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Una fuente inagotable de salud

UN MANANTIAL DE VIDA

El agua de mar contiene 78 de los 118 elementos químicos que componen la tabla periódica, esa que todos tenemos que aprender de memoria cuando estudiamos de jóvenes.

Desde que Mendeléiev estableció el sistema periódico con los elementos químicos que existen en el mundo, se han ido sumando nuevos elementos descubiertos gracias a la precisión de las nuevas tecnologías. En la actualidad, la tabla periódica contiene 118 elementos químicos, pero podrían ser muchos más en el futuro. Eso mismo ocurre con el mar: algunos investigadores apuntan a que, en el futuro, será posible hallar en el agua marina la totalidad de los elementos químicos que existen en la Tierra. Puede ser solo cuestión de tiempo y de realizar estudios cada vez más precisos.

¿Por qué es importante saber cuántos y cuáles son los elementos químicos de la naturaleza que hay en el mar? El gran hallazgo de Quinton, al que siguieron los de otros científicos posteriores, es que el agua de mar tiene la misma composición que el plasma sanguíneo, del cual depende la nutrición, la regulación celular y, por tanto, la salud integral del ser humano.

COMPOSICIÓN DEL AGUA DE MAR

Las sales disueltas en el océano constituyen casi 50 billones de toneladas y están formadas por diez elementos principales que se encuentran en mayores proporciones: cloro, sodio, magnesio, azufre, calcio, potasio, bromo, estroncio, boro y flúor.

La presente tabla periódica da la composición detallada del agua de mar a 3,5 % de salinidad, en partes por millón (es decir, mg/l = 0,001 g/kg):


Fuente: Tabla elaborada con los datos de la publicada por Karl K. Turekian en 1968 en Océanos, Editorial Prentice-Hall, y los de la Universidad de Alicante:

Las cantidades pueden variar dependiendo de la organización que haya realizado los análisis. Los elementos químicos encontrados en el agua de mar son como mínimo 78. Investigaciones realizadas más recientemente han testimoniado un número mayor de elementos químicos en el mar.


Las sales de la sangre son exactamente las mismas que las del agua marina y, además, las encontramos en el mismo orden de relevancia: primero, el cloro y el sodio; segundo, el potasio, el calcio, el magnesio y el azufre; y, tercero, el sílice, el carbono, el fósforo, el flúor, el hierro y el nitrógeno.

Lo mejor de todo es que estos minerales y otros elementos que se han hallado en el mar se encuentran en una proporción determinada, y que su acción combinada convierte al agua marina en un líquido valiosísimo para la salud, ya que es nutritivo, hidratante y regenerador celular.

LOS BENEFICIOS DEL AGUA DE MAR

El agua de mar tiene muchos beneficios para la salud porque como decimos está cargada de minerales que necesita nuestro organismo, pero, además, porque tiene propiedades mucolíticas, antiinflamatorias y antibióticas.

Son muchas las personas que toman complejos vitamínicos que incorporan minerales con el fin de recuperar una energía que les falta o superar algún trastorno de salud. La carencia de minerales indispensables para el bienestar del organismo es algo cada vez más habitual en nuestra sociedad, ya que los alimentos de la agricultura intensiva, debido a la pobreza y agotamiento de los suelos que provoca, no aportan la misma cantidad de minerales beneficiosos que los que aporta la agricultura orgánica. A ello hay que añadir el casi nulo aporte mineral de los productos industriales que abundan en nuestra dieta, en forma de productos elaborados con harina refinada, alimentos procesados y precocinados. Y un último aspecto preocupante de este tipo de dieta es que alguno de estos alimentos, como el café o el azúcar blanco, literalmente «roban» minerales al organismo, ya que para su digestión o por su excesivo poder diurético, el cuerpo debe hacer un aporte extra de minerales a la hora de metabolizarlos. Las consecuencias trágicas de estos hábitos alimentarios pueden verse décadas más tarde en forma de pérdida de vitalidad o incluso de enfermedades como la osteoporosis.

