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CAPÍTULO 1

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Ningún acontecimiento mundial ha agitado la conciencia de la humanidad como lo hicieron los atentados del 11-S. Las imágenes que vomitaban los televisores desafiaban la comprensión que teníamos de la realidad. Apenas podíamos creerlo y en cierto modo seguimos sin ser plenamente conscientes de lo ocurrido. Como muchas personas pienso que aquel día cambió algo importante en nuestro interior y quizás por ello conservo un claro recuerdo de lo acontecido. Una de las cosas que más me impactaron fue la atmósfera que inundó el ambiente durante los días siguientes. Un profundo silencio invadía las calles y la misma expresión se repetía en cada uno de los rostros con los que me cruzaba. Era la expresión de un niño que acaba de perder la inocencia. Fue un golpe muy duro. Para todos.

LA VERSIÓN OFICIAL DE LOS HECHOS

"Cuatro aviones de pasajeros fueron secuestrados y desviados de su ruta. En menos de una hora, dos de los aviones se estrellaron contra las torres del World Trade Center incendiándolas y derribándolas. La fuerza del impacto y el fuego intenso provocado por el combustible causaron el colapso de su estructura de acero".

Esta es, a grandes rasgos, la explicación oficial que dio el Gobierno de los EE. UU. acerca de las causas que ocasionaron el derrumbe de las torres del World Trade Center (WTC), y así lo aceptamos. ¿Por qué deberíamos ponerla en duda? El mundo funciona así, suceden desgracias, los gobiernos las investigan, comunican sus conclusiones a la prensa y esta las traslada a la ciudadanía. Una simbiosis perfecta en la que cada uno asume su papel. ¿Pero qué ocurre si invertimos los papeles? ¿Qué sucede si un ciudadano encuentra algo que contradice las explicaciones del gobierno y lo transmite a los medios de comunicación? Jamás será publicado. Este ciudadano solo podrá difundir su información a través de una página web, un blog privado o un video casero colgado en Youtube con la esperanza de que logre difundirse. En la actualidad miles de aportaciones de ciudadanos concienciados circulan por la red poniendo en duda la versión oficial de lo ocurrido el 11-S. No se trata de rumores injustificados, absurdos y faltos de fundamento difundidos por personajes conspiranoicos o malintencionados que ansían protagonismo. Es información justificada, muy convincente y tan valiosa que ya debería haber ocupado los noticiarios reduciendo la versión oficial del Gobierno de los EE. UU. a la categoría de "cuento de hadas".

