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El largo camino (de Axochiapan a Mineápolis)1
Lejos de intentar analizar la larguísima historia de la migración mexicana hacia los Estados Unidos, lo que el presente trabajo se propone es ubicar dentro de este proceso las características que asume el caso concreto de una pequeña comunidad morelense que en las últimas décadas ha vivido un proceso de cambios profundos en su vida cotidiana a partir del impacto de la migración. Por ello, es importante comenzar considerando los contextos de salida y destino de estos migrantes en el marco general de la emergencia de nuevos patrones migratorios en la región.
Ya que es un hecho que la migración desde México a su país vecino del norte incluye diferentes sistemas migratorios (Roberts, Frank y Lozano, 2003), conviene analizar la características estructurales que enmarcan y, por tanto, ayudan a entender el tipo de sistema migratorio peculiar que se ha establecido en las últimas décadas entre Axochiapan (Morelos) y Minnesota. Para comenzar el análisis de los contactos transnacionales entre estos dos puntos geográficos se torna imperativo atender (de manera simultánea) tanto a dichos elementos estructurales como a los motivos y las experiencias individuales del migrante como agente.
En consecuencia, nuestra consideración del contexto general en que se produce la migración incorporará tanto el análisis de factores demográficos y socioeconómicos de ambas poblaciones como el de los modos en que los individuos participantes relatan y dan cuenta de los procesos de salida, desde una localidad de reciente incorporación al flujo entre México y los Estados Unidos y su asentamiento permanente en un destino particular.
Dado que los estudios migratorios han demostrado que los patrones de asentamiento permanente se originan en la falta de oportunidades económicas en el lugar de residencia, combinada con la oferta de empleos y alternativas en el de destino,2 comenzaremos por mostrar algunos indicadores de la estructura económica del estado de Morelos y el municipio de Axochiapan como contexto estructural de salida que contribuye a explicar la migración.
La migración en Morelos
El estado de Morelos forma parte de lo que en los estudios migratorios se ha denominado nuevos expulsores de migrantes (Durand y Massey, 2003). Si durante la primera mitad del siglo anterior la migración mexicana había sido un proceso sostenido que involucraba sobre todo a trabajadores temporales originarios de las áreas rurales de las regiones del norte, oeste y centro de México, que se empleaban como jornaleros agrícolas de manera temporal en los estados ubicados en el sudeste de los Estados Unidos, a partir de la década de 1970, estos patrones se han modificado radicalmente tanto respecto de los lugares de origen y las características de la población migrante como en cuanto a los lugares hacia donde se dirige esta migración. Así, la migración hoy no sólo se dirige más hacia destinos urbanos y se esparce por todos los estados de la unión, sino que los propios migrantes son cada vez más de origen urbano. También el carácter temporal de la migración se ha modificado para dar paso a un patrón de asentamiento más permanente que involucra, por tanto, no sólo a trabajadores solos sino a familias completas que se trasladan por largos períodos o de manera definitiva. No obstante, a pesar del aumento de la migración permanente, numerosos estudios empíricos sobre estos procesos recientes han encontrado que estos migrantes, aunque se asientan de manera indefinida y tienden a trasladar con ellos a su familia, conservan el vínculo con sus lugares de origen y mantienen comunicaciones constantes (y a través de muy diversas vías) con la localidad de procedencia, lo que confiere a su situación características peculiares sobre las que vale la pena reflexionar.3 El caso que estudiamos aquí puede incluirse tanto en esta nueva corriente de estudios “transnacionales” como en el de los análisis sobre orígenes (estado de Morelos) y destinos migratorios (Minnesota) emergentes.4
Si bien Morelos ha sido expulsor de migrantes hacia el extranjero desde principios del siglo XX, no es sino hasta finales de los años ochenta e inicios de los noventa, cuando este fenómeno se presenta de manera más notoria. A partir de esa fecha, el número de morelenses que decide emigrar hacia los Estados Unidos crece de forma sostenida, como puede apreciarse al analizar los datos censales que exponemos a continuación.5
La población de este estado, que a partir de 1940 había experimentado un aumento acelerado, hacia 1990 presenta una tendencia más moderada. Sin embargo, si lo observamos por quinquenio, podemos apreciar que entre 1990 y 1995, y 2000 a 2005,6 el crecimiento vuelve a ser pronunciado (ver gráficas 1, 2a y 2b del Anexo estadístico). Estas modificaciones pueden asociarse al fenómeno migratorio tanto por el saldo migratorio del estado (que entre 2005 y 2010 fue negativo)7 como por el índice de retorno de los migrantes. Estos dos registros contribuyen a explicar los momentos de moderación y los de nuevo crecimiento poblacional.
De acuerdo con los datos generales suministrados por el Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Población (CONAPO), 97% de las personas que emigran de Morelos hacia los Estados Unidos va a trabajar o a buscar trabajo y la mayoría, al igual que en otras entidades de la república, emprende sus viajes de manera informal y sin documentos, lo que se refleja en un índice de indocumentación de 89% (COESPO de Morelos, 2007). Se trata entonces, en su mayoría, del tipo de migrantes considerados “económicos” (Portes y Rumbaut, 2010) que ocupan puestos de trabajo de baja categoría y que se internan en el país sin pasar por ningún tipo de control fronterizo.
La influencia de los procesos migratorios sobre los cambios poblacionales del estado puede corroborarse, además, analizando la composición de la población y su razón de dependencia.8 Esta alta población dependiente se origina por la disminución de los grupos de población joven que, según se estima, se desplaza de su lugar de origen sobre todo con el objetivo de mejorar sus condiciones económicas y como consecuencia de la falta de oportunidades dentro del estado. No obstante, en los últimos años esta situación ha comenzado a modificarse ya que, como puede apreciarse en los datos del Censo de 2010, para este período la población en edades laborales se incrementa y, en consecuencia, la razón de dependencia disminuye (ver gráfica 3, Anexo estadístico). Este descenso presenta aspectos positivos y negativos, ya que si bien es cierto que el hecho de que la población esté compuesta mayoritariamente por población dependiente resulta problemática para el estado, también lo es su incremento en edades laborales, y más si no se cuenta con los recursos para ofrecer empleos a toda la población en edad laboral.
Esta escasez de oportunidades laborales (sin dudas un poderoso estímulo para la emigración) se conjuga, además, con los bajos niveles de ingresos que se observan a nivel estatal: más de la mitad de la población en general de Morelos no recibe más de dos salarios mínimos. En el caso de los hombres, aproximadamente 67% recibe hasta dos salarios mínimos, mientras que en el caso de las mujeres este porcentaje sube a 69%. Por otra parte, los porcentajes de quienes no reciben salarios es alto, al igual que los de quienes reciben entre dos y tres salarios mínimos (ver cuadro 1, Anexo estadístico). Estas cifras muestran una población vulnerable y susceptible de ver en la migración una salida para mejorar su circunstancia.
