Читать книгу La chica que se llevaron (versión española) - Charlie Donlea - Страница 18

Оглавление

CAPÍTULO 6

Julio de 2016

Cuatro semanas antes del secuestro

LA NOCHE ANTERIOR A LA fiesta de Matt Wellington, Jessica y Rachel se reunieron junto a la piscina de Rachel. Nicole avisó que no podría ir; era la primera vez en el verano que las tres chicas no pasaban el viernes juntas en la bahía. Nicole puso como excusa que sus padres querían que se quedara a cenar porque había venido una tía de visita. De haber hecho escena, como solía hacer cuando la obligaban a algo tan insoportable como cenar con su tía un viernes por la noche, podría haber quedado liberada del compromiso. Pero lo cierto era que ya no le divertían ni la casa de Rachel, ni la piscina, ni la bahía, ni el verano junto al agua, coqueteando con muchachos de secundaria que no le interesaban en absoluto. Sentía que todo aquello pertenecía a un tiempo pasado. Los momentos mágicos que parecían sucederse día tras día cuando eran más pequeñas, ahora eran menos frecuentes, hasta tal punto que todo aquel ambiente le resultaba aburrido y sin sentido.

Nicole regresó a casa después de cenar, a eso de las diez de la noche. Se encerró en su dormitorio y encendió el ordenador. Esa noche iban a hablar y la sola idea la hacía vibrar de emoción.

Unos minutos más tarde sonó un golpecito en la puerta.

—¿Qué sucede?

—¿No vas a despedirte de la tía Paxie? —le preguntó su madre.

—¡Buenas noches, tía Paxie! —gritó Nicole desde su escritorio.

—Buenas noches, Nicole.

Nicole las escuchó alejarse de la puerta cerrada del dormitorio. Poco antes, en el restaurante, había visto a su madre sacudir la cabeza cuando la tía Paxie hacía preguntas sobre el cabello teñido de Nicole, el lápiz de ojos y la barra de labios negros.

—No les prestes atención —oyó a su madre murmurar en voz baja.

Eso era lo que siempre hacían su madre y su tía: no prestar atención a nada. ¿Qué otra cosa podía explicar la presencia de la tía Paxie en Carolina del Norte durante los últimos tres días sin una sola mención a Julie? Si finges que algo no existe, desaparecerá. Era el lema de vida de su madre, aunque no lo decía en voz alta.

Cuando Nicole ya no pudo oír susurros del otro lado de la puerta, movió los dedos sobre el teclado y entró en el chat donde siempre hablaban. En ocasiones se pasaban de un sitio online a otro, a instancias de él, por si alguien pudiera estar espiando sus conversaciones.

Hola, ¿estás?, escribió.

Pasaron unos minutos, pero la respuesta llegó.

¡Nikki C.! ¿Dónde has estado?

Tratando de encontrarte. Te estabas escondiendo de mí.

¡Ja! Tú eres la misteriosa. ¿En qué andas, bombón?

Nicole no había escuchado nunca la voz de él, pero le encantaba cuando la llamaba así. Ningún chico de secundaria de Emerson Bay tendría el valor de hablarle de ese modo. La mayoría ni siquiera podía mirarla a los ojos, mucho menos entablar una conversación. Que él la tratara con ese apelativo era algo impensable en las relaciones con chicos de su edad, razón por la cual a Nicole no le importaba nada perderse lo que sucediera esa noche en Emerson Bay. Este era el único lugar donde deseaba estar, la única persona con la que deseaba hablar. Sus dedos volaron sobre el teclado.

Ocupada con mis amigas, pero se están volviendo TAN aburridas. Qué comentario de bruja, ¿no?

Pero sexy. He visto la foto que has subido. Tienes un cuerpazo, y una cara bellísima.

Gracias. ¿Cuándo te podré ver?

Soy demasiado tímido para subir una foto.

¿Por qué no nos conocemos en persona, entonces?

Mucho mejor idea. ¿Tu tía sigue de visita?

Sí. Se va mañana. He tenido que salir a cenar y eso. Estoy harta de estar aquí.

¿Ella es la que tiene una hija que desapareció?

