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Dedicatoria

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Inicio esta dedicatoria primeramente dándoles gracias a Dios y al universo por haberme abierto estos senderos que nunca había recorrido. Jamás había tenido en mente escribir un libro; ahora me enorgullece haber llegado a la meta, cumpliendo mi sueño con mucho éxito.

Con profundo cariño y con inmensa alegría quiero dedicar este libro a toda mi extensa familia, y vaya que son muchos. Si nombro a cada uno tendría que hacer otro libro. Permanecimos muy unidos ante esta triste situación y lo supimos afrontar con mucha entereza; eso nos dio más fortaleza para seguir adelante. Rómulo fue el primero que atravesó ese portal sin retorno.

A mis queridos viejos, que soportaron las vicisitudes de la tragedia y la asumieron con mucho valor y gran voluntad. Aunque no están presentes físicamente, sé que me acompañan en mi proyecto de vida y también sé lo orgullosos que se sentirían. Para ellos mis bendiciones, todo el amor que siento infinitamente por ellos y mi más completa gratitud.

A mis queridas sobrinas Mayerlyn, Yenny y Katty. Cuando sucedió todo esto, ustedes no tenían conciencia de la vida por su precaria edad. Espero que mi historia les haga llegar un bello mensaje y las remonte para aquellos tiempos vividos. Tengan presente el tan inmenso amor que sentía su padre por ustedes y que perdure para el resto de sus vidas.

A mi cuñada Flor. Es una manera de expresar lo que desde hace casi cuarenta años llevaba oculto y quería compartir con ustedes: mostrar humildemente, desde el lado de mi experiencia, parte de la historia de esa persona tan especial que fue mi hermano Rómulo.

A mi querida y gran esposa, Ana Maigualida, una dedicatoria muy especial. Agradezco tu compañía en gran parte de mi camino y entender el sentido de la vida como una gran experiencia terrenal, con altos y bajos, pero con plena constancia de un amor incondicional. Has sido una gran guerrera, enfrentando todas las experiencias que nos ha dado la vida y superándolas en plena unión.

A mis amados hijos, Mayenrie, Eydher y Kimberly. A mis amadísimos nietos, Saysi y Abraham Mikhael. Cumpliendo mi sueño solo demuestro que lo que se persevera se alcanza. A pesar de todos los obstáculos que puedan surgir, siempre se superan y al final habrá una puerta que abre. No dejen de luchar por sus sueños.

A mi amigo Karl Hoffmann, tiempo sin saber de él. Un reencuentro oportuno me guio para colocarme en manos de una persona que, sin conocerla, me brindó el apoyo irrestricto para guiarme y hacer que mi proyecto se concediera. Un gran ser humano: José Luis Zuleta. José Luis, conociéndolo en tan corto tiempo, depositó en mí una confianza plena e incondicional. Concentró su gran experiencia en mi manuscrito y lo transformó de tal forma que causó una enorme emoción, hizo que afloraran todos los recuerdos simultáneamente. Gracias por darme la estructura literaria que condujo mi libro a hacerse realidad.

A mis amigos de la Universidad Simón Bolívar, Núcleo del Litoral (Venezuela). Los hice partícipes de este proyecto para aportar parte del título. Gracias a todos por su gran apoyo.

De la esperanza a la penumbra

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