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CAPÍTULO 2

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Consideramos los medios de comunicación masivos como los portadores de la verdad y confiamos ciegamente en ellos. Todos los días ojeamos el periódico o vemos los programas informativos de la televisión para enterarnos de "lo que pasa en el mundo", pero... ¿es fiable la realidad que nos muestran? En los últimos años, esta duda ha empezado a arraigar profundamente en buena parte de la población. Aunque nadie en su sano juicio alimentaría la idea de que todo lo que exponen los medios es falso, sí podemos prestar atención a qué tipo de noticias nos brindan, observarlas y analizarlas. ¿Qué es lo más importante que está sucediendo en el planeta? El ponernos de acuerdo acerca de qué es "importante" nos llevaría tiempo, pero digamos que hablamos de evolución, de lo mejor que pasa en el mundo, aquellos avances o situaciones positivas que nos ayudan como especie y como planeta a mejorar nuestra situación. Este tipo de información tiene el poder de motivarnos, de mejorarnos, de hacernos sentir más unidos, más capaces y más seguros. Lograría sin duda las mayores audiencias. Sin embargo, ¿hay algo de esto en los medios? Pasan muchas cosas extraordinarias, positivas y llenas de amor en el mundo, ¿por qué no cobran importancia en los medios?, ¿qué vara de medir usan al escoger la información? Muchos hemos empezado a sospechar que existe una manipulación consciente en la elección y configuración de las noticias que los periódicos publican. En ellas el tema principal es casi siempre el mismo y lo podemos englobar en una sola palabra: MIEDO. Ve al quiosco, escoge el periódico que prefieras y observa su portada. En nueve de cada diez ocasiones, el miedo se erigirá como su principal protagonista. Miedo, programación e información basura. Lo mismo se reproduce en el contenido televisivo, donde en los últimos años ha florecido una cantidad indecente de reality shows (programas realistas, si se los puede llamar así) que inundan nuestras pantallas mostrando lo más insustancial del ser humano. Pretenden vender su contenido como "la realidad que vivimos" y sí, su contenido es verídico, pero mayoritariamente refleja la peor de nuestras realidades. Superficialidad. Mediocridad. Inestabilidad emocional. División. Falta de entendimiento. Peligro. Desesperanza. Miedo. ¿Qué sentido tiene saturar la programación con un contenido así? ¿Por qué no hay una amplia oferta de programas donde abunde el amor, la conexión, las nobles actitudes o los grandes descubrimientos científicos?, ¿Por qué no fomentar la colaboración y sí la competición? ¿Por qué no centrarse en un contenido ejemplar, que motive a las personas a dirigir su intención en una dirección positiva? Muchos dirán: "es lo que la gente quiere ver, lo que vende". Me parece, a estas alturas, una postura muy inocente. No hay virus más difícil de combatir que una idea programada. Si esa idea se ha repetido hora tras hora, día tras día, año tras año, vida tras vida, constituirá irremediablemente nuestra realidad. PROGRAMACIÓN. CONTROL. Cuando estamos alegres, felices, en un buen momento, nuestras posibilidades aumentan, estamos bien de ánimo, nos queremos y creemos en nosotros. Nuestra voluntad crece. Nos expandimos. Por el contrario, cuando estamos tristes, amargados o nos sentimos mal, nos bloqueamos, desconfiamos de todo y de todos, incluso de nosotros mismos. Nos contraemos. CONTRACCIÓN y EXPANSIÓN son polos opuestos, como lo son el MIEDO y la VOLUNTAD. El miedo es el mayor contractor que existe. Inhibe la acción. ¿Qué parece que quieren crear los medios?, ¿contracción o expansión? ¿Cómo quieren que nos vayamos a dormir después de ver la programación nocturna?, ¿expandidos o contraídos? ¿Cómo venderías la realidad si quisieras controlar a las masas? ¿Les mostrarías su grandeza, su potencial, su poder creativo?. Nada de eso. Muy al contrario, pintarías un panorama desolador, un gran escenario de miedo, imposible de cambiar, donde nada tiene solución, porque el desastre va en aumento. Contraídos, nunca expandidos. PROGRAMACIÓN. CONTROL. El estadounidense Avram Noam Chomsky es una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX y un reconocido activista político. Su activismo se centró en la lucha por la superación del déficit democrático, es decir, la gran distancia existente entre las decisiones políticas y la opinión pública. Su libro Hegemonía o Supervivencia: la búsqueda estadounidense del dominio global fue recomendado por el presidente venezolano Hugo Chávez en su discurso frente a la asamblea general de la ONU el día 20 de septiembre de 2006, lo que ocasionó que dicho libro, en dos días, pasase del puesto 160.772 al número dos en el ránking de los más vendidos a través de Amazon. Chomsky analizó la forma en que aquellos que regentan el poder programan a la ciudadanía a través de lo medios de comunicación y clasificó esta información en diez estrategias distintas, aunque relacionadas: "Problema-reacción-solución", "La estrategia de la distracción", "La estrategia de la gradualidad", "La estrategia de diferir", "Dirigirse al público como a niños", "Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión", "Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad", "Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad", "Reforzar la culpabilidad" y "Conocer a los individuos mejor de lo que se conocen".

