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ОглавлениеInmigración y Sociabilidad protestante en Valparaíso a mediados del siglo XIX
WALDO PACHECO CARREÑO
Academia Historia Religiosa de Valparaíso
INTRODUCCIÓN
La nacionalidad chilena está conformada por inmigrantes desde su nacimiento, y en el Gran Valparaíso la más nítida demostración son el origen de los apellidos de una parte de sus ciudadanos, algunos nombres de sus calles, o ciertos enclaves urbanos principalmente en algunos de sus cerros.
Si bien la inmigración en nuestra realidad ha ido tomando mayor connotación pasando a ser uno de los temas actuales, ella ha venido a ser un fenómeno cargado de serios conflictos a nivel mundial, ya sea lo que está sucediendo en parte de Sudamérica con ella, o puntualmente en estos años transcurridos de como su comportamiento en nuestra propia región del Gran Valparaíso se ha manifestado su diversidad con peruanos, colombianos, haitianos, y venezolanos, quienes dentro de Chile ya muestran historias devida2, o requiriendo de estudios que vayan en apoyo3.
Hoy nos preguntamos ¿qué fue de los “valparagringos”?4 Estos llegaron a causa de un mover a nivel internacional de inmigración en el pasado, ello desató la atención en lo público para el siglo XIX. En el caso de la vida política interna de nuestro país, desde sus inicios republicanos se venía dando un tipo de inmigración que llegaba en forma particular y producto mayormente del comercio, viajeros de paso a desembarcar al puerto de Valparaíso principalmente. La otra forma fue la inmigración trasladando familias completas para colonizar extensas zonas de la antigua provincia de Llanquihue y Valdivia5; y que para su incentivo hasta se imprimirá un libro6. Ante estas dos formas no se dieron por ignorados hombres de Estado7, personeros de la Iglesia mayoritaria, o extranjeros, ya fuese a favor o en contra de los procesos de inmigración, cuyos contenidos ideológicos de su parecer se manifiestan a través de las ideas teológica-políticas para el tiempo que estamos tratando, y que en el aspecto práctico se topa con casos de matrimonios mixtos, derecho a sepultación, libertad o tolerancia religiosa, derecho a cargos públicos, el valor de las conductas o prácticas éticas de los llegados, etc.
A pesar que el flujo de inmigrantes para colonizar fue muy menor en nuestro territorio en comparación a otros, y al no existir una política de Estado lo suficientemente decidida, con el tiempo se fue postergando8, y con un escaso presupuesto9 en comparación a otras naciones de la región, Valparaíso se ventilaba al mundo con una corriente de inmigrantes mucho menor, aun así lo extranjero fue estudiado desde su propio muelle, para que se hiciese masiva al otro lado de la cordillera10, tanto así que Argentina le daría un lugar especial por medio de leyes que la favorecían en su Proyecto de Constitución de 1853; práctica que décadas antes la habían iniciado las ciudades puertos más importantes de todo el Continente Americano que comienzan a acoger un flujo de inmigrantes que iba en aumento provenientes de Europa, e incluso de Norteamérica11.
Ante lo ya expuesto, desde una mirada de conjunto al tema, pasamos a indicar que el presente trabajo inicia con una breve descripción de la inmigración, y su relación con la religión desde la Colonia, por considerar de nuestra parte que incluye factores que se relacionan directa o indirectamente con nuestro tema en general. A pesar de aquello, nuestro escrito va compartiendo generalidades de aquella vida diaria, no pretende centrarse en una descripción exhaustiva en la descripción de las colonias de extranjeros que se fueron formando desde el inicio de la República, temática que por lo demás ha sido muy bien trabajada en lo historiográfico, ni menos se pretende hacer una crónica puntual de la conformación de los grupos religiosos que son parte de dichas colonias extranjeras, lo cual pasa a ser labor de la disciplina de la historia religiosa chilena. Aun así, estos dos aspectos en un grado no menor estaban entrelazados, se fusionan en ocasiones, y ante aquello, a medida que se va leyendo el presente relato, confiamos en el presupuesto de que el lector está al tanto que para la época que nos disponemos en describir, tanto la nacionalidad como la religiosidad eran una identidad indisoluble, y sin dejarse de concebir la una sin la otra, que debido a eso al explicarse dicha sociabilidad, se le añade en ocasiones un compuesto u origen doble, la inmigración y las misiones protestantes, y que a pesar que el flujo migrante mantenía un contacto con sus iglesias madres, describiremos en las siguientes páginas no necesariamente lo misional12, destacando del inmigrante su pensamiento práctico del diario vivir, como el de la acción comunicacional religiosa-filosófica-política ante a lo que se ve enfrentado en el espacio público por la falta de ciertos derechos fundamentales. Dicho fondo de antecedentes, de los cuales algunos de ellos nos proponemos narrar, más la descripción del clima religioso-político conservador que se enfrenta a tan particular flujo de inmigrantes, desde la prensa de la época, rescatamos la publicidad de un cúmulo de ideas, de como algunos de dichos pensamiento se fundamentaron desde la cosmopolis de Valparaíso.
Ya conocido desde lo macro, el objetivo a desarrollar sobre ciertos rasgos de la inmigración y sociedad eminentemente protestante porteña, en las últimas páginas pondremos énfasis por consignar un perfil foráneo de sujetos de dicha sociabilidad, centrándonos en el inmigrante norteamericano, una forma de visibilizar ante el lector un cierto perfil de pensamiento inmigracionista en Valparaíso, contrastando con las reacciones propias del sector conservador que hará de contención, la cual se manifestó por una parte de la prensa santiaguina.
Por ser parte importante del tema, se ha añadido a nuestra breve descripción, la propia estadía en un ambiente único que le brindaba Valparaíso como modelo y aporte clave a exiliados inmigrantes transandinos, de los cuales, dos de ellos, serán fundamentales para la promoción de la inmigración y todo lo que vino a significar en el engrandecimiento a la Argentina, nos referimos principalmente a Juan de Dios Alberdi, y de referencia a F. A. Sarmiento.
I. LAS RUTAS QUE TOMA EL PROCESO MIGRATORIO EN LOS FUTUROS PUERTOS DE AMÉRICA
Si bien el descubrimiento de América por navegantes europeos se da dentro de una Europa Occidental y cristiana aún unida, a tres décadas de iniciada la Conquista comenzaba a zanjarse una profunda división desde lo teológico, conflicto cuya influencia mayor sería en lo político, pasando por lo cultural, y evidenciando comportamientos en lo social.
Modificadas las fronteras políticas por fronteras religiosas en Europa, los movimientos migrantes no solo responden a lo misional, son a consecuencia del conflicto de naturaleza religiosa y después política. Por un lado, tenemos el migrar a causa de ciertos principados cuyos territorios se hacen protestantes, por otra parte, está la expulsión de miles de familias completas como el caso de los hugonotes franceses hacia el reino de Prusia, en Alemania, o ya entrado el siglo XIX por causas de guerras o de la política contingente con revueltas internas.
Ante esa realidad y a pesar que el mayor volumen de inmigración fue en dirección a Norteamérica, incluido el mínimo movimiento de gentes que se trasladaron a Chile desde mitad del siglo XIX, fenómeno que mayormente seguía favoreciendo en su expansión a la religión protestante, un dato no menor, aquellos actos de cruzar continentes con su cargas ideológicas, estructuras sociales y mentales, parten ya desde la segunda mitad del siglo XVI13, donde lo religioso e inmigración estaba en sólida concordancia para el siglo XVII, y que J. H. Parry nos lo resume:
“Claro está que la religión no podía faltar en los argumentos al discutir cualquier gran empresa del siglo XVII. Como los españoles, los teóricos ingleses apelaron al sentimiento religioso y el fervor misionero. En el siglo XVII, cada compañía colonizadora de cada país europeo pretendía que la propagación del Evangelio era su causa principal”14.
