puerto Rico lo que ya ha sido sentado por los antropologistas, y es que la vida media en todas partes y para todas las razas es poco más ó ménos igual.

El Campesino Puertorriqueño

Подняться наверх