"PROBLEMA-REACCIÓN-SOLUCIÓN"

Lo acontecido el 11-S escenifica claramente uno de los métodos de programación mental colectiva al que Chomsky se refiere como "problema-reacción-solución". La comprensión del método es sencilla: se crea un problema, una situación prevista para causar cierta reacción en la ciudadanía a fin de que esta se convierta en el demandante de las medidas que se desea hacer aceptar. De esta manera no se imponen, son demandadas y posteriormente aceptadas. Las medidas tomadas tras los atentados del 11-S tuvieron una gran repercusión en todo el mundo. Dejando aparte los intereses económicos y legales de los que hablamos en el anterior capítulo, que de por sí ya implicaban cifras de billones de dólares, se configuró un más que moldeable "eje del mal" y se recortaron las libertades de los ciudadanos del mundo (especialmente de los estadounidenses) en nombre de la seguridad. Se instauró la angustia de masas mediante el miedo al terrorismo y se libraron guerras en Afganistán e Irak (objetivos de la administración Bush). La industria armamentística movió otra cantidad indecente de dinero y las petroleras americanas accedieron por fin a las reservas de petróleo de estos países, hasta entonces inalcanzables. No resultó difícil marcarle este gol a una población totalmente contraída por el miedo, en pleno estado de shock. En contra de lo que te han hecho creer, la guerra no forma parte de la naturaleza humana, el ser humano desea vivir en paz y la única forma en que un gobierno pueda lograr la colaboración de las masas para sus fines bélicos es a través del engaño. La totalidad de las guerras se han iniciado utilizando el método de manipulación masiva "problema-reacción-solución". LA TOTALIDAD. El detonante más utilizado por los gobiernos para la creación del supuesto problema inicial es conocido como "operación de falsa bandera". Son operaciones encubiertas diseñadas para aparecer como si fueran llevadas a cabo por el objetivo que se desea atacar. El nombre se deriva del concepto militar de usar la bandera de otro país. Existen cientos de casos probados y documentados que demuestran la consecución de estas operaciones para manipular mentalmente a las masas y alentarlas a participar en una guerra. Puedes estar seguro de que en todas las ocasiones en que se insinúa una guerra se está produciendo un engaño. Si se realiza un acto terrorista se está produciendo un engaño. SIEMPRE.

El Incendio del Reichstag del 27 de febrero de 1933 fue atribuido a comunistas y socialistas por el gobierno de Adolf Hitler, pero de acuerdo con documentos y confesiones obtenidas en los Juicios de Nuremberg, fue un autoatentado.

En el Incidente Gleiwitz de 1939, Reynhard Heydrich de la Alemania Nazi fabricó la evidencia de un ataque polaco para movilizar a la opinión pública alemana y obtener una justificación falsa para iniciar la guerra con Polonia. Este triste y deplorable montaje, junto a otras operaciones de falsa bandera de la Operación Himmler, garantizó el apoyo de la población alemana para iniciar la Segunda Guerra Mundial. En el transcurso de la guerra las operaciones de falsa bandera fueron utilizadas cientos de veces por el ejército alemán, todas ellas se demostraron en los Juicios de Nuremberg y se consideran por todos una realidad probada.

