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CRIBAR, o cómo llevarse la mejor tajada

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EL CEDAZO INTERIOR Y LAS COSAS BUENAS QUE RETIENES CON ÉL

El mejor modo de describir la primera pieza de tu escudo emocional, esto es, la criba, es este: toma lo bueno y deja lo desagradable. Esta máxima funciona a la manera de un cedazo interior con el que separar el grano de la paja. Tu cedazo conserva lo que te proporciona beneficios y, paralelamente, se deshace de lo que te hace daño.

Solemos vivir una mezcla de cosas agradables y desagradables. Hay aspectos de nuestro trabajo que nos gustan, otros nos sacan de quicio. También en nuestros colegas apreciamos una mezcla de cualidades agradables y desagradables. En el caso de los compañeros con los que nos entendemos bien son preponderantes los aspectos positivos. En el otro caso se imponen las facetas desagradables. Hallamos una mezcla semejante en el trato con nuestros vecinos, parientes, hijos y parejas.

Y TÚ, ¿EN QUÉ TE FIJAS? ¿EN LO AGRADABLE O EN LO DESAGRADABLE?

Lo mismo constatarás en cualquier otro campo: unas cosas te gustan, te parecen bien, te resultan útiles y provechosas. Otras no te gustan nada. Te molestan o irritan. Y aquí la pregunta es: ¿a qué le prestas más atención? ¿Qué escoges? ¿En qué concentras tu interés? ¿En lo útil, aprovechable y agradable? ¿O quizás en lo molesto, irritante y desagradable?

Si deseas pertrecharte con un escudo emocional, presta más atención, a la hora de cribar, a lo útil y positivo para ti, no a lo que te irrita y molesta. Busca activamente lo que es bueno para ti. No se trata de negar o reprimir lo molesto e irritante. En absoluto, la negación exigiría mucha energía y al final no funcionaría. Se trata más bien de no obstinarse en lo negativo, de desatenderlo, de evitar que ocupe el centro de nuestra atención. Despréndete de lo que no te gusta. No le dediques toda tu energía a lo que no deseas.

¿Y esto cómo va, concretamente? ¿Cómo hallar lo útil y positivo precisamente cuando las cosas no van bien? ¿O cuando estamos estresados? En tales casos, cuando tenemos un problema o algo nos estresa, puede resultar de ayuda una sencilla pregunta: «¿Qué tiene esto de bueno?».

POTENCIA LO QUE ES BUENO PARA TI

Claro, cuando tienes problemas o estás estresado hay muchas cosas que no te gustan, que te pesan y acongojan. De lo contrario no tendrías un problema, no estarías estresado. Pero quizás haya también cosas buenas. Algo aprovechable, algo que te ayude a recobrar las fuerzas. ¿Qué, exactamente? ¿Dónde está lo que te ayuda y fortalece?

La pregunta que te invitamos a hacerte puede modificar la dirección de tu atención. Al prestarle atención a algo lo fortalecemos. Nuestra atención lo engrandece. De ahí que potenciemos lo aprovechable, bueno y fortalecedor concentrándonos en ello.

Escoge lo bueno, colócalo bajo el foco de tu atención y parte de ahí. Avanza desde ese punto de partida. En efecto, ahí hay un problema, una situación difícil. Lo tienes bien presente. La pregunta «¿Qué tiene esto de bueno?» te proporciona estabilidad. Te concentras más en lo que te proporciona fuerzas que en aquello que te las consume.

HALLAR ALGO BUENO EN MEDIO DE UNA AVERÍA

Un ejemplo. Hace un año viajaba en tren de regreso a casa tras asistir a un seminario de tres días. Tenía que recorrer un largo camino, y a la mitad del trayecto el viaje se interrumpió abruptamente. La locomotora se había averiado. Todos los pasajeros tuvimos que apearnos. Nos quedamos encallados, ya entrada la noche, en la estación de una apartada provincia.

Los trabajadores del ferrocarril nos aseguraron que enviarían un tren de reemplazo a la mayor brevedad posible y que podríamos continuar nuestro viaje. Estábamos a finales de noviembre y hacía ya bastante frío. Allí estábamos todos, atrapados en un andén frío y desierto, esperando a que se reanudara nuestro viaje. ¿Qué podía haber de bueno en todo aquello?

