Читать книгу Discriminación y privilegios en la migración calificada - Camelia Tigau - Страница 10

INTRODUCCIÓN

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Este libro plantea que los profesionistas mexicanos en Texas son una doble minoría: por un lado, elites educativas privilegiadas y, por otro, parte de un grupo étnico históricamente considerado menos calificado o capacitado para el trabajo intelectual en Estados Unidos. Además de ser una minoría estadís­tica, los profesionistas mexicanos en Texas también son una minoría real y psicológica, ya que funcionan como chivos expiatorios para ciertos cuestionamien­tos económicos y culturales de la globalización. Sin embargo, pocos mi­grantes calificados cuestionan su permanencia en Estados Unidos, porque desean mejorar sus condiciones de vida y, sobre todo, su trayectoria profesional.

Esta obra es producto de los resultados combinados de varios proyectos de investigación que se llevaron a cabo desde mediados de 2016 hasta principios de 2019. En primer lugar, deriva de dos investigaciones relacionadas: “Trabajo calificado migrante versus endógeno en Estados Unidos: estudio de caso de profesionistas mexicanos en el estado de Texas”, que efectué durante una estancia académica en el Centro México, del Instituto Baker de Políticas Públicas, de la Universidad de Rice, en Houston, y “Los embajadores culturales: la diáspora de talentos mexicanos en Texas a través de la historia oral (1979 a 2000)”, que consistió en trabajo de archivo en la Colección Latinoamericana “Nettie Lee Benson”, de la Universidad de Texas en Austin. En segundo lugar, es parte de un proyecto institucional más amplio llevado a cabo en el Centro de Investigaciones sobre América del Norte, titulado “Zonas de contacto para la diáspora calificada en América del Norte: diplomacia pública para el codesarrollo”.

Se trata de un manuscrito original por lo menos en un sentido: sus resultados parciales han sido referidos sólo brevemente en algunos artículos de investigación, y todos los capítulos que contiene fueron escritos exclusivamente para el propósito de esta obra.

A pesar de basarse en un estudio de caso —los profesionistas mexicanos en Texas— este libro no deja de ser un estudio con pretensiones de gene­ralización sobre la migración calificada. El lente magnificado de un estudio de caso multifacético como el que se presenta a continuación nos permite comprender un microsistema susceptible de reproducirse en otros espacios y momentos.

La investigación se lleva a cabo en los años inmediatamente antes y des­pués de la llegada al poder de Donald Trump en Estados Unidos, el 8 de no­viembre de 2018. Por lo tanto, además de los antecedentes históricos importan también las condiciones particulares de xenofobia y el discurso racista durante la campaña electoral, así como las primeras medidas en materia de po­lítica migratoria. Al respecto, describo las condiciones de vulnerabilidad de ciertas poblaciones, como los latinos, los migrantes de países musulmanes y los de la India, debidas a la suspensión temporal de las visas H-1B, que general­men­te son otorgadas a trabajadores del conocimiento,1 y su subsecuente re­forma para restringir su uso sólo para trabajadores extranjeros con posgrados. De esta forma, se explica el surgimiento de un nuevo paradigma o, por lo menos, de una nueva etapa en la historia de la migración calificada, en la cual pasamos de los antiguos lamentos de la “fuga de cerebros” de los países de origen a un “rechazo de cerebros” aun en los países tradicionales de destino, como reacción cultural y económica a la globalización.

El caso de Texas

Se dice que en Texas todo es más grande, incluido el número de migrantes que ha recibido históricamente. A principios del siglo XX, el río Grande era la imagen de una frontera abierta entre México y Estados Unidos. Texas era el punto de entrada principal, de donde se redistribuía la migración hacia otros estados. Tres de cada cuatro migrantes pasaban por Texas y la mayoría, desde aquel entonces, eran hombres jóvenes mexicanos (Miller, 1980).

Hoy día, Texas pasó del primero al sexto lugar en cuanto al número de migrantes recibidos, pero es el estado con más migrantes indocumentados a nivel federal. Se estima que de un total de 4.7 millones de inmigrantes, el 38 por ciento son indocumentados (Trovall, 2019).