El mar, mediante la talasoterapia o gracias al plasma marino de Quinton bebido, es un recurso que puede corregir parte de esas deficiencias, puesto que todas las sales minerales que el cuerpo necesita para conservar la salud se hallan de forma abundante y generosa en el mar, y además en la proporción y combinación adecuada para nuestro organismo. Este contenido es su máximo potencial salutífero, aunque no el único, ya que, como hemos visto, el mar tiene un grado de acidez en sintonía con el de los seres vivos. Si nuestra alimentación habitual occidental, basada en todos esos hidratos refinados, azúcares y proteínas cárnicas, acidifica peligrosamente nuestro organismo, el agua de mar «alcaliniza» el cuerpo, equilibrando esa acidez.

El agua de mar es una fuente de sales minerales necesarias para la vida y un poderoso «antibiótico»

A todo ello hay que añadirle que el agua de mar es un poderoso antibiótico, ya que los gérmenes patógenos no consiguen proliferar en el medio marino, como se ha demostrado científicamente. Esto le otorga propiedades bacterioestáticas, similares a las que tienen los antibióticos y los antisépticos. Es bien conocido, de hecho, su poder cicatrizante y esterilizante, ya que las bacterias no consiguen reproducirse y mueren en este medio marino.

UN RECONSTITUYENTE IDEAL

La composición mineral del agua de mar determina una serie de efectos muy específicos. El cloro y el sodio son las sales minerales con mayor presencia, como hemos comentado, pero no se puede desestimar en absoluto el efecto que pueda producir el resto de sales, incluso las que se encuentran en menor cantidad, pues la ciencia médica ha demostrado que no siempre las grandes cifras suponen una mayor actividad biológica.

Múltiples funciones orgánicas pueden verse influidas por la aportación de cantidades bajísimas de determinados elementos químicos. Es el caso del aluminio, el boro, el cinc, el cobalto, el cobre, el manganeso, el molibdeno y el selenio, así como el de los considerados elementos «raros», tales como el estroncio, el radio, el torio y el vanadio, que pueden llegar a las aguas marinas a través de las de los ríos, que los arrancan de la corteza terrestre.

Baños de mar y ósmosis inversa

Los minerales del agua de mar son absorbidos a través de la piel, en el caso de la talasoterapia, o bien directamente cuando el agua es ingerida, como en el caso del plasma marino ideado por Quinton.

La remineralización producida por un simple baño de mar tiene importantes efectos terapéuticos, precisamente porque la piel es una excelente vía de absorción. La piel es una frontera entre el interior y el exterior, pero no es en absoluto impermeable. Las sustancias químicas la pueden penetrar a través de los folículos pilosos de las glándulas sudoríparas y de las sebáceas.

Pero además de esta «vía rápida» de absorción, los minerales también pueden traspasar las membranas de las células de la piel gracias al fenómeno denominado «ósmosis inversa», por el que dos líquidos separados a través de una barrera permeable (en este caso, la membrana celular) tienden a equilibrar su composición química. Para que el trasvase mineral del mar hacia las células se produzca solo es necesario que el agua tenga una concentración de solutos superior a 0,6 g/l.

Los minerales del agua de mar se absorben a través de los folículos de la piel y por el intercambio celular debido a la ósmosis inversa

Los efectos reflejos de la cristalización

Por otra parte, además de la remineralización por absorción, los minerales producen un efecto sobre el sistema nervioso al quedar cristalizados sobre la piel. Los cristales, junto con el efecto de la temperatura y la presión del agua, causan una estimulación generalizada de las terminaciones nerviosas cutáneas que puede repercutir de forma refleja en todos los sistemas y órganos del cuerpo.

LOS MINERALES DEL AGUA DE MAR

Los minerales desempeñan un papel importantísimo en el organismo porque son unos componentes inorgánicos necesarios para la elaboración de tejidos, la síntesis de hormonas y vitaminas, e intervienen en la mayor parte de las reacciones químicas en las que actúan las enzimas.

