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Prólogo

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Abril de 1816

La primavera siempre había sido su estación favorita. Lady Lenora St. Martin no tenía mucho más que esperar y la idea de un nuevo comienzo le atraía. Cada primavera la vida florecía y el árido paisaje se llenaba de belleza y maravillas. Esto también ocurría en los salones de baile de Londres. Aparecían nuevas debutantes en sociedad, la última cosecha de verdaderas bellezas inglesas se ponía en exhibición para aquellos caballeros que buscaban una esposa.

Lenora nunca había sido considerada una belleza...

Ella lo sabía y por eso desde hace mucho tiempo se había resignado a su suerte en la vida. Tenía el pelo castaño oscuro y los ojos color avellana, ambos tonos eran aburridos. Sus escasos atributos unidos a su timidez, la hacían mantener su inseguridad y su rol de patito feo. Nadie se fijaba en ella y aceptaba esta realidad con bastante serenidad. Un salón de baile atestado de gente activaba sus peores ansiedades. Su primo Bennett, el Marqués de Holton, insistía en que asistiera a las reuniones sociales. Lenora entendía sus razones aunque no estaba particularmente de acuerdo con ellas. Bennett esperaba que ella encontrara un pretendiente, que se enamorara, se casara y formara su propia familia. Todas esas cosas sonaban maravillosas. Pero ella sabía que no era probable que le ocurrieran estas cosas. Al menos no a ella...

Este baile era especial, muchas debutantes y sus madres anhelaban asistir pues representaba una gran oportunidad. Las jóvenes señoritas coqueteaban con sus pretendientes y sus madres cotilleaban con otras señoras. Los patitos feos hicieron lo que mejor sabían hacer: quedarse de pie esperando ser notadas. Lenora; por otro lado, no hizo nada de eso. No se limitó a quedarse esperando que algún caballero desorientado la descubriera y la llevara a la pista de baile. Eso habría sido demasiado predecible y probablemente era lo que su primo esperaba que hiciera. No, Lenora no hizo nada según los estándares normales. Odiaba que la notaran y le hubiera encantado quedarse en casa leyendo una de sus novelas favoritas. Así que intentó lidiar con esta desagradable situación y se escondió en el rincón más oscuro que pudo encontrar.

La primavera podría significar nuevos comienzos, pero también significaba nuevas reuniones sociales. Presentarse en sociedad la hacía sentir muy incómoda. Se hubiera sentido muy feliz quedándose en casa para pasear por el jardín o simplemente para disfrutar de la luz del sol que entraba por la ventana de su dormitorio. En cambio, se vio obligada a presentarse en un salón de baile y a esconderse en un rincón.

"¿Qué hace una mujer tan encantadora como tú en este oscuro rincón?" Su voz era cálida como la miel en un ardiente día de verano. Su tentadora dulzura la envolvía y le hacía desear el sabor... de algo. También era el mayor libertino de todo Londres. Julian Everleigh, el Duque de Ashley era un afamado seductor. "Ven a bailar conmigo ratoncita".

Lenora arrugó su nariz ante la actitud cariñosa de él. Le fascinaba Julián, pero sabía que no debía aceptar nada que le ofreciera. Visitaba a su primo con suficiente frecuencia y por ello no se sentía afectada por sus coqueteos. Sin embargo, secretamente los disfrutaba y quería saborearlos cada vez que él se dignaba a hablar con ella. "No, gracias", dijo ella en voz baja. "Estoy bien, lo prometo".

A modo de respuesta él se rio con ligereza y luego hizo un mohín con los labios hacia arriba, exhibiendo la sonrisa más pecaminosa que ella había visto jamás. Aunque no había visto muchas... La mayoría de los caballeros no se fijaban en ella y tampoco sonreían al verla. "No deberías prometer algo si no es cierto, pequeña", dijo. "Nunca hago promesas, pues me conozco demasiado bien. Las romperé a la primera oportunidad que se me presente". Julián le guiñó un ojo y la hizo sentir mariposas en el estómago como nunca antes en su vida. "En lugar de prestarle atención a tu promesa, me aseguraré de que recuerdes para siempre este baile. Soy bastante bueno bailando". Extendió su mano. "Ahora, por favor, hazme el honor de pasar un rato conmigo. Necesito desesperadamente protección de avances no deseados". Al hablarle se inclinó lo suficiente para que ella pudiera sentir su cálido aliento. "¿Estás dispuesta a ser mi salvadora?".