Si bien, es válido preguntarse, ¿qué tan subordinado estaba dicho motivo religioso a una práctica de fe comprometida y sincera por sobre la búsqueda de riquezas? A pesar de no poder responder por nuestra parte, se mantuvo en el tiempo. La invitación a emigrar utilizando un ambiente religioso, como el caso para la segunda mitad del siglo XIX, llama la atención, pues se hizo un ferviente llamado desde los pulpitos por medio de la predicación en Alemania, en la cual se invitaba a emigrar a Chile en 1884, por boca del predicador evangélico Barchewitz von Krause15.
1) El poblamiento migratorio y las ideas que navegan con el comercio
Por la parte católica, comenzaron la exploración de los territorios tanto de tierra firme como espacios marítimos, con un fuerte sentido de cruzada, y cumpliendo severas políticas dictadas por la Contrareforma. El Imperio español junto a la Iglesia Católica, a medida que se avanzaba en el descubrimiento hasta lo más austral de la tierra firme y navegable, habían llegado al acuerdo de ir evangelizando a los naturales, y de adoctrinar a los criollos nacidos en las provincias españolas. Para ello, las órdenes religiosas que venían detrás del soldado conquistador fueron claves en formar una nacionalidad que creció bajo severas advertencias de evitar el contagio con quienes encarnaran creencias protestantes, especialmente con merodeadores marítimos que profesaran dicha fe. De este modo, formados por la Inquisición, generaciones de criollos chilenos asumieron el rechazo en su manera de vivir, tomando distancia al momento de algún tipo de contacto, pues “creían contaminarse de herejía en su trato con los extranjeros”16.
Leer a José Toribio Medina nos ayuda a entender hasta que punto llegó a ser el arraigo que había tomado nuestra pasada idiosincrasia en contra de todo lo que fuera sospechoso a extranjero de cuna protestante, lo cual dicha antipatía se manifestara abiertamente hasta el primer siglo de la República. Todo lo que viniese del exterior teñido de herejía, atentaba en contra de la seguridad nacional, como el caso de seis de los nueve marinos ingleses de Cavendish, y que fueron ahorcados en la plaza de Armas de Santiago17, y que a nuestro juicio eran los más dogmatizados de aquel grupo con ideas puritanas. No solo un celo religioso había crecido lo suficiente en los siglos XVI y XVII, también se reflejaba en un encono a lo extranjero no católico, como el macabro caso de llegar a exhumar al navegante calvinista Hendrick Brouwer después de muerto, estando sepultado en los alrededores de Valdivia para 1643, he aquí lo que afirma a aquello la crónica de Medina: «En odio a esos enemigos religiosos, el primer capitán español que llegó a aquellos sitios hizo desenterrar el cadáver del jefe enemigo que había sido allí sepultado, “y por ser hereje lo quemó”»18.
Para la segunda mitad del siglo XVIII, la condición íntima emocional a lo extranjero no católico que se avistaba en nuestras costas no había cambiado, solo se había moderado. En un estado de sentimiento religioso tal, con una escasez de solvencia en lo comercial, se vence la desconfianza, y se hacen los primeros intentos de acercamiento a la sociabilidad chilena, por medio de los británicos en periodos de paz, y a causa de tratados de amistad con España, y acuerdos comerciales para entrar en sus colonias, al darse cuenta de la condición de capacidad comercial de ellas, de escasa riqueza y desarrollo, se añadía otra condicionante:
“Lo que era aún peor, no había esperanzas de que estas colonias, bajo el dominio de España, iniciaran un camino hacia un mayor desarrollo debido a numerosas causas entre las cuales no eran las menores el bajo nivel de productividad, la autosuficiencia de la economía local, así como las características de la sociedad. Esta presentaba una estructura estática, jerárquica y muy conservadora, defectos estimulados por la dominación colonial…, y por el espíritu de resignación que patrocinaba la Iglesia Católica de Hispanoamérica”.19
La corona española se vio obligada a emitir un decreto en 1797, donde se permite a naciones neutrales comerciar con las colonias, en este caso, con Norteamérica. De esta forma, un segundo actor decididamente provocador en favor de los cambios políticos, comerciales, sociales y religiosos entra a tratar con la distancia a lo foráneo que aún manifiesta la sociabilidad chilena producto en gran parte de una religiosidad antiprotestante. Desde el puerto de Boston, llegarán bostonenses principalmente, más otros de localidades de alrededor, todos descendientes de la colonia puritana de la bahía de Massachusetts con sus navíos a los puertos hispano-chilenos que “fueron visitados por doscientos veintiséis navíos entre 1797 y 1809”20. J. Eyzaguirre, ante dicho advenimiento que es solo parte de una muestra mayor, hace un resumen generalizado, pero ajustado al propósito que perseguimos con nuestro artículo, que con respecto a un encuentro de lo Norteamericano con lo público hispano-chileno, nos afirma:
“Era el primer pueblo del continente que había alcanzado la libertad política y que se había constituido de manera ordenada en un régimen republicano y democrático. Estas circunstancias fueron señaladas más de una vez a los habitantes de Chile por navieros norteamericanos que visitaron sus costas, como pescadores de ballenas o contrabandistas, en los años circundantes a 1800. Las conversaciones privadas y la difusión subrepticia de algunos escritos, entre ellos la Declaración de la Independencia y la Constitución Política de los Estados Unidos, dejaron huella y alentaron el espíritu revolucionario”21
Por nuestra parte, añadimos en cuanto a la libertad de creencias, que no fue tolerancia, sino libertad religiosa en su total sentido.
2) Estadounidenses puritanos peregrinos y emigrantes desde su tierra a Valparaíso
Las colonias inglesas con herencia calvinista, y en menor grado su afluente de escoceses-irlandeses presbiterianos, fueron el mayor contingente de personas que darán forma a la fundación de Norteamérica en sus inicios. Una parte importante de ellos tenían el calificativo de puritanos, indistintamente a ello podían adherirse a un anglicanismo más radical, al presbiterianismo o al congregacionalismo, en razón a sus particulares creencias en cuanto a la relación al obispado monárquico, a la Iglesia y el Estado, y a libertades políticas civiles. Junto a dicha convivencia, sus expresiones religiosas, comerciales y políticas son una extensión del genio inglés en el Nuevo Mundo, las que se relacionarán en medio de la vida diaria habiendo navegado hasta Valparaíso.
Después que John Cabot, enviado por Enrique VII, descubriera Terra Nova, Labrador y Nueva Escocia, para 1497, vino una creciente necesidad de comercio en ultramar por la situación interna que vivía Inglaterra, lo cual incidió a que la idea de la colonización pasara con el tiempo a tomar mayor sentido.
Para comenzar a establecerse en lo que es hoy el territorio de Virginia, se fundaron compañías, las cuales se les confieren derechos para colonizar por Jaime I en 1606. Ya para 1619, dichos colonos cuyas motivaciones eran de carácter económico en la mayoría, aun así, existía un ambiente religioso, pues se reúnen en la “Primera Asamblea de Virginia celebrada en la Iglesia [anglicana] de Jamestown el 30 de julio de 1619”22. La iglesia anglicana con su autoridad episcopal dentro de las colonias fue significativa, y en dicha misma colonia de Virginia para toda la Norteamérica poblada y por peregrinar en su conquista, estando por encima de otros protestantismos, perdió su poder a fines del siglo XVIII.
El otro espacio territorial fue Maryland, al cual llegaron no solo católicos emigrantes, también protestantes, y ya para 1635, habiendo prosperado congeniaban en el gobierno tanto católicos, minoría, y una mayoría protestante, de lo cual para mantener un equilibrio, y contener la hostilidad protestante, a “más que para establecer el principio general de tolerancia religiosa, asumió la entrada en vigor del Acta de Tolerancia de Meryland en 1649”23. Este primer tratado en Modernidad sobre tolerancia religiosa en medio de colonias protestantes, se entiende en el contexto y sentido que una iglesia en particular se encuentra por encima de otras.