Además de los bajos ingresos, otro aspecto importante relacionado con la falta de oportunidades dentro del lugar de origen es la educación. Según cifras estatales, para el año 2000, en Morelos 12.4% de la población era analfabeta, mientras que de los que sí sabían leer y escribir la mayoría reportaba la primaria como último grado aprobado. Ya para 2010 los analfabetos disminuyeron al 6.46% del total y la mayoría se distribuyó entre primaria y secundaria terminadas (ver gráficos 4a, 4b y 5a, 5b, Anexo estadístico). A pesar de esta mejoría (que puede estar relacionada con políticas sociales recientes destinadas a incrementar los niveles educativos), los niveles de educación aún son bajos, lo que dificulta la incorporación de la población al mercado laboral, ya que no cuenta con las herramientas suficientes para integrarse a cualquier trabajo.
En general, aunque el índice de marginación del estado de Morelos es bajo y se ubica en el lugar 20 a nivel nacional, 11 de sus municipios tienen índices medios y uno de ellos alto, lo que nos hace pensar en una situación económica muy dispar, en la que algunos municipios y ciudades (como Cuernavaca y Cuautla) cuentan con situaciones muy favorables y otras, como Tlalnepantla, Totolapan y Axochiapan, tienen los mayores grados de marginación, muy distantes de los primeros (ver cuadros 2a, 2b y 3a, 3b, Anexo estadístico).
Esta heterogeneidad se manifiesta también en la migración que, si bien es un fenómeno que afecta a todo el estado, se concentra en algunos municipios (aunque esta relación no es biunívoca). Como se ha demostrado ampliamente, la migración no es un fenómeno que resulta sólo de la pobreza, se sabe que quienes emigran no son los más pobres, sino aquellos que están en condiciones de pagar los altos costos que ella implica. Los más pobres (que carecen de la información, los contactos, los recursos y los conocimientos necesarios) no suelen marcharse al extranjero a buscar mejor vida (Portes y Rumbaud, 2010). En Morelos, los seis municipios que exhiben índices migratorios altos no coinciden con los de mayor grado de marginación; de hecho, cuatro de aquéllos tienen grados medios de marginación y se sitúan en los lugares 3, 6, 7 y 8 de todo el estado (y los otros dos en los lugares 14 y 15 con grado bajo). Axochiapan, que ocupa el segundo lugar entre los de mayor expulsión (sólo superado por Coatlán del Río), tiene un grado medio de marginación y se ubica en el tercer puesto en la tabla.
Cuadro 1. Morelos: indicadores sobre migración a los Estados Unidos, índice y grado de intensidad migratoria por municipio, 2000*
*Ver índice de intensidad migratoria completo en anexo estadístico.
Fuente: estimaciones de CONAPO con base en la muestra del 10% del XII Censo General de Población y Vivienda 2000.
Desde estos seis municipios sale la mayor parte de los migrantes morelenses hacia destinos diversos. Aunque se tienen registros de personas procedentes del estado residiendo en casi todos los Estados Unidos, los lugares de destino que predominan son Chicago, California, Nueva York y, más recientemente, Minnesota (estado que, al igual que Morelos, no formaba parte del flujo migratorio tradicional mexicano). En nuestra investigación encontramos, además, la existencia de redes migratorias que configuran circuitos que enlazan ciertos orígenes hacia ciertos destinos, lo que abre brechas para el asentamiento de los nuevos migrantes y así “predeterminan” los lugares donde se asientan los migrantes de ciertas zonas (como se ha documentado de manera amplia en numerosos estudios migratorios). En una entrevista realizada en el curso de esta investigación, un funcionario de la oficina de Atención a Migrantes en Morelos nos lo confirmaba así:
…por ejemplo [de] Coatlán del Río se van a Carolina del Norte y Carolina del Sur. Son los que recuerdo ahorita, son los que se me vienen a la mente, pero sí hay relación; por ejemplo, Tetela del Volcán con Nueva York. Sí, sí está destinado cierto municipio con alguna región. Por ejemplo, Axochiapan jala gente de Jonacatepec y Tepalcingo que se encuentran también allá en Mineápolis. Axochiapan, Tepalcingo, Jonacatepec hasta Jantetelco tiene gente en Mineápolis.
De esta manera, en ciertos lugares de la Unión Americana se va concentrando un conjunto de personas con un mismo lugar de procedencia, dando lugar así a grupos de migrantes que comparten lazos de parentesco, amistad o paisanaje, como es el caso de los axochiapanenses asentados en Minnesota.
Axochiapan: en el río de las flores de calabaza9
El municipio de Axochiapan se ubica al suroeste del estado de Morelos; limita al norte con los municipios de Tepalcingo, Jonacatepec, y al sur, con el de Jantetelco, al este con el estado de Puebla y al oeste con el municipio de Tepalcingo y el estado de Puebla. Con una superficie total de 172 935 km2, es una zona de clima cálido y subhúmedo donde la temperatura media se ubica entre los 22 y los 24 grados Celsius. Aunque su origen prehispánico registra población de origen olmeca y tlahuica que terminó sometida al imperio mexica (Cortés, 2010), en la actualidad sólo 267 habitantes hablan alguna lengua indígena, lo que equivale a 0.84% de la población municipal10 (Censo de población y vivienda 2000 y 2010).
La mayor parte del territorio del municipio tiene características rurales: la zona urbana está compuesta por las localidades de Axochiapan, Quebrantadero, Telixtac, Marcelino Rodríguez, Atlacahualoya, Tlalayo, Ahuaxtla, Joaquín Camaño, Cayehuacan, Palo Blanco y U. H. Benito Juárez.11 Esta área urbanizada comprende sólo 7.5% de la superficie territorial y fuera de ella existen las zonas dedicadas principalmente a la agricultura o destinadas como posibles zonas de expansión; sin embargo, es necesario resaltar que de las dedicadas a la agricultura, muchas han sido abandonadas por causa de la migración, ya que esta actividad es desarrollada sobre todo por la población masculina, y es esta misma población, la que presenta mayores porcentajes de migración.
El municipio fue fundado en 1898 con la instalación de su primer cabildo. En la actualidad es regido por el ayuntamiento municipal compuesto por un presidente municipal, un síndico procurador y cinco regidores (dos de mayoría relativa y tres de representación proporcional). Después de un largo período gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en los últimos trienios el panorama ha variado. De acuerdo con los datos de Instituto Federal Electoral (IFE), en el proceso electoral de 2006, que en el estado de Morelos ganó el Partido Acción Nacional (PAN), en Axochiapan ganó el Partido Verde, mientras que en los comicios de 2009, el PRI fue el partido ganador a nivel municipal. En cuanto a los niveles de participación, los resultados son semejantes a los de nivel estatal; ya que en 2006 la concurrencia municipal fue de 55.05% y la de Morelos, de 56.68%, para 2009, en el caso de Axochiapan la participación fue de 56.68%, muy similar a la del estado (56.66%), (IFE, 2009).
