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CAPÍTULO DOS

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Lenora estaba sentada en la sala de estar de la casa de su primo Bennett mirando por la ventana. Estaba completamente sola. Bennett y su esposa, Katherine estaban en su granja de caballos y no volverían a Londres hasta que naciera un potro. Esto le ofreció un tiempo para considerar su propio regreso a Londres y los sentimientos que la invadían.

Su asistencia al baile había sido un éxito. Luca había distraído a muchos, pero aún había varios individuos que notaron su llegada también. La mayoría caballeros... que habían sido su objetivo todo el tiempo. Los caballeros y los dandies asegurarían su incesante popularidad. Las damas, por celos o por su propio deseo de ser la estrella de la temporada, se acercarían a ella. Ahora que se presentaba en su primer baile de la temporada necesitaba decidir qué invitaciones aceptar.

La mañana siguiente al baile, estaba inundada de invitaciones personales a bailes, cenas, veladas y fiestas en el jardín. Cualquier cosa y todo lo imaginable estaba a su alcance bien sea para aceptar o rechazar. Durante la noche se convirtió en la estrella de la temporada, un diamante, la única dama que todos clamaban por tener en su evento. No era una tonta. Luca había jugado un papel importante en su éxito. Lenora no podía servirse de él indefinidamente. Había pasado los últimos dos años mejorando y tuvo que aprender a gustar de la persona en la que se había convertido. Aunque no creía que le debía nada a nadie, quería ser la mejor persona que pudiera ser. Eso significaba enfrentarse al mundo y no huir de él.

"Perdóneme, mi señora", dijo el mayordomo interrumpiendo los pensamientos de Lenora. "¿Está usted disponible ahora para recibir visitas?"

Aunque durante la noche anterior todo había salido bien, ella no esperaba ninguna visita todavía. No estaba segura de cómo manejar la situación. ¿Quién podría querer visitarla ahora? Tomó una decisión interna y dijo: "Sí. Por favor, que también envíen refrigerios".

El mayordomo se inclinó. "Muy bien, mi señora. Entonces haré pasar a su invitado". Giró sobre sus talones y salió de la habitación.

No mucho después de que el mayordomo se fuera, entró una mujer. Lenora suspiró aliviada. Debería haber esperado que Lulia viniera a visitarla. Después de todo, ella era quién la había ayudado a salir de su caparazón. "Su Gracia", saludó Lenora. "Por favor, únase a mí".

"Basta de esas formalidades", dijo Lulia mientras agitaba la mano. Se adentró en la habitación y se sentó en un sofá cercano. "Podrías haberme escrito para informarme de tus planes de regresar a Londres. Confío en que te haya ido bien en tu viaje".

Lenora asintió. "Mis disculpas. Ojalá hubiéramos tenido la oportunidad de hablar anoche. Fue... algo no planeado". Ella frunció el ceño. Cuando Luca sugirió que volvieran antes de lo previsto, no tuvo tiempo de escribirle a Lulia sobre ello. "Parecía apropiado que volviéramos al comienzo de la temporada de primavera. Para... revelar mi nuevo yo".

"Estoy de acuerdo", dijo Lulia. "Luca estaba rodeado de un buen número de admiradoras en el baile, así que tampoco tuve la oportunidad de hablar con él”, dijo ella sonriendo con sagacidad. "Sin embargo, tuve una interesante conversación con el Duque de Ashley".

"¿Oh?" Lenora alzó una ceja. "Yo también hablé con él. Por favor, dime, ¿qué te dijo el duque?"

Todavía estaba molesta con él. Estuvo tan encantador, como siempre, pero no la había reconocido en absoluto. Ella todavía no entendía cómo él ni siquiera pudo escuchar el anuncio de su nombre. Se presentó, pero no sabía quién era ella. Había algo un poco extraño en eso. Quizás ella le preguntaría sobre esto la próxima vez que se encontraran. No tenía ninguna duda de que se volverían a ver. Era inevitable, en realidad. Se estaba quedando en la casa de Bennett mientras compraba su propia casa. Como no tenía ninguna intención de casarse, necesitaría su propio hogar. Londres era su hogar y planeaba establecerse allí a la primera oportunidad.