Pero la diferencia más radical en lo ya narrado, y que es parte indirecta también de la historia de Valparaíso, se dará en la zona denominada Nueva Inglaterra. Los cambios se fueron gestando desde las relaciones bajo una monarquía constitucional, y puesta en un trance aquella formula, J. Perry nos indica que en Inglaterra, al asumir Carlos I: “Toda esperanza de presbiterianismo en la iglesia, y toda esperanza de gobierno parlamentario en el Estado, parecía disiparse por completo”24. Ante tal estado de cosas, incluyendo lo económico, inicialmente son un reducido grupo de puritanos, congregacionalistas, separatistas, los cuales en una cantidad de 110 saliendo de Inglaterra por causa de la persecución a sus creencias religiosas para 1609, y no adaptándose en la Holanda calvinista, desde allí en 1620 zarparon en el Mayflower para arribar en Cabo Cod, y establecerse en el puerto de Plymouth, en cuya travesía, aún en plena navegación, los Peregrinos redactaron a lo que los comprometía a ceñirse a una “política de organismo civil”.
Posteriormente, salen en 1629, llegando a la Bahía de Massachusetts, otro grupo de puritanos, quienes fundan una colonia en la zona para 1630, la mayor parte de ellos puritanos prominentes, siendo separatistas, fue no menor su independencia, al caso de fundar una empresa propia, que en lo significativo dicha compañía no necesariamente permanecía su domicilio en Inglaterra, caso más que relevante para la futura historia. La religión, y el desarrollo del comercio comenzó a ser parte del desarrollo y la vida diaria de la colonia, pero a la vez, por su excesivo celo religioso, en ocasiones opresor tanto en rechazo a otras creencias como también en lo político, llevó a muchos a fundar nuevas colonias partiendo por Boston, Connecticut, Nueva Haven y Rhode Island, quienes en su peregrinar de fe adoptaron a futuro el sistema de iglesia congregacionalista, y del radio donde se desarrollan estas localidades se afirma que: “No solo otorgaron una entidad especial a Nueva Inglaterra, sino que crearon un pensamiento propio de carácter social, político y religioso, que posteriormente constituyó una parte integral de la cultura norteamericana”25. Para Parry, después de varias décadas tanto “Massachusetts y Connecticut comenzaron a desarrollar un imperialismo propio y a absorber a las colonias menores”26.
Congeniando en dicho ambiente, y con amplias tierras vírgenes con vastas extensiones de bosques suficientes para construir casas, templos, escuelas, universidades y barcos, atraerán a seguir colonizando dichas tierras a dos corrientes de presbiterianos que también pertenecían a un sector del puritanismo para esos tiempos, donde una parte de ellos proviene del radio geográfico de Nueva Inglaterra, los cuales son netamente ingleses, que van migrando hacia las ciudades de Pennsylvania, Nueva York y las Carolinas, y otro contingente escoceses/irlandeses que inmigraron directamente a Norte América desde esas mismas áreas nacionales27, pasaran a ser una más de las tantas exportaciones norteamericanas, que a inicios de las Repúblicas Sudamericanas proveen de misioneros a puertos de Sudamérica por medio de las llamadas Sociedades Misioneras, uno de ellos fue Buenos Aires y Valparaíso.
Desde estos centros con una mayor cantidad ya de colonias fundacionales, que dentro de sus oligarquías, después de decantarse las ideas incluso llegando a la confrontación del propio fervor religioso vestido de un exclusivismo en ocasiones despiadado, decantarán las propuestas prácticas de un celo a “la libertad de conciencia, la facilidad de establecer nuevas poblaciones”28, y un tipo de libertad religiosa que constitucionalmente pasará a ser única en América, pues su religión comenzó siendo la fuente original de sus libertades políticas. No olvidar que sus principios religiosos en cuanto a gobierno eclesial principalmente, modelan la forma de gobierno civil, y varios de sus principios conceptuales lo veremos aplicar en la posición histórica especial en que se encontraba Valparaíso.
Para la mitad del siglo XIX, miles, para cortar con el sistema del Viejo Orden europeo proseguían con el fervor de ir a la América del Norte, territorio de refugio y oportunidades, eran tal dichos anhelos que más de cuatro millones de inmigrantes en un espacio de casi cuatro décadas29, en que los puertos continuamente se verán atestados de personas para embarcar a una tierra calificada de promisión…30, y al otro extremo del mundo por Valparaíso no solo las ideas antiguas se hacían nuevas, en que no solo se lee a Walter Scott Los Puritanos de Escocia”31, sino que, además, varios renombrados descendientes de puritanos, hicieron residencia en él dejándonos parte de la herencia de Nueva Inglaterra en sus calles, desde conseguir armas y Biblias al ejército chileno, o siendo gestores de ideas y empresas de progreso, y el luchar por las libertades públicas y religiosas bajo el alero de una iglesia protestante32.
3) Desde los “inmigrantes” navegantes, a los colonizadores en Valdivia y Llanquihue
La zona sur del país vino a ser un lugar con condiciones tales, que será escenario de dos venidas de inmigrantes; la primera campaña fue un fracaso; la segunda en plena República se fue consolidando en el tiempo, sin dejar de lado su patria de origen, y su religión de cuna.
La primera oleada de pasajeros-navegantes con creencias calvinistas venidos a Chile, proviene de la parte norte de Holanda. Desde 1599, hasta 1722, los holandeses calvinistas desde sus primeras expediciones exploratorias, como la del comandante francés hugonote emigrado a los Países Bajos, Jacobo L´Hermite para 1623, tenían interés en Chile. Dichas flotas, con el propósito inicial de encontrar una nueva ruta hacia Las Indias Orientales, intentaron establecer una base para que sus flotas navieras pudiesen hacer escala, y “los puntos en la costa de Chile seleccionados para esto fueron Valdivia y la Isla de Chiloé”33. Empresa naviera como la comandada por Hendrick Brouwer para 164334, con marineros-colonos, con capellanes protestantes incluidos, que de la búsqueda de rutas, pasaron a los “deseos de colonizar estos parajes australes”35, como la recalada de un breve posicionamiento que hicieron en Valdivia no solo para enterrar al fallecido de Brouwer, pues era “para levantar allí el centro de una colonia”36 ante lo cual “estuvimos muy cerca de ser colonia holandesa”37.
Así como Valparaíso aparecerá en la renombrada cartografía holandesa como una bahía para poder fondear en el siglo XVII, para la primera mitad del siglo XIX se hablaba de él como el primer puerto-ciudad del Pacífico en los puertos alemanes, pues juntamente para la historia de la inmigración en Chile, y en este caso de la llegada de los primeros alemanes, para muchos tuvo relación con establecerse en él en función del comercio principalmente, y ya para 1840 dicha colonia había ido en aumento, y que de aquel puerto algunos de sus miembros se trasladaron al sur de Chile, como el caso del luterano practicante Federico Oelckers Detlevsen38, habiendo casos que de los enviados por Bernardus Philippi desde Alemania a Valdivia, uno que otro venía en comisión a Valparaíso, ya fuese para armar los contactos entre las casas de comercio de Hamburgo, Valparaíso y Valdivia 39, o el mismo caso de su hermano Rudolph A. Philippi, que utilizando Valparaíso como ciudad de paso, partir posteriormente en dirección a Santiago, pues para ello «el 20 de julio de 1851 zarpó, rumbo a América Latina, en el velero “Bonito” desde el puerto de Hamburgo… el naturalista llegó el 4 de diciembre a Valparaíso»40.
Para el 18 de noviembre 1845 el Gobierno por medio de la promulgación de la “Ley de Terrenos Baldíos”, autorizaba al presidente de la República a ser gestor de la “Provocación de la inmigración europea”41. Se le encomendó al ciudadano alemán Bernardo Eunom Philippi, de cuna luterana, hacer los contactos para traer colonos a Chile, y que estos fueran católicos. Según lo indicado por Eugenio Araya, es que por causa de la oposición de ciertos obispos en territorios tradicionalmente católicos de Alemania, como Münster y Paderborn, Philippi en la primera partida tuvo que recurrir a traer solamente colonos de tradición protestantes.