La primera de las divisiones de los minerales según su funcionalidad para el organismo es la siguiente:

Los macroelementos, que son los que el organismo necesita en mayor cantidad y se miden en gramos.

Los microelementos, que se necesitan en menor cantidad y se miden en miligramos (milésimas de gramo).

Los oligoelementos o elementos traza, que se precisan en cantidades pequeñísimas (del orden de microgramos o millonésimas de gramo), pero que son necesarios para el funcionamiento óptimo del cuerpo. Las deficiencias más habituales entre la población son de yodo, hierro, cromo, cobre, zinc y selenio.

El efecto sobre la salud de los minerales, en especial de los oligoelementos, es utilizado terapéuticamente por los profesionales de la oligoterapia.

A continuación, detallaremos las características de los principales minerales que están presentes en el agua de mar.

El sodio

Es un metal blando y de color blanco plateado. El compuesto más conocido que lo contiene es la sal de mesa, o cloruro sódico, que sin embargo lo tiene en un porcentaje muy alto, que desequilibra y no es recomendable para la salud (debería ser sustituida siempre por sal marina).

El sodio lo encontramos en muchas combinaciones en el organismo (yoduros, cloruros, citratos, fosfatos y bicarbonatos) y alcaliniza el medio humoral.

Es fundamental para numerosos procesos orgánicos, como regular el reparto de agua, es decir, el equilibrio de los fluidos entre el interior y el exterior de las células. También es decisivo en la transmisión de los impulsos nerviosos, en la actividad cardiaca y en la asimilación de las proteínas y de los hidratos de carbono. Sus necesidades aumentan cuando se suda mucho, al tomar diuréticos y en caso de diarrea o vómitos. Su exceso provoca aumento de la presión arterial (hipertensión), irritabilidad, retención de líquidos y sobrecarga de trabajo para los riñones, que deberán eliminarlo por la orina.

El sodio es abundante en el mar, pero no es uno de sus componentes con más efectos beneficiosos

Aunque es uno de los minerales que se hallan en mayor proporción en el agua de mar, no se encuentra entre los causantes de sus efectos más beneficiosos. También se halla abundantemente tanto en el reino animal como en el vegetal (frutas, verduras, legumbres y cereales, por ejemplo).

El magnesio

Es imprescindible para la correcta asimilación del calcio y de la vitamina C, y es un antiséptico interno. Equilibra el sistema nervioso central (tiene una leve acción sedante), es importante para la contracción muscular, para la correcta transmisión de los impulsos nerviosos y para el tono de los vasos sanguíneos. Además, aumenta la secreción de la bilis, lo que favorece una buena digestión de las grasas y la correcta eliminación de los residuos tóxicos. También es de gran ayuda en el tratamiento de la artrosis, ya que ayuda a fijar el calcio, y en el tratamiento y prevención de los problemas cardiacos.

En el organismo interviene en todos los grandes procesos biológicos, como la obtención de energía a partir de los azúcares y en la fabricación del material genético, y aumenta las reacciones de defensa del organismo, ayudando contra el envejecimiento o la trombosis.

Es un mineral preventivo de primer orden: contra el envejecimiento, los problemas digestivos, los temblores, las astenias, las enfermedades respiratorias, determinadas alergias, el estreñimiento o incluso el cáncer.

El magnesio tiene un gran potencial defensivo contra el envejecimiento, los problemas digestivos, las enfermedades respiratorias, la astenia, las alergias y el cáncer

El consumo de alimentos elaborados con harina refinada, donde la mayor parte del magnesio del trigo se ha perdido, es uno de los mayores errores de la alimentación moderna, alertan la mayoría de los médicos naturistas y los expertos en nutrición.

Las ingestas demasiado bajas de magnesio están relacionadas con las molestias de tipo muscular, con los problemas cardiacos y con la hipertensión.