Lo bueno era que no estaba allí sola. A mi lado había un hombre bastante alterado que despotricaba a voz en grito sobre la compañía de ferrocarril. Había dado enteramente rienda suelta a su gruñón interior (sobre el gruñón interior, cf. a partir de la página 71). Se lamentaba de que era ya la cuarta vez que le ocurría algo así. Siempre le tocaban trenes averiados. Yo deseaba escapar del efecto estresante de su actitud y le pregunté si no había intentado jugar a la lotería: al fin y al cabo, su media de acierto en combinaciones azarosas era sorprendentemente alta. Me miró perplejo y murmuró que jugar a la lotería era una solemne estupidez. Tanto valía quemar directamente el dinero. El tema me pareció interesante y entablamos una conversación sobre la posibilidad de obtener ganancias en los juegos de azar. Un matrimonio que nos escuchaba comentó que ellos sí habían ganado en la lotería, solo que pequeñas cantidades. Cuando pasaron a comentar cómo dilapidaron el premio (él se había hecho un nuevo corte de pelo), se oyeron las primeras risas en nuestro pequeño grupo. Los otros viajeros también habían formado pequeños círculos en el andén y conversaban amistosamente.

DESCUBRIR LO QUE NOS RECONFORTA

Reparé en muchas cosas buenas en aquella situación:

• Conocí a personas con las que nunca habría hablado en un viaje sin incidentes.

• Conversando conseguimos matar el tiempo muy agradablemente.

• Comprobé cómo la gente se solidariza automáticamente ante las situaciones difíciles.

• Entre los viajeros reinaba una espontánea solicitud que me pareció realmente positiva.

• Conseguí concentrar mi atención en lo que, dada la situación, resultaba útil y aprovechable. Y eso me tranquilizó, conservé mi estabilidad interior pese a que no podía cambiar nada con relación a la avería. Nuestro problema persistía. Nadie sabía cuándo iba a llegar la locomotora de reemplazo. Y seguía haciendo mucho frío. Pero gracias a mi escudo descubrí cosas que me resultaban reconfortantes.

DIRIGE TU ATENCIÓN HACIA LO QUE TE HACE FUERTE

¿Qué hay de bueno en esto? Esta pregunta te permite llevar a cabo una criba conscientemente. No obstante, si no te funciona, puedes probar con alguna de las variantes abajo consignadas.

Supongamos que tienes un problema, que te ves metido en dificultades o que alguien te irrita. En tal caso, considera con calma las siguientes preguntas:

• Eso que me irrita, enfada o estresa, ¿en qué medida me ayuda a avanzar?

• ¿Qué puedo aprender de esta situación?

• ¿Qué habilidad puedo entrenar o ejercitar ante este problema?

• ¿Qué componente de mi personalidad se reactiva o renueva?

• ¿Qué descubro de mí? ¿Qué reconozco en mí?

• ¿De qué expectativas (demasiado altas) puedo por fin deshacerme?

• ¿De qué faceta del problema puedo decir: «Me alegro de que haya salido ahora a la luz»?

• ¿Qué puedo hacer para mejorar mi calidad de vida y cuidarme de verdad?

• ¿Qué puede ahora infundirme fuerzas?

• ¿Qué perspectiva me resulta realmente halagüeña, o qué me resultaría verdaderamente agradable?

• ¿Qué pensamientos me tranquilizan o consuelan?

NO SE TRATA DE MAQUILLAR LA REALIDAD, SINO DE CONSERVAR LA CAPACIDAD DE ACTUAR

La criba que proponemos no se reduce a maquillar un suceso desagradable, o a contemplarlo con unas gafas de color rosa. En absoluto. La criba hace posible que conserves la capacidad de actuar bajo presión. Si cribas y seleccionas, no serás presa del estrés y la frustración. Seguirá habiendo algo que te reporte fuerzas y te sea de ayuda. Y eso precisamente es lo que has de seleccionar, lo que has de buscar activamente. La criba te permite hacerte dueño y señor de la situación y acceder a tus recursos, permite que encuentres en ti mismo fuerza para sobrellevar las dificultades.

La capacidad de dirigir la atención hacia lo bueno y provechoso puede salvarte la vida en determinadas circunstancias. Veámoslo con un ejemplo.

CÓMO NO PRECIPITARSE EN EL ABISMO

Imagínate que haces una dura excursión por la montaña y tienes que superar un tramo especialmente difícil. El sendero te conduce a una gran altura y avanza por una empinada pendiente de piedra. A tu izquierda se alza la pared de piedra, a tu derecha se abre un profundo abismo de varios cientos de metros. El sendero es muy muy estrecho. Un paso en falso y te precipitarías en el abismo. Algo así, claro está, da miedo. En semejante tesitura, ¿en qué pones tu atención? ¿Qué eliges?

