Читать книгу La mitad de mi vida - Augusto Granados - Страница 5
ОглавлениеPrólogo
—Sí, me suena.
—¿Cómo que te suena? ¡Te lo he contado un montón de veces!
Durante los últimos cincuenta años mi madre me ha contado historias de sus antepasados a las que, por mi apatía o desidia, jamás he prestado la más mínima atención. Que si el abuelo se libró por los pelos de morir fusilado en la guerra. Que si en un viaje a Santander, hace de esto más de sesenta años, bajando el puerto de Los Tornos, vimos cómo una rueda de nuestro coche rodaba por delante, ladera abajo. Que si al abuelo de mi padre, que era juez, le tirotearon en su casa y no le dieron de milagro.
Y cada una de mis tías siempre tiene su versión corregida y aumentada. No, eso no es así. No, eso se lo ha inventado tu madre, es parecido, pero…
Así que son historias que nunca he sabido valorar… hasta el verano pasado.
No sabría decir si fue por afecto ante su dolor, mi madre estaba enferma y estuve acompañándola los fines de semana, o fue por hastío, ya que en el verano de la sierra de Madrid el tiempo es un bien sobreabundante, decidí prestarle atención en torno a una historia cien veces contada sobre la tatarabuela criolla.
Y como esta historia abarca todo el siglo XIX que, por complejo y enrevesado, me resultaba bastante desconocido, decidí, con las pistas y despistes aportados por mi madre, entrar a fondo en ello.
España sufrió cinco guerras en territorio peninsular, más todas las de independencia de las colonias. Pasó de un régimen monárquico absolutista, con dos reyes propios y uno impuesto, a regencias liberales, y de ahí al inicio de un sistema monárquico liberal, a una república, y vuelta a una monarquía semiliberal. Casi nada. Ojo, y no seré yo quien clasifique y encasille estos sistemas políticos. Allá cada cual.
El protagonista del relato que estás a punto de empezar a leer, Nicolás Echeverría “Chiqui”, vivió todo esto participando de forma clandestina, entre las sombras, como uno de los más valiosos confidentes. Además, conoció como un gaucho más el esplendor de La Pampa, salvaje, adictiva y dócil. Participó de forma activa en las primeras relaciones comerciales de Valparaíso, Concepción y Talcahuano con el resto del mundo. Y colaboró en el apasionante proceso de independencia de Argentina, Chile y, de refilón, del Perú.
¿Alguien da más?
Nicolás Echeverría tuvo que aprender, desde sus primeros años, a vivir de forma discreta. Siempre oculto, escondido y reservado, en segundo plano. Observando todo desde la distancia, pero implicándose hasta el final y desarrollando un agudo instinto de supervivencia.
Su vida fue dura aunque, contada por él, no lo parezca. Un niño primero, un adolescente después, y un aventurero casi siempre, su día a día, se desarrolló caminando en “el filo de la navaja” y, si es verdad que en los momentos críticos tuvo fortuna, no me atrevería a decir que disfrutara de una existencia llena de ventura y dicha.
Basada en la vida de Nicolás Echeverría, “Chiqui”, esta novela trata de ver desde dentro, los sucesos del convulso siglo xix.
Y si es del gusto del lector, espero que le sucedan otras andanzas que, o bien contadas en primera persona por Chiqui, o directamente relatadas por los muchos personajes que conoció, están llenas de situaciones en apariencia increíbles de no ser porque son ciertas.
Sin ir más lejos, la vida del que sería suegro de Nicolás, don Augusto Bardel es, sin que él lo buscara en ningún momento, un devenir de acontecimientos dignos de asombro acompañados de una sucesión de extraordinarias sorpresas.
Porque de aquellos polvos nos vienen estos lodos, el siglo XIX, además de apasionante y despiadado, debe ser conocido por todos.