Según datos del último Censo de Población y Vivienda del INEGI, la población de Axochiapan asciende a 33 695 habitantes (194.84 por km2), de los cuales 87.3% se ubica en las cinco localidades de más de mil habitantes (Telixtac, Quebrantadero, Atlacahualoya y Marcelino Rodríguez). Esta población ha experimentado un crecimiento entre 1990 y 2010 aunque, en comparación con el total de Morelos, ha sido más lento. Entre 2000 y 2005 se puede observar cierta estabilidad de la población, mientras que para el período comprendido entre 2000 y 2010, se produce un nuevo aumento (relacionado, entre otros aspectos, con la migración, ya que 24% corresponde al retorno de migrantes).
Se trata de una población joven de predominio femenino, 51.23% versus 48.77% (ver gráficas 6a, 6b, Anexo estadístico), que disminuye a partir de los 15 años, tanto para los hombres como para las mujeres. A partir del análisis de la estructura por edades y comparándola con la razón de dependencia, se aprecia que la mayor cantidad de habitantes se ubica entre los grupos menores de 15 años y los mayores de 64, lo que indica que existe un gran número de dependientes en relación con la posible población encargada del sostenimiento económico; ello sugiere que la población en edades laborables se encuentra fuera del municipio (ver razón de dependencia en gráficas 7a, 7b, Anexo estadístico).
Gráfica 1. Población de Axochiapan entre 1900 y 2010, según datos censales
Fuente: elaboración con base en datos de los Censos 1990 a 2010.
El mismo censo de 2010 contabilizó un total de 10587 viviendas, de las cuales 8128 son particulares. La mayoría de ellas es la típica de la región: una sola planta, con patio o huerta y construida con piedra, adobe y teja, y un total de 1389 cuenta con piso de tierra. El acceso a los servicios públicos (agua, drenaje, alumbrado público, etcétera) es diferenciado; de todas las viviendas habitadas, 122 no disponen de luz eléctrica, mientras que 2333 no tienen acceso a agua entubada y 603 no cuentan con drenaje (INEGI, 2010).
En la actualidad, y como consecuencia de la migración, han comenzado a construirse viviendas de mayor tamaño y con diseños y materiales diferentes a las que hasta ahora habían caracterizado el lugar: casas de dos pisos, con profusión de herrería y jardines delanteros, canceles de vidrio y un estilo más “moderno” y urbano, con lo cual la apariencia del municipio está cambiando, al menos en algunas zonas.
La población del municipio de Axochiapan presenta un bajo nivel educacional, siendo su porcentaje de analfabetismo de 22.34% en 2000, el cual disminuye a 14.41% para 2010 (ver gráficas 8a, 8b y 9a, 9b sobre escolaridad y analfabetismo, Anexo estadístico). Estos porcentajes son considerablemente más altos que los registrados a nivel estatal, lo que no resulta del todo extraño, ya que en municipios como éste los datos sobre alfabetismo y escolaridad suelen ser menores que en lugares con mayor infraestructura para la educación. En la actualidad el municipio cuenta con unas veinte escuelas primarias, nueve secundarias, cuatro instituciones de educación media superior (dos bachilleratos y dos escuelas de capacitación) y una escuela especial. Asimismo, los servicios de salud incluyen un hospital de servicios generales, siete clínicas de primer nivel, dos puestos de salud del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), así como varias clínicas privadas, cinco dentales y algunos laboratorios de análisis clínicos (Cortés, 2010).
Vista de una calle de Axochiapan.
Los habitantes del municipio son mayoritariamente católicos, aunque se ha reportado también la existencia de otras denominaciones (cristianos, adventistas, testigos de Jehová, metodistas, de la luz del sol). Se pueden contar alrededor de quince templos religiosos, pero los más importantes son las iglesias de San Pablo Apóstol (santo patrón del pueblo) y la del Padre Jesús, construidas en los siglos XVI y XVII. Según los datos del Censo de 2010, 84.2% de la población es católica, mientras que otros grupos, como Adventistas del Séptimo Día y Testigos de Jehová, sólo alcanzan el 2.7%. El resto se divide entre los que se declaran sin religión (2.5%) y otras denominaciones (INEGI, 2010).
Nuevas casas construidas por migrantes.
Las principales actividades económicas de la entidad son la agricultura y el comercio (en pequeña escala), aunque existe una actividad industrial en el ramo de la transformación de minerales (yeso), organizada sobre todo en la modalidad de pequeñas empresas. La agricultura aporta 9.51% del valor de la producción agrícola del estado y, para 2000, 19.30% de la población se dedicaba a esta actividad, que se presenta en dos modalidades: una de autoconsumo y minifundista, y otra de riego. Los cultivos principales se dividen en cultivos temporales, como los de maíz, sorgo, cacahuate, frijol, calabaza y jamaica, y los que se producen en los terrenos de riego, como la cebolla, el pepino y la caña de azúcar —Plan de Ordenamiento Ecológico (POE) de Axochiapan. Por otra parte, además de la agricultura y la extracción de yeso, el comercio es una actividad muy importante, ya que, aunque sólo funciona una tienda formal, existen más de 800 informales dedicadas a la venta de ropa, muebles, ferreterías, etcétera (POE Axochiapan S/F).
Yesera en Axochiapan.
Esta economía supone pocas alternativas de empleo, como puede apreciarse en las características de la Población Económicamente Activa (PEA). Según la información de 2010, la PEA aumentó tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres; pese a ello, sigue apareciendo una notable diferencia entre sexos, lo cual significa que aunque la mayoría de las mujeres no están insertas en el mercado laboral, un porcentaje considerable se incorporó a dicho mercado en los últimos diez años. Dicha información puede estar relacionada con el incremento poblacional en edades laborales, como muestra la estructura por edad y sexo (ver gráficos 10a, 10b, Anexo estadístico). Por otra parte, las actividades económicas en las que se emplea esta población han variado, pasando del predominio del sector primario, al sector terciario, en especial a las actividades comerciales (estas últimas, en muchos casos, y como se verá más adelante, promovidas también por la migración).
De manera general, y en vista de estas características económicas del municipio, no es muy sorprendente que se sitúe entre los mayores expulsores de migrantes a nivel estatal. Según datos de 2000, en los últimos años, Axochiapan ha exhibido una alta intensidad migratoria y su población en edades laborales ha disminuido, a la vez se ha reportado un incremento en los porcentajes de población que reciben remesas, todos ellos indicadores relacionados estrechamente con la migración.
