Читать книгу Hipocresía, soledad y mates - Cecilia Evangelina Parejas - Страница 7
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
Siempre es difícil empezar un libro, te lo cuento porque he empezado varios. Comencé un tercer libro con la motivación de ser el que primero iba terminar; este libro quedó impregnado aquí (con esa motivación me siento a escribir). Después de mucho tiempo de pensar decidí y encontré la forma de trasmitir lo que deseo contar. Me siento a escribir queriendo ser útil para vos y para mí. Este libro nos llevará por diversos caminos de la vida, seguramente leerás y te identificarás con fragmentos de tu vida (pero no, no te espié. No, no te lo copié… Solo vivimos y nuestros aprendizajes son parecidos…).
Estas líneas nacen por el deseo de hablar con vos, contarte mi forma de aprender. Muchas veces el aprendizaje se da y se muestra en nuestra vida, pero nosotros no queremos ver, ignoramos situaciones, miramos hacia otro lado, tratamos de no pensar lo que sucede, hasta el punto de llevarnos una pared por delante. Nos puede parecer muy normal nuestra vida, pero hay un momento donde siempre una situación se repite y no entendemos el por qué. Y es en ese momento de repetición cuando ya no sabés qué hacer, cómo seguir, para dónde ir, definitivamente tenés que aprender.
Hay lecciones que son básicas y sobre todo necesarias. Es en ese momento en que, sí o sí, llega una situación en que las terminamos aprendiendo. Todos nosotros, me incluyo, hemos podido comprobar que el aprendizaje en esta vida casi siempre va acompañado de dolor, de angustia, de traición, de arrepentimiento, de desgano, de engaño, etcétera. Pero este libro nace para intentar acompañarte y si es posible modificar la llegada del dolor, estamos en la era de la comunicación. Espero que esta comunicación sea eficaz y mi experiencia te ayude a entender sin llegar al dolor o mitigándolo de alguna manera. Es otro tiempo y podemos absolutamente aprender en el amor. El sufrimiento y el sacrificio son de otra época.
En estos escritos me propongo contar algunos de los aprendizajes que la vida me dio; siempre citaré la palabra aprendizaje y no error. Lo que llamábamos error en el pasado es un aprendizaje en el presente, una reflexión en el hoy y una experiencia en el futuro. No hay equivocaciones, ni errores, solo hay procesos, hay caminos, hay conocimiento y decisiones.
El aprendizaje, según la psicología social, es un proceso de apropiación instrumental de la realidad, en el cual las conductas del sujeto se modifican a partir de sus propias experiencias. Al hablar de proceso estamos implicando al aprendizaje como una situación de cambio, que ocurre como resultado de una práctica y de la interacción con el otro.
Todo proceso de aprendizaje implica la existencia de tres momentos:
1. Momento confusional: no se conocen los límites del objeto de conocimiento.
2. Momento dilemático: subyace la resistencia al cambio. Ansiedades básicas. Miedo a la pérdida y al ataque. Una vez elaboradas estas ansiedades básicas puede aparecer el tercer nivel.
3. El problema: aquí, el sujeto puede situarse en el lugar del otro, escucharlo. Se permite modificarse en el interjuego dialéctico con los otros.
Estos tres momentos, confundirse, dilematizar y visualizar el problema, son necesarios y operativos en el aprendizaje.
Luego de mi camino de vida, y desarrollándome en el ámbito laboral con distintas personas, puedo decir que uno de los aprendizajes que más cuesta y uno de los más importantes, creería yo, es la autovaloración. No hablo de egoísmo, hablo de amor propio, hablo de respeto a nosotros mismos, en definitiva, hablo de dejar de ser hipócrita, y ya entenderás por qué lo llamo hipocresía.
Cada paso me confirma que la hipocresía es parte de nuestra cotidianidad, y no es con otros, sino con nosotros (siempre creemos que son otros los hipócritas), pero nos cuesta detenernos a mirar, a observar nuestro hacer, nuestra acción, nuestro comportamiento con nosotros mismos y con otros. Siempre miramos afuera, miramos al otro, pero tenemos que empezar a mirar al otro y entender que al mirarlo nos miramos a nosotros en un espejo, mirarnos hacia dentro, en nuestro hacer diario en ese cotidiano.
El más grande de los aprendizajes es dejar de ser hipócrita, es necesario repetirlo a diario para poder soltarlo.
Citaré otros tipos de aprendizajes mientras tengamos este diálogo, digo diálogo porque pretendo que te preguntes mientras leés. Seguramente parecerá más un monólogo de mi parte, sé que estás pensando que sí porque es un libro. Te cuento que si estuviéramos con mates de por medio seguiría casi siendo un monólogo, es tan difícil callarme. La idea es que te encuentres en estas líneas y reflexiones.
Volviendo al recorrido que haremos, hablaremos de diversos aprendizajes, pero todos estarán relacionados entre sí, en mayor o menor medida todos tienen una relación, tienen que ver con la soledad, la comunicación, con el bienestar y la salud, con el respeto hacia nosotros y hacia el otro, recordando que existe la empatía, un tema difícil de abordar hoy por hoy en nuestra sociedad individualista y egoísta.
Reiteradas veces me pregunto adónde fue que perdimos esas enseñanzas, el respeto para conmigo y con otros, la soledad, el bienestar común y la empatía. Ese ser para vivir y vivir para ser. Llego a la conclusión, desde mi posición, que tiene que ver con nuestras creencias y con nuestros valores.
Pero, sobre todas las cosas, tiene que ver con alguien más cercano o alejado del ser, del ser que somos, de nuestro propio ser. Somos mentes cuerpos y algo más, ese algo más que somos es un ser desde el amor incondicional hacia nosotros. Ése que nos permite crear y reaccionar desde el puro amor, el de cuidarnos para poder cuidar, el de respetarnos para respetar, el de darnos para poder dar.
Definiré el concepto ser que utilizo al hablar de él. Hablo de esa única energía que traemos, que viene impregnada dentro de nosotros Algunos la llamarán alma, espíritu, otros energía, divinidad, entre tantas definiciones profundas. Para mí el ser es como la corazonada intacta, es la intuición misma en cada camino, es cada gesto que parte desde nosotros sin incluir al otro.
Te cuento cómo lo experimento: me crié en una familia con mis dos hermanos y mis padres, quienes me enseñaron ciertos parámetros o conductas que una persona debe tener. Porque somos sujetos de la realidad que nos toca, yo siempre iba a “contramano”. Nunca me encontré dentro de eso que se esperaba o que se debía; es más, actué desde otro sentir… Ni bien ni mal, sino desde otro sentir… Hoy puedo reconocer que eso soy yo, la que transgrede, la que no acepta y cuestiona.
Esa energía, esa forma de ser y actuar, de creer en lo que nadie cree y hacer lo que nadie hace, ese es nuestro ser manifestado, que sale de nosotros, la idea es recuperarlo para que cada uno de nosotros logre ser.