UN CUENTO DE HADAS

Para entender lo irrelevante que resultó la supuesta "fuerza del impacto de los aviones" en la caída de las Torres Gemelas basta con una sencilla descripción de su fabulosa estructura. El elemento más destacable de su moderno diseño estaba en su corazón, un compacto endoesqueleto de 47 fabulosas columnas de acero con paredes de cinco pulgadas de espesor, una columna vertebral de impresionante fortaleza que ejercía de eje principal del edificio. Los pisos de 65 por 65 metros eran prefabricados de metal y hormigón, soldados en largueros que se conectaban a los marcos de acero por medio de sólidas soldaduras y pernos. Entre estos pisos cientos de pilares se extendían en una tupida malla vertical que reforzaba el conjunto. Y por último un exoesqueleto de 236 columnas de acero excepcionalmente robusto rodeaba el exterior. Creer que dos aviones Boeing 767 de aluminio fueron capaces de herir de muerte a dos monstruos de acero como las Torres Gemelas es como creer que las leyes de la física se tomaron un descanso el 11 de septiembre del 2001. Los daños reales del impacto de los aviones se asemejarían al efecto que causaría un huevo lanzado contra una malla metálica enrollada sobre una barra de acero. Aunque los restos del avión y la deflagración del combustible se expandieran por el espacio interior del edificio creando un efecto visualmente espectacular lo cierto es que el aluminio con que estan construidos los aviones apenas podría dañar la estructura exterior del edificio y mucho menos el endoesqueleto situado en el centro. Algunas personas podrían plantearse este interrogante: los aviones, pese a estar hechos de aluminio, volaban a casi 500 millas por hora, entonces, dadas su tremenda masa y velocidad tenían suficiente energía cinética como para dañar las torres a pesar de que estas fueran de acero. Este enfoque es incorrecto. ¿Qué piensas que podría suceder, hipotéticamente, si con el avión detenido en el aire alguien tomase una de las enormes torres del WTC, la sacudiera violentamente y golpeara dicho avión con una velocidad de impacto de 500 millas por hora? Piensa un poco acerca de esta pregunta hipotética porque ya sea que el avión impacte una torre detenida o que la torre impacte a un avión detenido la física de la situación es la misma. La respuesta intuitiva al daño ocasionado por un "veloz avión en movimiento" es solo eso: intuitiva. Existen algunas investigaciones como September Clues o Foxed Out, disponibles en Youtube, que incluyen análisis de todas las filmaciones existentes del impacto de los aviones donde parece probarse satisfactoriamente que los aviones son construcciones digitales. Visualízalas si quieres, están muy bien, pero yo prefiero ir directamente a la evidencia: el aluminio no puede penetrar al acero, punto. En cuanto al "fuego intenso que ocasionó el combustible" podemos apreciar en las filmaciones como al poco tiempo ya no se observaban llamas, solo humo. Si alguna vez has tratado de quemar madera sabrás que si la madera humea es porque no se está quemando bien, el humo indica que al fuego le falta oxígeno. Fuera cual fuera el combustible que alimentó la explosión, un 80 % de este se volatilizó durante la deflagración inicial y en cuestión de minutos el fuego siguió alimentándose, con menor intensidad, del contenido de las torres pero en ningún caso del acero de su estructura. Si revisamos la historia de la arquitectura veremos que nunca ha colapsado la estructura de acero de un edificio a causa de un incendio. En ningún lugar del mundo. Sin ir más lejos, en el año 1975 la Torre Norte del World Trade Center sufrió un grave incendio nocturno y ardió durante tres horas en un fuego que se esparció verticalmente desde el piso once hasta el diecisiete. Ardió en llamas por el doble de tiempo que los incendios del 11-S