Iniciada la emigración, en el año de 1849, comenzó a circular, como lo anunciamos en la introducción, en Alemania, un libro “Publicado por J. F. Cast, presidente de la Sociedad para la Emigración y Colonización Nacional, Stutgart 1849”, su objetivo era describir “Valdivia y Chiloé para emigrados alemanes”. Con respecto a la religión, afirma: “La religión del Estado es católica, con tolerancia de todas las confesiones; los protestantes poseen en Valparaíso dos templos; en Valdivia por ahora hay una casa de oración”42. En aquel mismo tiempo, en su calidad de encargado de colonización Vicente Pérez Rosales, desde el sur de Chile, entregaba informes sobre la marcha y estado de los inmigrantes43. Estas dos citas, nos indican una muestra de preocupación por el proyecto, pero era evidente que el deseo de venir a Chile era mínimo, y esto se seguiría evidenciando por la información que entregaba la prensa dos décadas más adelante44, en razón de un accionar poco decidido por parte del gobierno, y parecía ser que no todos estaban convencidos que en forma inmediata se produjeran los cambios tan esperados en beneficio de la población chilena por medio de los llegados45.
Con un sesgo analítico, Eugenio Araya, en su descripción sobre los colonos alemanes que se arraigan en suelo chileno, da a entender que el primer contingente de alemanes que desembarcan en 1846 en Valdivia, no necesariamente todos son luteranos46. Una segunda llegada de familias colonos desembarcan en el Seno o Golfo de Reloncaví, para diciembre de 1852, estos “escapaban de la fracasada revolución [liberal] ante la reacción conservadora”47, los cuales mirando con distancia a la iglesia oficial de su tierra, y mezclados dentro los declarados no profesante, “los evangélicos no eran todos miembros de la Iglesia de Prusia; los había luteranos, reformados y de las iglesias evangélicas libres. Pero casi todos partidarios de la Revolución de 1848”48. Estos formaban parte de un ambiente de inconformismo con las autoridades de su nación de origen, y que va a durar años49, muestra de aquello queda evidenciada en una protesta levantada en la zona de la Alemania luterana, y traducida y publicada en El Mercurio50. Dichos pensamientos y futuros comportamientos radicalizados de los colonos, a nuestro juicio son relevantes, pues encierran una mentalidad de pensamiento abierto para la época, conductas éticas, y posiciones ante la Iglesia oficial chilena, ante el Estado y libertades públicas y su asociación como cuerpo eclesial a futuro. Aun así, no serán ellos los que obtendrán el reconocimiento de las primeras luchas por matrimonios mixtos y cementerios laicos, esto se dará con los protestantes y liberales desde Valparaíso.
Queda pendiente la triada, el describir la relación existente entre las casas comerciales en Alemania, con Valparaíso y Valdivia-Llanquihue con un variado intercambio comercial que fue en un evidente crecimiento, lo cual por espacio no podemos abarcar con más líneas a describir, ante aquello y más, el lector puede obtener mayor información de los primeros años transcurridos que describen la inmigración colonizadora alemana a Valdivia, algunos que la han relatado, son: Isabel Montt Pinto, Francisco Encina, Vicente Pérez Rosales, y el Revdo. P. José Harter, y la zona de Llanquihue por la Liga Chileno Alemana, libro que aparte de contener importante información sobre colonos y órdenes de religión católica, en sus primeras páginas, en las breves reseñas biográficas de los tres primeros pioneros, en ellas se indica una relación directa de estos personajes con la Iglesia evangélica alemana, luteranos, y el cuarto siendo el Dr. Francisco A. Fonck, nacido en territorios de religión reformada en la Prusia oriental, y del cual se nos afirma que “sus restos descansan en el cementerio de Disidentes de Valparaíso”51.
II. INCONVENIENTES DE UNA PARTICULAR INMIGRACIÓN
A nuestro parecer, la mejor manera de poder aclarar detalles generales que rodean este capítulo, es sintetizar conocimientos previos para empezar. Por otra parte, utilizar la información publicada que hace de contraste discursivo a las opiniones que afirmaban que la inmigración traería ventajas, en este caso citar una muy breve parte del pensamiento escrito contrario a ello, el cual se oponía a una particular inmigración-colonia, no solo a sus pensamientos, y sus consecuencias, sino también a que se siguiera ampliando con más inmigrantes.
2.1) Los componentes mayoritarios de la inmigración
En la primera mitad del siglo XIX, para la generalidad de los historiadores, inmigración extranjera llevaba, si bien no necesariamente, asociado el concepto de religión reformada. Era evidente que un porcentaje no menor de los componentes de estas nuevas colonias habían nacido en zonas europeas que por medio del bautismo de infantes quedaban ligados por el “apellido” de protestantes desde sus nacimientos a dicha religión, o lo que en algunos casos se le indica de “diferente acta de Bautismo”. Ricardo Krebs, en uno de sus muy ilustrados libros donde aborda la relación de la Iglesia con los nuevos cambios sociales y culturales, en el desarrollo del tópico que lleva por subtitulo “la penetración y la propagación del protestantismo”52, a medida que va abordando diferentes países en función al establecimiento y curso que toma la inmigración, va ligando los términos inmigración-colonias a dicha religiosidad, y evidenciando su pluralidad eclesial en América Latina, indicando además que estos “participaron plenamente en el desarrollo económico y prestaron valiosos servicios al desarrollo de la sociedad”53.
Krebs, prosiguiendo en su enfoque en la generalidad de América Latina, en uno de sus párrafos informa que establecida la inmigración, se daba comienzo desde la mitad del siglo XIX en adelante, a la acción misionera, cuyos “impulsos más fuertes provienen de los Estados Unidos”54, acción de lo cual nos restamos de relatar aquí por lo dado a entender en la introducción a este trabajo, pero cuyo dato nos pone en la antesala de la realidad chilena, pues esa acción fue tardía en Chile, y serán los propios inmigrantes quienes nos pasaran a ilustrar los pormenores de como la asumieron desde el aspecto político religioso.
Para Simon Collier en uno de sus reconocidos textos, en su punto titulado “Inmigración”, al tratar el caso de Chile puntualmente, a causa del interés que va despertando el fenómeno en toda América, Collier va haciendo una relación de las opiniones favorables que nacen desde la funcionalidad del extranjero en el propio Valparaíso, o emitidos definitivamente contrarias y opositoras donde en estas últimas se vio involucrado el pensamiento de la Iglesia católica chilena por medio de La Revista Católica55 publicada desde Santiago en cuanto a la colonización por inmigrantes alemanes en Valdivia, no faltando las tantas publicaciones en referencia al trajín proselitista de los extranjeros protestantes de Valparaíso. La posición opositora se le identifica, lo cual enfatiza dicho historiador citando solo una parte a La Revista, que no es per sé el oponerse a la inmigración por parte de la Iglesia mayoritaria, sino a que no se colonice con protestantes56 por una serie de serias aprensiones que más abajo pasamos a indicar; nosotros en función de nuestro interés transcribimos el párrafo completo desde La Revista: “No nos oponemos a la colonización en general; lo que no queremos ni aprobamos es que se colonice con protestantes y con protestantes de raza tan distinta de la nuestra. Queremos una colonización que nos traiga ventajas; pero ventajas exentas de males”57.
2.2) El Santiago conservador, y su defensa en contra de una población inmigrante propiciada desde Valparaíso
“…la legislación española de los últimos siglos mas bien legislación canónica que legislación civil: las leyes sobre asuntos puramente eclesiásticos se prodigan con tanto exceso que los pueblos sometidos al dominio del rey de España recibían mayor número de disposiciones canónicas de la Península que de Roma y sus Obispos. Hasta ahora subsisten estas intactas, sin que los rayos del sol de la república hayan podido iluminar la mente de nuestros ciudadanos, para distinguir y extirpar los abusos del despotismo español respecto de la Iglesia Santa”.58
El párrafo copiado de La Revista, en un artículo que lleva por nombre “Mirada retrospectiva al diez y ocho de Septiembre”59, está inserto en un contexto donde se destaca que las garantías de libertad las agranda y las ha conservado la acción de la Iglesia católica ante el pasado despotismo de la Corona española. Ante aquello, la Iglesia también pasó a ser salvaguardia para el presente en la República, ya que ella “es un elemento salvador de las libertades públicas”60. Ella dirige la vida de los ciudadanos, y ante eso asegura a la sociedad el verdadero orden social que da la religión de los padres, por medio de la unidad de creencias.