Según los defensores de la migración, los trabajadores extranjeros contribuyen activamente con la economía del estado, lo cual entre otras cosas propició una rápida recuperación de la crisis de 2008, así como que los suel­dos sigan incrementándose (Taboh, 2016). En particular, los hispanos representan el 20.6 por ciento del poder de compra en Texas (New American Economy y Unidosus, 2017). En 2017, se trataba de la entidad con más visas H-1B destinadas a trabajadores de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en Estados Unidos (68 460), sólo después de California, a quienes se les ofrecían sueldos promedio de 79 940 dólares anuales.

La mayoría de los migrantes todavía son mexicanos (el 60 por ciento), segui­dos por los de Asia (sobre todo de Filipinas y Vietnam) y otras partes de Amé­rica Latina (principalmente de El Salvador). A diferencia del contexto general en Estados Unidos, el número de inmigrantes de la India y China a Texas continúa siendo relativamente pequeño, aunque aumentó al 53 por ciento en la última década (South Texas Economic Development Center, 2017). Los inmi­grantes no sólo han transformado la demografía de la región, sino también la diversidad de sus culturas e idiomas. Hoy en día, uno de cada tres texanos habla en casa un idioma que no es el inglés; entre ellos, el español y el vietnamita.

En general, los mexicanos que emigran al sur de Estados Unidos han aumentado su nivel educativo paulatinamente, ya que se calcula que el 9.4 por ciento de ellos tienen licenciatura o posgrado, a diferencia de un 6.2 por cien­to para Estados Unidos en general (South Texas Economic Development Center, 2015). En cambio, el porcentaje de mexicanos de segunda generación con ese mismo nivel de estudios es del 29.6 por ciento (Conapo y Fundación BBVA Bancomer, 2015), lo que indica una población que mejora significa­tiva­men­te su nivel educativo con los años. Aun así, cabe señalar que la de educación universitaria todavía constituye una elite minoritaria.

Según datos del Consulado de México en Houston, los migrantes mexicanos a Texas provienen principalmente de San Luis Potosí (el 14 por ciento), Guanajuato (el 13 por ciento), Nuevo León (el 11 por ciento, particularmente de la zona urbana de Monterrey), Tamaulipas (el 10 por ciento) y Ciudad de México (el 4 por ciento). Como en otros estados fronterizos, la frecuencia de la mi­gra­ción circular impide conocer con exactitud cuántos viven realmente en Estados Unidos y cuántos son mexicanos de tercera o cuarta generaciones.

Al ser un estado limítrofe que alguna vez fue parte del territorio mexicano, Texas es próximo no sólo geográficamente, sino también culturalmente. Uno de los informantes para este libro recuerda el proceso de escoger a Texas como lugar de destino, por su propiedad de estar “en el límite entre lo que está cerca y lo que está lejos”, para así encontrarse cerca de México sin vivir en el país. El mismo informante nos cuenta sobre la importancia de la cultura mexicana en la entidad del sur estadounidense, en donde los texanos comen guacamole y rompen piñatas en las fiestas. Sin embargo, también comenta sobre las diferencias en las identidades entre varios miembros de la comunidad mexicana, que serán objeto central de estudio de este libro:

Texas se parece mucho a Yucatán. Ambos obtuvieron su independencia casi al mismo tiempo.2 Tanto Texas como Yucatán estuvieron segregados del resto de México por mucho tiempo, geográficamente y por estar lejos de las principales fuentes industriales.

En cuanto a la movilidad social, es donde hay una diferencia sustantiva entre el que está legalmente aquí y el que está ilegalmente. Entonces es una cuestión de principio y eso causa conflicto [...]. El candidato republicano para el estado de Texas tiene una visión totalmente antiinmigrante que va contra la aceptación y el reconocimiento de los mexicanos o de los migrantes mexicanos aquí en el estado; no entiende que los mexicanos están regresando a México, que los inmigrantes que menciona en su discurso político ni siquiera son mexicanos [risas], o sea, quiere decir que es personal, ¿no?; que utiliza la figura del mexicano, del migrante mexicano ilegal, como una amenaza [...]; muchos conservadores en Texas no reconocen al inmigrante, no quieren darle una salida legal, su posición es dual, o sea, los ilegales tienen que salir de aquí, no hay que darles ningún reconocimiento. Tenemos estudiantes que se gradúan de Texas A & M que no tienen un estatus migratorio, se gradúan de ingenieros, pero no pueden trabajar en la misma universidad. Es un conflicto brutal [...]. Yo voy a la escuela de mis hijos y veo a muchos hijos de migrantes que están senta­dos con los míos y hablamos con ellos y convivimos con ellos en la escuela y sabemos que contribuyen activamente para la economía de la región, que pagan im­­pues­tos, pero al mismo tiempo oímos el otro discurso, ¿no?; el discurso del poder que no los quiere.3