La disminución de población en edad laboral en Axochiapan puede entenderse como consecuencia de la migración. Se sabe que la mayoría de los migrantes se encuentra comprendida precisamente en estas edades laborales, lo que origina que muchas familias dependan de las remesas para subsistir; esto nos lleva a pensar que aunque en la actualidad, según los datos censales, se observe un crecimiento de la población (que puede ser explicado por el retorno de migrantes), el fenómeno migratorio continua presentándose en esta zona y haciendo parte de la vida cotidiana de sus habitantes. Las características de la población, sumadas a la falta de empleos e infraestructura en varios niveles, y el hecho de que cada vez más personas encuentren en la migración una opción para mejorar sus condiciones de vida y las de su familia, hace que los ingresos obtenidos a través de las remesas que llegan de Minnesota ocupen un lugar de gran importancia en la economía local.
Aunque, a nivel municipal, las fuentes de información acerca de los montos y destinos de las remesas son muy escasas, existen estadísticas a nivel estatal. De acuerdo con la Encuesta de Mexicanos en los Estados Unidos, realizada por Pew Hispanic Center en 2005, aproximadamente 82% de los residentes en el vecino país del norte, provenientes del estado de Morelos, enviaban remesas a sus familiares, la mayoría con una periodicidad de entre una y dos veces al mes, datos que corroboran los informes de la Secretaría de Desarrollo Económico de Morelos, que reportan un aumento en los montos remesados entre 2003 y 2008 (ver cuadro 5 y gráfica 11, Anexo estadístico).
No obstante, los reportes de CONAPO indican una disminución de las remesas a nivel nacional en los últimos años (el total de hogares que recibían remesas, y donde dichas remesas representaban 75% de los ingresos totales, disminuyó de 13.6% en 2006, a 6.3% en 2008). Este decremento se empieza a notar no tanto como una disminución de los porcentajes de remesas recibidas, sino como cierta estabilidad en los montos enviados entre 2006 y 2008. Esto resulta un grave problema para estas familias, ya que al depender casi exclusivamente de este ingreso quedarían con recursos insuficientes para su sostenimiento. Según esta misma fuente, para 2000, del total de remesas recibidas en el país, Morelos recibía 3.6%, porcentaje que disminuyó hasta 2.5% para 2003 y se mantuvo casi igual para 2009, año en que sólo llegó a 2.6% (Galindo y Leite, 2010).
Envíos de dinero y cambio de divisas en Axochiapan.
Si tenemos en cuenta que son seis los municipios morelenses que más expulsan población hacia los Estados Unidos, es de esperar que las remesas se reciban sobre todo allí. Lo que interesa destacar en todo caso, es que no se trata de que el envío de remesas haya decrecido, sino que habiendo experimentado un crecimiento sostenido y notorio durante varios años, a últimas fechas el crecimiento ha sido más lento, lo cual puede deberse a varios factores: en primer lugar, a la crisis económica que ha golpeado de manera más dramática a los migrantes indocumentados que han perdido empleos y recursos; en segundo, el hecho de que en muchos casos, están migrando familias completas, lo que vuelve innecesario el envío constante de remesas, y, por último, el aumento en la cantidad de migrantes que han retornado en los últimos años.
Los migrantes de retorno aún son pocos, pero su porcentaje ha crecido. Según los datos censales de 2010, la proporción subió a 3.78 para los hombres y 1.42% para las mujeres (ver cuadros 6 y 7, Anexo estadístico). Tales aumentos son consistentes con los datos de población total del estado. No obstante, es importante considerar que no estamos destacando la existencia de una disminución de la población migrante para 2010, sino la relativa estabilización de las cifras, lo que, sin dudas, está relacionado con las restricciones cada vez mayores y las políticas anti inmigrantes que ha venido aplicando el gobierno de los Estados Unidos (y en particular algunos estados como Arizona) que buscan frenar la migración indocumentada. A pesar de ellas, muchos axochiapanenses continúan viviendo en Minnesota o están pensando irse hacia allá.
El destino: Minnesota, hielo y frío
El estado de Minnesota es, después de Alaska, el más septentrional de la Unión Americana. Se encuentra situado en la región Medio Oeste y sus 225 365 km² limitan al norte con Canadá, al oeste con las Dakotas (del Norte y del Sur), al este con Wisconsin y al sur con Iowa. Es conocida por sus inviernos rigurosos y su alto nivel de desarrollo económico. Según datos censales, el total de su población asciende a 5 millones 303 925 habitantes, siendo su aumento poblacional de 7.8% entre 2000 y 2010 (Census Boureau, 2010). La capital, Saint Paul, limita con Mineápolis y juntas constituyen las Twin Cities, una de las más grandes metrópolis de los Estados Unidos (ver otros datos sociodemográficos de Minnesota en cuadro 8, Anexo estadístico).
La población del estado goza de un alto nivel educativo y uno de los mayores niveles de vida. Para 2009, 91.1% de la población mayor de 25 años era graduada de la escuela,12 el ingreso promedio por hogar fue de 55.624 dólares, mientras que sólo 10.9% de la población se encontraba por debajo de la línea de pobreza (en comparación con el 14.3% de todo el país). Estos niveles se sustentan en una economía basada en la agricultura, la agroindustria (procesamiento de alimentos), otras industrias de alta tecnología, los servicios financieros y la biomedicina. En este estado se localizan, entre otras entidades importantes, la famosa Clínica Mayo y el más grande centro comercial de los Estados Unidos (el Mall of America).
Se trata de un estado de gran diversidad cultural y étnica, cuyos últimos datos censales reportaban la existencia de 85.3% de población blanca, 5.2%, afroamericana, 4.7% hispana y 1.1% asiática (Census Bureau, 2010). Se trata de una entidad tradicionalmente receptora de migrantes, asiento, refugio y asilo para diversos grupos. En cuanto a la religión, 32% de la población residente en Minnesota declara ser protestante, mientras que 28% se dice católico, 21% evangelista protestante y 13% sin afiliación. Sin embargo, además existen judíos y, recientemente, musulmanes, budistas y otros, aunque en menores porcentajes (Encuesta Panorama Religioso en los Estados Unidos, 2007).
Mineápolis (día de la marcha por el primero de mayo, 2010).
De acuerdo con el Census Bureau, el total de residentes de origen hispano en 2000 ascendía a 143 382 (lo que representa el 2.9% de la población), mientras que para 2010 este grupo creció de manera significativa hasta alcanzar la cifra de 250 258 (4.7%), lo que significa un aumento de 1.8%, como lo muestra el cuadro 2.