En ese momento le habría prometido cualquier cosa, pero se contuvo. Él mismo había dicho que las promesas no significaban nada para él y admitió abiertamente que las rompía a menudo. La promesa que ella estaba a punto de hacer no tendría ningún valor para el duque. Así que sólo se limitó a sonreírle, aunque se mostraba algo indecisa. La sola idea de bailar frente a todo el mundo la aterraba. "Puedo intentarlo..."

"Con eso me basta", le respondió él.

¿Por qué tenía que ser tan guapo? Era demasiado bello y demasiado atractivo como para fijarse en ella. Su cabello rubio dorado rivalizaba con el brillo del sol y sus ojos azules eran más deslumbrantes que el más exquisito zafiro. Ella podría perder fácilmente la cabeza debido a su encantadora apariencia si no se controlaba. "Supongo... supongo", dijo ella tartamudeando. Lenora aclaró su garganta y comenzó de nuevo. "Supongo que sí".

"¿Y entonces?" dijo el duque enarcando una ceja. "¿Bailarás conmigo la siguiente pieza?"

Asintió mientras los principios de un vals llenaban la habitación. Lenora casi gruñó cuando se dio cuenta de que había aceptado bailar con él. El vals era un baile muy íntimo y nunca había bailado uno con un hombre que no fuera su primo. ¡Rayos!, en realidad nunca había bailado con un hombre que no fuera su primo... Eso no le restaba importancia a su dilema. Un vals con el duque causaría un gran revuelo y ella estaría tan cerca de él... Cuando la tomó de la mano, ella tembló. "Guíe el camino, Su Alteza".

La llevó a la pista y luego la hizo girar en el baile antes de que tuviera tiempo de cambiar de opinión, aunque casi lo hizo. Cuanto más se acercaba al centro de la pista y a las miradas entrometidas de la multitud, más nerviosa se ponía. Él actuó con sabiduría al decidir por ella.

Julián era un bailarín increíble, pero eso no debería haberla sorprendido. Todo en él parecía perfecto. "Ahora", comenzó. "Esto no está tan mal, ¿verdad, pequeña?"

Al menos no la había llamado ratón otra vez... "No", ella estuvo de acuerdo. En realidad era muy estimulante. Lenora se sentía como si estuviera flotando en el aire.

"Siempre he considerado que el baile es demasiado decadente para hacerlo bien en un lugar público", comenzó. "Al menos el tipo de baile que yo prefiero".

Ella juntó las cejas. "Creo que no comprendo lo que dices..."

"No esperaba que lo hicieras", respondió en secreto. "Quizás algún día podrás entenderlo. Tal vez me lo digas cuando lo hagas". La comisura de su labio se giró hacia arriba casi... con arrogancia. Como si conociera todos los secretos del mundo...

"Sospecho, Su Gracia, que nuestros caminos no se cruzarán mucho en los próximos años". El duque es uno de los amigos de su primo, pero ella esperaba en el futuro poder vivir por su cuenta. Una vez que alcanzará la mayoría de edad en unos pocos meses, ella planeaba viajar. Tal vez a Italia... No lo había decidido aún. "No frecuentamos el mismo círculo y con el tiempo las pequeñas conexiones que tenemos desaparecerán".

"Tal vez", estuvo de acuerdo. "El tiempo lo dirá, supongo." La hizo girar por el suelo con maestría y elegancia.

Lenora nunca olvidaría este momento. Probablemente nunca volvería a bailar, al menos no de esta manera. Se sentía contenta de haber aceptado la invitación del duque. Tras este baile, iría directamente a su rincón favorito para esconderse. En sus momentos más oscuros recordaría este vals, y a Julián con cariño. Pensó que quizás ella tuviese una oportunidad de algo más con él... Pero luego sacudió rápidamente ese pensamiento. Amarlo era una idea terrible y quizás lo único que lamentaba. Fue amable con ella, pero no debía esperar nada más de él.

Los acordes del vals cesaron y se sintió decepcionada. Trató de rechazar su petición al principio y ahora no deseaba que el baile terminara. El duque la hizo girar por última vez alrededor de la pista y luego la condujo a donde había empezado el baile. Se inclinó y besó su mano enguantada. "Gracias por su benevolencia, mi señora". Sus ojos azules brillaron con picardía. "Y por ser mi protectora cuando lo necesito".