Uno de los activistas entrevistados confirma esta misma percepción sobre el racismo en Texas y cómo crea conflictos en la comunidad de mexicanos. Lo vincula con la ideología de la supremacía blanca y la política del Destino Manifiesto, con las barreras históricas estructurales que han impedido la reforma migratoria y que regulan el acceso a los recursos y el bienestar. Para él, los migrantes pueden ser buenos aliados para defender a la de­mo­cracia en Estados Unidos: “el Sur tiene un nivel de racismo estructural y abierto mucho más descarado que el Norte [...]; el Sur todavía está en una situación de miedo, y el nivel de violencia estatal contra los afroamericanos todavía tiene un nivel de legitimidad muchísimo mayor, y sobre todo en las áreas rurales el Ku Klux Klan está vivito y coleando; entonces el racismo todavía tiene expresiones, tanto en política pública como en la vida cotidiana”.4

El racismo está, entonces, inmerso en un doble conflicto: tanto entre los migrantes mexicanos y la sociedad de acogida, como dentro de la misma comunidad de mexicanos en Texas. A través del acceso al sistema legal y las visas se crea la dicotomía entre los documentados y los indocumentados. Ge­neralmente, esta división corresponde también a la diferencia de clases sociales que se exporta desde México, ya que los indocumentados tienden a contar con una escolaridad baja, mientras que los documentados son calificados o altamente calificados.

Paradójicamente, el migrante calificado, muchas veces proveniente de las clases medias en México, pasa de ser una minoría privilegiada en su país a formar parte de un grupo social generalmente despreciado en Estados Unidos. A la hora de ser confundidos con los migrantes indocumentados, los profesionistas son vulnerabilizados como minorías migrantes, por lo que muchas veces surgen las tensiones entre los profesionistas que desprecian a los indocumentados por afectar su imagen, mientras que estos últimos acusan a los primeros por su poca colaboración y escasa hermandad. De esta forma, la diferencia de clases traspasa fronteras e impide la cohesión de la diás­pora mexicana.

La estancia en la Universidad de Rice me permitió solicitar información sobre la entrada de profesionistas mexicanos a Texas en el periodo 2006-2016, por medio de la Ley de Libertad de la Información (Freedom of Information Act, FOIA). A pesar de que se pidió información de las entradas con los diversos tipos de visado a los que pueden acceder los trabajadores mexicanos calificados, los datos obtenidos son principalmente sobre las visas B1, TN2 y L1, pero por razones de confidencialidad no se especifican aspectos esenciales, como lugar de origen en México o fecha de nacimiento. Sin embargo, pudimos constatar que los sueldos reportados están entre un máximo de 2 077 365 dólares anuales para un ejecutivo de una transnacional que estudió administración de negocios, con grado de maestría, y los 2 400 dólares al año, para alguien que estudió lo mismo pero suponemos que sólo tuvo un empleo parcial. La desigualdad de in­gresos confirma la existencia de mexicanos que provienen de ambientes y pro­fesiones muy diferentes, con posiciones sociales muy variadas fuera del país.

La migración hacia las ciudades texanas

La mayoría de la migración calificada a Texas se dirige a las grandes ciudades como Houston, Austin, Dallas, pero también a otras más pequeñas como College Station, lugares de atracción por tratarse de centros urbanos menos conservadores que en el resto del estado. Las metrópolis texanas tendrán un papel especial a lo largo del estudio empírico, ya que la mayoría de los entre­vistados residen en ellas. Cada una de estas ciudades tiene su interés especial para el estudio de la migración calificada.

La ciudad de Austin está en el séptimo lugar de Estados Unidos entre las ciudades con una mayor proporción de oferta laboral en tecnología. El 10 por ciento de los migrantes a Austin trabajan en dicha área, comparado con el 19 por ciento en San José, California, que se ubica en el primer lugar (Dutton, 2017).