sin insinuar un riesgo de colapso. En febrero del 2005 la Torre Windsor de Madrid, un rascacielos en proceso de reconstrucción, sufrió un incendio infernal de veinte horas ardiendo como una antorcha. La estructura del edificio se mantuvo en pie soportando el sobrepeso de una gran grúa de obra. Compara un infierno de veinte horas de pura llama con noventa minutos de humo. Expertos en la fabricación de acero han realizado estudios donde demuestran que un fuego provocado por combustible de aviones no puede debilitar el acero hasta el punto de torcerlo, quebrantarlo o fundirlo y provocar un colapso. El acero se funde a 1350 °C o temperaturas superiores, dependiendo de la aleación. Estas temperaturas solo son asumibles en hornos de fundición especializados o mediante explosivos muy específicos. El fuego de un combustible como el que llevan los aviones podría alcanzar un máximo de 600 °C en una combustión controlada, añadiendo combustible a medida que se consumiera y manteniendo el espacio en ciertas condiciones. Y suponiendo que se hubieran dado esas condiciones imposibles, gracias a un milagro, ambas torres deberían haber ardido durante un tiempo similar o por lo menos parecido. La torre sur se derrumbó cincuenta y nueve minutos después del supuesto impacto del segundo avión mientras que la torre norte, que recibió el supuesto primer impacto, se derrumbó una hora y cuarenta y cinco minutos después de recibirlo. Mucha diferencia de tiempo para compartir dos escenarios prácticamente idénticos. Todo resulta rarísimo. ¿Cómo es posible que se debilitaran las 47 columnas principales de acero que formaban el durísimo corazón de los edificios, 236 columnas exteriores y miles de pilares de acero, todos al mismo tiempo? ¿En los 110 pisos? Y aunque así sucediera por una prodigiosa manifestación simultánea de situaciones imposibles, ¿cómo pudo no quedar absolutamente nada de la estructura en pie? ¿Por qué no se veían montañas de pisos en la zona cero? En el peor de los casos, en que los pisos cedieran realmente en un efecto "torta contra torta", el corazón extremadamente duro debería haber permanecido en pie. Si analizas el vídeo de la caída de la Torre Sur, observarás que aproximadamente las 30 plantas superiores empiezan a rotar en bloque hacia el sudeste. Caen hacia un lado y el "efecto palanca" producido por la gravedad es enorme, como lo es su momento angular. Sin embargo este bloque se convierte en polvo durante su caída. ¿Cómo puede entenderse este comportamiento? Nada lo aplasta, es un sólido bloque de acero inclinándose en el aire, debería impactar en la inexistente montaña de pisos de la superficie para deteriorarse. Escapa a toda lógica. Y también escapa a todo entendimiento el tiempo en que cayeron los edificios. La Torre Norte cayó en unos ocho segundos y la Torre Sur en diez segundos. Un estudio demuestra que de haberse dejado caer una bola de billar desde la parte más alta del edificio tardaría nueve segundos en llegar al suelo. Un colapso tipo "torta contra torta" de 110 pisos como el que asegura el Gobierno que ocurrió debería haber tardado un mínimo de 96 segundos en suceder. La bola hubiera acelerado ayudada por la fuerza de la gravedad pero el derrumbe de los edificios hubiera decelerado debido a la resistencia ofrecida por la rotura de cada uno de los pisos, cada vez más lejos del incendio y más reforzados por la menor temperatura y mayor anchura de sus vigas, entre otros factores. Es inconcebible. Una tupida malla tridimensional de columnas de acero se pulverizó verticalmente tomando la trayectoria de mayor resistencia a un ritmo constante e imposible. ¿Qué hizo que estas gigantescas estructuras de acero y hormigón se convirtieran en polvo delante de nuestros ojos? Solo puede haber una respuesta, las Torres Gemelas no colapsaron, fueron demolidas.