Ante la salvaguardia de aquel orden en las primeras décadas de la vida republicana, las creencias de religión y moralidad pública, se veían amenazadas por la inmigración, pues atentaban a que se perdiera “la dicha de que todos los chilenos estamos de acuerdo en nuestra creencia, y es justo que no queramos perder la unidad religiosa, que es una de las mayores ventajas que puede tener una sociedad”61, todo ello le preceden párrafos que incluyen a Norteamérica acentuando que tiene unas características únicas por la gran extensión de territorios a poblar para recibir un variado grupo de inmigrantes con diferentes creencias, no así en el caso de Chile; sin dejar de considerar por nuestra parte que en opinión de La Revista “la forma federal de su Gobierno no le permite por otra parte desplegar intolerancia con los que profesan distintos cultos”62.
Pero dichas declaraciones leídas son en parte el resumen que se comienza a armar ya hace diez años antes, producto de los primeros emigrantes que según La Revista son protestantes, llegados a Valdivia, hecho ya relatado arriba. Dichos pensamientos iniciales, por haber aparecido en una gran cantidad de publicaciones de La Revista, en contra de la inmigración protestante, aquí al ser imposible poder emitirse todos por la variedad de referencias y argumentos que contienen, hemos escogido de dos artículos a exponer al lector, indicaciones puntuales que están dentro de los títulos de colonización e inmigración.
Según La Revista “de los 500 colonos…, que hay en Valdivia se encuentra un número muy reducido de católicos, siendo el resto protestantes o impío”63, lo que conlleva en el orden práctico a que el trato y contacto con los disidentes era un peligro. Lo peligroso se manifestaría por la imitación a causa de “las deslumbradoras exterioridades de la fortuna, de la industria, de la instrucción tal vez, están de los primeros”64, lo cual significaría que para los creyentes católicos causaría, ya sea el abandono, o el indiferentismo hacia el el catolicismo, planteamiento este último muy recurrente por lo demás con respecto a la penetración de inmigrantes protestantes, especialmente desde Valparaíso hacia las zonas del interior. A juicio de los redactores “el mal toma carácter más serio desde que comienzan a efectuarse matrimonios mixtos”65, esos enlaces serían funestos, por el hecho de que con el tiempo Valdivia podría quedar descatolizada, o podría pasar a tener tal mayor independencia, al grado “que bien pronto estaríamos palpando la debilitación de los vínculos sociales que trae consigo la libertad de cultos”66.
En cuanto al peligro de la libertad de cultos, el argumento en su contra reside para La Revista en que “la unidad de creencias conserva y perpetúa el vínculo civil”67, y esto es un costo para el libre examen, que por naturaleza entraña en el propio sesgo crítico del protestantismo, y si no existe una denuncia clara y contundente “Valdivia sería por fin el foco de la propaganda protestante que no respetaría fronteras ni límites, sino que haría frecuentes incursiones en nuestras ciudades situadas al norte de nuestra provincia”68, ante aquello es necesario prevenir para que no levanten templos los sectarios de Lutero y de Calvino.
Los argumentos con los que nos encontramos son en razón a que una raza superior terminaría por absorber a la débil, en este caso a los indígenas y mestizos de la zona. Otro de los riesgos que al diferir en religión, raza, costumbres etc., se modificará a la población yendo en contra del resto de la República, poniendo como ejemplos los casos negativos de las divisiones existentes que se han dado en Estados Unidos. Por último, se saca a luz un concepto recurrente para esa década, de que se pudiese estar en peligro de una anexión a Norteamérica, por el hecho de que “la religión y la raza serían por consiguiente mas análogas también a las del coloso del norte”69.
Al diario El Mercurio de Valparaíso, La Revista no solo lo acusa de producir, entre otros, sendos artículos en favor de la inmigración extranjera70, y que ha venido a ser un “antiguo defensor del protestantismo”71. A esta predisposición en discutir temas en favor de inmigración desde las imprentas de Valparaíso, se añade ahora el Ferrocarril, de Santiago, y en base al diálogo que La Revista pasa a hacer en respuesta a un artículo del matutino santiaguino72, copiaremos y comentaremos una parte de lo que es de nuestro interés al tema.
Los articulistas del Ferrocarril se centran, según La Revista, “ocupándose de los obstáculos religiosos con que cuenta en Chile la inmigración, se fija en el exclusivismo religioso sancionado por nuestra carta fundamental”73, y la acción del clero, pues “notorios son los embarazos con que dificulta los matrimonios mixtos, cuando no los impide”74. Para La Revista no es un obstáculo, no es una explicación razonable el tal exclusivismo católico para la inmigración, ni menos los impedimentos que resultaran de los futuros matrimonios mixtos, pues para esto último “es más conveniente preferir la inmigración católica a la protestante”75, Prosiguen una serie de preguntas y respuestas así misma que se hace La Revista al caso de por qué son, según ella, que “en los Estados Unidos de América los católicos forman los dos tercios de la inmigración”76. Descartadas las indicaciones que presenta el Ferrocarril por medio de los comentarios que da la Revista en su desarrollo de varias páginas, esgrime, concluye: “Lo que busca el inmigrado es comodidad material, y poco se cura de que se le permita o no hacer públicas manifestaciones de sus creencias…, el viene como aventurero que marcha en busca del oro…”77.
Desde los puntos arriba dados, responderá en unos días más el Ferrocarril, a lo cual viene la aclaración por parte de otros números de La Revista, del 09, 20, y 23 de agosto de 1856, entre otros, responde a uno de sus argumentos centrales que esgrime, que “proteger la inmigración católica es aumentar con ventajas, exentas de males…”78.
III. VENTAJAS DE LA INMIGRACIÓN AL DESARROLLO
Valparaíso, así como estará ligado a los puertos de Nueva Inglaterra en su desarrollo material y en parte cultural, también por el comercio lo estuvo en una zona puntual donde asentó el protestantismo más radical inglés “pues [Valparaíso] tenía las mejores conexiones con Filadelfia”79. Ante esto, los visitantes de Santiago que vienen a veranear por el clima —pues la cuidad pasaba a ser la suiza de Chile—, pertenecientes a los poderes del Estado80 notaban no solo “la dinámica y peligros en el mover bultos y mercaderías”81 por los jornaleros, pues pasaba que “Valparaíso está lleno de buques y de gente”82, pues venía a ser puerto de escala a marinos no solo de Filadelfia, sino también a miles de ciudadanos extranjeros que recalaban en él por algunos días para seguir viaje a otros lugares, como a California83.
La población extranjera que va a componer la sociabilidad protestante, se topaba con serias incomodidades que presentaba Valparaíso. El caso de la mala calidad de las veredas es un ejemplo, y lo peor es que cuarenta mil almas todos los días se topan allí, ya que, “desde la Cueva del chivato hasta la esquina de San Juan de Dios, no solamente no hay más que una calle, sino que esa calle no tiene más que una sola vereda. Y por esa sola vereda camina no solamente Valparaíso, sino todo Chile, tanto el…, que viene del extranjero, como el que sale del país”84.
Ya para mitad del siglo XIX, los extranjeros se habían proporcionado ciertas clases de goces sociales que Valparaíso les podía brindar, y se les atendía como si estuviesen en sus naciones de origen, con más de una librería que en su catálogo a disponer al cliente, el cual contenía 224 páginas, mostraba al interesado 3.000 títulos85. Los alemanes poseían su club donde no solo disponen de una rica y surtida biblioteca con salón para leer, sino que además, en dichos espacios se daba curso a los debates orales sobre el estado de la política del momento, la consulta de los principales periódicos de Europa, encuentros sociales por medio de sus bailes de gala y conciertos86, etc. Los ingleses y franceses no se quedan atrás, y disponen de establecimientos bien dotados a su servicio87, y donde en los más pudientes las reuniones nocturnas se hacían en inglés88, y se podían ir a ver obras de teatro en lugares adecuados dentro de la ciudad89.