La ciudad de College Station, a pesar de ser pequeña, también presenta sus peculiaridades. Treinta y dos de cada cien trabajadores extranjeros altamente calificados tienen una visa H-1B, y de éstos, el 99 por ciento trabajan en Cognizant Technology Solutions Corp., una compañía de consultoría mul­tinacional (Cao, 2018). Según datos del Pew Research Center, College Station ha sido la ciudad con más aprobaciones de visas H-1B en todo el país entre 2010 y 2016, proporcionalmente hablando. En comparación, ninguna otra área metropolitana tenía más de cinco aprobaciones H-1B por cada cien trabajadores (Sood, 2018).

Ahora bien, el núcleo de la investigación fue Houston, considerado por algunos como un oasis multicultural dentro de un estado con significativa discriminación en contra de los extranjeros. Efectivamente, Houston es una de las ciudades más diversas de Estados Unidos y del mundo, con un número de migrantes en aumento; los de origen mexicano representan el 10 por ciento de una población de 6.3 millones de habitantes (Capps, Fix y Nwosu, 2015). Los medios describen Houston como un “unicornio para la migración califica­da” (Najarro, 2017) y una de las ciudades en donde más empleadores aplican para las visas H-1B, dirigidas a trabajadores de alta tecnología.

Las estadísticas muestran que, en promedio, los mexicanos recién llegados a Houston tienden a tener un nivel de educación inferior al de la población asiática, ganan menos y se naturalizan en menor medida que otros grupos de migrantes, como los vietnamitas, los indios y los chinos. Los mexicanos estuvieron entre los primeros migrantes a la región; sin embargo, puede observarse que sus flujos se desaceleran: para el periodo 2000-2012 la población de origen mexicano sólo aumentó un 32 por ciento, comparado con un 132 por ciento en el caso de Guatemala, el 83 por ciento en el de la India y el 73 por ciento para Pakistán (Capps, Fix y Nwosu, 2015).

El cónsul de México en Houston, Óscar Solís, afirma que esta ciudad es incluso más multicultural que Nueva York, aunque la población extranjera no es tan visible por tener “poca población flotante”, es decir, la gente va a Houston directamente a vivir y no tanto a visitar. En sus palabras, “la economía de Houston es muy sólida porque no descansa en un solo pilar; no es sólo el sector energético, sino también los de la salud, la industria aeroespacial, la construcción, el comercio, los servicios”.5

Mucha de la migración de profesionistas mexicanos y asiáticos está vinculada a la existencia de casi “cinco mil empresas relacionadas con la energía, desde extracción de petróleo hasta energía renovable y de última generación”. Sin embargo, a su manera de ver, no hay ninguna organización que agrupe a estos profesionistas mexicanos.

Varios medios locales describen la importancia histórica de los migrantes en la creación de la ciudad de Houston, así como en el mantenimiento de su prosperidad. “La primera ola de migrantes fueron descendientes de escoceses e ingleses que venían de Kentucky y Misuri junto con sus esclavos africanos; la segunda ola significativa emigró de Alemania” (Leftwich, 2016). Después siguieron las migraciones en varias etapas y una de ellas, quizás la más importante para el siglo XX, fue la de mexicanos. Existen descripciones casi poéticas de la estética contemporánea de la ciudad:

Houston consta de superficies: autopistas, estacionamientos de asfalto, rascacielos de vidrio, paneles publicitarios, y millas y millas de la expansión suburbana delineada por tiendas con cajas grandes y cuadradas. Una ciudad que muchos piensan que no tiene pasado, que se elevó directamente desde el pantano, llenando las praderas circundantes con casas de cemento, ranchos y gruesas capas de césped de San Agustín. Houston probablemente habría muerto de hambre sin inmigrantes; en realidad, la ciudad no existiría sin ellos. Los primeros colonos de la ciudad eran ciudadanos estadounidenses que emigraron a México con Stephen F. Austin u otros empresarios a los que se les concedió el derecho de establecerse en el estado mexicano de Coahuila y Texas. Eran inmigrantes estadounidenses que estaban lo suficientemente intrigados por las promesas de dos desarrolladores de tierras nacidos en Nueva York, quienes hablaban de una ciudad portuaria que pronto sería próspera y de los “lujos de los pescados, aves [y] ostras” para mudarse a lo que sería brevemente la capital de la República de Texas6 (Leftwich, 2016).