Si el mortal abismo absorbe tu atención, el miedo se hará más intenso. El temblor de tus miembros aumentará. Cuanto mayor sea la atención que le dediques al hecho de que podrías tropezar y morir, tanto menor será tu estabilidad. Cuanto más contemples las profundidades tanto más inseguro se tornará tu paso. Y con ello incrementarás la probabilidad de que te ocurra justo lo que quieres evitar, pues aquello en lo que ponemos nuestra atención aumenta y se fortalece.

ENCUENTRA LO QUE TE PROPORCIONA APOYO

Necesitas urgentemente un buen escudo. Y lo conseguirás ejercitándote en la criba. Aparta tu atención del abismo y enderézala hacia lo que te proporcione apoyo. Concéntrate en algo provechoso y que funcione. A tu izquierda tienes una pared que te ofrece sostén. Bajo tus pies hay un sendero que te sostiene. Pon tu atención en ellos. Así consigues mayor estabilidad. Presta atención a lo que funciona. Parte de ahí para dar un paso más. Y luego otro. Y otro. Filtra y deshazte de los oscuros pensamientos en torno al mortal abismo. Apártalos inmediatamente de tu cabeza. A la par mantén toda tu atención dirigida hacia lo que te proporciona sustento.

Es así como se lidia con los problemas que de momento no podemos solucionar. Percibimos que tenemos un problema, incluso puede que se trate de un problema enorme, y después dirigimos la atención hacia lo que nos proporciona apoyo y sustento, hacia lo que resulta provechoso y funciona. Y de este modo avanzamos paso a paso hacia la solución del problema.

TU ATENCIÓN ES UN ABONO

La criba tiene un importante trasfondo psicológico que me gustaría exponer aquí brevemente. La atención es una fuerza que a menudo se minusvalora. Correctamente empleada puede mejorar enormemente nuestra vida. La atención funciona a la manera de un abono. Lo que recibe mucha atención por nuestra parte crece y se hace robusto. Lo que tenemos presente halla eco en nuestros sentimientos y en la totalidad de nuestra vida. ¿Qué es propiamente la atención? La atención es ver, oír, sentir, oler, saborear, hablar y reflexionar.

Si abonamos incesantemente lo desagradable con grandes dosis de atención se multiplica en nosotros y en nuestra vida, lo cosechamos. Lo mismo vale a la inversa: cuanta más atención prestemos a lo grato y positivo, cuanto más lo abonemos con nuestra atención, tanto mayor será la cosecha de cosas agradables y, con ello, tanto mejor nos sentiremos. Lo que concentra nuestra atención crece y se hace robusto.

CUANTO MÁS OBSERVAMOS LO DESAGRADABLE TANTO MAYOR SE TORNA

Me gustaría explicar mejor esta tesis con un ejemplo de la vida cotidiana. Supón que alguien te insulta llamándote «idiota» o cualquier otra cosa. Te sientes inmediatamente agredido y te enfadas. Se trata de una reacción normal. Y aquí la cuestión es: ¿cómo digieres el asunto? ¿En qué concentras tu atención?

Si ahora —esto es, después de haber sido insultado— le sigues dando vueltas al asunto, prestas atención a la ofensa a pesar de que el mal momento ya ha pasado. Es probable que recrees la escena en tu mente, y que consideres las posibles réplicas que habrías podido darle. Al hacerlo revives el insulto, aquel «idiota», y vuelves a enfadarte. Como le has prestado aún más atención a la ofensa, te hallas ahora emocionalmente sobrecargado. Y como sientes esa sobrecarga afectiva, le cuentas a tu compañero lo que ha pasado tan pronto como llegas a casa. Ahora repites una vez más la palabra idiota. Y mientras relatas lo sucedido, te asalta de nuevo la ira. Cada vez te sientes más inestable y alterado.

CRIBAR EN LA DIRECCIÓN EQUIVOCADA

Permíteme llevar la historia hasta sus últimas consecuencias. Esa misma tarde te llama una buena amiga y te pregunta qué tal te van las cosas. También le cuentas a esta amiga la historia del insulto. Pronuncias una vez más la palabra y vuelves a poner toda tu atención en algo que te molesta y es indeseable. Por la noche no consigues conciliar el sueño, porque emocionalmente sigues estando acelerado. Al día siguiente escribes una entrada sobre el incidente en tu blog, o tal vez en tu diario íntimo.