PRUEBAS DE LA DEMOLICIÓN

Un bloque de acero de 270 toneladas, el doble de peso de un avión Boeing 707, fue expulsado a 120 metros y se enterró profundamente en el World Financial Center nº 3 en la calle Vesey. Se encontraron vigas incrustadas en todos los edificios circundantes y las ventanas de todos ellos reventaron. Montañas de papel que deberían haber sido atrapadas entre los escombros cubrieron gran parte de la ciudad como si de nieve se tratara. El 15 de julio de 2006, cinco años después del atentado, el diario The New York Times publicó un artículo donde se informaba que habían sido encontrados 700 fragmentos de hueso en el techo del edificio Deutsche Bank, y que algunos fragmentos tenían menos de un centímetro de longitud. ¿Qué molió los huesos de esa forma? ¿Qué los hizo tan pequeños y los impulsó tan lejos? No se ha dado una explicación oficial. Joe Casaliggi, uno de los ingenieros que participaron en la retirada de las ruinas declaró: "Tienes 2 edificios de oficinas de 110 pisos y no encuentras ni una mesa, ni una silla, ni un teléfono, ni una computadora. El pedazo de teléfono más grande que encontré fue la mitad de un teclado". Pese al gran número de personas desaparecidas, el trozo más grande de un cadáver que encontró Joe Casaliggi fue una pequeña parte de un pie. ¿Has visto fotos de cadáveres aplastados? Ni tú ni nadie, porque no se encontraron cuerpos enteros entre las escasas ruinas, solo en la periferia de la zona cero, y pocos. Tampoco se rescató una sola persona con vida durante los días siguientes. Diez años después de los atentados, se afirma haber identificado 1.628 víctimas mediante procesos de análisis de ADN efectuados en los pequeños restos encontrados. Aunque el proceso forense fue rápido y relativamente sencillo al principio, recurriendo a métodos tradicionales como huellas dactilares, registros dentales e incluso fotografías, se fue volviendo cada vez más difícil con el paso del tiempo. "Recolectamos un total de 21.817 restos, por lo que obviamente pueden imaginar que los cuerpos de muchas personas quedaron muy fragmentados", precisa Prinz, una bióloga alemana de 53 años que trabaja desde 1995 en el Departamento Forense de Nueva York. Más de diez años después de los ataques, cinco forenses tratan de identificar aún los últimos 6.314 fragmentos de huesos hallados en la zona. Los últimos seis años solo han logrado identificar a 31 personas. La cifra se reduce a apenas dos identificaciones en los últimos dos años y más de 1.100 víctimas aún no han sido identificadas. Se esfumaron en el aire. El polvo resultante que cubrió Nueva York era mucho más que polvo, era cemento, vidrio y metales pulverizados, contenía plomo, mercurio, dioxinas, benceno y asbesto. Hoy día miles de rescatistas han sufrido cáncer pulmonar y enfermedades serias. Las espectaculares nubes de polvo que se formaron en la caída no se corresponden con las de un derrumbe natural, por muy formidables que fueran las torres. La forma de coliflor que obtuvieron las nubes es más característica de los flujos piroplásticos generados por explosiones típicas en erupciones volcánicas, detonaciones nucleares o en demoliciones controladas, una sólida nube de ceniza y gases a altas temperaturas. La pila de escombros vomitaba fuego al ser excavada. El ingeniero estructural Les Robinson, reportó que tres semanas después del colapso todavía había incendios y metal fundido bajo la superficie. Ocho semanas después, la temperatura de los escombros alcanzaba en algunos puntos los 1.000 grados y las botas de los trabajadores se derretían en pocas horas. En noviembre del 2005 el profesor de física Steve Jones de la Universidad Brigham Young tuvo tiempo de declarar en televisión, antes de ser interrumpido, que los enormes charcos de metal fundido que sembraban la zona eran la evidencia directa del uso de explosivos de alta temperatura, como por ejemplo el Thermite, un explosivo usado por los militares, compuesto de óxido de hierro y aluminio que al encenderse produce una reacción extrema de calor. En solo dos segundos el Thermite puede alcanzar temperaturas de hasta 2.500 ºC, el doble de lo necesario para derretir el acero. El apéndice C del reporte de la FEMA (Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) describió un residuo de azufre en el acero del WTC. El periódico The New York Times catalogó este residuo como el misterio más profundo de todos, sin dar una explicación. La explicación es sencilla, el azufre reduce la temperatura de fusión del hierro. La mezcla de Thermite con azufre se conoce como THERMATE, una combinación que produce resultados aún más rápidos que los del Thermite. Si revisas en vídeo los minutos anteriores a la caída de los edificios, apreciarás pequeñas explosiones de humo y pequeñas cascadas de material candente surgiendo en diferentes puntos del edificio, lejos del incendio. En algunas de las fotografías efectuadas durante los días posteriores al atentado, se distinguen algunas vigas con pruebas concluyentes del trabajo efectuado por especialistas en demolición. En ellas puedes visualizar el típico corte que ocasionan los explosivos, un corte que recorre la sección de la viga en una diagonal perfecta de 45 grados. El acero chamuscado envuelve los cortes en un aspecto chorreoso, de un color negruzco diferente al del resto de la viga. Un corte de esas características no puede haberse realizado de forma accidental. Como estas, innumerables pruebas sugieren una demolición de las torres pero la mayor de las evidencias se encuentra en la escasez de restos que poblaban la Zona Cero. Aquellos que tuvieron la suerte de visitar las Torres Gemelas antes de su desaparición, dispondrán en su casa de la clásica fotografía tomada desde su base. En ella se puede apreciar el colosal tamaño de las torres, que obligaba al fotógrafo a arquear su cuello totalmente hacia atrás, con la esperanza de incluir en su fotografía una porción aceptable del descomunal volumen que formaban estas magníficas torres que, en un día nublado, podían desaparecer entre las nubes. Su altura y volumen eran impresionantes y el material que albergaban sus estructuras de 110 pisos hubiera ocupado, de ser comprimido, el equivalente al 40 % del volumen de sus pisos. La montaña de restos que debería haber aparecido al disiparse la espectacular polvareda tendría que haber sido igualmente colosal, invadiendo incluso las calles adyacentes al WTC, sin embargo, las fotografías tomadas antes de la retirada de los restos rebela una alarmante escasez de escombros en la Zona Cero. ¿Como es posible que desaparecieran en el colapso? Resulta imposible pensar que el material que contenían los más de quinientos metros de altitud de cada torre se comprimiera en el interior del espacio que ofrecían los escasos veintisiete metros de profundidad de sus sótanos. Sabemos que ese es el procedimiento habitual de los demoledores: enterrar el mayor porcentaje posible de los restos en el sótano del propio edificio. Pero este procedimiento resulta ridículo en el caso de un edificio cuyo volumen externo supone más del 90 % del volumen de obra. En el mundo hay apenas una docena de empresas dedicadas a las grandes demoliciones. Son negocios de familia respetados cuyo conocimiento se deriva de la experiencia y los materiales que usan son convencionales. Las demoliciones del WTC fueron altamente avanzadas y no convencionales. Los explosivos siempre han sido el dominio de militares y lo sucedido en la Zona Cero no es entendido completamente por demoledores civiles.