De estos hispanos, la mayoría son mexicanos. Según cálculos del Pew Hispanic Center, en 2009, 72% del total de los hispanos son de origen mexicano y la mayor parte de ellos ha ingresado al estado en los últimos veinte años, con lo cual Minnesota se ha convertido en un nuevo destino que se añade a los tradicionales como Chicago, California, Texas o Arizona. En sólo veinte años, Minnesota subió del lugar 22 al 20 en cuanto a los estados con mayor número de migrantes de origen mexicano, alcanzando los 128 607 en 2005 (véase el cuadro 8 del anexo estadístico).
La diversificación de las zonas de recepción de migrantes ha sido un proceso notable, que ocurre al menos desde la última década del siglo anterior. El caso de Minnesota (situado en la región de los Grandes Lagos) puede relacionarse con su ubicación cercana a una zona que ha sido considerada la segunda mayor receptora de los Estados Unidos, sobre todo por su proximidad con Chicago, que ha sido punto inicial tradicional de llegada de los migrantes de Morelos (Durand y Massey, 2003) y, al menos para los migrantes originarios de Axochiapan, constituye un destino relativamente reciente.
Cuadro 2. Población nacida en el extranjero e hispana residente en Minnesota, 2009
Fuente: Elaboración propia con datos del Pew Hispanic Center.
Desde una perspectiva más histórica, la presencia de migrantes mexicanos en Minnesota está documentada desde las primeras décadas del siglo XX (Roethke, 2007). Sin embargo, esta población procedía de diversas localidades de México y de otros estados de los Estados Unidos (reclutados como trabajadores temporales para la agricultura), y con el paso del tiempo se fue estableciendo hasta formar una pequeña comunidad que incluía mexicanos de primera y segunda generación, y que había creado organizaciones sociales, recreado sus tradiciones y establecido su vida social y su identidad desde lo latino y lo hispano.
Así, un pequeño porcentaje del total de las personas de origen mexicano que aparece en las cifras censales forma parte de un grupo que llega a trabajar como jornaleros agrícolas en la primera mitad del siglo XX (Valdés, 2005), atraído por la oferta de trabajo en las cosechas de betabel, o en las industrias locales como las empacadoras de carne y el ferrocarril. Unos ocho mil mexicanos entraron a Minnesota durante la década de 1940 a partir de contratos temporales enmarcados en el Programa Bracero. Estos primeros grupos se asentaron principalmente en Saint Paul, donde se estableció una pequeña comunidad que desde la década de 1930 se agrupó en un barrio mexicano localizado en el Lower West Side (Roethke, 2007).
La migración de axochiapanenses a Minnesota que estudiamos aquí, puede distinguirse de esa migración ya asentada, porque forma parte de una oleada que corresponde a la última década del siglo pasado; antes de esa época, aunque sí había expulsión de migrantes desde el municipio, eran relativamente pocos y se dirigían a destinos más tradicionales como California, Illinois, Nueva Jersey y Nueva York. En cuanto a la cantidad, si observamos los datos anteriores a la década de los noventa, podemos apreciar que Axochiapan no se había caracterizado por ser una zona de expulsión, mientras que para 2000 (según las cifras del Censo) ya tenía 1.13% de su población residiendo en los Estados Unidos.13 Con respecto a sus lugares de destino, los primeros migrantes de este municipio se habían asentado en otras ciudades y se trataba, sobre todo, de trabajadores temporales que iban y venían de manera circular en función de los ciclos estacionales del trabajo. El relato de un habitante de Axochiapan, entrevistado en el curso de esta investigación, ilustra el modo en que se dio este proceso:
…la gente adulta, de tercera edad ahora, empezó a emigrar como braceros y los hijos de ellos se empezaron a interesar a llevar, pero no era tan fuerte, vamos a hablar de 50 personas alrededor de los años 55, 60, (sic) la gente se fue de bracera, trabajaba temporadas y se regresaba, pero después alguno que otro se fue quedado y la vida les cambiaba económicamente, y así es como se empezó a ir la gente mayor; de ahí salieron los hijos y se empezaban a llevar a su familia, como en los años ochenta, había nada mas como veinte familias de aquí del pueblo de Axochiapan, viviendo en los Estados Unidos, en diferentes ciudades, como California, Chicago y también en Texas.
En realidad, lo que hemos encontrado en nuestras entrevistas nos lleva a pensar que los migrantes axochiapanenses llegaron a Minnesota mucho después: hacia la década de 1990 y, en principio, desde esos otros estados de la Unión Americana, lo que marca una diferencia con otros migrantes transnacionales, ya que en la mayoría de estos casos estudiados en México se trata de comunidades con tradición migratoria de mayor antigüedad y cuyas trayectorias los llevarían de forma directa al destino actual.14
Los primeros migrantes que arriban a Minnesota desde Chicago, Nueva York o Texas, constituyen lo que podríamos llamar los “pioneros” (Portes y Rumbaut, 2010) de la comunidad de Axochiapan en Mineápolis, aunque en un sentido diferente al de la definición de estos autores, ya que nuestros “pioneros” no se establecieron en Mineápolis por la cercanía geográfica con el lugar de origen, sino que llegaron procedentes de otros estados, atraídos por las ventajas y oportunidades que vieron en Minnesota, en comparación con las ciudades en las que se encontraban viviendo. En este sentido, se trata de un elemento que les confiere características peculiares que favorecieron su asentamiento en las Ciudades Gemelas, entre las cuales podemos destacar el hecho de contar con la ventaja de algún conocimiento previo sobre el país, más la posibilidad de realizar una travesía relativamente fácil y segura. Esto contribuiría a explicar, entre otras cosas, el hecho de que el arribo del grupo de los axochiapanenses coincida con un momento de mayores restricciones y controles migratorios en los Estados Unidos, así como de crisis económica.
Según hemos encontrado, los primeros axochiapanenses que llegaron a Minnesota son no son propiamente los de la cabecera municipal, sino de localidades pequeñas de los alrededores. Según nos relató uno de nuestros primeros informantes de Axochiapan:
…el municipio tiene algunos otros pueblos como Atlacahualoya, Tlalayo, Quebrantadero y muchos pueblos alrededor, y realmente los primeros que se fueron a vivir a la ciudad de Mineápolis fue la gente de Tlalayo, fueron las primeras personas que llegaron a Mineápolis, alrededor de 1990. Ya en los años noventas se congregaron más en la ciudad de Chicago y le calculo que había alrededor de unas sesenta familias de Axochiapan viviendo en Chicago, y conforme fue pasando el tiempo la gente se empezaba a llevar, como te digo, a sus hijos o a sus primos, a sus parientes; les decían que ahí habían mejores oportunidades de vida y pues se iban para allá.