Cuando hay una deficiencia crónica, esta carencia provoca cambios microscópicos en las arterias del corazón, así como la aparición de rastros de cicatrices en el propio músculo cardiaco. Estos síntomas están relacionados con la acumulación de calcio en las arterias, su endurecimiento y su peor funcionamiento.

Algunos autores consideran que la baja ingesta de magnesio está relacionada con el aumento del número de casos de cáncer.

La mayoría de las personas no suele obtener el magnesio que necesita a través de los alimentos, por lo que los baños de mar son muy recomendables, pues incrementan inmediatamente los niveles del mineral en la sangre.

Los enfermos que han estado hospitalizados y, sobre todo, los que han recibido alimentación por vía intravenosa, pueden sufrir fácilmente un déficit de este mineral. Nada más recomendable para todos ellos que una estancia cerca del mar para recuperarse, o un tratamiento de plasma de Quinton bebido.

El azufre

Está presente en todas las células, especialmente las que forman la piel, las uñas, el cabello y los cartílagos. Es de importancia capital para la salud de huesos, dientes, fascias, tendones y articulaciones. También es muy depurativo y forma parte de la composición de diversas hormonas, como la insulina, y de algunas vitaminas. Además, aunque en determinadas cantidades puede resultar tóxico, en las adecuadas tiene precisamente un efecto neutralizador de los tóxicos y es antiinfeccioso. También ayuda al hígado en la producción de bilis.

Desde el punto de vista terapéutico, resulta interesante para combatir los reumatismos, la artritis, la arterioesclerosis, la gota, el envejecimiento prematuro, los problemas de piel, las afecciones pulmonares, las infecciones en general (intestinales, sinusitis, etc.), la hipertensión, la diabetes senil, etcétera.

El calcio

El 99 % de este mineral en el cuerpo forma parte del esqueleto óseo, reemplazándose un 20 % al año. Representa el 1,65 % del peso del cuerpo y forma parte de los huesos, del tejido conjuntivo y de los músculos. Junto con el potasio y el magnesio, es un elemento esencial para una buena circulación de la sangre.

Imprescindible para la coagulación sanguínea, el calcio ejerce una acción importante sobre el sistema nervioso. Lo hace favoreciendo su equilibrio, y es especialmente necesario para el buen funcionamiento del sistema nervioso vagosimpático (el que regula la respiración y los procesos digestivos, entre otros).

Cuando hay deficiencia de calcio, suelen producirse dolores y calambres musculares, así como sensación de letargo, anormalidades del ritmo cardiaco, envaramiento y cosquilleo en las extremidades.

En general, el tratamiento de talasoterapia en clima marino, junto con baños de sol, es muy indicado para promover una correcta asimilación de este mineral.

El potasio

Junto con el sodio, es el mineral regulador del equilibrio de agua en el organismo, y participa en la contracción del músculo cardiaco. Estimula los movimientos intestinales e interviene en la regulación de las glándulas suprarrenales. Es, pues, un tónico cardiaco y muscular.

Cuando hay carencias, suele darse fatiga, debilidad, dolores musculares, pulso anormal y somnolencia.

Su aporte resulta de gran eficacia en fatigas musculares, obesidad por retención de líquidos, en el reumatismo crónico, en la osteoporosis, en los problemas pulmonares y en el envejecimiento prematuro.

El sílice

El sílice tiene una gran importancia, pero resulta un mineral desconocido. Su aportación es fundamental para gozar de buena salud, ya que sus funciones son de vital trascendencia. El conocido microbiólogo Louis Pasteur, descubridor de la penicilina, afirmó que, con el tiempo, se reconocería el gran papel que este mineral tiene para las ciencias médicas.

