Читать книгу La invención de Nuestra América - Carlos Altamirano - Страница 6
ОглавлениеUnas palabras sobre el libro
Reúno en este volumen varios ensayos de lo que algunos llaman “historia de las ideas” y otros llamamos “historia intelectual”. Todos se hallan referidos a temas en que se manifestó, no solo en el pasado, la persistente preocupación por la identidad de América Latina, sea en la definición del nombre adecuado a su ser histórico, en la búsqueda de las raíces –un comienzo y las manifestaciones de ese origen–, o en los debates sobre la originalidad de su expresión, se tratara de una originalidad alcanzada o por alcanzar. ¿En qué medio surgió y se perpetuó la inquietud de la identidad? Allí donde siempre esa inquietud aflora en todas partes: en las filas de las élites culturales. (Por cierto, a veces la identidad suele ser invocada en discursos de jefes políticos y religiosos).
Las representaciones de la identidad de “nuestra América” han sido y son numerosas. Conforman una vasta literatura de tesis y relatos: mitos de origen y de los ancestros, teorías sobre fallas constitutivas de la sociedad latinoamericana o utopías sobre su porvenir; en fin, historias de las vicisitudes de una conciencia colectiva que se busca y a veces se extravía. Los ensayos que siguen pueden considerarse exploraciones en ese campo discursivo siempre activo.
La historia intelectual es un campo de estudios, pero no constituye “un todo unificado”, como advierte Robert Darnton.[1] No se observan en los estudios que se colocan bajo esa enseña –continúa el historiador norteamericano– ni temáticas, ni métodos, ni un vocabulario conceptual comunes. Se pueden encontrar allí desde estudios sobre pensamientos sistemáticos, como los de la filosofía, hasta la investigación del pensamiento informal, como los climas de opinión en momentos determinados; la historia social de las ideas y su difusión; las expresiones intelectuales de los de arriba y las de los desposeídos. Pero hay un punto, sostenía Darnton, en que las distintas perspectivas se cruzan: “La preocupación por el significado atraviesa todas las variedades de la historia intelectual, de la ‘alta’ a la ‘baja’”.[2] La preocupación por el significado anima también los ensayos de este libro. Para decirlo con más precisión: la preocupación por los significados producidos y transmitidos por representantes de la “inteligencia” latinoamericana –se los llame letrados, miembros de la “clase cultural”, escritores públicos, periodistas o intelectuales– en diferentes momentos de la agitada vida histórica de esta sección del Nuevo Mundo. Esas personas de la “grafoesfera”, como llama Regis Debray al sistema de transmisión que nació de la imprenta (libros, periódicos, folletos, etc.),[3] a menudo han sido también, tanto en el siglo XIX como en el XX, actores de la vida política, y sus escritos no han estado despojados de pasiones cívicas. La cuestión de la identidad y de los argumentos y porfías conectados con ella nunca ha movilizado solo raciocinios ni se redujo tampoco a un tema de erudición.
El primer planteo para fundamentar las investigaciones que componen el libro tiene sus años. Lo expuse en una conferencia que leí en el cierre de las Jornadas Interescuelas de Historia que se realizó en la Universidad Nacional de Mendoza en 2013. Tras escribirla, me había quedado con la sensación de que el asunto daba para más, tal vez para un artículo que añadiera algún análisis concreto a las hipótesis. Una colega amiga, Anahí Ballent, que había asistido también a las jornadas, me hizo pensar en una alternativa: ¿por qué no un libro? Como suele ocurrir, una idea llevó a otra, que se enlazó con una nueva, en un proceso que la investigación a la vez iba a animar, controlar y obligar a volver sobre los pasos y corregir. De ese encadenamiento proviene este libro. El primero de los artículos reproduce con modificaciones la conferencia de 2013. Los tres siguientes son versiones corregidas y ampliadas de argumentos expuestos en cursos universitarios –Colegio de México (2014), Universidad Torcuato Di Tella (2015)– y en seminarios sobre historia intelectual. El quinto y el sexto son los más recientes. Como casi sistemáticamente aparecía la pregunta de qué era eso de la identidad, escribí el apéndice que cierra el libro.
Trabajé en los asuntos del libro irregularmente –otros temas y otros compromisos me apartaban por un tiempo–. Pero siempre volvía. En el curso de esta labor intermitente pude contar con la buena voluntad de varios colegas. Nora Catelli, Fernando Devoto, Gabriel Entin, Alejandra Mailhe y Jorge Myers leyeron algunos de los textos reunidos aquí; a ellos les agradezco las observaciones y los comentarios que me hicieron en su oportunidad. Por supuesto, la responsabilidad de lo escrito es exclusivamente mía. Estoy en deuda también con los colegas que facilitaron espacios institucionales en que pude exponer los argumentos de estos ensayos: Javier Garciadiego, Sergio Miceli, Eduardo Devés Valdés, Renato Ortiz, Vania Markarian. Last but not least, debo también reconocimiento a Carlos Díaz, que ha dado acogida al libro en el catálogo de Siglo XXI.
[1] Robert Darnton, “Historia intelectual e historia cultural”, en El beso de Lamourette. Reflexiones sobre historia cultural, Buenos Aires, FCE, 2010, p. 220.
[2] Ibíd., p. 233.
[3] Regis Debray, Introducción a la mediología, Barcelona, Paidós, 2001, cap. 2.