A la sociedad protestante, Valparaíso en cuanto a la educación le brindaba la posibilidad de que funcionarán sociedades culturales, pues la ciudad ocupaba el primer lugar en la generalización de la educación. En él funcionaba la Sociedad Científica y Literaria, teniendo de modelo la de Londres90. Por la cantidad de escuelas, y academias, a la par con Santiago, en cuanto a sus profesores, estos enseñan en establecimientos destacados por tiempo y trayectoria como el Colegio Alemán, y el Artizan School. Este último, después pasó a llamarse Colegio Mackay91, referente su nombre a Peter Mackay quien fuera diácono por un periodo dentro de la Unión Church, congregación que además tenía a su cargo una Escuela Popular.
3.1) El Valparaíso liberal favoreciendo la inmigración con viso protestante
Chile no era atractivo para las corrientes inmigratorias en el exterior. Aun así, en Valparaíso se daba la posibilidad para los extranjeros a estar expectantes en cuanto a proyectos a la espera, como se transcribe del Evening Mail92. Era el puerto de las oportunidades para las personas educadas, pudientes, esforzadas, y con cualidades de ser atentos lectores que mostraban la mayoría de los británicos y alemanes, dando ejemplo a la población en general, quienes disponían a su alcance de muy buenas librerías, revistas, periódicos y diarios en diversos idiomas que llegaban del exterior en dicho tiempo; conocimiento y vida diaria permitía estar atentos a la oportunidad de generar riqueza, servicios, y bien común. Una de estas, fue visualizada con doble interés e intención por uno de sus inmigrantes de connotada participación en los avatares públicos de la ciudad, por más de cuarenta años, quien a pocos meses de llegado desde Norteamérica para 1845, al detectar la necesidad de editar un diario comercial-mercantil en inglés, y a la vez la oportunidad de incluir breves noticias religiosas, tiraje de prensa de una de las tantas imprentas que llegaría a tener la ciudad, no siendo él industrial o comerciante, puso manos a la obra como editor. El propio pastor de la Union Churchs, Revdo., David Trumbull se dio a publicar The Neighbour, periódico que recoge la información bursátil, buques en arribo, hechos de la plaza bancaria, el estado del comercio, mercado para cereales, noticias locales, datos de cultos religiosos en inglés, etc., y del cual se traducían algunos artículos publicados allí para la prensa local93.
Para ir creando un buen ambiente interno en aceptar la corriente migratoria por medio de la prensa, la cual pasaba a ser el eco de las necesidades de dicha sociedad, El Mercurio para 1844 comentaba las expectativas, y daba la bienvenida a la posibilidad de “la introducción de extranjeros de industria y buena moral”94. Las competencias de generar riqueza, y cualidades morales de los extranjeros en beneficio de la sociedad chilena se repiten constantemente en artículos, informes o reportes, y dichas verdades no estaban en duda. Aun así, lograr aquello para el bienestar del país pasaba por el medio político al cual se le llamaba la atención a modo de preguntas, las cuales confrontaban la realidad al decreto de la ley de inmigración que arriba ya indicamos, y una parte del planteamiento apuntaba con evidente indirecta:
“…réstanos solamente decir cómo es que dimos la preferencia a Chile sobre otros países de América para obtener una inmigración extranjera. ¿Cuál es la situación de los otros pueblos de las otras naciones de la América ¿ Cuál es el aspecto que presentan por el lado político?95
El aspecto político y religioso a juicio de los editores porteños era gravitante, pues dando un ejemplo en cuanto a oficios96, que al momento de que los extranjeros que trabajaban en la minería aurífera de paso por Valparaíso se decidieran, o quedarse yendo a las minas de Valdivia, o partir a California, pues la imposibilidad de quedarse radicaba en ciertos puntos, que también afectaban a todo Chile, como “Libertad de conciencia y de cultos; Libertad de ejercer cualquier industria; Libertad política y libertad en la participación en todos los goces sociales y fácil adquisición de los derechos de ciudadanía”97. Estos impedimentos se siguieron haciendo públicos, en respuesta a un artículo de prensa aparecido en Copiapó:
“Hay República, es verdad, pero los bienes que dispensa son bien limitados. No existe el elemento democrático, tal como aparece en la Unión Norteamericana, necesitamos levantar el proletarismo a la condición democrática, asegurarla igualdad entre todos los ciudadanos, y sobre todo borrar del código político la intolerancia religiosa, establecida en principio, y sostenida por los ultraconservadores98.
Haciendo una comparación de ejemplos con los Estados Unidos, con estados confederados a lo cual J.D. Alberdi estuvo muy atento, en función de una reforma política y administrativa para Chile, a pesar que Valparaíso era un lugar único de adelanto, se denunciaba que las provincias y la capital quedaban imposibilitadas de ser atractivas para los extranjeros que quisieran allí radicarse definitivamente, estaban en el atraso:
“Tenemos el ejemplo de Estados Unidos, cuya prosperidad general es debida al engrandecimiento de cada provincia o estado… Con la independencia de las provincias las ideas penetrarían fácilmente, y los principios no sufrirían choques ni resistencias de la ignorancia o cultura relativa. Por ejemplo, la tolerancia religiosa es un hecho en Valparaíso: las sectas disidentes tienen aquí medios externos de adoración, capillas y un cementerio. No así Santiago, donde prevalece el absurdo principio inserto en la Constitución, de negar el derecho a los otros cultos, de modo que el protestante que allí fallece no encuentra un lugar para su eterno descanso sin bajar a Valparaíso”99
Para ir concluyendo este espacio, el puerto de Buenos Aires ya tiempo que adelantaba a Valparaíso, ya que “la inmigración es de 1.000 hombres cada mes…, y sin un peso de gasto al tesoro”100. Junto a ello, son decenas los artículos que principalmente aparecerán en la prensa de Valparaíso, desde 1850 hasta 1865, en razón a que se diera una solución a los impedimentos a la emigración por causas de la religión que imperaba. Por medio de dichas publicaciones, relacionadas desde el ámbito político con respecto a emigración, es que comprobamos que estaban unidas la religión, principalmente con los inmigrantes provenientes de zonas protestantes. Para dar, solo en parte solución a una de las condicionantes de la inmigración es que se vino aplicar, dentro de una Constitución conservadora el criterio de reformar pero conservando, y conservar reformando, aprobando para 1865 la reinterpretación del Artículo 5°, previo a eso, copiamos algunas de las declaraciones con diversos calificativos a los extranjeros que se fueron formando por años los congresistas, y que emitieron en el hemiciclo del Congreso, he aquí algunos: “hombres industriosos”, “la inmigración extranjera proporcionaría al país hombres honrados e industriosos, y familias respetables que darán un gran impulso al desarrollo del país”, “la inmigración que es fuerza y que es riqueza…”. A nuestro entender, uno de los resúmenes mejor logrados en pocas palabras con respecto al aporte de los emigrados a Valparaíso, fue emitida por el diputado de apellido Varas, en la cesión 6° del 30 de junio:
“No humillemos a los extranjeros, esos hombres de industria, laboriosos, que han traído al país sus capitales, su actividad, y han aumentado el bienestar común. ¿A qué obras de beneficencia se ha invitado a estos disidentes a que no se hayan prestado gustosos? Ahí está el cuerpo de bomberos de Valparaíso, en el cual figuran muchos extranjeros; y la Cámara sabe que estos individuos cuando llega el momento del peligro se presentan gustosos a arrástralo, y muchos han tenido que sufrir por el bienestar común… No los humillemos, señor, busquemos otras palabras que no hieran, reconozcámosles su derecho”101
3.2) Valparaíso como puerto generador y exportador de ideas a procesos migratorios
Para 1855, de una población chilena de 1.419,451 los inmigrantes extranjeros eran 19.669, estacionados en todo el territorio correspondiente a esos años. De los cuales, en nacionalidades y sus porcentajes, entre ingleses 1.934, alemanes 1.822, franceses 1.650, americanos 680, prusianos 107, daneses 45, belgas 33, noruegos 11, suizos 31, holandeses 24, suecos 22, y más de otras 30 nacionalidades en porcentaje mínimo, los argentinos era la inmigración de mayor cantidad, con un total de 11.551, personas102.
