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El mar, inicio de la vida

SOMOS HIJOS DEL MAR

Esa incalculable y gigantesca masa de agua viviente y sonora nos hipnotiza cuando la observamos, quién sabe si porque nos sentimos acunados por su arrullo constante y rítmico, como el recién nacido se calma con el latido del corazón de su madre una vez fuera de su vientre.

Sentimos admiración por su poder y su fuerza, y por su capacidad de alimentarnos no solo con las criaturas marinas que los hombres aprendieron a pescar en los albores de la humanidad, sino también con su agua que, absorbida por las nubes, nos regala luego en forma de lluvia y supone el inicio de un ciclo de vida constante, siempre en movimiento.

No es solo una idea poética. El mar, que ocupa dos terceras partes de la Tierra, forma parte de nuestra fisiología, ya que alrededor del 70 % del cuerpo humano está compuesto de agua y, como demostraron algunos lúcidos científicos hace ya más de un siglo, esa agua de nuestro organismo es increíblemente similar al agua marina. Así que, aunque seamos animales terrestres debido a la evolución de las especies, en lo más profundo de nuestro ser somos marinos.

Vamos a descubrir cómo el agua marina puede fortalecernos con todo tipo de tratamientos, desde los más conocidos, como los que ofrece la talasoterapia, a los más insospechados, como nutrirnos bebiendo un poquito de esa agua cargada de nutrientes.

Pero ¿qué sabemos del mar? ¿De qué está compuesta esa masa ingente de agua? Hagamos un fugaz y breve repaso.

CONOCER NUESTROS ORÍGENES

Los mares y los océanos ocupan un volumen aproximado de 1.340 millones de kilómetros cúbicos y una superficie de 360 millones de kilómetros cuadrados. Dicho de otra manera, esa inmensidad salada supone el 97 % del agua presente en nuestro planeta.

Fue Edmund Halley, el famoso astronómo en cuyo honor se dio nombre al cometa Halley, quien ya en el año 1715 avanzó la primera teoría sobre el origen de la sal y los otros minerales presentes en el agua oceánica. Según su teoría, la disolución y «lavado» de las rocas provocados por las lluvias y los ríos están en el origen de la presencia de esos minerales, que fueron transportados por esas corrientes terrestres hasta el mar.

Actualmente se considera que gran parte del sodio marino procede de las erupciones volcánicas que dieron lugar a la hidrosfera.

Composición química del mar

El agua de mar es una disolución extremadamente compleja de sustancias gaseosas, sales inorgánicas y especies orgánicas, hasta el punto de que, en estos momentos, se han identificado 78 elementos de los 118 que componen la actual clasificación periódica de los elementos químicos, aunque algunas concentraciones no superan una millonésima parte por millón (ver la página 16).

Según explica el investigador Antonio Soler Andrés, exrector de la Universidad de Murcia: «Contando con la complejidad de composición, siempre ha asombrado a los científicos la enorme analogía que existe entre los distintos mares en cuanto a su composición [química] cuantitativa, y a la proporción relativa entre sí con que aparecen sus componentes, si bien la salinidad total varía de unas masas de agua a otras. Resulta sorprendente la constancia en la composición de cada mar u océano respecto a los elementos principales o macrocomponentes, a lo largo del tiempo y desde el periodo Cámbrico».

La composición relativa del agua de mar es constante en todas las aguas oceánicas, aunque varía la salinidad

Es decir, la composición relativa del agua de mar es constante en sus elementos principales en todas las aguas oceánicas, aunque la proporción de sal sí que varía.

El sodio, un elemento indispensable para la vida, es el elemento más abundante del agua de mar. Junto con él, el potasio, el calcio y el fósforo son las sales minerales que hallamos en mayor cantidad. En total, la concentración media de sales es de unos 35,5-36 g/l, aunque se encuentra repartida de forma no uniforme en las distintas partes de océanos y mares. Así, mientras en algunas partes del mar Mediterráneo la salinidad supera los 39 g/l, en determinadas zonas del Báltico apenas alcanza los 5 g/l, mientras que el mar Muerto, uno de los más salados, llega a los 330 g/l, frente a los 30 g/l del Atlántico Norte.

