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La inmaterialidad: una dificultad de la red
ОглавлениеLos estudios que se han ocupado de las redes intelectuales en América Latina no se han interrogado, en profundidad, sobre el funcionamiento y los mecanismos que intervienen en los enlaces. Se da por hecho que la red justifica en sí misma los enlaces, que su existencia es una propiedad inherente a un conjunto de nombres que se hallan en conexión. No obstante, parte de la dificultad de operar con la perspectiva de las redes se encuentra en lo imperceptible de los vínculos personales, en la inmaterialidad o intangibilidad que anima procesos que culminan en una publicación periódica, la constitución de un epistolario o el encuentro cara a cara, por tomar apenas unos ejemplos.
Hay un componente -insistimos- inmaterial, invisible, de alta relevancia pero que demanda incursiones novedosas o alternativas. Y lo más importante: las ideas -cualquiera sea su contenido y alcance- no están entretejidas a través de sujetos individuales que las piensan y luego las difunden sin que medien componentes de naturaleza contextual, social, tecnológica, etc. Podemos interrogarnos, entonces, sobre dónde ubicar aquello que se nos presenta como inasible o de contornos borrosos. O qué hacer con lo que no se atiene a las lógicas tradicionales (cronología, causa- efecto, orden). Se trata de darle cabida a lo ambiguo, irregular, caótico o paradójico. El martiniqueño Édouard Glissant, en una conferencia titulada: “El caos-mundo: por una estética de la relación”, plantea las dificultades, pero también la productividad del pensamiento relacional en el campo de la cultura-mundo:
La ciencia del caos afirma que hay sistemas dinámicos determinados que se convierten en erráticos. En principio, un sistema determinista posee una fijeza, una “mecanicidad” y una regularidad de funcionamiento; la revelación de la ciencia del caos es que hay una infinidad de sistemas dinámicos determinados que se tornan erráticos, lo que en mi interpretación significa que su sistema de valores, en un momento dado, fluctúa, sin que, a simple vista, se aprecie el motivo (Glissant, 1996, p. 84).
Es notorio que la orientación reticular de los estudios de la cultura posee un alto componente metafórico en la caja de herramientas metodológicas que ha ido produciendo a lo largo de diversos estudios. Pero no se nos puede escapar que la metáfora está instalada al momento de pensar los fenómenos no cuantificables. Trabajar con las redes demanda un cambio paradigmático que va de lo simple a lo complejo, de lo mecánico a lo multidireccional. La resistencia para admitir tanto las transformaciones, las dinámicas vinculares como las mediaciones tiene que ver con factores que incumben a interfases, configuraciones, lo no definido, lo fluctuante. Estos “residuos” de la modernidad tales como lo intempestivo o lo emergente quedaron fuera de la inteligibilidad por la dificultad que presentan para una clasificación.
En definitiva, esta preocupación metodológica echa las bases y otorga sentido a una posible ciencia de las redes en el campo de los estudios sobre la cultura. Cuando Bajtín decía que la “forma es el contenido” aludía a la imposibilidad de pensar ciertos fenómenos de la cultura como una operación de desmontaje de forma y contenido. Esta manera indisoluble de encarar la cuestión cultural puede ayudarnos a plantear mejor nuestra perspectiva. La circulación y recepción de ideas en América Latina constituye un problema de múltiples dimensiones, es verdad, pero podría decirse también que la circulación de las ideas no puede pensarse al margen de la “adecuación” o no a la realidad, de acuerdo con un abanico de objeciones que ciertos sistemas de ideas han sufrido en América.
En otros términos, la hipótesis que formulamos apunta a señalar que los estudios de las ideas o abordan la dificultad de la circulación y recepción como parte de la estructura misma de la idea o pueden incurrir en aquello que el crítico ruso quería impedir en el orden estético, es decir, apenas contentarse con el “contenido” sin atender a las alteraciones que la circulación y recepción y otros componentes no perceptibles a primera vista le imprimen a la idea.
La condición periférica es apenas un costado del asunto de la circulación y recepción de las ideas en América Latina (aunque las redes podrían poner en duda esta afirmación). A ello deben adicionarse los mecanismos mediante los cuales las ideas circulan, los forcejeos que sobrevienen con su incorporación a un espacio extraño, las redes que lo propician o favorecen, etc. Quisiéramos leer “las ideas fuera de lugar” como una fórmula periférica e internacional. En consecuencia, es necesario sostener que la tensión se instala en la incorporación de “novedades” o “modernizaciones” de un campo cultural a otro distinto.