LA TEORÍA DE DIMITRI KHALEZOV

Dimitri Khalezov es un antiguo oficial de la Unidad Militar 46179, conocida también como el Servicio de Control Especial del duodécimo departamento del Ministerio de Defensa de la Unión Soviética. Las revelaciones que este antiguo miembro de la inteligencia rusa reunió en su libro The Third Truth (La Tercera Verdad) han conmocionado a quienes buscaban la verdad de lo acontecido el 11-S. Dimitri Khalezov es un experto en demoliciones nucleares controladas y afirma haber tenido constancia del llamado Proyecto de Demolición Nuclear de Emergencia de las Torres Gemelas desde principios de los años ochenta, gracias al Tratado de explosiones nucleares pacíficas entre la Unión Soviética y los EE. UU., que obligaba a ambas partes a informarse mutuamente sobre las explosiones nucleares proyectadas sin fines militares. En una larga entrevista concedida a la televisión rusa Khalezov declaró: "Durante mi servicio militar a final de los 80, tuve conocimiento de que existía un denominado ‘Esquema de Demolición Nuclear de Emergencia’ construido en las Torres Gemelas del WTC en Nueva York. Para mí fue extraño y, para ser sincero, difícil de creer que las autoridades de los EE. UU. pudieran ser tan dementes como para demoler edificios en medio de una ciudad habitada, empleando cargas nucleares bajo tierra. Sin embargo entendí que nadie planeaba demoler el WTC de esa manera, lo vi más como un modo de evitar cierto problema burocrático. Un esquema de demolición nuclear como ese tenía que ser construido dentro de las torres no para demolerlas, sino para conseguir el permiso para construirlas. El código de construcción de Nueva York de ese entonces (así como el de Chicago) no permitía al Departamento de Construcciones autorizar la construcción de un rascacielos, a menos que el constructor proporcionara un sistema satisfactorio para, en caso de emergencia, lograr demoler una construcción de esa magnitud. A finales de los 60 (cuando las torres fueron propuestas) este tipo de construcciones con trama de acero representaba un concepto nuevo, de modo que nadie tenía idea de cómo lidiar con ello en términos de demolición. Los métodos de demolición convencional eran aplicables solo a construcciones de tipo antiguo. Algo nuevo debía inventarse para las robustas torres de acero, de modo que lograran convencer al departamento de construcciones de que les concediera el permiso para su construcción. Un nuevo sistema de demolición había sido inventado: la demolición nuclear". En el caso de las Torres Gemelas, cuyos cimientos se situaban a 27 metros por debajo del nivel del suelo, para cumplir con los requerimientos municipales, se enterró 50 metros debajo de los cimientos (77 metros debajo del nivel del suelo) una carga nuclear de potencia limitada, pero con la suficiente fuerza para diluir la roca circundante y formar una cavidad en la que tendría que encajar el edificio pulverizado. Cuando pensamos en una explosión nuclear nos viene a la mente el hongo luminoso que se forma por la detonación. A este respecto, Khalezov distingue una clara diferencia entre lo que son las explosiones atómicas en el aire y lo que son las explosiones atómicas subterráneas. Explica cómo se desata la energía bajo el suelo, cómo se transmiten las radiaciones, cómo la onda de choque solo se desata en las explosiones en el aire, cómo se forma una cavidad en las explosiones subterráneas y la forma que esta puede tener según la cercanía del artefacto explosivo a la superficie del suelo. Una explosión termonuclear a 77 metros de profundidad pudo crear una cavidad extremadamente caliente que acabaría por tragarse los cimientos de la torre que se quería demoler, sin afectar a las estructuras de los alrededores. En un movimiento simultáneo, la torre demolida es succionada dentro de la cavidad recalentada, cuya temperatura interna es suficientemente alta como para derretirla por completo. En la década de 1970, los estadounidenses y los rusos dominaban ampliamente la tecnología nuclear de manera que podían fabricar explosivos nucleares de uso civil e inclusive bombas atómicas portátiles. La teoría de Dimitri Khalezov no solo es factible, además es fácilmente comprobable mediante el seguimiento fotográfico de las excavaciones o los efectos de la radiación ionizante en la salud de aquellos que estuvieron o están relacionados de una forma u otra con la Zona Cero.