Esta procedencia de los primeros inmigrantes nos fue confirmada, más tarde en las entrevistas que realizamos en Mineápolis “…la mayoría eran de Tlalayo, ni siquiera de Axochiapan, eran de Tlalayo y de pueblitos chiquitos; después empezó a aparecer la gente de Axochiapan…” o “…Antes aquí, antes del 95 no había gente de Axochiapan, toda era de Atlacahualoya, Tlalayo, eran la mayoría de personas; las personas de Axochiapan llegaron después del 95, pero llegaron a poner sus negocios, esto y lo otro”.
Es interesante que nuestros entrevistados subrayen la diferencia entre la cabecera municipal y los pueblitos aledaños, porque según pudimos observar en el pueblo y en el curso de la investigación, entre la cabecera y las localidades aledañas existen fuertes lazos de amistad y vecindad que constituyen la base de las redes migratorias que han operado, y operan, entre el municipio, como origen, y Mineápolis, como destino.15 Lo que queda claro es que se trata de una migración por etapas, en la cual los pioneros no llegaron desde el municipio, sino desde Chicago y Nueva York. Según nos relataron algunos inmigrantes que viven en Minnesota desde antes de la década de 1990:
…hubo una avalancha de gente, especialmente del estado de Morelos, que emigró para acá y no tanto ya directamente del estado, sino de gente que ya estaba establecida en otras ciudades, en otros estados de los Estados Unidos como Chicago, Illinois, California, Denver, Nuevo México, Arizona… muchísima gente llegó y llegó de una manera muy particular…
[…]
Sí, porque hay mucha gente de Morelos aquí. Pero empezó a llegar mucha gente que se vinieron porque ya no querían vivir en Chicago y de Nueva York. De allá llegaban familias enteras, familias completas. [Sic]
Esto los distingue de otros migrantes, también procedentes de nuevos estados de expulsión (como, por ejemplo, Veracruz), entre cuyos destinos ha estado Minnesota. Al parecer, los veracruzanos, que llegan más o menos en el mismo período, sí emigraron desde sus municipios de origen, en particular los procedentes de Misantla (Anguiano, 2005: 105).
Los primeros que arriban a Minnesota lo hacen de manera espontánea y un tanto azarosa y, al parecer, su llegada no se produce como resultado de la existencia de vínculos con una comunidad mexicana ya establecida. Aunque sí se benefician de su presencia y de la existencia de organizaciones de apoyo, programas para migrantes y congregaciones católicas hispanas, estos axochiapanenses se diferencian de la comunidad mexicana ya establecida, tanto temporal como espacialmente. Desde el punto de vista de su temporalidad, se trata de una nueva oleada migratoria, que se produce con posterioridad y de manera explosiva hacia el segundo lustro de la década de los noventa, que localiza sus lugares de vivienda y actividad comercial y empresarial en una zona diferente de la hispana ya existente.16 No se queda en Saint Paul, sino que se despliega a lo largo de Lake Street, del lado de Mineápolis. Los propios migrantes entrevistados en Minnesota dan cuenta de esta diferenciación espacio-temporal:
Antes del 95, si tú mirabas gente hispana, era contada. Del 95 para acá fue como si fuera una invasión, como si toda la gente llegaba y llegaba y llegaba. Pero antes de ahí tú mirabas, caramba, un hispano, aquí en lo que era Mineápolis. Porque la mayor parte de los hispanos estaban en lo que es el West Side de Saint Paul.
O, por ejemplo:
Te digo, yo creo que fue por ahí por el 96, algo así, o 97, que de repente fue un boom. Que increíble, ¿no?, llegó todo mundo y no sabías ni de dónde salía; ya los veías circular. Primero era West Saint Paul, digamos, la zona hispana, porque ahí hay mucha gente ya de dos, tres generaciones que se vinieron aquí tal vez desde los treintas. Pero, este, primero la gente se empezó a establecer ahí, después empezó esta área de Lake Street, lo que es por ahí por la 4ta, por el 35W, toda esa área empezó a haber un negocito aquí, un negocito acá y se empezó a llenar toda esa área.
Estos pioneros tampoco constituyen “minorías emprendedoras” (en el sentido de Portes y Rumbaut, 2010), aunque se asentaron en áreas urbanas de una gran ciudad con un elevado nivel de vida y conocida por su hospitalidad hacia los extranjeros y políticas de ayuda. De manera que algunos de los migrantes que ya vivían en los Estados Unidos, con su desplazamiento a Mineápolis buscaban ubicarse no como trabajadores agrícolas, sino aprovechar las oportunidades que vieron en este estado para conseguir otro tipo de empleos.17 Si los consideramos “pioneros” es porque ellos instituyen el centro de las nuevas redes sociales, que generarán y sostendrán un circuito específico que vincula a Axochiapan con Minnesota (especialmente Mineápolis). Según testimonios de los propios migrantes:
Empezando por una persona, digamos, que llegó aquí, le gustó, vio las oportunidades y empezó a llamar al primo y al compadre y al hermano y al tío, y fue así como fue creciendo esta población, y muy en particular del área de Axochiapan, en el estado de Morelos; muy en particular de esa área y todas las rancherías aledañas al municipio. Muchísima gente se vino para acá…
Estas historias son bien conocidas incluso en Axochiapan, donde un entrevistado, cuyo hermano es de los primeros en establecerse en Minnesota, nos contó: “Uno de mis hermanos, A., se va de Chicago a Mineápolis, porque unos compañeros le dijeron ‘¿sabes qué?, hay chamba allá’, y se fueron allá. Y mi hermano, como sabía que E. tenía un restaurante en Chicago, una tiendita, le dijo: ‘Oye, sabes que es negocio ahí, es negocio, es negocio’ ”.
A través de estas nuevas redes, y con el transcurso del tiempo, comienza a desarrollarse el circuito directo de Axochiapan a Mineápolis. Primero llegan desde los propios Estados Unidos algunas personas oriundas del municipio que “jalan” con ellos a sus amigos y parientes establecidos en otras ciudades y éstos atraen a sus familiares (no precisamente la familia nuclear, sino hermanos, cuñados y compadres). Ya que se trata de migrantes que llevaban un tiempo viviendo en los Estados Unidos (y por la coincidencia con la aprobación de la legislación que posibilitó la legalización de muchos mexicanos)18 presumiblemente pudieron beneficiarse de la política de reunificación familiar, con lo cual se crea un contexto favorable y una red de apoyo para los recién llegados.