Hoy día, Houston es considerada una ciudad cosmopolita y amigable con los inmigrantes en el ámbito de los negocios, con abundante oferta de empleo y crecimiento económico, pero segregada por “el racismo y el crimen”:

Los inmigrantes impulsan la economía de Houston, y los líderes empresariales casi por unanimidad están a favor de la reforma migratoria. Aun así, la ciudad está segregada por raza e ingreso. El mapa del censo parece un espejo roto, con fragmentos blancos, negros e hispanos que irradian desde el centro. Los inmigrantes enfrentan desafíos que incluyen el acceso desigual a viviendas, educación, atención médica y trabajos bien remunerados. Lo que tienen a su favor es el emprendedurismo y la ambición. Yo diría que no hay mejor lugar en América del Norte que Houston para buscar una nueva forma de vida. Mientras que las ciudades del norte, como Cleveland y Detroit, se han contraído, el área de Houston crece exponencialmente, de 4.7 millones de personas en 2000 a 6.3 millones en 2013. Gran parte de ese crecimiento proviene de inmigrantes nacidos en el extranjero, que representan el 22 por ciento de la población (entre las ciudades principales, sólo Los Ángeles y Miami tienen una participación mayor) (Berryhill, 2016).

Paradójicamente, las posturas más conservadoras plantean que los migrantes son un drenaje para la red de seguridad social, pero esta posición parece ser casi inexistente en Houston (Berryhill, 2016).

Antecedentes y planteamiento teórico

En el mercado global de competencias, la migración de profesionistas y las diásporas tienen un papel esencial en configurar las nuevas esferas de poder. La teoría de la gobernanza global ubica a los migrantes altamente calificados como actores clave de la globalización. Ellos contribuyen a la formación de las ciudades globales y configuran la nueva división mundial del trabajo; de hecho, son la nueva burguesía o la clase cosmopolita capitalista, según Counihan y Miller (2006: 261).

Más allá del nivel político, interesa la organización de los migrantes como miembros de una misma comunidad de origen (diásporas), como trabajadores integrantes de redes profesionales y comunidades epistémicas, pero también como sujetos que construyen su trayectoria migratoria. Este libro trata, en general, sobre los migrantes calificados en Estados Unidos y, en particular, sobre la descentralización de la política migratoria y su aplicación en el estado de Texas.

Hasta la fecha se han identificado pocos estudios sobre la historia de la migración calificada de mexicanos (Legareta y De la Paz Rivera, 1998), y muchos menos sobre este tipo de migración a Texas (Hernández de León, 1997; Salamanca, 2015), por lo que el planteamiento de esta investigación pretende ser no sólo novedoso, sino también necesario para llenar las lagunas de la bibliografía existente. Sin embargo, sí hay estudios demográficos más generales sobre las características de la población migrante en Texas (Capps, Fix y Nwosu, 2015). Existe también literatura sobre los mexicanos en Texas a principios de siglo XX (Miller, 1980), la política educativa para las minorías que residen en el estado (The Journal of Blacks in Higher Education Foundation, 1998; Harris y Tienda, 2010; Cullen, Long y Reeback, 2013); la lucha para defender los derechos de los mexicanos (Gugliemo, 2006), entre otros aspectos. A partir de la literatura especializada, este estudio aporta una nueva línea de análisis para explorar las consecuencias de los prejuicios hacia los mexicanos en general, para la integración de los profesionistas y para la falta de cohesión de la diáspora mexicana en Texas.

Los conceptos operacionales clave del libro serán los de migrante “calificado” (con estudios de licenciatura) y “altamente calificado” (con posgrado). Un modelo de estudio de la migración anterior, de Boneva y Frieze (2001: 477), presentaba el llamado “síndrome de la personalidad migrante” para mostrar que las personas que desean moverse a otro país tienden a ser más orientadas hacia el trabajo y a estar más motivadas por la realización profesional y por el poder, pero también que están menos animadas por la afiliación personal y menos centradas en la familia, a diferencia de los trabajadores que deciden permanecer en su país de origen. Según las autoras, esta característica sería aún más válida en el caso de los migrantes calificados, quienes privilegian su vida profesional sobre la personal.

