Читать книгу Armas ocultas de Satanás - Bernardo Olivera - Страница 6

Оглавление

INTRODUCCIÓN

Los humanos somos seres relacionales, estamos religados unos con otros y, sobre todo, con Aquel que nos dio el ser y la existencia. La religación con Dios es constitutiva de nuestro ser. Somos religiosos por naturaleza. Por eso, cuando no creemos en Alguien, creemos en algo. Es que nuestro deseo e inteligencia nos proyectan y religan más allá de nosotros mismos.

La ciencia y la tecnología pretendieron y pretenden erradicar la religión. No lo han logrado ni lo lograrán. Tendrían que desaparecer también los científicos y los técnicos. Ellos también, a su modo, son “religiosos”.

Este libro está destinado a los creyentes. Parte de un presupuesto revelado que solo se recibe con fe: la existencia de Satanás y sus huestes, ángeles caídos y rebeldes a Dios. (1)

La existencia de Satanás y su obrar es un dato revelado y de fe que no hay que empequeñecer ni agrandar. Quien lo minimiza, no lo tiene en cuenta o lo ignora. Quien lo maximiza, le da una importancia que no tiene. Los creyentes en Jesucristo confesamos que Él es el Hijo unigénito del Padre, Dios de Dios, hecho hombre por nuestra salvación. En efecto, su muerte y resurrección vencieron a la muerte, al mal y al Malo.

Desde una mirada benevolente, este libro puede ser considerado como una “teología de la historia presente”. Si es que es posible hacer historia del presente. Si no lo fuera, entonces este libro, valga la osadía, sería una “revelación profética” del hoy que vivimos o una “crónica apocalíptica” del presente.

La historia nos enseña muchas lecciones, entre tantas, esta: cuando en el mundo occidental y cristiano decrece la fe aumenta el “ocultismo”. Estamos en un momento de merma o disminución, por lo tanto, de crecimiento o acrecencia.

Debido al descenso que acabamos de nombrar, proliferan las sectas, cristianas o pseudo cristianas, sincretistas o paganas, los cultos y ritos de diferentes procedencias, el espiritismo que pretende comunicarse con entidades del más allá, la superstición como forma de religiosidad alternativa que ocupa el lugar de la religión mayoritaria. Estamos en un tiempo de descristianización cultural y social, paulatino surgimiento de un neopaganismo, emergencia de ideologías antivida y movimientos sincretistas, agnósticos o panteístas... Hasta las mismas asociaciones secretas se manifiestan más abiertamente. Y todo parece teledirigido por manos ocultas.

En este libro hablaré de “ocultismo” a fin de referirme a toda forma de creencias, prácticas, esoterismos, cultos, religiosidades alternativas... Esto conviene al contexto en el que quiero ubicarme: la demonología y el satanismo como explicación última, oculta y velada, a veces manifiesta, de lo que estamos viviendo en estos momentos de nuestra historia.

La palabra ocultismo proviene del término latino occultus, hace referencia a realidades que están escondidas y que son secretas, por lo mismo, resultan misteriosas. De esta concepción del vocablo se desprenden estas características elementales: el ocultismo trata de cosas secretas, se refiere a realidades que parecen depender de poderes que superan nuestra vida sensitiva, tiene que ver con fuerzas espirituales y/o preternaturales, se vale de mediaciones humanas, sean estas conscientes o no de ser instrumentalizadas.

Es decir, en esta obra utilizo el término ocultismo en forma genérica, como un gran paraguas que cobija varias otras realidades extrañas y contrarias al Reinado del Dios de Jesucristo en la historia humana.

El ocultismo, en última instancia, está al servicio del reinado de Satán. Es, además, totalmente diferente del culto de veneración que los cristianos tributamos a los santos y a los ángeles, ellos son miembros del Reino de Dios y solo buscan acercarnos a Él. A los santos los invocamos, y a los malos espíritus, algunos los evocan. Comenzamos ahora a entender el título del presente libro: Armas ocultas de Satanás.

Las doctrinas y prácticas ocultistas son muchas y dependen de los diferentes contextos culturales y de las diversas épocas históricas. No obstante, podemos enumerar las siguientes: la magia, el espiritismo, la brujería, la adivinación, la astrología, la quiromancia, la cartomancia, la oniromancia, la necromancia, la güija, el horóscopo y toda suerte de artificios para conocer y dominar el futuro a fin de adquirir poder y controlar a los demás. En este parcial elenco podemos incluir también a las “religiones” o cultos afroamericanos, tales como: la Santería, el Vudú, el Candomblé, la Umbanda, la Quimbanda, la Macumba... con sus prácticas espiritistas de consulta a los difuntos y el culto a los “espíritus” y a los dioses. Y agregar igualmente corrientes de pensamiento, ideologías, sectas, asociaciones esotéricas y secretas que conspiran contra el ser humano, el cristianismo y la Iglesia de Dios.