"Quería hablar con Luca", comenzó Lulia. "Como recuerdas, nuestro príncipe favorito estaba muy ocupado, así que tuvo que conformarse con hablar conmigo". Levantó las manos y formó un campanario con ellas, luego juntó las puntas de los dedos. "Quería saber más sobre ti", dijo ella sacudiendo la cabeza. "Es increíble lo ciego que puede ser un hombre".

"Estoy de acuerdo", dijo. "Se sentirá como un verdadero idiota cuando se dé cuenta de quién soy.", dijo golpeando con su mano el brazo de su silla. "No estoy segura de qué hacer con esta información. Nunca pensé que no me reconocería". Lenora necesitaba darle un cierre a lo que había pasado entre ella y el Duque de Ashley. Si él ni siquiera sabía quién era ella, ¿cómo podría lograrlo? "Tal vez debería seguir adelante y olvidarme de él por completo".

"¿Crees que puedes hacer eso?" preguntó Lulia. "Sería mejor para ti si pudieras seguir adelante, pero no creo que sea algo fácil de lograr".

Una criada abrió la puerta y entró con una bandeja. "Perdone la interrupción", dijo. "He traído el refrigerio que pidió, mi señora". Dos platos de comida junto con todo lo necesario para disfrutar de un buen té se mostraban frente a ellas.

Lulia se lamió los labios. "Me alegro de que hayas pensado en esto", dijo y se acercó a la bandeja. "Me muero de hambre".

Lenora puso los ojos en blanco. "Siempre tienes hambre. Si me hubiera sabido que tú eras mi visitante habría pedido más comida. Sírvete tú misma". La última observación era innecesaria pues Lulia ya estaba llenando un plato con pasteles. La criada hizo una reverencia y salió de la habitación en silencio.

Esperó a que Lulia volviera a su asiento y luego respondió a su pregunta anterior. "No estoy segura de poder renunciar a mi venganza contra el Duque de Ashley. Esperaré un tiempo y luego decidiré que hacer".

"Creo que es una sabia decisión", respondió Lulia con la boca llena de pastel.

Después de eso, hablaron de temas más agradables y disfrutaron genuinamente de la tarde. Cuando Lulia se fue, escribió una nota y se la envió a Luca. Tendría que discutir con él su próxima aparición pública a la brevedad posible...


Julian entró en su club y se dirigió a la trastienda. Ocupó una mesa y esperó a que uno de los sirvientes del club le trajera una bebida. No había podido descubrir la identidad de su dama misteriosa. Cuando fue a buscar a Fin a la sala de cartas no lo encontró. Su duquesa no había estado mintiendo. Su marido no estaba en el baile y no podía proporcionar a Julian ninguna información.

El sirviente trajo una copa de brandy y la puso delante de Julian. "¿Necesita algo más, Su Gracia?"

"No, eso es todo", dijo Julian. "De hecho, tráeme la botella entera de brandy". Quería beber hasta que estuviera completamente embriagado. Julian odiaba fracasar en cualquier cosa.

Apuró su vaso mientras el sirviente traía la botella. Julian comenzó a beber pero en forma más pausada esta vez.

"¿Por qué estás bebiendo?", preguntó un hombre. Julian levantó la vista y se encontró con su amigo, el Conde de Northesk.

"Northesk", lo saludó. "No me di cuenta de que habías vuelto del campo. ¿Cómo están tu esposa e hijo?" El hijo del Conde de Northesk tenía que tener ya un año. Julián tendía a perder la noción del tiempo en cuanto a la edad de los niños. Este tipo de cosas no le importaba mucho...

"Mi familia está bien", le respondió Northesk. "No has respondido a mi pregunta".

"¿Crees que necesito una razón para beber?”, dijo Julián alzando una ceja y levantando su copa de brandy. "Cualquier día es un buen día para beber demasiado y pasar un buen rato. Siéntate y tómate una copa conmigo".