EFECTOS DE LA RADIOACIÓN IONIZANTE

El detective John Walcott dedicó cinco meses de su vida a colaborar en las labores de desescombro de la Zona Cero. En sus declaraciones, habla acerca de cómo le ahogaba el aire impuro del bajo Manhattan. También el de Fresh Kills, un basurero de Staten Island donde se depositaban los escombros. A menudo, los detectives solían refugiarse en cobertizos de madera, en un intento por alejarse de lo que Walcott solía llamar "ese condenado mal aire". Un día, estando en el refugio con sus colegas, comiendo barras de dulce y bebiendo refrescos, aparecieron unos agentes del FBI. Estos se encontraban totalmente cubiertos con trajes y máscaras selladas con cintas para ductos. Aquellos agentes, que no se avergonzaban de vestir así delante de trabajadores voluntarios completamente desprotegidos, sabían la verdad, por eso no sufrirán de leucemia o algún tipo de cáncer terminal, como muchos de ellos. El 17 de diciembre de 2007, el detective Walcott fue sometido a un trasplante de médula ósea, sigue viviendo en la actualidad pero lo hace sometido a un tratamiento de drogas inmunodepresoras a fin de prevenir el rechazo del trasplante. No puede salir de su casa, debido a que su sistema inmunológico no existe y cualquier clase de infección podría acabar con su vida. Para quien no sepa lo que significa un trasplante de médula, me veo en la obligación de explicarlo. Este trasplante es requerido para pacientes que sufrieron severas dosis de radiación, ya sea radiación penetrante, radiación por ionización residual o ambas. La médula ósea, que se encarga de la regeneración de la sangre puede ser destruida debido a severas dosis de estas radiaciones, que atacan a sus células con mayor fuerza que a las de cualquier otra parte del cuerpo. Por eso, la mayoría de víctimas de radiación sufren de leucemia. Mientras mayor sea la exposición a la radiación, mayor es la cantidad de células de médula ósea que mueren y en consecuencia, mayor es la leucemia sufrida. En el caso de Walcott, se reprodujo la condición más severa de leucemia y pudo sobrevivir gracias a la sangre de donantes, ya que su propia sangre no lograba regenerarse jamás. Además de leucemia, la radiación ionizante provoca muchos tipos de cáncer y puede afectar a cualquier parte del cuerpo humano e incluso varias a la vez. Para doctores y especialistas en salud poco escrupulosos ha resultado fácil inventar una explicación a los múltiples casos de cáncer relacionados con el 11-S. Ellos pueden decir que el cáncer es debido al asbesto, a gases tóxicos o a partículas de polvo tóxico, pero estos mentirosos son puestos al descubierto cuando se llega a dañar la médula ósea. El daño a la médula ósea únicamente puede ser causado por radiación ionizante, que solo puede provenir de sustancias radioactivas o la exposición prolongada a generadores artificiales tales como los generadores de Rayos X o los aceleradores de partículas. Es precisamente por esto que los agentes del FBI vestían trajes especiales cuando visitaban la Zona Cero. No querían padecer leucemia ni ningún otro tipo de cáncer, de modo que cuando ellos sellaban sus máscaras con cinta para ductos, lo hacían a fin de evitar la inhalación del vapor y polvo radioactivo generado por una explosión nuclear. Un estudio realizado por el Departamento de Salud e Higiene Mental de Nueva York y Long Island realizó un seguimiento de la salud durante el período 2003−2004 de 55.778 inscritos en el Registro de Salud de las inmediaciones del WTC, incluyendo los trabajadores del rescate (21.850 voluntarios). En este estudio, emitido el 31 de diciembre de 2008 fueron reportados 1.187 casos de tumores, 439 de ellos entre los trabajadores del rescate, un índice de aparición de cánceres extremadamente alto para tan poco tiempo. A día de hoy, centenares de estas personas ya han muerto y otras miles están gravemente enfermas. Recientemente, el Gobierno Federal se vio obligado a añadir cincuenta tipos de cáncer a la lista de enfermedades relacionadas con el 11-S. "Añadir estos tipos de cáncer respaldará algo que ya sabemos que es cierto: que nuestros héroes están enfermos, y algunos mueren de cáncer contraído al respirar las toxinas de la Zona Cero", dijo Kirsten Gillibrand, Senadora Federal por el estado de Nueva York. Hasta entonces el cáncer no había sido incluido entre las patologías cubiertas por el fondo de ayuda oficial. Se consideraba que no había pruebas científicas ciertas de que los tumores eran una consecuencia de la exposición a la nube de polvo y agentes tóxicos. No obstante, la presión ciudadana ha obligado al Gobierno a tomar la decisión de incluir más beneficiarios a la llamada Ley Zardoga. Por desgracia, añadir más enfermos a la lista reducirá con toda probabilidad las compensaciones para cada uno de ellos, ya que habrá más personas para beneficiarse de una cantidad ya fijada en 4.300 millones de dólares.

