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CAPÍTULO OCHO

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Jake miró al hombre que estaba corriendo hacia ellos. Parecía indignado. También notó que Tallhamer no estaba preparándose para actuar.

Entretanto, Cardin se había dado la vuelta y estaba caminado por la acera.

El hombre enojado alcanzó a Tallhamer. Agitando un brazo en dirección de Cardin, gritó: —¡Exijo que vuelvan a detener a ese hombre!

Aparentemente inmune a la ira del hombre, sheriff Tallhamer introdujo a Jake a Earl Gibson, el único médico del pueblo y esposo de Alice Gibson.

Jake intentó estrechar su mano y darle el pésame, pero el médico seguía agitando sus brazos y gritándole a Tallhamer. Notó que el Dr. Gibson era un hombre muy feo, con un rostro lleno de marcas de acné. Cardin definitivamente era más atractivo.

Jake supuso que Earl Gibson debía tener virtudes que habían atraído a la mujer muerta a pesar de su apariencia. Después de todo, Gibson era médico, y el ex de Alice no era más que un cocinero de comida rápida…

«Probablemente elegirlo fue bastante fácil en un pueblo con pocas opciones», pensó Jake.

Gibson se enfureció más cuando descubrió quien era Jake.

—¡FBI! ¿Por qué demonios está metido el FBI en esto? Ya atraparon al asesino de mi mujer. Lo habían encerrado. No hay un jurado en el mundo que no lo encontraría culpable. ¡Y ahora acaban de soltarlo!

Sheriff Tallhamer arrastró los pies y dijo en un tono paciente y casi condescendiente: —Earl, ya hablamos de esto hace un rato, ¿recuerdas?

El Dr. Gibson dijo: —Sí. Y por eso me quedé aquí, esperando. Tenía que verlo con mis propios ojos. Quería detenerlo.

—Sabes que tuvimos que soltarlo —dijo Tallhamer—. Otra mujer fue asesinada anoche en Dighton, del mismo modo que Alice. Phil Cardin estuvo encerrado en la comisaría anoche. No mató a esa mujer, y tampoco tenemos ninguna razón para creer que mató a Alice.

—¡Ninguna razón! —espetó Gibson con furia—. La amenazó de muerte ese mismo día. Y no me insultes con esta tontería de la víctima de Dighton y que Phil Cardin no pudo haberla matado. Los dos sabemos que hay un sospechoso viable para el otro asesinato.

Eso interesó a Jake, así que preguntó: —¿Un sospechoso viable?

Gibson hizo una mueca y le dijo a Tallhamer: —Así que no le hablaste de él…

—¿De quién? —preguntó Jake.

—Del hermano de Phil Cardin, Harvey —le dijo Gibson a Jake—. Sigue a Phil en todo. También amenazó a Alice. La llamaba y le decía que él y Phil se vengarían de ella. La llamó el mismo día que fue asesinado. Y definitivamente no estuvo encerrado en ninguna celda anoche. Él mató a esa mujer en Dighton. Apostaría mi vida a que sí.

Jake estaba tan sobresaltado que le preguntó a Gibson: —¿Por qué cree que mataría a alguien en otro pueblo?

Gibson dijo: —Tal vez tenía algo en contra de esa mujer. Viaja mucho por el estado, así que tal vez se involucró con ella y siguió el ejemplo de su hermano. Pero creo que lo más probable es que lo hizo para proteger a su hermano, para que la gente creyera que no mató a Alice.

Tallhamer suspiró y dijo: —Earl, también hablamos de esto hace poco. Conocemos a Harvey Cardin de toda la vida. Viaja mucho porque es fontanero ambulante. Es rudo, pero nada como su hermano. Jamás le haría daño a nadie.

Jake estaba tratando de procesar lo que estaba oyendo.

Deseaba que Tallhamer le hubiera hablado de Harvey Cardin desde el principio.

«Eso es lo malo de policías pueblerinos… Algunos de ellos están tan seguros de que saben todo de los locales que a veces pasan por alto cosas importantes», pensó.

Jake le dijo al sheriff Tallhamer: —Quiero hablar con Harvey Cardin.

El sheriff se encogió de hombros como si lo consideraba una pérdida de tiempo y luego dijo: —Bueno, si eso es lo que quieres. Harvey vive a unas cuadras de distancia. Yo te llevo a su casa.

Mientras Jake caminaba con el sheriff, vio que Gibson estaba siguiéndolos. Lo último que necesitaba en ese momento era que un viudo furioso y afligido jodiera su entrevista a un posible sospechoso.

Tan delicadamente como pudo, dijo: —Dr. Gibson, el sheriff y yo tenemos que hacer esto por nuestra cuenta. —Cuando Gibson abrió la boca para protestar, Jake añadió—: Quiero entrevistarlo a usted más tarde. ¿Dónde puedo encontrarlo?

Gibson se quedó callado por un momento.

—Estaré en mi consultorio —dijo Gibson—. El sheriff le puede dar la dirección.

Luego se fue.

Jake y Tallhamer caminaron la corta distancia hasta una casita blanca donde vivía Harvey Cardin. Era una cabaña en ruinas llena de malezas.

Tallhamer llamó a la puerta principal. Cuando nadie respondió, volvió a llamar.

Tallhamer dijo: —Probablemente está trabajando en otra ciudad. Tendremos que volver en otro momento.

Jake no quería esperar, así que miró por uno de los paneles de vidrio de la puerta principal. Vio unos muebles simples y ningún toque personal de decoración. Parecía de esas casas que se alquilaban amuebladas, pero no había ningún indicio de que nadie vivía allí.

Jake supuso que Harvey Cardin definitivamente estaba de viaje y se preguntó si alguna vez volvería.

En ese momento, oyó a un vecino decir: —¿Qué se le ofrece, sheriff?

Jake se volvió y vio a un hombre en el patio.

Tallhamer le dijo: —Este agente del FBI y yo estamos buscando a Harvey Cardin.

El hombre negó con la cabeza y dijo: —Creo que no lo encontrarán. Lo vi cargar su camión hace una semana, justo una semana después de que su hermano fue arrestado por el asesinato de Alice Gibson. Me pareció que se llevó todo lo que tenía, lo cual no era mucho. Cuando le pregunté a dónde iba, me dijo: «A cualquier lugar menos a Hyland. Estoy harto de este maldito pueblo».

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