También en 1939 el Ejército Soviético disparó su artillería contra la villa rusa de Mainila (situada al norte de San Petersburgo), y culpó a Finlandia de haber causado el ataque, inventando pérdidas militares además de las civiles. De acuerdo a los archivos del líder comunista Andréi Zhdánov el incidente fue planificado para culpar a Finlandia. Los finlandeses negaron rotundamente que ellos hubiesen disparado contra la villa, de hecho, diarios de guerra encontrados posteriormente revelan que los oficiales finlandeses habían retirado su artillería de la frontera con el objetivo de prevenir un ataque accidental, por lo que Mainila había quedado fuera de alcance. Esa evidencia no calmó a la Unión Soviética, que renunció al "Pacto de no agresión" firmado con Finlandia y el 30 de noviembre de 1939 inició la Guerra de Invierno. En 1998, Borís Yeltsin, el presidente de Rusia, aceptó que la guerra con Finlandia no había sido defensiva sino una agresión.

El ataque japonés a la base naval americana de Pearl Harbour conmocionó profundamente al pueblo estadounidense y condujo a la participación de los EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial. Para motivar al pueblo americano tanto como fuese posible, el presidente Roosevelt necesitaba que un primer ataque abierto de Japón fuera lo más sangriento posible, parecido al ataque furtivo que los japoneses habían lanzado sobre los rusos con anterioridad. Roosevelt y sus socios se aseguraron de que los comandantes en Pearl Harbor, el general Short y el almirante Kimmel permanecieran ignorantes de lo que les esperaba. Tras lo ocurrido, se les responsabilizó, acusó y expulsó del ejercito, pero recientemente el congreso los exoneró, restaurando sus rangos a título póstumo. Se ha probado que Washington supo que el ataque se produciría, sabía exactamente dónde se encontraba la flota japonesa y hacia dónde se dirigía, pero no alertó de ello a la base. En un nuevo hallazgo, se descubrió también que EE. UU. atacó y hundió un submarino japonés, provocando a los japoneses a atacar.

Hay muchos más ejemplos probados, puedes buscarlos por ti mismo en la red, si lo deseas. Comprobarás que todos los conflictos violentos se inician mediante falsas banderas, haciendo uso de la estrategia de manipulación masiva "problema-reacción-solución". Si observas con atención el orden de los acontecimientos que proyectan los informativos, reconocerás también este método en diferentes sectores. Por ejemplo, en la intensificación de la violencia urbana o la organización de atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad, o la creación de una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos. Analiza cada noticia y busca la aplicación del método "problema-reacción-solución". Lo distinguirás fácilmente ya que los medios suelen avanzar la solución en el patente orden natural de los acontecimientos, como en un mal guión de película.

"LA ESTRATEGIA DE LA DISTRACCIÓN"