Llama la atención el creciente número de personas que se dedican al ocultismo en sus diferentes formas. Nuestra sociedad secularizada, pese a sus alardes de autosuficiencia, no ha desterrado ni a las religiones ni a los ritos ocultistas. La tecnología parece estar también al servicio de estos últimos. El ocultismo pretende solucionar los problemas de la vida y ofrece falsamente: poder, saber, placer, salud, amor, dinero... El Cristianismo, por el contrario, acompaña y sostiene en las dificultades cotidianas y encamina hacia una vida eterna y bienaventurada.

La Palabra de Dios, consignada en las Sagradas Escrituras, es taxativa respecto al ocultismo en muchas de sus diferentes formas o manifestaciones. Todas estas prácticas y doctrinas, y muchas otras más, alejan del culto absoluto debido a Dios; en consecuencia, son una grave violación del Primer Mandamiento: al Señor tu Dios adorarás y solo a Él darás culto (Mt 4:10).

El motivo por el cual la tradición judeocristiana se opone sin reservas a toda forma de ocultismo es muy sencillo: esas prácticas ofenden a Dios y abren portales a la acción de Satanás y, aún más, son su arma secreta para combatir a los redimidos por Jesucristo, es decir, a la Iglesia. Satán pretende que los adoradores del verdadero y único Dios se conviertan en adoradores que rindan culto a su diabólica persona.

Muchas doctrinas y prácticas ocultistas son un arma secreta, ocasional e indirecta de Satán para separarnos de Dios y hacernos “ciudadanos” de su reino. Santo Tomás de Aquino lo expresa así:

Ocasionalmente y por vía indirecta, el demonio es causa de todos nuestros pecados, en cuanto indujo al primer hombre a pecado, a causa del cual la naturaleza quedó tan viciada, que todos estamos inclinados a pecar. Pero esta causalidad es como la de quien seca los maderos para que luego ardan más fácilmente. (2)

No obstante, claro está, algunas otras prácticas apelan directamente a la ayuda de Satanás. En estos casos, este las utiliza para combatir abierta y descaradamente a los creyentes y a la Iglesia de Dios.

El Padre de la mentira (Jn 8:44) es asimismo el maestro de la ambigüedad y del descaro. Un buen ejemplo de esto es la conocida canción de los Rolling Stones “Sympathy for the Devil”, puesta en escena en 1968, oculta por sus intérpretes durante algunos años, y vuelta a aparecer más recientemente. Su letra, prestemos atención al estribillo, dice así:

Por favor, permítame presentarme

soy un hombre de riquezas y buen gusto

ando rondando desde hace muchos años

he robado el alma y la fe de muchos hombres.

Yo estaba allí cuando Jesucristo

tuvo su momento de duda y dolor

y me aseguré por los infiernos

que Pilatos se lavara las manos y sellara su destino.

Encantado de conocerte

espero que sepas mi nombre.

Pero lo que te desconcierta es

la naturaleza de mi juego.

Estaba cerca San Petersburgo

cuando vi que había llegado el cambio.

Maté al zar y a sus ministros.

Anastasia grito en vano.

Conduje un tanque, tenía el rango de general

cuando estalló la guerra relámpago (Blitzkrieg)

y los cuerpos hedían.

Encantado de conocerte

espero que sepas mi nombre.

Pero lo que te desconcierta es

la naturaleza de mi juego.

Miré con alegría mientras vuestros reyes y reinas

luchaban durante diez décadas por los dioses que inventaron.

Grité: “¿Quién mató a los Kennedy?”

Cuando después de todo

fuimos tú y yo.

Por favor, permítame presentarme

soy un hombre de riquezas y buen gusto.

Tendí trampas a los trovadores que murieron

antes de llegar a Bombay.

Encantado de conocerte

espero que sepas mi nombre.

Pero lo que te desconcierta es

la naturaleza de mi juego.

Al igual que cada policía es un criminal

y todos los pecadores santos

y cara o cruz es lo mismo,

llámame simplemente Lucifer.

Necesito cierto freno

así que si me encuentras,

ten cortesía, un poco de simpatía y cierta exquisitez.

Usa tu bien aprendida educación

O haré que tu alma se eche a perder.

Encantado de conocerte

espero que sepas mi nombre.

Pero lo que te desconcierta es

la naturaleza de mi juego.

En efecto, lo que desconcierta es la naturaleza de su juego, sus artimañas y taimerías, su doblez y oculta malicia, su falsedad y relativismo. Para colmo, Satanás puede presentarse también como ángel de luz: Lucifer.

La pregunta que subyace a este libro es la siguiente: ¿cómo actúa en nuestros días el Príncipe de este mundo (Jn 12:31; 14:30; 16:11; Cf. II Cor 4:3-4), oculto y encubierto en el misterio de impiedad, potenciando su influjo... (II Tes 2:3-12)?

Un inicio de nuestra respuesta creyente es esta: muchos cultos, prácticas, doctrinas, ideologías, instituciones, sectas, corrientes de pensamiento... pueden ser, y tantas veces son, armas ocultas de Satán que pretende subyugarnos como esclavos de su reino. Las primeras víctimas, claro está, son los adeptos, practicantes y discípulos de estos grupos e instituciones. Pero esto no queda aquí, también muchos cristianos son atraídos o arrastrados hacia lo falso y oculto. Sería una traición no proclamarles a unos y a otros la buena noticia de la Resurrección del Señor Jesús.