ACERCA DE ALGUNAS DECLARACIONES

Trágicamente, a los empleados de la WTC2 se les dijo que volvieran a sus oficinas, que la torre era segura y estarían a salvo en ella. Muchos testigos que salvaron sus vidas haciendo caso omiso a las recomendaciones, describen como de forma algo intimidante los guardias de seguridad alentaban a los ocupantes a volver a sus puestos de trabajo. El Director de la compañía de seguridad del WTC era el hermano menor del presidente George Bush, Marvin P. Bush. Entre los años 1996 y 2000 su compañía SECURACOM fue responsable de "renovar" el sistema de seguridad de las dos torres. A su vez, un primo de los hermanos Bush, Wirt D. Walker III, fue el Gerente Ejecutivo de la empresa entre los años 1999 y 2002. Estos vínculos nunca fueron publicados. ¿Fue solo una renovación de Sistemas de Seguridad? El especialista en informática Scott Forbes trabajaba en una compañía que había ocupado la Torre Sur desde su inauguración. Él era uno de los miles de trabajadores que se ganaba la vida trabajando en una de las oficinas de las torres. Afortunadamente aquel día no fue a trabajar y hoy nos puede informar de que la electricidad en su torre fue cortada por casi todo un fin de semana antes del 11 de septiembre: "La autoridad de Puertos nos advirtió del corte de electricidad con tres semanas de antelación. Para nosotros era poco tiempo, algo sin precedentes, teníamos un gran centro informático en el piso 97, nuestro Centro de Operaciones Computacionales. Aquel apagón significaba que durante todo el fin de semana no habría seguridad, todas las puertas estarían abiertas y las cámaras de seguridad apagadas. Yo vi a un hombre con ropa de trabajo cargando cajas gigantes de herramientas y caminando con carretes de cables por el edificio durante todo el fin de semana". Las personas que preguntaron a alguno de estos misteriosos trabajadores acerca de su trabajo recibieron la misma respuesta: se trataba de una supuesta renovación del cableado de internet. Al ver las torres caer, Scott no pudo sacarse de la cabeza lo ocurrido aquel fin de semana. Trató de advertir a las autoridades de aquel extraño episodio, incluyendo a la Comisión del 11-S pero fue ignorado. Ben Fountain, del fondo de Bomberos, habló de excavaciones extrañas ordenadas en las Torres Gemelas en las semanas previas al 11 de septiembre. Algunos testigos declaran que cinco días antes del ataque, un simulacro de alerta de seguridad fue abortado de forma brusca, sacando apresuradamente a los perros detectores de explosivos del edificio. También existen numerosas declaraciones acerca de grandes explosiones en el subsuelo, anteriores a la caída de los edificios, que también se sintieron en los primeros pisos y los aledaños de las torres. Los cristales de las plantas bajas reventaron al unísono. Gran parte de los heridos que fueron atendidos por los servicios de urgencia antes del colapso, fueron lastimados en esas explosiones. Según testigos, en algunos casos la fuerza de las explosiones los proyectó con violencia hacia el techo. En una filmación retransmitida por la cadena de televisión ABC se ve a Rudy Giuliani, alcalde de Nueva York, alejándose con cierta prisa del WTC, rodeado de gente. En ella el mandatario declaraba a Peter Jennings, reportero de la cadena, que estando reunido en un edificio situado en las inmediaciones de las torres, fue avisado de que las torres iban a caer. Si aún no habían caído, ¿quien le avisó y como lo sabía? Nadie esperaba que sucediera un colapso. Durante los días siguientes al atentado, los miembros de la FEMA fueron los que reportaron y manejaron la situación. Algunos de sus miembros declararon en TV que "casualmente" llegaron a Nueva York un día antes para realizar ejercicios bio-terroristas. También de forma "casual", el magnate Larry Silverstein aumentó su fortuna gracias a lo sucedido. Pocos meses antes del día de los atentados, en la primavera del mismo año, arrendó el WTC por 99 años renegociando las pólizas del seguro y asegurando que estuvieran cubiertas contra un ataque terrorista. El nuevo contrato mencionaba explícitamente que Silverstein tenía la opción de reconstruir la propiedad si era destruida. Después del 11-S, el magnate luchó sus seguros en las cortes para que le otorgaran el doble del valor de la póliza, alegando que habían sido dos ataques terroristas y no uno. Ganó el caso y le otorgaron la cifra de cinco mil millones de dólares, una cifra magnífica considerando su inversión inicial de 15 millones.

EL EDIFICIO NÚMERO 7

La mayoría de las personas desconocen que no fueron únicamente dos los edificios que colapsaron aquel día, en realidad fueron tres. El WTC7 actuaba como centro de comando del complejo, albergaba generadores gigantes y sistemas de oxígeno, el bunker de emergencia del alcalde y oficinas de la CIA, el Servicio Secreto, el Ministerio de Defensa y la Comisión Federal de Intercambio y Acciones. Los demás arrendatarios eran empresas de seguros, corredores de bolsa y bancos. A las 17:20 h sus 47 pisos cayeron cómodamente sobre su propia huella, en apenas siete segundos. El diario The New York Times dijo que se quemó como si fuera una antorcha gigante pero en las filmaciones del colapso puede verse el edificio en perfectas condiciones. Las fotos existentes de los otros edificios del complejo, el WTC3, el WTC4, el WTC5 y el WTC6 muestran como estos, al estar expuestos directamente bajo las torres gemelas, sufrieron un daño muy superior al WTC7 y sin embargo se sostuvieron en pie. El edificio 7 cedió por la columna central, un movimiento típico de las demoliciones en los edificios de estas características. Así logran que el edificio se caiga sobre sí mismo hacia el interior y no hacia el exterior, salvaguardando las construcciones vecinas. Estaba construido con marcos de acero y junto a las Torres Gemelas son los tres únicos edificios de estas características en el mundo que han colapsado debido al supuesto efecto devastador de un incendio. Afortunadamente, no hubo víctimas en la caída de este edificio y es que, según reportes del FEMA y el jefe de bomberos Frank Fellini, se ordenó a todo el personal evacuar el edificio a las 11:30h de la mañana, seis horas antes de su caída. Los bomberos no entraron. Ni siquiera el alcalde usó el bunker de emergencia acondicionado para estas situaciones, lo alojaron en otro edificio de las proximidades. Dentro del WTC7, en unos segundos, miles de archivos y pruebas de casos de fraude corporativo investigados por la SEC se perdieron para siempre, incluyendo los que detallaban las actividades criminales de los gigantes Worldcom y ENRON, o el robo de setenta mil millones de dólares de agencias de electricidad de California. Apenas hubo condenas en estos lamentables casos multimillonarios de fraude.