Las conversaciones siempre los conducían aquí. Era un tema de gran importancia para ellos y hablaban —o escribían— horas sobre ello. Él era el único en el universo de Nicole que se mostraba abierto a hablar del tema con ella. La tía Paxie había estado allí desde el martes y no había mencionado ni una vez a su hija. De acuerdo, razonaba Nicole, fue hace ocho años. De acuerdo, seguía deprimida por ese tema. Paxie no quería convertir la visita —la primera desde que Julie había desaparecido hacía tantos años— en un velatorio. Todo muy comprensible. Pero nunca la había mencionado. Nunca. Finge, finge, finge que algo no existe y el problema desaparecerá.

Nicole dejó pasar unos instantes y escribió:

Sí.

¿Cómo se llamaba?

Julie.

¿Tu prima?

Sí.

¿Te llevabas bien con ella?

Nos visitábamos de niñas. Casi siempre era porque nuestras madres se veían, pero Julie y yo los considerábamos nuestros viajes. Recuerdo estar viajando en avión con mi madre y sentir mucha emoción por verla. Como ellas se lo pasaban poniéndose al día como hermanas que se ven dos veces al año, Julie y yo nos quedábamos despiertas hasta cualquier hora, perseguíamos luciérnagas y charlábamos alrededor de una fogata mientras ellas se emborrachaban con vino y revivían su infancia.

Nicole se quedó mirando el ordenador después de haber abierto así su corazón y su infancia en la pantalla. Por fin, llegó la respuesta.

Suena divertido.

Lo era.

¿Cuántos años tenía ella?

¿Cuándo desapareció? Nueve.

Cuéntame cómo fue.

Dios, qué bien se sentía de hablar con alguien sobre esto.

No sé demasiado porque mi madre nunca me dio detalles. Supongo que creyó que yo no tenía edad suficiente. Busqué información sobre Julie en Internet, pero no hay mucho. Nunca se supo nada. Simplemente desapareció un día al volver de la escuela.

Ruta habitual.

Nicole se quedó mirando la pantalla un instante antes de responder:

¿Qué?

Los delincuentes usan mucho las rutas habituales para raptar niños porque son predecibles. El que se llevó a Julie sabía que ella pasaría exactamente por allí ese día en particular. El tipo tuvo que haberla espiado durante bastante tiempo mientras lo planeaba.

Terrible.

Totalmente. Seguro que esperó y la espió y calculó con quién hablaba Julie durante el trayecto hasta su casa y dónde. Preparó su oportunidad minuciosamente, y…

Hubo una pausa en la escritura.

¿Al tipo nunca lo encontraron?

No.

¿Y a Julie?

Nicole hizo una breve pausa.

Nadie la volvió a ver.

Triste.

Nicole se quedó mirando la palabra triste en la pantalla y luego escribió.

La sigo echando de menos.

¿Alguna vez has pensado en lo que Julie tuvo que pasar? ¿Has tratado de ponerte en esa situación?

Nicole leyó la pregunta. Ahí estaba la razón de su adicción a las conversaciones con él. Había pensado en eso durante años. En cómo habrían raptado a Julie y cómo se habría sentido ella al darse cuenta de que no volvería a su casa. Se preguntó si Julie habría subido al automóvil por su propia voluntad o si la habrían forzado. Dónde la habría llevado el secuestrador y qué le habría hecho. Volvía morbosamente a esos pensamientos. De día y, en ocasiones, cuando dormía. En sus sueños, casi siempre Julie y ella perseguían luciérnagas, pero también había imágenes oscuras en las que Julie lloraba dentro de un armario oscuro, demasiado asustada como para abrir la puerta e ir en busca de ayuda.

Por fin, los dedos de Nicole se movieron sobre el teclado.

Todo el tiempo.

Una larga pausa.

Yo también. Pienso en mi hermano Joshua. Me lo imagino en algún lugar oscuro, solo y asustado. Siento deseos de llorar, pero no puedo dejar de pensar en eso. ¿Seremos raros? ¿Por tener estos pensamientos?

No lo sé. No creo. Es mejor que fingir que Julie nunca ha existido, como hacen mi madre y mi tía.

Nicole se quedó inmóvil, esperando una respuesta. Después de unos instantes, llegó.

Te cuento un secreto, si me prometes que lo guardas.

Te lo prometo.

Nicole clavó la mirada en la pantalla. Después de una pausa, apareció la respuesta de Casey.

Conozco un club.

¿En serio? ¿Qué tipo de club?

Uno que te va a encantar.

La chica que se llevaron (versión española)

Подняться наверх