Y cada vez que te ves obligado a volver a encajar interiormente las duras palabras, cada vez que hablas de ello o que le das vueltas a la historia, prestas atención a la ofensa. Pese a que todo ha pasado hace ya tiempo, lo desagradable se torna cada vez mayor para ti.

En la experiencia original encaja la palabra «idiota» una sola vez; no obstante, y dado que has relatado después la historia bastantes veces, has tenido que escuchar la palabra «idiota» repetidas veces. Una palabreja ha conseguido amargar varias horas de tu vida, y ello porque has cribado en la dirección equivocada. Has retenido lo que no te proporciona beneficio alguno, lo que te irrita y estresa. Has desechado en cambio lo agradable, provechoso y bueno que la vida también te ofrecía en ese momento.

DE ESE MODO GRABAS EN TU MENTE Y CONSERVAS EN LA MEMORIA LAS EXPERIENCIAS DESAGRADABLES

La dedicación mental que prestamos a la vivencia desagradable hace que se grabe cada vez más profundamente en la memoria. Y así es posible que años después sigamos acordándonos de una ofensa que en su momento duró apenas dos segundos. Es igualmente posible que siga alterándonos incluso al cabo de años.

Detengámonos a observar, aunque sea brevemente, la cámara psíquica de los horrores. Imagínate que hicieras lo mismo con todas las vivencias desagradables: con cada pérdida dolorosa, con cada error, con lo que te avergüenza, con los comentarios inconvenientes. Los magnificas prestándoles atención. No dejas de darle vueltas a tus malas experiencias. Y cuando reflexionas sobre ellas te vuelven a asaltar sentimientos dolorosos como la vergüenza, la ira o la indignación; en definitiva: vuelves a sentirte inestable. En cada ocasión alimentas inconscientemente tu estado de alteración. Y como prestas a tus experiencias negativas tanta atención, quedan fijamente grabadas en tu memoria.

Y bien: ¿cómo te sentirías conviviendo con semejante colección de experiencias negativas?

¿Qué sería de ti en la vejez?

¿Te has preguntado alguna vez por qué están tan amargadas algunas personas de edad avanzada?

PRESTA POCA ATENCIÓN A LO QUE NO DESEAS

Cuando te percates de que estás cribando en dirección equivocada recuerda que está en tu mano corregirlo. Puedes redirigir tu atención. Haz acopio de cosas buenas y oportunas y promuévelas por medio de tu atención. Piensa a menudo en ellas, habla de ellas, aprécialas.

De lo desagradable y estresante, en cambio, toma nota, pero para deshacerte después de ello con tu cedazo interior. Presta a lo que no deseas la menor atención posible.

En el siguiente apartado, deseo proponerte algunas directrices de eficacia acreditada para cuando lleves a cabo la criba psíquica.

CÓMO CRIBAR Y ESCOGER EN LA VIDA COTIDIANA EN UN CUADRO SINÓPTICO

• Imagina que ocurre algo que te hace daño, que no te gusta o irrita.

• Entonces tu cuerpo reacciona inmediatamente con las emociones que lo asaltan. No las rechaces, acepta los sentimientos que desencadena en ti la experiencia negativa. Permite a todos tus sentimientos que estén ahí, deja también que se expandan por tu interior. Tu cuerpo gestiona y digiere los acontecimientos a través de los sentimientos. Y es bueno que lo hagas rápida y profundamente. En efecto: es bueno que te sientas como te sientes (más sobre los sentimientos a partir de las páginas 95-96)

• Toma plena conciencia de los pensamientos que ahora cruzan por tu mente. Tu intelecto desea ayudarte, y para ello te ofrece una valoración y clasificación de la experiencia desagradable. Si percibes que esos pensamientos incrementan tu estado de alteración o enfado, ponles freno, no secundes esa dirección del pensamiento.

• Redirige con tacto tu atención en una dirección positiva. Concéntrate en todo lo que ahora es bueno y fortalecedor para ti. Búscalo activamente. ¿Qué puede ahora resultarte edificante? ¿Cómo puedes calmarte? ¿De qué puedes reírte? ¿Qué puedes hacer para sentirte mejor? En efecto: siempre habrá también cosas buenas en la situación, y debes agarrarte a ellas y encontrar con su ayuda estabilidad.

• Cuando te sorprendas reflexionando nuevamente sobre el acontecimiento desagradable, repite el proceso de criba y selección. Acepta enteramente tus sentimientos, percíbelos. Aparta tu pensamiento de recreaciones dolorosas, pon todo tu corazón en lo que te hace bien y resulta de ayuda.

