Читать книгу Herramientas para afrontar la crisis - Claudia Talbot - Страница 9
CÓMO UTILIZAR LA CRISIS
ОглавлениеPuedes pasar tu vida entera preocupándote, quejándote, lamentando cosas y sintiéndote infeliz, o podrías usar
la misma energía para elevarte y alcanzar lo inimaginable...
Sri Ravi Shankar
La clave es aprender a protegernos de las circunstancias que no podamos cambiar, por ejemplo, la crisis.
Si sólo toleramos el sufrimiento, poco a poco éste erosiona nuestra fuerza, nuestra voluntad, llevándonos al estrés, a la ansiedad, etc.
Sin herramientas, para protegernos de los efectos de la crisis, por mucho que nos esforcemos, ésta nos vencerá.
Siempre aparecen nuevas complicaciones que nos alejan del sentido que queremos darle a nuestra vida. La pérdida de sentido nos va destruyendo todos los días un poco, comenzando con una violencia interna generada a partir de la contradicción del medio en el que vivimos y que se manifiesta en la aparición de la ansiedad, la angustia y la impotencia, que nos van llevando a enfermedades físicas y psíquicas.
Es preciso actuar a tiempo para prevenir males mayores, aprendiendo a utilizar herramientas que te protejan. Y si ya te sientes con agobios, aún más.
Esto puede mejorarse cada día, aprendiendo a protegernos y a modificar nuestro pequeño entorno. Es muy sencillo. Sólo es cuestión de comenzar a comprobar los logros que podemos sumar a nuestra vida incorporando técnicas sencillas, conocimiento y aceptación de la realidad, sin resignarnos a la fatalidad.
Celebremos la crisis porque nos lleva a realizar cambios para nuestro bien.
Esta crisis económica mundial es en realidad una crisis cultural del mundo occidental. Es un quiebre del orden establecido en el que venimos inmersos de pies a cabeza. Como nos parece que no conocemos otra cosa, nos asustamos.
Se hace indispensable reconocer el origen de la contradicción a partir de la cuál se generan las tensiones que flagelan nuestro cuerpo y se abre la puerta a todas las enfermedades individuales y sociales. En primer lugar, debemos revisar algunas causas: vivimos en un sistema capitalista, por todos conocido, basado en una economía de mercado que prioriza el dinero sobre todas las cosas, incluidas las personas:
Quienes creen que el dinero lo hace todo,
terminan haciendo todo por dinero.
Voltaire
Esta política económica nos ubica a todos los seres humanos como objetos, como cualquier cosa, llamados irrisoriamente «bienes»: muebles, útiles, electrodomésticos, coches, pisos, el resto de las necesidades básicas, las que no parecen básicas, las superfluas, etc. A esto tenemos que sumarle el proyecto de vida individualista en el que hemos sido educados, a través de un estilo autoritario, el cual impone su saber como el que debemos continuar a lo largo de nuestra vida para sostener el sistema, convirtiéndonos en cómplices. Estas reglas individualistas y competitivas generan rivalidad a todos los niveles de relaciones, provocando un egocentrismo extremo que atrofia la posibilidad de autonomía de cada individuo. Mientras, nos manipulan a través de una pseudolibertad enmascarada como elecciones dirigidas desde los medios de comunicación, como publicidad, educación y cultura.
Sí, no hay nada que temer por reconocer que nuestra educación y nuestra cultura alimentan la estrategia de un sistema autoritario, corrupto, perverso, esclavista, inhumano, devastador, irresponsable, falto de compromiso, indiferente, xenófobo y violento del que somos cómplices sin haberlo elegido a conciencia.
Si somos capaces de reconocer las causas, dejaremos de ser cómplices para convertirnos en verdaderos protagonistas del cambio indispensable que todos reclamamos en nuestras manifestaciones de ansiedad, angustia, depresión y otras enfermedades. También es necesario aceptar que estas dolencias, por todos conocidas, son ni más ni menos que violencia retenida en nuestro interior, con la que nos autoflagelamos física, psicológica y energéticamente.
Comenzaremos por desmitificar la palabra crisis…
Crisis: período de manifestación aguda de una afección. Momento decisivo en la evolución de las cosas.
Esta crisis es simplemente una alarma para avisarnos de que hay cosas que modificar.
No hay nada que temer en realidad.
Estamos sufriendo errores de nuestra cultura… y corrigiéndolos, transformándolos o curándolos; viviremos mucho mejor que hasta ahora. Y en la medida en que decidamos desarrollarnos como seres humanos que somos, lograremos una vida plena, tanto para nosotros como para toda la vida.