Los baños marinos son muy adecuados para las mujeres embarazadas, ya que con ellos obtenemos sílice, un mineral muy importante para el desarrollo del feto

Es uno de los doce elementos mayores de la composición elemental de los organismos: la sangre humana contiene cerca de 10 mg/l. Posee un papel importante en los procesos de asimilación de nutrientes y en los de defensa, especialmente en los implicados en la desintoxicación.

Su poder antiaglutinante evita que las grasas se agrupen, estimula la eliminación de residuos a través de la orina, fortalece los cartílagos y las articulaciones, previene el cáncer y la arterioesclerosis, y puede ayudar a prevenir la enfermedad de Alzheimer, puesto que se sabe que las concentraciones de sílice en el cuerpo disminuyen drásticamente con la edad.

Los baños marinos son muy adecuados para las mujeres embarazadas, ya que es un mineral importante para el desarrollo del feto.

También se ha relacionado un buen abastecimiento de sílice con la resistencia al cáncer, pues se ha observado que esta enfermedad es mucho más rara en aquellas partes del cuerpo que poseen una elevada concentración de magnesio y sílice.

Este mineral también previene y mejora la arterioesclerosis (estrechamiento y endurecimiento de las arterias), así como la diabetes y los problemas relacionados con el corazón.

El yodo

Es el mineral marino por excelencia, ya que el mar es el vehículo más activo en la circulación del yodo. Interviene en el buen funcionamiento de la glándula tiroides, y es indispensable para su óptimo desarrollo. Es esencial en la etapa de crecimiento, mejora la actividad mental, quema el exceso de grasa y mantiene la salud en uñas, cabello, piel y dientes.

El yodo es necesario para la síntesis de hormonas del crecimiento, para la reproducción, para la formación de los nervios y la salud mental, y para la mineralización de los huesos

Es necesario para la síntesis de dos hormonas esenciales para el crecimiento, la reproducción, la formación de los nervios y la salud mental, la mineralización de los huesos y la elaboración de proteínas.

Pero sobre todo hay que mencionar la importancia de su influencia en la regulación del metabolismo energético en la edad adulta, porque si hay problemas en ese sentido, pueden desembocar en la obesidad. Cuando hay una carencia de yodo se puede padecer fatiga crónica, apatía, aumento de peso, exceso de frío y deficiencias de la tiroides.

También cumple una función antibiótica, protegiendo el organismo de la proliferación de agentes patógenos.

Aunque el medio marino es rico en yodo, este mineral también se encuentra en los suelos, en los ríos y en los manantiales. Cuando se evapora en la costa, es transportado por el viento a todos los lugares, la lluvia ayuda a que se filtre en la tierra y llegue hasta las aguas subterráneas. Una vez llegan a los ríos, retorna de nuevo al mar.

Cuando hay una carencia de yodo, el simple contacto con la brisa del mar ya aporta una cantidad respetable. Por suerte, la necesidad de yodo del organismo es muy baja, pero, eso sí, es necesaria satisfacer esa cantidad mínima para mantener la salud.

Otras formas de conseguir un aporte de este mineral es con una dieta que incluya pescado y, sobre todo, con las preciadas algas, un alimento que se ha popularizado en Occidente gracias a la gastronomía japonesa y que es muy fácil de encontrar en cualquier tienda. Pero otros muchos alimentos contienen dosis nada despreciables, como los berros, las cebollas, las coles, las fresas, los plátanos, las espinacas, los espárragos, los rábanos, las zanahorias, las ortigas o los tomates.

Como la talasoterapia trabaja con las algas pulverizadas y con los baños marinos, es una terapia muy adecuada cuando hay concentraciones reducidas de yodo, que pueden alterar, sobre todo, el funcionamiento de la tiroides.

El yodo puro utilizado para desinfectar las heridas es muy tóxico, por lo que nunca debe ingerirse.

El cinc

Interviene en la formación de los glóbulos sanguíneos. Es un estimulante y un regulador de la hipófisis, y está relacionado con el correcto funcionamiento y desarrollo de los órganos sexuales. También participa en procesos metabólicos como la producción de linfocitos, la síntesis de proteínas y la formación de insulina. E interviene en el funcionamiento del páncreas y en ciertos procesos enzimáticos.