• Haz que tu atención retorne una y otra vez al presente. El ahora es el único momento real que existe. Todos los momentos que le han precedido ya no están. Despréndete del pasado.

• Tal vez estés en situación de hacer algo para que la experiencia desagradable no vuelva a repetirse. Si es necesario, tematiza críticamente, en conversación con otras personas, lo que ha pasado. O haz ver sin paliativos dónde están tus límites. Pero incluso acometiendo una mejora efectiva de la situación, lo importante sigue siendo que te atengas a lo que es bueno y provechoso. Nadie querrá confiarse a ti si lo despedazas todo bajo un mazo de negatividad: «Todo está mal. Todo es una mierda. Todo tendría que ser diferente». Quien conversa con la gente desde esa actitud interior encuentra gran resistencia en los demás.

• Tus semejantes cooperarán de muy buen grado contigo siempre que les muestres tu aprecio inspirándote en el lema: «Aquí hay muchas cosas que funcionan bien, y a mí me gustaría mejorar esto y lo otro». Cuando afrontas una discusión desde una actitud interior estable lo más probable es que te escuchen y que resultes más convincente.

CUANDO LA DISPUTA NO TIENE FIN

En ocasiones no podemos salir de una trampa de frustración consistente en un eterno conflicto. Siempre confiamos en que se aclararán nuestras diferencias, y en que con ello se terminarán las disputas, pero la realidad desmiente nuestras expectativas. Aunque pasa el tiempo no conseguimos superar algunos temas conflictivos. Y nunca se llega a un acuerdo con relación a determinadas diferencias. Cuando las desavenencias persisten corremos el peligro de repetir siempre las mismas discusiones sin resultado alguno, y de quedar atascados en una infructuosa escena tras la que nada cambia. El escudo emocional es de gran ayuda en tales ocasiones. Aunque aparentemente no podamos cambiar nada, siempre podemos cuidarnos a nosotros mismos.

LOS DEFECTOS DE LOS DEMÁS TAMBIÉN PUEDEN SER CRIBADOS

Tobías discutía con su padre desde hacía años. No quería asumir la dirección de la empresa que este había creado, mientras que el plan de su padre era que su único hijo continuara la obra de su vida. Tobías había seguido su propio camino y estudiado música contra la voluntad paterna sin considerar ni por un momento hacer lo que su padre esperaba de él.

Cada vez que se veían con ocasión de una fiesta familiar acababan discutiendo. Y como ambos eran muy temperamentales, los dos terminaban a voces. Tobías percibía que en aquellas contiendas no había nada más que perdedores en los dos frentes. Su padre se hacía viejo, las broncas perjudicaban a su corazón. Y Tobías estaba más que harto de librar siempre las mismas batallas contra su padre. No había nada que hacer: su padre no aceptaba su profesión, y probablemente nunca lo haría. Por eso Tobías deseaba un buen escudo con el que poder seguir visitando a su padre sin pelearse con él.

DESHACERSE DE LOS REPROCHES Y NO RESPONDER A LOS QUE NOS HAGAN

Y la máxima de la criba ayudó mucho a Tobías. Comprendió que dirigía su atención con muy poco acierto. Siempre se abalanzaba contra los reproches de su padre y prestaba demasiada atención a sus palabras. Con ello remarcaba justo lo que a él le hacía daño.

Este conocimiento cambió la conducta de Tobías. Aprendió a distanciarse de las palabras que siempre acababan en una discusión. Cuando su padre comenzaba a lamentarse de que su único hijo se dedicara a la música en lugar de gestionar la empresa, él dejaba que las palabras se quedaran en el aire. Dejó de prestarle atención a aquella monótona letanía. No le respondía, sencillamente. Y en el momento en que el anciano terminaba de decir todo lo que opinaba sobre ese punto, él cambiaba de tema. Hablaba de las cosas que le habían pasado. Y siempre que el padre comenzaba a quejarse de su hijo, este se abstenía de responder a sus quejas. Se limitó a señalar una sola vez: «Papá, sabes que yo no veo las cosas así. Pero no quiero repetirlo ahora. No voy a decir nada al respecto». Tobías cribó y se deshizo de todo lo que hasta entonces desembocaba en voces y peleas con su cedazo interior. Dejó de enzarzarse en la acusadora energía de su padre.