UN MOVIMIENTO SOCIAL ÚNICO

Un movimiento social relativamente importante crece exponencialmente en los EE. UU. demandando esclarecer los hechos acaecidos aquel día y sus consecuencias. Una organización de familiares de víctimas del atentado, otra de bomberos de Nueva York y algunos senadores y congresistas llevan años pidiendo que se efectúe una investigación diferente a las realizadas, que analice de forma independiente lo ocurrido, sin intermediarios gubernamentales. El movimiento "No en nuestro nombre" es ya conocido en todo el país y algunos representantes de la asociación Architects & Engineers for 9/11 Truth, formada por más de 1.000 arquitectos profesionales, realizan conferencias por todo el mundo exponiendo las concluyentes pruebas reunidas por la ciudadanía y por ellos mismos. Cada vez más personas se arman de valor y ponen en riesgo su calidad de vida para sacar a la superficie la verdad. El abogado fiscal americano Vincent Bugliosi presentó pruebas ante el Comité Judiciario para llevar al ex-presidente George Bush ante el Tribunal Supremo, por ser el responsable de la muerte de más de 100.000 americanos y un total de 1.200.000 víctimas, consecuencia de la fraudulenta Guerra contra el Terrorismo. En el sector militar, el Coronel de las Fuerzas Armadas Robert Bowman acusó abiertamente al Gobierno de Bush en una multitudinaria rueda de prensa. Numerosos miembros del FBI, del gobierno de Bush y de la comisión de investigación han manifestado sus dudas sobre la veracidad de la versión oficial y renunciado a sus cargos. El conocido actor Charlie Sheen apareció en el programa de radio del periodista Alex Jones y escribió una genial carta abierta de periodismo ficción titulada 20 minutes with the President. En la carta le pide al presidente Obama que acabe con la manipulación mediática y asegura que la versión oficial de los hechos "es un absoluto cuento de hadas y una mala obra de ficción". En este diálogo imaginario con el líder de la nación, el actor hablaba de evidencias sumamente convincentes que demostraban que el ataque a las Torres Gemelas fue un autoatentado, asegurando que tenía problemas para creer la versión oficial de los acontecimientos. "Me parece a mí que 19 aficionados con unos abrelatas tomándose cuatro aviones comerciales y golpeando el 75 % de los blancos sí suena como una teoría de conspiración". Posteriormente, el programa Showbiz de la CNN recogió sus declaraciones y realizó una encuesta donde se mostró que más del 70 % de los estadounidenses piensan que el gobierno ha encubierto los ataques. Lo interesante de la inicativa de Sheen es que tratándose de una figura mediática, él es consciente de que recibirá atención de los medios de comunicación masivos, algo que resulta muy difícil a los muchos movimientos que buscan dar a conocer la verdad. Por desgracia, su iniciativa ha sido amortiguada y ni siquiera ha superado las fronteras estadounidenses, salvo en Youtube y otros medios alternativos que aún conservan su libertad. Se le debe reconocer su valor, ya que la relación de Hollywood con el gobierno de EE. UU. es muy estrecha y ya podría haber sufrido represalias en su trabajo y su imagen mediática. Pero no importa lo poderosos que sean los obstáculos, la investigación ciudadana de los atentados del 11-S se está difundiendo por todo el mundo gracias al esfuerzo individual y colectivo de un número cada vez mayor de seres humanos que consiguen distribuir la información usando métodos alternativos. Infórmate por tu cuenta, visiona los videos y las pruebas que necesites. Puedes creer o no creer, puedes tomar la píldora azul y seguir pensando que el mundo es como te lo describen los medios de comunicación masivos o tomar la píldora roja y enfrentarte a la realidad. Puedes seguir siendo una"hormiga inconsciente" o empezar a percibir el mundo como una "hormiga alada".

La decisión es solo tuya.


Aprecia el colosal volumen de acero que formaban las Torres Gemelas.


Observa ahora esta fotografía, realizada a los doce días del colapso.

¿Dónde están los restos?

Yo estaba en un bar cuando en apenas diez segundos la torre norte del World Trade Center desapareció. Recuerdo con claridad que uno de los clientes, visiblemente afectado por la bebida, exclamó: "¡Es una demolición! " Los demás lo tomamos por ignorante.

¡Qué equivocados estábamos! Los ignorantes éramos nosotros.

Las alas de las hormigas

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