El hierro

Es necesario para que el oxígeno llegue a todas las células del organismo, pues es imprescindible para la producción de hemoglobina, y es por tanto un antianémico y un pilar en la producción de energía. Además, este mineral favorece el tránsito intestinal.

Los problemas del hierro es que a su compleja asimilación se une que tanto su exceso como su carencia son perjudiciales

El déficit de hierro suele ser muy común entre la población. Se calcula que el 30 % de las personas no obtiene la cantidad necesaria para el buen funcionamiento del organismo. Sin embargo, es el más abundante de los oligoelementos en el peso total de una persona: unos 70 kg de peso significan alrededor de 3,5 g de hierro.

Sus problemas médicos fundamentales son su compleja asimilación y que tanto su exceso como su carencia son perjudiciales, ya que no hay ningún órgano que lo excrete.

Para conseguirlo naturalmente, además del aporte marino se pueden consumir alimentos ricos en este mineral, como el trigo, la avellana, la almendra, la col, la castaña, el perejil, que también aporta grandes cantidades de vitamina C, las lentejas, el polen o el centeno.

El cobre

Este mineral es importante para la vida celular, aunque las cantidades que necesita el organismo humano son muy pequeñas. La formación de los huesos también requiere un aporte adecuado, e interviene además en la fijación del hierro y la vitamina C. Evita la coagulación de la sangre, ya que favorece su circulación.

Las curas marinas, que permiten la absorción de cobre, son aconsejables para tratar problemas degenerativos, por ello las personas de más edad se benefician especialmente de estancias largas junto al mar o en un balneario marino. Resulta eficaz en el reumatismo crónico, que posiblemente requiere mayor aporte de cobre.

También hay estudios que lo relacionan con una prevención del cáncer y los problemas cardiacos.

Además del agua de mar, está presente en los cereales, la remolacha, la cebolla, las espinacas, los puerros, las cerezas, las manzanas, las naranjas, las uvas o el polen.

El cobalto

Interviene en la formación de los glóbulos rojos y, por lo tanto, tiene propiedades antianémicas. Es también vasodilatador y regulador del sistema nervioso vagosimpático.

El manganeso

Tiene una presencia mínima en el organismo humano, pero sus funciones son muy importantes, ya que activa las enzimas que intervienen en la síntesis de las grasas y participa en el aprovechamiento de las vitaminas C, B1 y H. También actúa en el buen funcionamiento del hígado y los riñones y, en general, acelera los procesos metabólicos, con lo que es útil frente a la obesidad. El manganeso participa igualmente en la fijación del calcio, el fósforo, el hierro y las vitaminas.

CONCEPTOS CLAVE

•El investigador francés René Quinton descubrió que el agua de mar tiene la misma composición que el plasma sanguíneo humano.

•Las sales minerales de la sangre son iguales a las que hallamos en el agua marina. Primero, el cloro y el sodio; segundo, el potasio, el calcio, el magnesio y el azufre; y, tercero, el silicio, el carbono, el fósforo, el flúor, el hierro y el nitrógeno.

•El agua de mar supone muchos beneficios para la salud porque está cargada de minerales que necesita nuestro organismo.

•Además, tiene propiedades bacterioestáticas, igual que los antibióticos y los antisépticos.

•El elemento que se encuentra en el agua marina en mayor proporción es el sodio, que alcaliniza el medio humoral humano.

•Entre otros minerales, aporta azufre (de importancia capital para la salud de los huesos), calcio (esencial para la continua formación del esqueleto), potasio (regulador del equilibrio de agua y necesario para el músculo cardiaco), sílice (importante en los procesos de asimilación de nutrientes), yodo, cinc, hierro, cobre, cobalto y manganeso, entre otros muchos.

Cómo cura el agua de mar

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