BUSCAR Y PRESTAR MÁS ATENCIÓN A LOS PUNTOS EN COMÚN

Por otro lado, Tobías comenzó a interesarse más por las aficiones de su padre. Como el padre había sido siempre un amante de las carreras de coches hablaban a menudo del tema. Tobías le pedía a su padre que le hablara de los principales circuitos de carreras en el mundo y así consiguieron, por primera vez desde hacía mucho tiempo, conversar con normalidad sentados a la mesa. Aquello no era la gran reconciliación, desde luego, solo se trataba de una conversación normal. Aquellas conversaciones, sin embargo, por mucho que el punto conflictivo no estuviera resuelto, mejoraron la relación entre ambos. El escudo emocional ayudó a Tobías a entenderse con su padre pese a las serias diferencias existentes entre ellos.

CUANDO TE GOLPEES LA CABEZA CONTRA LA PARED UTILIZA UN ESCUDO EMOCIONAL

La elección es tuya: si alguien te dirige un inaudito reproche o te acusa injustamente, puedes defenderte, enzarzarte en una pelea y dedicarle mucha atención al asunto. Pero también puedes pertrecharte con tu escudo emocional y comenzar a cribar.

Yo te recomiendo recurrir primero a la conversación. Lo que parece o suena a ataque suele ser solo un malentendido. Y la mayoría de las veces los malentendidos se aclaran conversando tranquilamente. Pero esto es posible solo si no respondes a provocaciones ni te enzarzas de buenas a primeras en una acalorada pelea.

Con todo, si la reposada conversación no funciona y tienes la sensación de que te golpeas la cabeza contra un muro te aconsejo que te coloques tu coraza emocional. Al siguiente ataque haz pasar las palabras que te hacen sentirte atacado por tu cedazo interior. Retira inmediatamente tu atención de lo que te duele. Deja que las palabras se queden flotando en el aire sin encontrar respuesta. Céntrate en cambio en lo bueno y aprovechable, lo que te brinda tu compañero. Considera las facetas de tu personalidad con las que mejor te avienes. Busca puntos en común. Y muéstrale a tu interlocutor lo que aprecias en él. De ese modo refuerzas y subrayas lo que a ti te gusta, a la par que haces menos doloroso el encuentro para todos los implicados. En efecto: está en tu mano no responder a todo lo que te dicen.

SIEMPRE ES POSIBLE CRIBAR

¿Queda todo arreglado tras cribar lo desagradable y deshacerse de ello? ¿Consigue el uso del escudo emocional que no tenga uno que volver a pelearse jamás con nadie?

No, no se trata de eso. No se ofrece ninguna suerte de máxima happy-end. Cuando usamos la coraza emocional o cribamos las cosas lo importante es el mientras. Mientras lidias con los problemas de la vida cotidiana, la criba hace posible que mantengas la estabilidad interior.

Mientras te separas de tu pareja, mientras tu suegra pone pega sobre pega a lo que haces, mientras el estrés laboral aumenta y abren un boquete en el pavimento de la calle de enfrente de tu casa con un martillo neumático… En resumen, mientras tienes un montón de experiencias desagradables, conservas la estabilidad interior porque no dejas de cribar dichas vivencias.

Presta atención a lo que es bueno y útil para ti, a lo que te hace fuerte. Eso justamente es lo que buscas y seleccionas, a eso te agarras. Y en lo tocante a todo lo que te hace daño, te tortura o te enfada, te ejercitas en el arte de desentenderte de ello. Siempre puedes llevar a cabo la criba, con independencia de lo difícil que sea la situación en la que te encuentras. Y la estabilidad interior te proporcionará también fuerza para cambiar las cosas.

¿Y qué pasa cuando no podemos encontrar absolutamente nada bueno para nosotros? ¿Cuando no consigues descubrir nada que te ayude o fortalezca?

Cuando ocurre algo así se debe a que en ese momento falta otra cosa: tomar distancia. Estás probablemente demasiado metido en, o absorbido por, un problema o una situación estresante. Sobre cómo tomar distancia hablaremos en el siguiente capítulo.

• La vida cotidiana se compone de una mezcla de cosas agradables y desagradables. Estarás protegido si le prestas más atención a las agradables.

• Lo que recibe tu atención se engrandece a tus ojos.

• Selecciona mediante la criba lo que te resulta útil y provechoso. Así obtendrás mayor estabilidad y fuerza.

• Abstente de darle ininterrumpidamente vueltas en la cabeza a los problemas y dificultades que tengas. Si no puedes resolver un problema, déjalo estar.

• Lidiarás mejor con los defectos de los demás si no les prestas atención.

Tu escudo emocional

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