Si bien consideramos de vital importancia este antecedente teórico-metodológico, también encontramos que los migrantes calificados, al igual que los de menores calificaciones, centran en la familia su proceso de salida y permanencia en el extranjero. La violencia, la inseguridad y las difíciles condicio­nes de vida en México tienen como consecuencia que los migrantes calificados sean igualmente motivados por factores afectivos (el bienestar de las familias) que por la autorrealización profesional, por lo cual el modelo de personalidad del migrante de Boneva y Frieze tendría que reconsiderarse en función de las situaciones de expulsión-atracción (push-pull) específicas de cada flujo migratorio. Por lo tanto, aquí proponemos un modelo analítico dual de “rechazo vs. privilegios” en la migración calificada, que estudia las contradicciones de este tipo de migración, como los retos de integración en el país de destino y los sentimientos encontrados hacia su país de origen.

El objetivo general del trabajo es demostrar la influencia de la percepción social (opinión negativa) sobre los mexicanos, en las condiciones de integración desigual de los profesionistas de ese país. Si bien este proceso ha cambiado con los años para reconocer la contribución de estos migrantes al estado de Texas en particular y a Estados Unidos en general, aún persisten los estereotipos y la discriminación. Varias preguntas guían el desarrollo de la investigación, entre las cuales destaco las más importantes:

1. ¿Cómo afecta la percepción acerca de los mexicanos como grupo de migrantes de baja calificación en su integración social, laboral y organización como diáspora?

2. ¿Cómo influye el discurso populista en la migración calificada?

3. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de la contratación de trabajado­res profesionistas mexicanos en comparación con otros grupos altamente calificados, como los asiáticos, que prevalecen entre los mi­grantes a Texas?

4. ¿Cuál es la percepción social (medida a través de la cobertura mediática) acerca de los trabajadores extranjeros calificados en Estados Unidos?

Hipótesis y hallazgos

La premisa general de esta investigación consiste en que la presencia de los mexicanos calificados en Texas obedece a ciertas dinámicas de la globalización, en donde las ciudades más heterogéneas étnicamente tienden a atraer más migrantes y, por lo tanto, a prosperar económicamente con base en la multiculturalidad.

Sin embargo, la hipótesis general del libro es que los migrantes mexicanos calificados comparten la percepción global de “los mexicanos en Estados Unidos” como grupo bastante homogéneo, donde predominan migrantes indocumentados y/o de bajas calificaciones, por lo que sus condiciones de contratación y trabajo podrían ser más difíciles que en el caso de los asiáticos y los nativos, debido a prejuicios y discriminación.

Finalmente, planteamos que ha surgido un nuevo paradigma político sobre la migración calificada, según el cual los beneficios de este tipo de mi­gra­ción son cuestionados por primera vez en los países tradicionales de destino. De esta forma, en un contexto de respuesta populista en contra de la globalización, algunos políticos de países occidentales están respondiendo a la antigua crítica de la “fuga de cerebros” en los países de origen con un “recha­zo de cerebros”, para proteger sus propias culturas y economías.

Método y estructura del texto

Esta obra se basa en una gama de metodologías cualitativas: análisis histórico de fuentes primarias, análisis de discursos mediáticos, testimonios de primera fuente con migrantes o recuperados a través de las historias orales. Se recurrió a estas metodologías, que consideramos relevantes para el estudio de la migración calificada, pues ofrecen diferentes perspectivas sobre un mismo problema. En forma similar a nuestro anterior libro, Riesgos de la fuga de cerebros en México. Construcción mediática, posturas gubernamentales y expectativas de los migrantes, recuperamos las voces de actores parecidos, como los medios, los migrantes y los diplomáticos. A ellos les añadimos en esta ocasión a los activistas, además de separar claramente los testimonios de los informantes por profesiones.

En general, la investigación se centró en talentos consumados, es decir, casos importantes de éxito profesional en cuatro ámbitos: a) ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM); b) empresarios; c) médicos y profesionales de la salud, y d) académicos. A manera de contraste, también se incluyen testimonios de jóvenes y estudiantes, talento “en devenir” que podría aún regresar a México. La mayoría de los entrevistados son altamente calificados (con doctorado y posdoctorado).