Todos sus amigos estaban felizmente casados. Era casi... asqueroso. Ahora pasaba demasiado tiempo solo. Julian no entendía por qué todos habían decidido enamorarse y encadenarse a una mujer por el resto de sus días. El amor, en su opinión, era tóxico. Convertía a un hombre en alguien completamente distinto. Julian no tenía ningún deseo de ser otra cosa que la persona que era. Ninguna mujer iba a cambiarlo. Dejando de lado su actual obsesión... una mujer no lo controlaría. Nunca.

"Pasaré del brandy", respondió Northesk. "Pero me uniré a ti". Sacó una silla y se sentó junto a él. "¿Sabes algo de Holton?".

El marqués estaba en la granja de caballos de su esposa. Han permanecido muchos días allí. "No sé nada de él. ¿Hay alguna razón por la que necesite hablar con él?".

"No", Lord Northesk sacudió la cabeza. "Escuché un rumor de que su prima, Lady Lenora regresó a Londres. Diana la conoce y quiere visitarla. Ninguno de los dos está seguro de dónde se ha instalado".

Julian frunció el ceño. Se había olvidado de la prima del Marqués de Holton. No la había visto en un par de años. La dama era una completa flor y una tímida ratoncita. Bailó con ella una vez como un favor a Holton. Ella había sido intrascendente para, la había descartado por no ser resaltante y se había olvidado de su existencia. Él tendía a hacer eso a menudo. Quizá debería cambiar su forma de tratar a la gente... Julian podía ser un poco idiota y actuaba en forma egoísta la mayoría de las veces.

Pasó su dedo por el borde de su vaso. "No sabía nada sobre el paradero de su prima", respondió. "Apenas conocía a la chica. Demonios, dudo que la reconociera si la tuviera frente a mí". Sus rasgos eran un poco borrosos en sus recuerdos. Tenía el cabello castaño... y eso era todo lo que él podía recordar. Realmente era un imbécil... Si se cruzaba con Lady Lenora otra vez se disculparía por ser un idiota engreído. Nadie debería ser tratado tan mal. Vació el contenido de su vaso... otra vez.

El conde sacudió su cabeza. "No deberías pasar tanto tiempo solo, amigo mío. Estás de un humor bastante sombrío".

"No estoy seguro de saber lo que quieres decir", respondió Julian evasivamente.

"Sí, lo sabes", dijo el conde con firmeza. "Pero no voy a presionarte. Sé cómo te pones en esta época del año. Olvidas que nos conocemos desde Eton. No puedes ocultarme nada".

Julian lo dudaba. Aunque Northesk sabía más sobre él que la mayoría de la gente. El Conde de Northesk y el Marqués de Holton eran sus dos amigos más cercanos. Tendían a contarse todo el uno al otro, la mayoría de las veces. Si le pedía a Northesk que le ayudara a descubrir la identidad de su dama misteriosa, probablemente le ayudaría. Sin embargo, algo impidió que Julian se lo pidiera. No quería involucrar a su amigo por alguna razón y no sabía muy bien por qué.

"Eso puede ser verdad", comenzó Julian. "Pero no me apetece mucho reavivar viejas heridas en este momento". En cambio, tomó un generoso trago de brandy. A este ritmo, estaría completamente embriagado en cuestión de minutos en lugar de horas.

"Muy bien”, dijo Northesk asintiendo. "Pero si cambias de opinión...".

"No lo haré", le interrumpió Julian. "Algunas cosas es mejor olvidarlas". Solo necesitaba ocupar su mente en otra cosa para distraerse de los demonios de su pasado... por ejemplo, investigar todo sobre su dama misteriosa y el príncipe que la acompañaba.

"Como quieras", respondió el conde. "Siempre haces lo que te parece. Te dejaré con tu brandy". Northesk se puso de pie. "Voy a ir a casa con mi familia. Si quieres compañía sabes dónde encontrarme". Con esas palabras se dio la vuelta y dejó solo a Julian.

Su amigo tenía buenas intenciones, pero Julian no quería oscurecer su mente con los males del pasado. Era mejor que lo arreglara todo por su cuenta, pero primero tenía la intención de terminar la botella de brandy y tal vez pedir otra antes de salir del club.

Una Oportunidad Para Amar

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