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IV. CIENCIA DEL COMPORTAMIENTO Y RACIONALIDAD ECONÓMICA

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Dentro de los supuestos más simplificadores que usa la economía para estilizar y dar estabilidad a sus resultados está el de la racionalidad de los agentes económicos. Por tanto, para que se pueda evaluar el alcance de los modelos económicos y la certeza de las teorías desarrolladas en el marco de este supuesto, es necesario plantear brevemente la discusión intelectual que está detrás de tal supuesto, de vital importancia porque en definitiva la economía es una ciencia que trata del comportamiento humano.

La economía clásica, corriente principal de la economía, sin duda responsable del posicionamiento de la economía como disciplina autónoma y reconocida, importó de la filosofía política este supuesto de racionalidad y lo llevó al extremo, búsqueda de la máxima satisfacción e individualismo.

La economía construye un hombre económico racional para su fabricación de las teorías de consumo, producción y valor y distribución, que busca máximo beneficio con mínimo esfuerzo; calcula de forma racional la utilidad derivada del consumo de bienes; es egoísta y tiene el interés personal de placer; vive solo el presente, no recuerda experiencias anteriores ni analiza cómo esto afecta el futuro; es un individuo aislado, actúa solo y con total independencia, y es universal, indiferente a las distintas culturas. A esto hay que agregar que cuenta con perfecta información para realizar los cálculos y tomar adecuadas decisiones económicas en todo momento y lugar.

Este supuesto fue vital en los comienzos de economía para poder construir modelos matemáticos internamente consistentes en los cuales se podían establecer de forma fácil condiciones de maximización y equilibrio, al volver irrelevantes las diferencias en la conducta económica, ya que todo resultado de un agente es evaluable, objetivable y previsible.

Sin embargo, tal supuesto no pudo mantenerse por mucho tiempo. El avance de otras ciencias y de la economía institucional, en la cual el ambiente político, los valores y la cultura sí afectan, introduce una visión de hombre que se comporta distinto. Gabriel Tarde, en el siglo XIX, lo explica con claridad: “Los economistas que se han preocupado por las cuestiones psicológicas de la economía solo han alcanzado concebir una naturaleza humana simplificada, esquemática y mutilada. Han empleado un mínimo psicológico para sostener la base matemática de sus demostraciones”11.

Para la economía conductual y los institucionalistas, la racionalidad es limitada; el funcionamiento de la sociedad y las personas se fundamenta en la imitación, la invención y la oposición. La imitación, la intuición y la subjetividad son los fenómenos sociales elementales que explican, además, las relaciones humanas. Conceptos económicos clave, como el de valor, son una combinación de afluencias subjetivas, creencias, deseos, ideas y voluntades12.

No es solo el interés económico y su evaluación racional individual lo que determina el comportamiento de las personas; los hombres son capaces de realizar acciones altruistas. Ya desde tiempos de Adam Smith este postulado era claro. Smith también escribió la Teoría de los sentimientos morales, pues era ante todo un filósofo moral, y afirmaba que la búsqueda de la virtud era importante y los hombres buscaban aprobación social de sus acciones.

Muchos de modelos teóricos básicos utilizados por la economía usan el supuesto de la racionalidad. La economía aún se enseña con apoyo en estos modelos, y en no pocas ocasiones autoridades y otros agentes los tratan de aplicar a la realidad actual. Sin embargo, es necesario puntualizar que en las investigaciones modernas ya no se usan los supuestos de información completa, comportamientos maximizadores racionales ni equilibrios perfectos y generales. El avance de la economía matemática ha permitido tener mayor flexibilidad en los supuestos que se usan; por ejemplo: suponer que hay información asimétrica, la existencia de más de un equilibrio o varias estrategias de un agente en un juego.

Aproximación teórica a la aplicación del análisis económico del derecho en materia de prácticas restrictivas de la libre competencia

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