«La sopa primordial»

En la mitología clásica griega, la diosa Afrodita y todos los seres vivos surgen del mar. Y, en realidad, así fue como ocurrió según los postulados científicos.

Se calcula que la vida comenzó hace unos 2.000 millones de años en los mares precámbricos. Los mares primitivos estaban muy calientes y ese calor hizo que las moléculas siguieran reaccionando entre sí en el medio marino después de haberlo hecho en la atmósfera, con lo que se hicieron cada vez más complejas.

Alexander Oparin, bioquímico ruso nacido en la última década del siglo XIX, fue el pionero en el desarrollo de las teorías bioquímicas sobre el origen de la vida y fue el científico que dio nombre a esos caldeados mares primigenios: para Oparin, eran un «caldo nutritivo» o una «sopa primordial». En ella, cocinadas a fuego lento con el transcurrir de millones de años, se desarrollan las primeras asociaciones moleculares, en un proceso que sigue imparable hasta que surge la molécula capaz de hacer copias de sí misma, un proceso de reproducción rudimentaria pero efectiva.

Con el paso del tiempo, las moléculas empezaron a intercambiar materia y energía con el medio, lo que dio lugar a unas células primitivas y primigenias que se extendieron por los mares del planeta. Se inició el proceso de la evolución biológica en la que seres vivos muy sencillos son la base sobre la que surgen otros cada vez más sofisticados y complejos, y que son el origen de la maravillosa biodiversidad que se extiende por la Tierra.

Dado que las primeras células emergieron de los mares hace unos 360 millones de años, no es de extrañar que este origen marino de todos los seres vivos, incluyendo los terrestres, se demuestre claramente en su composición, con un elevado porcentaje de agua, que en el ser humano alcanza el 70 %. Un porcentaje que es mucho más elevado cuando el embrión humano acaba de formarse: a los tres días, supone el 94 % de su minúsculo organismo en rápido crecimiento. Cuando nacen, el cuerpo de los bebés es agua en un 75 %. Y esa cantidad desciende ostensiblemente cuando entramos en la vejez, donde se reduce hasta el 65 %. La sangre, nuestro fluido vital por excelencia, contiene un 83 % de agua; el cerebro, un 75 %; y los músculos, un 76 %.

Las primeras células vivas emergieron del mar hace unos 360 millones de años

SOMOS ACUARIOS MARINOS

Con estos números bailando en nuestra cabeza, no debe sorprendernos que el científico francés René Quinton (1866-1925) expresara la «salinidad marina» del ser humano con esta gráfica definición: «El organismo humano es un verdadero acuario marino viviente». Descubrió el «plasma marino» como terapia de primer orden, es decir, el agua marina como fuente de salud, un hallazgo de importancia vital que le hizo adquirir gran fama en la Francia de principios del siglo XX.

Siempre hemos sabido que necesitábamos reponer diariamente ese 70 % de agua, ya que la perdemos con el simple acto de vivir —eliminamos hasta unos dos litros de agua mientras dormimos, cuando digerimos los alimentos, al respirar o al expulsar orina y excrementos—. Pero fue René Quinton quien le dio por primera vez explicación en su teoría de que nuestra agua interna es ¡espectacularmente similar en composición al agua marina!, ya que, al abandonar el mar, los seres vivos retuvieron su «propio mar» en la forma de líquidos corporales extra e intracelulares, conclusión revolucionaria que pudo comprobar en la salud de sus pacientes a principios del siglo XX.

CONCEPTOS CLAVE

•El mar ocupa dos terceras partes de la Tierra y forma parte del cuerpo humano, que es en un 70 % agua.

•El agua de mar es una disolución de sustancias gaseosas, sales inorgánicas y especies orgánicas, en un determinado equilibrio.

•De los 118 elementos químicos que se conocen en la Tierra, de momento se han identificado 78 en el mar.

•Los elementos más abundantes son el sodio, el potasio, el calcio y el fósforo.

•El pH del agua marino es alcalino.

•Las primeras células emergieron de los mares hace unos 360 millones de años.

•El organismo humano es un verdadero acuario marino.

Cómo cura el agua de mar

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