La jornada laboral media de un trabajador es de ocho horas diarias y teniendo en cuenta que lo saludable es dormir ocho horas todas las noches, cualquier persona debería disponer al día de ocho horas para sí misma. Buena parte de estas ocho horas suele perderse en los quehaceres diarios: la limpieza de la casa, el cuidado personal, el del coche, cocinar, hacer la compra o poner al día los muchos trámites que sostienen nuestras vidas. Resumiendo, no es mucho el tiempo que solemos disponer para desarrollar actividades de ocio o para descansar, y este tiempo suele acumularse en las últimas horas del día cuando los establecimientos han cerrado sus puertas y las calles permanecen en silencio. En la comodidad de sus hogares la mayoría de los seres humanos descansan sentados en su sofá, solos, abrazados a su pareja o con sus familiares y durante ese tiempo un universo de entretenimiento se abre ante sus ojos a través del televisor. No importan sus preferencias. Disponen de canales de deporte, de cine, de música, de documentales, de concursos, de información, de cocina, religiosos, para niños, para adolescentes o para adultos. Con toda seguridad encontrarán algo que capte su interés en mayor o menor medida. Durante el día siguiente el contenido de la programación visionada ocupará sus mentes y sus conversaciones. Si analizamos los índices de audiencia observamos como deportes, prensa rosa y otros entretenimientos arrasan en el rating mientras los programas culturales o educativos apenas atraen audiencia. No es de extrañar, la oferta existente de los segundos es prácticamente nula, su formato muy aburrido y su contenido más que dudoso. A nadie le gusta pasar su escaso tiempo libre visionando un programa aburrido y falto de gracia o emoción. El resultado es una ciudadanía mediocre, pasiva y distraída. "¿Economía? No sé mucho de eso, para eso están los economistas, yo bastante tengo con llegar a fin de mes. ¿Política? Un aburrimiento, no me interesa. Ya iré a votar en su momento". Esta falta de atención no es accidental. En su libro, el estadounidense Avram Noam Chomsky hace hincapié en lo que llama "Estrategia de la Distracción", el elemento primordial del control social que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones e informaciones insignificantes. Para estas "élites" una ciudadanía que no piensa es una ciudadanía que colabora. En la actualidad, una monstruosa máquina formada por diez mega-corporaciones absorben, poseen y controlan todos los grandes medios de información, prensa, radio y televisión del mundo. Esa decena de imperios incluye además el vasto negocio del entretenimiento y la cultura de masas que abarca el mundo editorial, la música, el cine, la producción y distribución de contenidos de televisión, las salas de teatro, internet o los grandes parques de atracciones. Sin ser conscientes de ello, miles de millones de seres humanos consumen a diario directa o indirectamente los productos informativos y culturales de AOL/Times Warner Inc., Gannett Company Inc., General Electric, News Corporation, The McClatchy Company, The New York Times Company, The Washington Post Company, Viacom, Vivendi Universal y Walt Disney Company. Estos diez grupos controlan de forma directa o indirecta cualquier medio de comunicación o entretenimiento que haya adquirido cierto grado de importancia social, asegurando para sí mismos el control total de la información que fluye por el mundo. Sus agencias de información EFE, Reuters, AP, AFP, DPA, ANSA, Servimedia, Notimex o IPS expanden información convenientemente diseñada cuyo discurso dominante incluye toda clase de propaganda política, crea opinión pública y persuade en favor de una u otra ideología, justificando actitudes como el montaje del 11-S, la invasión de Irak, el mito de la sobrepoblación o la estafa del calentamiento global. Nuestra prensa oficial moldea las mentes y lava los cerebros, automatiza la sociedad desde distintos modelos educativos adiestrando a los pueblos sobre lo que deben hacer, en qué deben pensar, a quién deben admirar, votar o creer. Oculto en la sombra, un mecanismo invisible de censura moldea los márgenes de la libertad recortando la información y condenando al destierro todo aquello que resulta "demasiado inconveniente". Todos hemos visto a excelentes periodistas de gran difusión mediática ver interrumpido su exitoso programa sin recibir explicación alguna y pese a que su trabajo disfrutase de las mayores audiencias. Los ciudadanos han perdido su derecho a una información veraz y oportuna. La prensa escrita y las frecuencias de radio, que deberían constituir un bien público que abogase por el bien común de todos, pertenecen a unas pocas entidades de carácter privado y las usan para sus propios fines. Lejos de procurar mejorar e integrar al ser humano, lo fragmentan en todas las divisiones posibles, lo transforman en un consumidor compulsivo y lo inflan como un sapo a base de entretenimiento y mediocridad. Roma levantó el Coliseo para ofrecerle una distracción sanguinaria a las masas. Hoy cuando encendemos el televisor se nos invita a participar en un mundo cada vez más materialista y violento donde la "fisicalidad" crece de forma exponencial y la "conciencia" apenas cobra importancia. "Poder para la élite financiera y circo para los pueblos", parece ser la consigna de este nuevo imperio. ¿Su circo? Instalado en todos los hogares.

Las alas de las hormigas

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