Cronológicamente hablando hubo un antes y un después respecto de nues­tra estancia de investigación en Texas: en una primera etapa se preparó el trabajo de campo con entrevistas piloto y exploración bibliográfica; después se realizó el estudio de caso propiamente dicho, que consistió fundamentalmente en cincuenta entrevistas con profesionistas de ocho países, más la recuperación de historias orales de migrantes desde 1970 a la fecha, a través de la escucha y transcripción de aproximadamente trece horas de programas radiofónicos.

El libro está dividido en dos partes para separar el nivel macro (contextual) del micro (la vida hoy en nuestro caso de estudio). Una primera parte desglosa los conceptos analíticos, mientras que la segunda comprueba su aplicación a través de historias migratorias que impactan a las comunidades y los individuos. Aunque los testimonios están presentes en todo el libro, en la segunda parte son la esencia de la metodología.

Se pensó la estructura de esta obra en forma piramidal y en este sentido cada capítulo sirve para darle un contexto a lo que sigue, para llegar al final de la historia con un experimento sobre los deseos de emigrar en jóvenes mexicanos. Sin embargo, cada capítulo tiene autonomía y puede leerse en forma independiente de los demás, ya que cuenta con su propia metodología y técnicas de trabajo, que explicaremos con detalles en su momento. Por ahora, presentamos una breve descripción de los métodos y contenidos.

La investigación teórica (capítulo uno) introduce los conceptos de minorías y discriminación, para explicar la doble posibilidad de integración de profesionales extranjeros en Estados Unidos, tanto como elites educativas privilegiadas, como en su calidad de extranjeros (“extraños”), muchas veces sujetos a estigma y rechazo en las comunidades de destino.

El análisis histórico de los capítulos dos y tres sitúa la investigación en tiempo y espacio, con la idea de delimitar a la migración calificada antes y después de la llegada de Donald Trump. El método histórico (capítulo dos) se basa en un análisis de documentos inéditos e historias orales en el Acervo de Libros Raros de la Colección Latinoamericana “Nettie Lee Benson” de la Universidad de Texas en Austin. La finalidad es reconstruir la memoria de los prejuicios y la discriminación en las comunidades mexicanas de Texas, desde principios del siglo XX hasta la actualidad, a partir de la idea de que los mexicanos serían en general dóciles, a veces percibidos como amantes del trabajo, a veces señalados como perezosos, pero casi siempre considerados como un grupo menos preparado para el trabajo intelectual.

La historia del presente (capítulo tres) analiza las nuevas condiciones de la política migratoria y la integración de los migrantes en Estados Unidos, impuestas por el planteamiento populista de la administración de Donald Trump, que tiende a rechazar a las elites de todo tipo, ya sea nativas o extranjeras. Este capítulo aplica el análisis teórico del populismo al estudio del discurso mediático relacionado con la migración calificada en Texas y Estados Unidos entre 2015 y 2018. Los medios de comunicación consultados pueden considerarse como fuentes primarias en la medida en que participan en la cons­­trucción de la opinión pública sobre la migración calificada.

La segunda parte de la investigación da voz a cincuenta profesionistas entrevistados a profundidad durante 2016 y 2017. Los prejuicios se estudian a nivel comunitario (capítulo cuatro) e individual (capítulo cinco). Según se detalla en su momento en la explicación metodológica de cada capítulo, el 82 por ciento de los informantes tienen origen mexicano, mientras que el 18 por cien­to (el grupo de contraste) provienen de otros países de América Latina, Europa, Asia y África.

El capítulo 4 estudia el funcionamiento de los prejuicios, el clasismo y el racismo dentro de la comunidad de mexicanos en Texas, y cómo éstos compiten con el origen común para impedir la consolidación de la diáspora de profesionistas mexicanos y de las redes oficiales de cooperación con el país. Además de los testimonios de los migrantes, en este capítulo recuperamos declaraciones originales de representantes del Servicio Exterior Mexicano.

El capítulo cinco propone un modelo de rechazos y privilegios en la mi­gración calificada para desglosar la integración de los profesionistas mexicanos en Texas en función de sus ocupaciones académicas y productivas. Dicho modelo pretende alcanzar valor heurístico y es susceptible de aplicarse en investigaciones futuras.