A partir de este primer círculo (como suele ocurrir y se ha documentado en multitud de estudios sobre redes migratorias) se produce una ampliación hacia vínculos no tan cercanos que ya comienza a involucrar a todo el municipio, a través de la incorporación de amigos, parientes, y vecinos. A la constitución y funcionamiento de estas redes se debe la aparición de una “infraestructura” de la migración (préstamos desde los Estados Unidos, coyotes, tarifas, contactos, etcétera) que instaura ciertas rutas y modalidades para el viaje y que provee al contexto de salida de una cierta seguridad y la posibilidad de pagar los altos costos del proceso. La importancia de esta infraestructura deviene crucial debido al momento en el que tiene lugar la avalancha migratoria. Ya que se trata de un momento en que el país receptor se encuentra enfrascado en un esfuerzo por restringir y contener la inmigración a su territorio, en el cual no sólo se reducen al mínimo el otorgamiento de visas y permisos de residencia, sino que se refuerzan los controles fronterizos y, por lo tanto, los cruces irregulares (que, lejos de eliminarse se incrementan con estas medidas) se hacen mucho más difíciles, esta migración axochiapanense (en su mayoría indocumentada) precisa de un sistema de apoyos, sin el cual no podrían culminar sus travesías. Si consideramos, además, la enorme distancia que existe entre el municipio y el estado de Minnesota, podemos concluir que sólo a partir del apoyo de los primeros migrantes ha sido posible el pago de los enormes costos de estos viajes.
A esto se aúna la producción de un conjunto de relatos (reales o imaginarios) de signo positivo (el éxito, la prosperidad) o negativo (el peligro, las dificultades del cruce) que comienzan a circular entre los que se quedan en el lugar de origen y que, como consecuencia, se convierten en potenciales migrantes. Con esto, la migración se instala en los horizontes de sentido y los repertorios simbólicos y se hace parte de la vida cotidiana de la localidad.19 En este sentido, partir, viajar al extranjero, deja de ser un acto extraordinario, insólito y excepcional y se torna una más entre las alternativas o estrategias para mejorar las condiciones de vida o, simplemente, sobrevivir.
El nuevo circuito directo Axochiapan-Mineápolis concentra un grupo grande de personas de un mismo lugar de origen e instala una nueva red de vínculos y comunicaciones que genera una relación muy fuerte y permanente con la comunidad que se ha dejado atrás, lo que supone una enorme diferencia con los mexicanos que habían vivido en Minnesota a lo largo de dos o tres generaciones. Así, mientras que éstos son inmigrantes de segunda y tercera generación, procedentes de diversos lugares de México, que han vivido por mucho tiempo y formado familias, amigos y una relación con la sociedad de acogida, los nuevos migrantes axochiapanenses llegan con su nuevo capital social; es decir, con sus redes sociales que se extienden desde y hacia el lugar de origen.
Para estos nuevos residentes, la diversificación del patrón geográfico de la migración también se acompaña de nuevas formas de inserción en el mercado laboral. Si los migrantes mexicanos que llegaron a Minnesota en la primera mitad del siglo XX se ocupaban fundamentalmente en trabajos agrícolas estacionales (betabel, fresa, espárrago y vegetales),20 a partir de la década de 1990 se han venido concentrando en otros sectores del mercado de trabajo como la industria empacadora de carne, la hotelería, industria restaurantera, guarderías, jardinería y los servicios de custodia y limpieza. Con lo cual, esta masa laboral tiende a urbanizarse cada vez más. Los nuevos migrantes, al menos los procedentes de Morelos,21 ya no se ocupan sobre todo en actividades agrícolas (solo 23% se encuentra empelado en agricultura y ganadería), sino en el sector de los servicios, y en particular en aquellas ocupaciones que requieren poco nivel académico como elaboración de alimentos, porteros, conserjes, etcétera (véase el cuadro 9 en el anexo estadístico). Estas ocupaciones corresponden a lo que nuestros entrevistados consideran el trabajo que los nativos se niegan a realizar (“…Pues trabajas de lo que no quieren trabajar los gabachos; trabajas lavando platos, barriendo cuartos, limpiando las oficinas y cosas así, básicamente en limpieza, jardinería…”). Según nos relataron los entrevistados (tanto los que están en Minnesota como los que han regresado a Axochiapan), los empleos a los que acceden los migrantes son manuales en especial en el sector de los servicios y, en menor proporción, en la industria: “…Aparte de construcción, hay personas que trabajan en panaderías, hay personas que trabajan en las yardas, cortando pasto, plantando plantas, y muy pocos, pero sí, también, hay trabajando en fábricas”.
Esta ubicación en los sectores menos favorecidos del mercado de trabajo tiene que ver no sólo con el bajo nivel de educación de los migrantes, sino también con el conocimiento del idioma, que en el caso de nuestros migrantes es también muy escaso. Según una encuesta del Mexican Migration Project (MMP), una proporción muy importante de ellos (34.11%) no lo habla ni lo entiende, y sólo 5.66% domina ambas habilidades, por lo que la inmensa mayoría no lo maneja a niveles aceptables para el desempeño laboral en ocupaciones de mayores compensaciones y mejores condiciones (ver cuadro 10, Anexo estadístico). Más allá de lo estadístico, casi todos los migrantes que entrevistamos para esta investigación muestran conciencia de la importancia del manejo del inglés para la inserción laboral en el destino:
…pero es muy difícil, la vida es muy difícil porque más que nada no hablas inglés, porque no conoces la ciudad, más que nada porque no tienes la manera de buscar trabajo, porque necesitas saber; hasta las calles son diferentes, ahí tienes que usar lo que es un carro para que te puedas trasladar a donde está tu trabajo y pues allá en los Estados Unidos son los peores trabajos los que agarra el mexicano cuando no hablas inglés.
Esta insuficiencia en el manejo del idioma, según nuestros entrevistados, se relaciona con el bajo nivel de escolaridad de los migrantes (“…todo el tiempo que yo estuve trabajando llevé a mis dos hermanos, entonces yo tenía dos años, pero no sabía hablar inglés, porque nunca había ido a la escuela”).
En estas circunstancias, las redes sociales (en especial las familiares) entran a jugar un papel muy relevante para los aprendizajes y la adaptación e inserción del migrante en el lugar de destino. A través de sus contactos con parientes, amigos y conocidos, el recién llegado consigue lo necesario para proveerse tanto de hospedaje como de conocimientos para orientarse en el nuevo entorno y las relaciones con posibles empleadores e información sobre las posibilidades del trabajo. En la misma encuesta del MMP hemos observado que poco más de 40% de los encuestados ha adquirido sus empleos a través de sus redes sociales. En la mayoría de estos casos (31.11%) por medio de un pariente, mientras que los restantes 17.99% y 2.31% obtuvieron la ayuda de un amigo o un paisano (ver cuadro 11, Anexo estadístico). Estos datos coinciden con los relatos de nuestros entrevistados quienes, en su mayoría, afirmaron que obtuvieron sus empleos a través de familiares y amigos que emigraron con anterioridad, muchos de ellos, ya establecidos como empleadores (“…un […] vecino de aquí tiene unas tiendas allá, y allá entré luego a trabajar a los dos o tres días, luego, luego… sí, como a los tres días entré a trabajar allá a la tienda”). Al indagar con migrantes de retorno en Axochiapan sobre la recepción que les ofrecían sus coterráneos en el lugar de llegada, encontramos siempre la importancia de la red: “Ah, sí, ya hay mucha gente, […] amigos que te ayudan… ‘¡no, pues ya llegaste!, ¡qué bueno!’, y te ayudan, te dan cinco dólares o diez para que comas o para que te compres algo”.