Nuestra cultura occidental está basada en pensamientos geniales que hemos seguido al pie de la letra por siglos y siglos. No hemos buscado en qué podíamos crecer para aportar nuestra sabiduría innata y poder corregir los errores paso a paso. Hemos vivido esperando a que se resuelva todo desde arriba, porque estamos formados en la verticalidad para ser manipulables, aunque nos engañen haciéndonos creer que somos libres y que tomamos decisiones.
Ahora podemos empezar a hacer nuestra parte, como seres adultos que somos. Sin miedo, buscando un equilibrio que tenemos en nuestras manos todo el tiempo.
Enfrentarnos al cambio da miedo. El miedo surge a partir de sentir que algo nos pone en peligro y tememos no poder controlarlo. Existen dos tipos de miedo:
- El miedo real o racional, que es el miedo a un peligro concreto como, por ejemplo, estar frente a un arma de fuego apuntando directamente hacia nosotros.
- El miedo irracional, que es el miedo a crear pensamientos acerca de qué podría habernos pasado, ansiedad destructiva que formula supuestos sobre el pasado; qué consecuencias tendrá la crisis en nosotros o en nuestros bienes; qué sucederá, ansiedad destructiva que formula supuestos sobre el futuro.
Resignarnos a las situaciones que no podemos cambiar y vivirlo como una tragedia es cobardía. Aceptar que hay un cambio, en el que podemos intervenir desde nuestro humilde lugar para aprovechar este síntoma y curar lo que sí esté a nuestro alcance, es valentía inteligente y nos enaltece como seres humanos.
Las dificultades son síntomas de una posible enfermedad. Si me duele el estómago, puede ser que tenga una afección o problema de digestión. De las dos maneras, el problema radica en las tensiones que sufrimos, provocadas por lo que percibimos del mundo exterior y que nos afectan directamente en nuestro mundo interior.
La sabiduría amerindia de los quechuas dice que no existen las enfermedades, sino que existe una sola enfermedad y que es la enfermedad del ánimo.
En nuestra sociedad está sucediendo lo mismo que en nuestro cuerpo. Esta crisis es un síntoma que nos indica que podemos resolver las enfermedades culturales, como es el caso de la violencia en todas sus manifestaciones, pero ¿cómo puedo resolver los problemas que los poderes económicos nos han generado?, ¿cómo puedo solucionar los «errores» del poder?
Parece imposible pensar que desde nuestra individualidad podamos hacer algo. Sin embargo, es mucho lo que podemos lograr, y, como dice el viejo dicho popular, «se empieza por casa».
Nuestra casa es nuestro cuerpo. Si el daño que nos hacemos a diario pasa desapercibido, nos aniquilamos. Ese daño genera las tensiones provocadas por lo que no podemos cambiar, destruyéndonos. De esta manera, no tenemos la lucidez necesaria para resolver lo que está a nuestro alcance.
Tenemos un maravilloso poder en nuestra mente, sólo tenemos que conocerlo para ser soberanos de nuestro ser y elegir lo mejor de cada cosa, de cada situación, de cada alimento físico y emocional para vivir como merecemos.
Quizá surja preguntarnos: «¿Pero en qué momento voy a aprender si no tengo tiempo?». Lo lograremos, descansando unos minutos al día para poder respirar, para aprender a conocernos, para dejar de castigarnos y salvarnos de la flagelación continua, podremos recuperar nuestra lucidez y elegir lo mejor para nosotros mismos. Compartiendo lo que vamos descubriendo estaremos mejorando el conjunto, y todo eso es mucho más sencillo de lo que parece.
¡Atención! ¡Esto no es magia! Esta Sabiduría la tienes en tu interior. Puedes ir descubriéndola en cada práctica.
Empezaremos por una técnica que incorporarás sin esfuerzo, mientras descansas unos minutos diariamente de las presiones cotidianas. He elegido comenzar por ésta para que, de inmediato, le brindes a tu cuerpo, a tu mente y a tu energía la liberación de las tensiones que provocan tanta enfermedad y prisión en todo tu ser. Además, la utilizaremos como base de otras herramientas, las cuales te ofrecerán soluciones para la gran mayoría de los problemas que te aquejan.
Puedes comenzar por ejercitarlas para incorporarlas de inmediato. De esta manera, le ganaremos tiempo a la ansiedad destructiva. Una vez que logremos controlarla, será más agradable la lectura de lo que sigue.