En cuanto a aquella cantidad de argentinos, la mayoría de confesionalidad católica, un gran porcentaje se concentraba en el Valparaíso liberal. Dentro de estos, algunos personajes importantes, ya sea establecidos definitivamente en dicho puerto, como el Salteño, diplomático que prestó servicios con su especializada biblioteca a varios historiadores de la época, nos referimos a don Gregorio Beéche103, o residentes de paso por diversos motivos, como militares, juristas y políticos; algunos pasando un proceso de exilio como Bartolomé Mitre, o por sus comisiones profesionales haciendo el contacto con la burguesía mercantil y comercial protestante, como lo hace J. D. Alberdi, y D. F. Sarmiento, quien entre otros menesteres encomendados, acumula conocimientos del funcionamiento del comercio104.
Valparaíso con su particular ambiente influenciaba a dichos argentinos, especialmente al pensamiento de Alberdi, no solo desde lo político105. Ambiente tal de la ciudad, que con un dinamismo creciente empujaba a una “población seria, ocupada, comercial, al adelantamiento, a la libertad, al desarrollo de la riqueza, y prohijara con ardor toda idea útil, adelantada que tienda al desarrollo del bienestar del mayor número”106. En sus calles y edificios no dejaban de ser llamativas en los días festivos la cantidad de banderas de los consulados establecidos, verdadera Cosmopolis al ritmo del comercio extranjero, el cual había generado “la fraternidad de las naciones”107, dejando atrás la inoperancia de las violentas discriminaciones religiosas que habían separado a los hombres por décadas; el comercio es visto como un bien público.
Tanto Alberdi viviendo su tiempo de reflexión y maduración entre Santiago y Valparaíso, o un nacional pudiente, o inmigrante ya establecido, ya sea de paso, o recién llegado, todos quedaban sin ya impresionarse del brusco cambio de contraste social que evidenciaban esas dos ciudades. El motivo de la dinámica vida porteña al margen de la circulación del dinero, cheques de empréstito, y seguros, se refleja en un cuadro que representa muy bien lo que Alberdi procesaba, y Sarmiento proyectara a futuro en base a la siguiente descripción:
“La población aumenta considerablemente en el puerto: la bahía está cubierta de bajeles: Valparaíso es denominado justamente el emporio del comercio del Pacífico. Todos advierten que es preciso facilitar la circulación de hombres, vehículos y riqueza; extrañan que una sola calle estrechísima entretenga la comunicación con la capital y demás pueblos interiores y a pesar de que abundan los medios de proveer a este grave mal, nadie acude a erradicarlo. Sería poco costoso construir otra calle sobre la bahía…”108
Ante el bullicio de la descarga, y trajín de los carruajes, nuestro inmigrante se dedicará a estudiar profusamente la Constitución Norteamericana en el principal puerto chileno, cuyo modelo la incluirá en sus Bases, pues estaba consiente que su forma federal resguardaba libertades y derecho a profesar la diversidad de cultos sin impedimentos de ninguna índole, ideal que iba en apoyo a sus propuestas de inmigración. Para 1852, estando Alberdi viviendo en el propio Valparaíso, prosigue rodeado de una realidad que le llevaba a comprender el genio y ser del agente humano que producía su bienestar. Así, la inmigración extranjera por su capacidad de gestión paso a ser un factor fundamental dentro de sus meditadas propuestas. Los antecedentes para el jurista y político estaban a la vista, sus vecinos y compañeros de calles repetían una serie de afirmaciones de lo que son capaces, y un resumen de ellas aparecieron en el Telégrafo del 7 de octubre de aquel año, en Santiago:
“Para nosotros la cosa necesita comentarios. Somos millares de hombres de todas las naciones establecidos en el país, y que profesamos el culto de nuestros padres. Lo hemos practicado sin obstáculos durante muchos años, y continuaremos practicándolo, en descargo de nuestra conciencia y en desempeño de nuestros deberes para con Dios… Son protestantes la mayor parte de los que hacen el comercio y la riqueza de este puerto… Somos la riqueza, la marina, la industria, el capital y el comercio de Valparaíso; sostenemos la prensa, y el Gobierno, el orden y la libertad, al menos en la parte que nos toca a nosotros… A un chileno se le prohíbe el ejercicio público de otra religión que la del Estado de que el forma parte…109
Desde que Alberdi llega a Chile para 1844, serán a nuestro juicio un conjunto de observaciones acumuladas, todas en procesamiento e interpretación ante la misma evidencia pragmática que palpa, esas diferencias entre Santiago, las ciudades del interior, y puertos como Valparaíso definirán los paradigmas, los que lo predispondrán el hacer una crítica a la Constitución chilena de 1833, no sin dejar de participar por correspondencia en debates religioso-filosóficos, “donde los intereses materiales tenían un valor social”110. He aquí una parte de sus observaciones en Bases: y punto de partida para la organización política de la República Argentina.
“IV Constitución de Chile. Defectos que hacen peligrosa su imitación. La Constitución de Chile, superior a todas las de Sudamérica…, es incompleta y atrasada en cuanto a los medios económicos de progreso. Excluyeron todo culto que no fuese el católico, sin advertir que contrariaban mortalmente la necesidad capital de Chile, que es la de su población por inmigraciones de los hombres laboriosos y excelentes que ofrece la Europa protestante y disidente. Excluyeron de los empleos administrativos y municipales y de la magistratura a los extranjeros y privaron al país de cooperadores eficacísimos en la gestión de su vida administrativa. En materia de tolerancia religiosa, he aquí las máximas de Juan Egaña: «Sin religión uniforme se formará un pueblo de comerciantes, pero no de ciudadanos. Yo creo que el progreso de la población no se consigue tanto con la gran libertad de admitir extranjeros… No condenemos a muerte a los hombres que no creen como nosotros; pero no formemos con ellos una familia»”111.
Su capacidad de estudio lo lleva a entender las formalidades de la Constitución norteamericana desde su oficina en Valparaíso, modelo que propondrá, siéndole aceptado en su país.
Interpretadas las inferencias a la Constitución chilena en uso, las consecuencias del procesamiento de sus pensamientos, que no pasó desapercibido, a nuestro entender pasado por el cedazo de lo que por años veía día a día en Valparaíso, le llevaron a promover en forma temprana la inmigración para su país. He aquí alguna de las propuestas de J. D. Alberdi en cuanto a inmigración y sociabilidad protestante, prosiguiendo en Bases: y punto de partida para la organización política de la República Argentina.
“XIV Acción civilizadora de Europa en las Repúblicas de Sudamérica. De Chuquisaca a Valparaíso hay tres siglos de distancia: y no es el instituto de Santiago… A la acción viva de la Europa actual, ejercida por medio del comercio libre, por la inmigración y por la industria, en los pueblos de la margen [litoral], se debe su inmenso progreso respecto de los otros… Más de una vez los jefes y los profesores del instituto han tomado de Valparaíso sus más brillantes y útiles inspiraciones de gobierno. XV De la inmigración como medio de progreso y de cultura para la América del Sur. Medios de fomentar la inmigración…. Tolerancia religiosa. Ferrocarriles… ¿Queremos plantar y aclimatar en América la libertad inglesa, la cultura francesa y la laboriosidad del hombre de Europa y de los Estados Unidos? Traigamos pedazos vivos de ellas en las costumbres de sus habitantes y radiquémoslas aquí. Los Estados Unidos son un pueblo tan adelantado porque se componen y se han compuesto incesantemente de elementos europeos. En todas las épocas han recibido una inmigración Europea…Tolerancia Religiosa. Si quereis pobladores morales y religiosos, no fomentéis el ateísmo… Llamar la raza anglosajona y las poblaciones de Alemania, de Suecia, y Suiza, y negarles el ejercicio de su culto, es lo mismo que no llamarlas… Esto es verdadero a la letra: excluir los cultos disidentes de la América del Sur, es excluir a los ingleses, a los alemanes, a los suizos, a los norteamericanos, que no son católicos; es decir, a los pobladores de que más necesita este continente… Traerlos sin su culto es traerlos sin el agente que los hace ser lo que son; a que vivan sin religión, a que se hagan ateos”112.