En este contexto me vienen a la memoria una palabra proféticas de San Juan Pablo II, las encontramos en su obra “Memoria e Identidad”:

Después de la caída de los sistemas construidos sobre las ideologías del mal (el nazismo y el comunismo marxista) cesaron de hecho en esos países las formas de exterminio apenas citadas. No obstante, se mantiene aún la destrucción legal de vidas humanas concebidas, antes de su nacimiento. Y en este caso se trata de un exterminio decidido incluso por parlamentos elegidos democráticamente, en los cuales se invoca el progreso civil de la sociedad y de la humanidad entera. Tampoco faltan otras formas graves de infringir la ley de Dios. Pienso, por ejemplo, en las fuertes presiones del Parlamento Europeo para que se reconozcan las uniones homosexuales como si fueran otra forma de familia, que tendría también derecho a la adopción. Se puede, más aún, se debe, plantear la cuestión sobre la presencia en este caso de otra ideología del mal, tal vez más insidiosa y celada, que intenta instrumentalizar incluso los derechos del hombre contra el hombre y contra la familia. ¿Por qué ocurre todo esto? ¿Cuál es la raíz de estas ideologías postilustradas? La respuesta, en realidad, es sencilla simplemente porque se rechazó a Dios como Creador y, por ende, como fundamento para determinar lo que es bueno y lo que es malo. (3)

Cabe preguntarse: ¿a qué se refiere el Papa cuando habla de “otra ideología del mal más insidiosa y celada”? La respuesta es hoy día fácil de dar: la Ideología de género, que se disfraza de “perspectiva” o teoría. Arma oculta de Satanás de patética actualidad, instrumento de poder que no derrama sangre humana sino que lava los cerebros y cambia la mentalidad.

Pero, como toda ideología, debido a su intrínseca falsedad, así como nació, morirá. Pero, ¿por qué permite Dios el azote de este mal? El mismo San Juan Pablo II nos ofrece una respuesta:

En determinadas circunstancias de la existencia humana parece que el mal sea en cierta medida útil, en cuanto propicia ocasiones para el bien. ¿Acaso no fue Johann Wolfgang von Goethe quien calificó al diablo como: “una parte de esa fuerza que desea siempre el mal y que termina siempre haciendo el bien? (...) Un bien que, en definitiva, tiene su fuente únicamente en Dios. Solo Dios es el Bien. El límite impuesto al mal se ha incorporado a la historia del hombre (...) por medio de Cristo (...) De hecho ¡solo en Él todas las naciones y la humanidad entera pueden cruzar el umbral de la esperanza! (4)

El Santo Padre ha citado a un clásico de la literatura universal. Resulta interesante conocer el contexto de la cita. Helo aquí en versión poética tratando de ser más fiel al original alemán:

Fausto

En vosotros, el nombre claramente,

lo que sois nos anuncia:

todo está averiguado

cuando Luzbel, espíritu malvado,

padre de la mentira se os anuncia.

¿Quién eres?

Mefistófeles

Una parte de esa fuerza

que el bien siempre produce

cuando solo en el mal siempre se esfuerza.

Fausto

¡No sé a qué tal enigma nos conduce!

Mefistófeles

Yo el Espíritu soy que siempre niega

y con razón, pues todo cuanto llega

en el mundo a nacer, no vale nada;

y mucho mejor fuera,

que nada en él naciera.

Lo que en su pensamiento,

perdición o pecado llama el hombre

aquello a que vos dais, de mal, el nombre,

es mi propio elemento. (5)

Dejando de lado cualquier juicio condenatorio de las personas, nuestro interés se centra en desenmascarar al enemigo y recordar siempre que: Dios nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo querido, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados. Vivid como hijos de la luz y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas (Col 1:13-14 y Ef 5:8-11).

Siendo imposible presentar todas las doctrinas, formas y rituales del ocultismo, expondré al menos algunos. En lo que sigue abordaremos: la Superstición-Adivinación-Magia, el Espiritismo, las Religiones Afroamericanas, la Masonería, la Nueva Era (New Age) y la Ideología de Género. Lo que más me interesa es la respuesta cristiana a todas estas realidades, en cierta medida y forma, ocultas y engañosas. La Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia nos ayudarán a alumbrar la tenebrosidad de la confusión.

1. Para una “demonología” desde el punto de vista bíblico, espiritual, teológico y pastoral, ver: Olivera, B., Líbranos del Malo, Buenos Aires: Talita Kum Ediciones, 2018.

2. Santo Tomás, Suma Teológica, I-II, c.80, a.4.

3. Juan Pablo II, Memoria e Identidad, Buenos Aires: Planeta, 2005, 3.º ed., pp. 24-25.

4. Ídem, Ibíd., pp. 29-30.

5. Johann Wolfgang Goethe, Fausto (Parte I, escena III), Edición de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003, pp. 105-106, traducción de: Manuel Antonio Matta Goyonechea (1826-1892).

Armas ocultas de Satanás

Подняться наверх