Asimismo, los migrantes ya establecidos en Minnesota declaraban en sus entrevistas este sentido del compromiso que los obliga incluso a desafiar la legislación migratoria que conocen muy bien:
Nada más cuando vienen, más que nada los que se encargan de ayudarlo son las familias, porque siempre busca uno la familia. Pero a veces nos damos cuenta de quién viene, porque supuestamente al ayudar a alguien a traerlo te vuelves un cómplice, por eso nadie dice nada y ya llegó, hay que ayudarlo a buscar trabajo.
A partir de este análisis del modo en que se produce la movilidad entre los contextos de salida y de llegada, y la forma en que a través de las redes se ha establecido un numeroso grupo de axochiapanenses en Minnesota (especialmente en Mineápolis), en esta investigación hemos encontrado que desde finales de los años noventa, ha comenzado a configurarse una nueva comunidad que no sólo ha incrementado el número de mexicanos en aquel estado, sino que ha transformado tanto la dinámica del proceso migratorio como la forma de vivir esta experiencia.
El reemplazo de viejos patrones migratorios por la aparición de vínculos específicos parece desafiar las clasificaciones y los estereotipos de adaptación y asimilación con los que se había mirado hasta ahora a los grupos inmigrantes, e invita a su reflexión desde un enfoque más novedoso. Lo que hace particularmente interesante el estudio de la migración desde Axochiapan hacia Mineápolis es el descubrimiento de diversas actividades, intercambios y experiencias complejas que han “transnacionalizado” las prácticas individuales y alterado la vida de la comunidad, por ello lo presentamos como un caso empírico elocuente que puede ser visto desde la perspectiva transnacional.
1 Con la colaboración de Ana Melisa Pardo.
2 A diferencia de un sistema migratorio temporal, en el que las oportunidades económicas en el destino, aun siendo insuficientes, permiten la subsistencia de una familia cuando alguien emigra, combinado con oportunidades laborales en el destino que brinda empleos temporales de tipo estacional (Roberts, Frank y Lozano, 2003).
3 Sobre esta “migración transnacional” y las diversas aproximaciones a su estudio, discutiré ampliamente en el próximo capítulo de este libro.
4 Aunque el caso concreto de estudio está centrado en los contactos transnacionales entre un municipio del estado de Morelos (Axochiapan) y las Ciudades Gemelas (Mineápolis en particular), ubicadas en el estado de Minnesota, ya que la información censal disponible a nivel local es limitada, en este capítulo vamos a combinar el análisis de datos agregados a nivel estatal con los indicadores disponibles a nivel municipal.
5 Ver además el cuadro 4 del Anexo estadístico.
6 El análisis que presentamos aquí considera el período 1990-2010 porque, como veremos más adelante, la migración Axochiapan-Minnesota es un fenómeno que se da a partir de la década de los noventa.
7 El saldo migratorio es la diferencia entre el total de entradas por la inmigración y el total de salidas por la emigración. Al hacer referencia a un saldo migratorio negativo, lo que se está indicando es que hubo mayor expulsión que ingreso de población.
8 La razón de dependencia se entiende como la relación que existe entre personas en edades en las que “dependen” de otros (en general, se trabaja con personas menores de 15 y mayores de 64 años de edad) y aquellas en edades “económicamente productivas” (entre 15 y 64 años) en una población.
9 Toponimia del náhuatl Ayoxochiapan, nombre original del lugar.
10 En este sentido, no se trata de una población indígena, sino más bien mestiza y, como veremos más adelante, podemos caracterizarla a partir de su homogeneidad lingüística y religiosa.
11 Entre estas localidades y la cabecera municipal existe un contacto constante; como muchas de las personas que viven en las localidades urbanas trabajan en la cabecera, se conocen y comunican habitualmente.
12 De acuerdo con el Census Bureau, en los graduados de la escuela se incluyen las personas que cuentan con un diploma de escuela secundaria o su equivalente, las que asistieron a la universidad, pero no recibieron un grado, y las que recibieron un título de asociado, licenciatura, maestría o doctorado, o profesionales.
13 Aunque este es un dato general, si atendemos a la información sobre la procedencia de las remesas (que según datos publicados por el CONAPO son recibidas aproximadamente por 12.2% de la población del municipio) es evidente que los puntos principales en los que se concentran los migrantes de Axochiapan hoy son Minnesota, Chicago y Nueva York.
14 Como, sólo por citar dos ejemplos, los casos de Ticuani (Smith, 2006) y Jalostotitlán (Hiriai, 2009).
15 Como se verá más adelante, ni en el análisis de las redes, ni en el de las identidades se aprecia esa segmentación entre las diversas localidades.
16 Actualmente pueden distinguirse fácilmente los nuevos asentamientos mexicanos en las Ciudades Gemelas: mientras que en St. Paul aún existe en el lado Oeste, alrededor de la Ave. Cedar el barrio fundado por el núcleo histórico de los migrantes mexicanos, los nuevos migrantes se han asentado básicamente a lo largo de las calles Lake y Nicolette Ave., en Mineápolis. (Esto ha sido documentado minuciosamente por Misael González (2011), cuya tesis doctoral ha sido parte de este proyecto de investigación).
17 Como se verá más adelante en los relatos de los empresarios que exponemos en el Capítulo 4, estos pioneros no fueron a buscar empleo en los trabajos agrícolas que existían fuera del gran núcleo urbano y, según encontramos en esta investigación, aunque existen numerosos migrantes mexicanos y latinoamericanos que en la actualidad trabajan en labores agrícolas en Minnesota, muy pocos son axochiapanenses.
18 Se trata de la Ley IRCA, sobre la cual abundaré más adelante en el Capítulo 3 de este libro.
19 Al análisis de estos procesos está dedicado el último capítulo de este libro.
20 Aunque aún la contratación de mexicanos en este sector seguía siendo importante —diversas estimaciones los ubican entre 18 mil y 24 mil para el año 1997 (Ziebarth et al., 2002: 10)—, la mayoría provenía de Texas y, en menor medida, directamente de México.
21 A falta de información estadística específica para el municipio, es posible tomar como referencia los datos elaborados con base a la procedencia del estado de Morelos, ya que, según el registro de matrículas consulares en Saint Paul, del total de las matrículas expedidas a morelenses en el consulado mexicano, en 2009, 60.3% correspondió a migrantes procedentes de Axochiapan y sus cuatro municipios vecinos (Secretaría de Relaciones Exteriores, 2009).