Dicha propuesta fechada un 1 de mayo de 1852 en el propio Valparaíso, fue presentada como Bases y Proyecto de Constitución Argentina, 1853, la cual se sancionó en Santa Fe, en la Confederación Argentina. Solo agregar, que en dicha nación ante tales propuestas pasaría a existir una estrecha relación de protestantismo e inmigración113.
3.3) Los “Valparagringos” inmigrantes a mitad del siglo XIX
“Venid a Valparaíso…! Venid a ilustraros y a estudiar el movimiento de esta población aventurera y cosmopolita; aquí encontrareis que lo que fue un desierto, es hoy la primera ciudad de la República; que de esta importante ciudad parten todas las mejoras e ingresos de los demás pueblos; de aquí a poco el foco de la civilización y su acción ejecutiva para la riqueza e industria nacional. Aquí tenéis la vida de la República…”114
“Valparaíso Progresa. Es la palabra que oímos a cada paso de boca del santiaguino que visita nuestra ciudad. Oh! Si la naturaleza hubiese sido menos severa! Si en lugar de estas colinas nos hubiese regalado un terreno espacioso, un pedazo siquiera de nuestros inmensos y fértiles valles del interior, habría Valparaíso domeñado ya el orgullo de la vieja capital. Para vencer esta brusca naturaleza que nos circunda necesitamos dar un golpe a la montaña y avanzar palmo a palmo en el mar: esta es obra de la audacia para el yankee, de tiempo solo para el chileno. Aguardemos, pues, que ese espíritu invasor del hijo del Norte, sí, invasor, pero en la industria y en el campo inmenso del progreso, nos comunique su empuje, nos despoje enteramente de nuestros hábitos inveterados, que vienen ya demasiado estrechos y miserables a nuestro cuerpo, y asi la estrella de nuestra bandera lucirá con igual fulgor que la constelación americana115.
Las dos citas ligan directamente con el Valparaíso inmigrante formador de ideas de inmigración, pues la primera evidencia que J. B. Alberdi se educaría por medio de “estudiar el movimiento de esta población”. La segunda cita evoca no solamente el momento, los años que son resumidamente descritos en “Old Timers. Brithish and American, in Chile116, en lo puntual de quien escribe posiblemente se refiera también a la audacia del yankee, en cuanto a que “es de construcción yankee” un vapor de fierro para navegar en el Maule117, o al vecino porteño, y miembro de la Union Churchs, William Wheelwright.
Para 1849, Wheelwright en medio de la liturgia de rito presbiteriano escocés, asiste a un servicio religioso privado en un salón arrendado; los ingleses en una casa residencia. La legislación española heredada de los reyes de España además estorbaba la plantación de colonias y la inmigración, uno de aquellos estorbos era la ligazón del derecho civil y eclesiástico, la imposibilidad de matrimonios mixtos, la de sepultura en cementerios parroquiales y por otra parte, imposibilidad de la libertad de cultos. Ante aquello “después del culto, la justicia es el resorte mas poderoso del progreso de la riqueza”118, justicia que se tenía que lograr al modo de la Reforma, la cual fue por la prensa por un lado, y por otro, al modo calvinista, la participación política en forma pública por quienes también eran los más afectados.
La Constitución en el ciudadano es como la Biblia para el cristiano. Para los críticos al sistema en esos años, una constitución conservadora, mixta, de la monarquía, de ella en cuanto a “todo lo que tenía de aplicable a nuestro modo de ser”119 habían tomado los legisladores nacionales. Por otra parte, los inmigrantes se habían formado en sus realidades políticas y religiosas muy diferentes a las nuestras. Para los ingleses, con una constitución aristocrática, y solo con sus iglesias de capellanías, no participarán abiertamente en la libertad de cultos en Chile; además no podían, el catolicismo no era restablecido aún, no era público en Inglaterra. Fueron todos aquellos que simpatizaban con un cristianismo no exclusivo ni excluyente, también aquellos que por nacimiento estaban bajo una constitución democrática como la de Norteamérica, y que comulgaban con las ideas de libertad religiosa de Norteamérica.
Para los inmigrantes educados la creación de riqueza tenía una diferente comprensión que la posición de La Revista, como arriba ya lo consignamos, eso de que a ellos solamente les movía el ambicionar, el oro, la riqueza, lo meramente material. Si bien, también arriba hemos leído declaraciones con respecto a la forma que calificaban a los inmigrantes, no se evidenciaban las causas primeras, y de donde esas causas se alimentaban. Un artículo de El Mercurio, con una agudeza weberiana, da las explicaciones correspondientes a lo que a juicio de él son causas —aunque secundarias a nuestro entender—, pues “la ley moral está íntimamente unida a la ley económica; que el adelanto intelectual supone el progreso físico [material], y por la inversa, el progreso físico representa el adelanto intelectual”,120 la “riqueza…, no es hija del vicio sino del trabajo”121. Como las costumbres estaban en relación a la economía de un país, para reformar las costumbres qué más certero que la prédica del Evangelio a las masas.
El progreso material, moral, y educacional de los chilenos con el ejemplo de los inmigrantes debía tener un soporte firme, era lo que ya arriba Alberdi había acentuado: “Traedlos sin su culto es traerlos sin el agente que los hace ser lo que son”. Para el Revdo, D, Trumbull, descendiente de antiguas familias de Nueva Inglaterra, y cuyos antepasados, incluso cercanos, y familiares directos seguían teniendo participación en la vida pública de Norteamérica, para él, una de las imposibilidades principales se daba en una contradicción vital, pues “la carta fundamental no rechaza a los disidentes de la ciudadanía, mas si llegan a ser ciudadanos siempre les niega su derecho para ejercer el culto público”122.
Otro miembro fundador de la Unión Church, creyente comprometido, Stefem Williamson, a quien se le acusó de propagar ideas disolventes, las cuales la mayoría de la colonia inglesa no compartía en su forma, es capaz por su conocimiento del territorio y estadía en Valparaíso de presentar un informe a modo de crónica, una incipiente historia económica de Chile. En ella, para darse a explicar claramente el punto económico a destacar, indica que el grueso de la inmigración anglosajona o teutónica no se dirigirá a nuestras playas, pues requieren de garantías y seguridades, y si sucediera aquello como política decidida de Estado “Colocaría al país en un rango mucho más elevado que el que actualmente ocupa, y que en pocos años multiplicaría increíblemente su riqueza y fuerza nacional”123, donde la Constitución impide de hecho, a juicio de Williamson, la inmigración de colonos.
Para ya terminar por razón de espacio, en un artículo que llevaba el sugerente título de Inmigración: educación, destinado al gobierno de turno al cual se le hacía un urgente llamado a que tomase en cuenta un cambio de política con respecto a los malos resultados en no lograr un mayor compromiso en función del cambio, afirmando: “ya era tiempo, sin embargo , de que se hubiese convencido de lo contrario en vista de los resultados, y de que por consiguiente tratara de sacar al país de este embarazo, que obstruye sus principales vías de progreso, mejorando las condiciones o alicientes que ofrece la ley de inmigración”124.
CONCLUSIÓN
Valparaíso y su sociabilidad extranjera fueron producto de una inmigración espontánea no programada, la cual respondía a la situación de los tiempos donde por medio de la navegación se favorecía al comercio, la industria, el capital, y la religión.
Los inmigrantes que se establecieron en Valparaíso con las sucursales de las casas del alto comercio, lograron darle una identidad única e independiente a sus instituciones, costumbres, y propósitos de vida, diferenciándolas de todas las demás ciudades del país.
La ciudad puerto no solo fue gestora de negocios y desarrollo personal, también por la inteligencia de sus habitantes supo desarrollar un sistema que en lo general se podía aplicar a nivel nacional, o en el exterior.
Es evidente que a causa de todo lo que significaba la llegada de colonos, inmigración, y establecimiento de una colonia, comenzaran a definirse las creencias religiosas y sus relaciones con el entorno político y social a donde se asentaron, quedando en evidencia que la inmigración mayor fue de extranjeros, ya fuese de cuna o profesantes, de religión protestante, donde en el genio norteamericano la religión fue un factor dominante en toda la actividad porteña.
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