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PLACIDO 1
V

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Despues de conocer la vida de Plácido tratemos de saber la popularidad que alcanzó en el estrangero y las traducciones que de sus versos se han hecho. Para este trabajo ameno y que alhaga nuestro amor propio, no tenemos más que estractar la parte que á él se refiere de nuestro opúsculo Cuba literaria en el extranjero (inédito).

Quizás ninguno, inclusos los dos que acabamos de analizar (Heredia y Avellaneda) haya logrado más voga que Plácido, fuera de la tierra natal. Su Plegaria, difícil será hallar idioma culto moderno en que no se haya reproducido17 y hubiera pasado á los antiguos si aun hubiera quien necesitara leerla en aquellas lenguas. Plácido es de todos nuestros poetas el más apto para hacer conocer á los de afuera la índole de nuestro suelo y tendencia de nuestra amena literatura; es esencialmente cubano, más aún que el Cucalambé y Poveda que le son inmensamente inferiores: no canta sino á Cuba y si alguna vez su fantasía sale de ella es para cubanizar, por decirlo así, todo lo que pinta.

Y cosa que debe llamar la atencion es lo poco conocidas que son esas traducciones en Cuba: es verdad que poseyendo el original no hemos de ir á saborear nuestros poetas por las copias siempre inferiores; pero nada ensalza tanto á una obra ó á una literatura como el que se la crea digna de ser conocida universalmente, y si á fuer de cubanos nos envanece la multitud de versiones que de nuestras obras se han hecho, tambien nos duele que la mayoría de ellas solo sean conocidas de los bibliófilos. ¿En cuál de nuestras bibliotecas se encuentran Kennedy, Maddens, y otros que nos han honrado difundiendo en otras rejiones los pensamientos madurados al calor de nuestro clima? No fué tan severo La Luz cuando dijo que entre nosotros son muchos los que estudian de los idiomas lo suficiente para pedantear: solo son aquí populares las mal escojidas traducciones de Mr. Aveline y las de Mr. Vingut contenidas en la obra Gems of spanish poetry, impresa por 1854.

Tenemos delante en este momento la traduccion de Mr. Fontaine (Poesies complétes de Placido, G. de la C. Valdés, Paris 1863) y es la que vamos á analizar por ser de las más conocidas. Mr. Fontaine, gran apreciador de nuestra literatura, residió en Cuba en los años corridos del 39 al 48 y se hallaba por lo tanto aquí cuando ocurrieron las repugnantes escenas de la Escalera.

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Solo en francés hemos visto cinco versiones de las cuales tres en verso: de estas la mejor es la de Mr. Fontaine, de aquellas la de Villemain. Las dos citadas son anteriores á la traduccion completa de Plácido que hizo al aleman Duzanna de Ochoa, Hannover. La plegaria fué tambien muy bien interpretada por Longfellow, traduccion que apareció en North American Review, Boston, tomo 68, página 129 y siguientes en un opúsculo sobre poetas cubanos, vidas y caractéres, segun datos que creemos su ministró el Sr. Guiteras de Matanzas. D. Narciso Campillo y Correa, catedrático de Retórica y Poética en el Instituto del Noviciado de Madrid, inserta en una obra suya la Plegaria á Dios á la que llama «un modelo de deprecacion.»

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