Ella debería agradecerle. Él había despertado en ella sentimientos que ella creía enterrados desde hace mucho tiempo. Su corazón estallaba de felicidad y pasión por este hombre. "No necesitabas mi protección y tampoco necesitabas bailar conmigo", dijo ella frunciendo el ceño. Lenora aún no lograba dilucidar los motivos que tuvo el duque para invitarla a bailar con tanta insistencia. "De cualquier manera el baile fue encantador. Estoy agradecida de haber aceptado bailar con usted".

Se rio ligeramente y sacudió la cabeza. "Ratoncita, siempre tan formal". Julian se inclinó de nuevo. "El placer ha sido mío". Miró por encima del hombro de ella y luego volvió a mirarla. "Perdóname", dijo. "Debo atender algo importante". Su sonrisa era brillante y parecía genuina. "Disfrute del resto de la noche, mi señora." Con esas palabras giró sobre sus talones y se dirigió en la dirección opuesta.

Lenora sonrió mientras lo veía alejarse. Empezaba a creer que lo había juzgado mal. Había sido encantador, como era de esperar, pero también amable y generoso con su tiempo. Al duque no se le había pedido que bailara con ella. Ningún caballero lo hizo. Eso hizo que su atención fuera aún más valiosa para ella.

Se alejó de su rincón favorito por primera vez en toda la noche. Antes no contaba porque Julian tuvo que convencerla de que saliera de allí. Tal vez debería dejar el salón de baile y explorar los jardines. Estaba empezando a sofocarse en el salón de baile. Su corazón estaba a punto de estallar de pura felicidad. Se abrazó a sí misma y se dio la vuelta mientras bajaba por el pasillo vacío que llevaba al balcón. Había una pequeña escalera en el balcón que conducía a los jardines.

En ese momento escuchó el eco de dos voces. Dos voces masculinas y ambas eran reconocibles.

"¿Bailó ella?" Su primo preguntó. ¿Por qué estaba Bennett tan preocupado por si bailaba o no? ¿Por qué no podía dejarla tomar sus propias decisiones?

"Por supuesto que lo hizo", respondió Julian. "¿Dudas de mi capacidad para fascinar a una mujer?" Sonaba tan... indignado. ¿Fue porque tuvo que bailar con Lenora o porque Bennett había dudado de su capacidad? "Puedo convencer a cualquier mujer de hacer, bueno, cualquier cosa", se jactó. "¿Pero un patito feo? Eso no es ni siquiera un desafío".

Ella se había sentido exultante hasta ese momento. Ahora toda la alegría que había experimentado se esfumó en un instante. El duque parecía tan amable... ¿Cómo se había equivocado tanto?

"Tu interés por ella debería haber despertado el interés de todos los caballeros elegibles del salón", dijo Bennett. "Querrán saber por qué el Duque de Ashley se dignó a bailar con un patito feo. Pronto estará muy solicitada".

No quería que nadie la solicitara... Una parte de ella odiaba a su primo por haberse inmiscuido en su vida de esta manera. ¿Por qué le pidió a su amigo que le prestara atención? ¿Tanto quería deshacerse de ella? Ella pensaba que su primo en realidad la apreciaba…

"Te he hecho este favor", dijo el duque. "No me lo pidas nunca más". Su tono era duro e inflexible. Ella sintió que su frágil corazón se rompía en mil pedazos. Había estado a punto de enamorarse de él. El Duque de Ashley no merecía su afecto. Lenora dudaba que él fuera digno del amor de cualquier mujer.

Las lágrimas le ardían en los ojos y resbalaban por su mejilla. Las borró con un solo movimiento de sus manos. Su llanto era tan inútil como su habilidad para leer a la gente. Lenora endureció su corazón en ese momento. Nunca más actuaría como una tonta. Era hora de que aprendiera a abrirse camino en la sociedad sin permitir que nadie jugara con su corazón de nuevo.

Nunca más se dejaría engañar, pero tenía mucho que aprender. Había una persona que podía enseñarla y ella haría lo que fuera necesario para convencerla. Esa persona era la nueva Lulia Prescott, la duquesa gitana de Clare...

Con su decisión tomada, salió corriendo del salón de baile y caminó hasta la casa de Holton. Necesitaba una buena noche de descanso antes de comenzar su viaje. Su primera parada sería en Tenby, Gales, para visitar a la duquesa. Después de eso, viajaría según lo planeado. Cuando retornara a Londres, sería una mujer completamente diferente.

Una Oportunidad Para Amar

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