Además de las entrevistas, este capítulo incluye un grupo focal mixto con tres médicos mexicanos y uno peruano. Este método vino a complementar las entrevistas a profundidad debido a la dinámica de las interacciones: la posibilidad de una discusión mixta de un tema que les preocupa a los cuatro sobre la migración médica y por ser el único grupo de científicos ubi­cados para este estudio que conviven con otros latinos en su trabajo cotidiano. En cierto sentido, este grupo focal se acerca a la etnografía de laboratorio, ya que entrevisté a los residentes en su lugar de trabajo y pude observar sus interacciones en dos ocasiones.

El grupo de contraste (capítulo seis) estudia lo diferente y lo similar en la migración calificada, ya que contrasta a los profesionistas mexicanos con informantes de otros países. Al establecer paralelos entre situaciones que se buscaron variar en la de medida de lo posible a través del trabajo cualitativo, el lector podrá identificar tendencias generales sobre la migración de capital humano hoy en día, las cuales funcionan como conclusiones.

Finalmente, el epílogo presenta resultados de un experimento con jóvenes mexicanos de entre diecisiete y veinte años, quienes aspiran en su mayoría a emigrar por lo menos temporalmente, a pesar de las situaciones de prejuicios y las dificultades de integración a otras culturas. Al parecer, las condiciones de la globalización y la movilidad prevalecen sobre los intentos de volver al cierre de fronteras.

Los anexos del libro son metodológicos y también representativos de algunas de las historias de migración más emblemáticas encontradas. En ellos se incluyen extractos de seis historias de vida que reconstruyen la trayectoria fascinante de algunos profesionistas, también reconocidos como talentos más allá de las fronteras. En este sentido, los anexos podrían tener utilidad didáctica.

Manejo de fuentes

y privacidad de la información

Los datos de los informantes, incluyendo en la medida de lo posible su profesión, edad, origen en México, años de residir en Estados Unidos, fecha de la entrevista y alguna otra información relevante, están marcados a pie de pá­gina. Casi todos los migrantes serán citados en forma anónima, para proteger su privacidad, aun cuando se trate de personalidades destacadas de los mundos científico y empresarial que tuvieron suficiente confianza para contar sus historias y puntos de vista personales.

Las entrevistas se realizaron en español e inglés, con excepción de una lle­va­da a cabo en rumano. La traducción es libre, buscándose respetar en la medi­da de lo posible el sentido original de lo que declara cada informante y editándose mínimamente el contenido para evitar repeticiones y malentendidos.

El trabajo de traducción del inglés al español ha sido central en la escritura de este libro. Casi todas las fuentes consultadas han sido en inglés, así como la mayoría de las entrevistas con migrantes del grupo de contraste en Texas. En todos los casos, se buscó transmitir la información de la forma más cercana a su sentido original.

1 Las visas H-1B fueron suspendidas por dos periodos de seis meses en 2017 y 2018, respectivamente, con la explicación de que era preciso resolver los casos atrasados y reformar el procesamiento burocrático.

2 1836 y 1841, respectivamente.

3 Ingeniero civil por la Universidad Autónoma de Yucatán, originario de Yucatán, residente en College Station, Texas. Entrevistado el 30 de septiembre de 2016.

4 Pancho Argüelles, activista de la organización “Paz y Puente”. Entrevistado el 7 febrero de 2017.

5 Entrevistado el 7 de octubre de 2016.

6 Houston is a city of surfaces: highways, asphalt parking lots, glass skyscrapers, billboards, and miles and miles of suburban sprawl outlined by flat-topped, big-box stores. A city that many think has no past, that rose directly from the swamp, taming the surrounding prairies with concrete, ranch houses, and lawns of thick St. Augustine grass. Houston would likely have starved without immigrants; actually, the city wouldn’t exist without them. The city’s very first settlers were either United States citizens who immigrated to Mexico with Stephen F. Austin or other impresarios who were granted the right to settle in the Mexican state of Coahuila and Texas or they were U.S. immigrants who were intrigued enough by two New York-born land developers’ promises of a soon-to-be-thriving port city and the “luxuries of fish, fowl, [and] oysters” to move to what would briefly be the capital of the Republic of Texas. Many in the first wave to settle in Houston were the descendants of Scottish and English immigrants who in turn migrated from places like Kentucky and Missouri and the enslaved Africans they forced to come with them. The second major wave emigrated from Germany.

Discriminación y privilegios en la migración calificada

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