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ОглавлениеPresentación
Los goces de la memoria
Hace un poco más de cuatro años realizamos en la Universidad de Lima una exposición en homenaje al arquitecto José García Bryce, la que titulamos ―tomando una cita del cuento “El hacedor” de Jorge Luis Borges: “Los goces de la memoria”―. Escribí entonces que García Bryce, como el hacedor del cuento “Nunca se había demorado en los goces de la memoria. Las impresiones resbalaban por él momentáneas y vívidas”; es decir, un habitante de la memoria de la arquitectura de Lima, que no se limitó solo a su historiografía, sino que se encargó de preservarla y también de continuarla, como lo testimonia su obra escrita y su obra construida.
En su obra escrita destacó como historiador de la arquitectura peruana. JGB nos ha legado varias e importantes publicaciones de las que este libro da cuenta. Dentro de ellas destaco “150 años de arquitectura peruana”, que publicara a principios de la década de 1960 en el boletín de la desaparecida Sociedad de Arquitectos del Perú. Este es, a mi juicio, su principal texto, porque documenta la denominada arquitectura republicana, un periodo de transición entre lo colonial y lo moderno que, sin el aporte de García Bryce, hubiese quedado en el olvido. Es interesante observar cómo todo este correlato sirve también para evaluar la pertinencia de una arquitectura moderna en el Perú, donde García Bryce ejerce, a partir del sustento histórico, una visión crítica. Frente a la posición universalista del movimiento moderno, promovido en el Perú por la Agrupación Espacio, planteará también la pertinencia de continuar con las formas locales inspiradas en la arquitectura tanto precolombina como neocolonial e incorporarlas al discurso moderno, pero sin caer en historicismos y pintoresquismos. Para ello termina el artículo con la siguiente pregunta: “¿Hay una arquitectura moderna peruana, o hay simplemente arquitectura moderna hecha en el Perú?” Para contestarse que:
No interesa que haya o no una arquitectura peruana. Lo que interesa es que hoy, en el Perú, nos empeñamos —y no sólo los arquitectos— en hacer y en que se haga buena arquitectura. Al ser buena, esta arquitectura se adecuará al sitio y a la época en forma espontánea y natural, sin necesidad de recurrir a un criterio de peruanismo establecido a priori, que fue el equívoco romántico. (p. 51)
Siguiendo con los textos, también son importantes sus artículos sobre otros periodos de la arquitectura peruana y acerca de la atención que le merecieron dos personajes como son los casos del presbítero Matías Maestro, tal vez nuestro más importante arquitecto neoclásico, y el de un ilustrado, el virrey Manuel Amat y Junyent, a quien señalara como el probable autor de varias importantes obras de arquitectura de Lima, entre ellas la Quinta Presa.
A pesar de haber centrado su trabajo en la arquitectura limeña, el interior del país fue contextualizado en su texto referido a la “Arquitectura religiosa colonial en el Perú” (1965) y en otros textos más específicos referidos a la arquitectura regional del altiplano peruano y otro al estudio de las iglesias y hospitales de Belén, en Cajamarca. De la misma manera, aun cuando su interés principal se centró en la arquitectura peruana, tampoco dejó de lado la arquitectura contemporánea, como lo atestiguan sus artículos sobre dos de los principales arquitectos del siglo xx: Le Corbusier y Frank Lloyd Wright, también incluidos en esta publicación.
Por otro lado, hay que destacar que su obra escrita se complementaba y también se nutría de su labor docente. JGB dedicó gran parte de su vida al dictado de cursos de historia de la arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería ―su alma máter― así como otras universidades. Su conocimiento de la arquitectura del renacimiento y del barroco quizá eran su principal fuerte, producto de su formación en las universidades de Roma, París y Múnich, que más tarde complementaría con una Maestría en Historia de la Arte en la Universidad de Harvard.
De su faceta como proyectista se encargan los ensayos de la segunda parte de este libro. Al respecto, habría que señalar que JGB construyó obras con una carga teórica y conceptual poco común en la arquitectura peruana, apostando por una modernidad que lejos de ser una ruptura con la arquitectura tradicional, engarza con ella produciendo un proceso de continuidad, es decir, una “modernidad apropiada”. Por eso serán recurrentes en las obras de García Bryce, patios y claustros, probablemente extraídos de la tipología de la casa solariega limeña o de los conventos, que servirán como referentes de viviendas, sean estas unifamiliares ―como su propia casa― o multifamiliares como el conjunto Chabuca Granda, en la Alameda de los Descalzos, en el Rímac. También serán importantes sus exploraciones sobre el lenguaje arquitectónico de los contextos donde le ha tocado intervenir, buscando insertar obras nuevas que armonicen con las edificaciones existentes, y con la continuidad que solo una perspectiva histórica puede dar. Todo esto logrado sin caer en excesos pintoresquistas y manteniendo la expresión de una verdad constructiva y proyectando siempre espacios funcionales, como corresponde a la arquitectura contemporánea. Por ello, fue galardonado con el premio Chavín de Fomento a la Cultura en 1963, por el edificio de departamentos ubicado en la calle Álvarez Calderón, en San Isidro (Lima), y posteriormente con el Hexágono de Oro del Colegio de Arquitectos del Perú, por la capilla de San José, en La Victoria (Lima). En el ámbito interamericano fue distinguido con el Premio Internacional de Arquitectura (Sociedad Bolivariana de Arquitectos, Caracas, Venezuela) en 1985, y el Cubo de Acero de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires en 1989.
Quisiera dedicar los últimos párrafos de este texto a una visión personal sobre García Bryce. Diré al respecto que tuve la suerte de cultivar su amistad y disfrutar tanto de su conversación y de sus conferencias, con ese hablar pausado y su sorprendente erudición junto a una enorme capacidad para recordar lugares y fechas, aun en los últimos años, cuando su salud fue mermando. La última vez que nos vimos fue cuando repasamos la lista de los artículos de este libro, que busca recoger en un solo volumen una obra prolífica, pero que se encuentra dispersa en publicaciones hoy desaparecidas. “No sabía que había escrito tanto”, me dijo aquella vez, con su particular sentido del humor, que solía terminar con un ja único y rotundo.
José García Bryce nos ha dejado físicamente, sin embargo, seguirá habitando en la memoria de la arquitectura y de la ciudad, como ya moran en ella Emilio Harth- terré, Héctor Velarde y algunos otros más, que entendieron que el hecho de hacer arquitectura trasciende la obra edificada y que los arquitectos contribuimos también a la construcción cultural de un gran espacio común.
Lima, febrero del 2021
MSc. Arq. Enrique Alfredo Bonilla Di Tolla
Director de la Carrera de Arquitectura
Universidad de Lima