Читать книгу La paradójica dimensión 89 - Daniel V. - Страница 5
ОглавлениеMenes, el gato en la caja
Entonces Dios vio a aquel gato blanco parado de forma estoica sobre un cúmulo de nubes y le preguntó al santo más sabio de su consejo sobre cómo era posible que aquel gato hubiera llegado hasta allí.
Con más asombro que sabiduría, el sabio contempló a la insolente criatura, que comenzaba a lamer sus patas mientras los ignoraba conscientemente y, con una reverencia, le dijo al Todopoderoso:
¡Oh, soberano entre los soberanos! Sea tu gloria sobre todas las cosas y que tu reino se extienda por todo el firmamento. Ruego que tu ira no me alcance y seas piadoso con tu servidor al escuchar lo que te tengo que decir. Singular es encontrar aquella bestia terrenal en estos lares, pero según he escuchado, poco asombro nos debería causar, ya que aquella criatura fue nombrada en un antiguo relato que un alma pasajera me llegó a transmitir y, sin duda, este gato de blanco y corto pelaje, de porte digno e indignante expresión, se trata del mismo gato nombrado por aquella noble alma, quien así me dijo:
Sin duda es un hecho extraordinario haber llegado a este lugar y poder contemplar el origen de todas las creaciones. Aun así, no es tan extraordinario como haber sabido que el imperio más grande que ha existido era dirigido por un extraordinario gato blanco de porte estoico y afiladas garras, quien desde su solemne cojín real dirigía el destino de todas las naciones. Cuando la duda de aquel hecho divino terminó por devorar mi conciencia, finalmente pude preguntar cómo había sido aquello posible, y a mi consulta uno de los vasallos principales, quien era muy amigo mío y en quien podría depositar toda mi confianza, fue que me respondió:
Mi muy estimado, sorpresa genera, más su asombro no debiese ser tal, pues aquel magnífico gato que nos dirige a todos, de afiladas garras, blanco pelaje y orejas empinadas, no es la primera vez que ostenta semejante cargo, pues se dice entre la plebe que aquel soberano también fue el rey unificador de fronteras de la más grande nación conocida. Hablando con un importante comerciante, este a su vez me comentó:
Soberanos como este, de terso pelaje, ojos heterocromos y probada agilidad, no nos habían tocado en nuestra historia, pero el hecho de su dignidad y valía es indiscutido. Llamativo es verlo actuar y regir como es debido, mas, aunque no sé cómo ha podido llegar a ser soberano, extrañeza no es ninguna, pues de la boca de mi cuñado he sabido que nuestro amado regente un día realizó proeza sin igual. Así fue que mi cuñado me habló de aquel actuar:
Cuando nuestro protector ascendió a su merecido lugar, en cualquier momento de la historia habría sido un hecho extraordinario, pero hoy por hoy, que nuestro querido albino de ojos dispares y ondulante cola nos guíe, es un hecho de causa, pues siendo este el libertador consumado, líder indiscutido y caudillo de nuestra redención, es claro que nos terminaría por gobernar a todos y, sin embargo, fue de la boca de un amigo que supe que para nuestro impulsor estas no eran sus primeras proezas sino la continuación de un camino ya emprendido. Y fue un amigo querido quien así me hizo notar:
Nuestro gallardo líder gatuno, de extraordinarios rasgos y perfectos ademanes, hoy libertador y ayer pacificador, fue este, nuestro mismo insigne, quien resultó ser el benefactor de la gran ciudad, que logró traer el orden y la paz a aquellas tierras desquiciadas, y encaminó a su gente a un futuro próspero. No me extraña que hoy nos guíe, si hace mucho tiempo escuché de boca de uno de los afectados cómo este felino gallardo puso fin a sus abatimientos. Mas quien me señalaba se refirió de la siguiente forma:
Haber logrado rectificar a tanta gente fue una de sus mayores proezas. Sin usar ni sus blancos colmillos, ni tampoco sus afiladas garras, logró hacernos cavilar sobre esto y aquello, y sobre, también, a eso que no me puedo referir. Sin embargo, era de esperar que estuviera a la altura de sus logros, ya que sobre él mismo había escuchado otra hazaña similar. Creo que mi sobrino fue quien me comentó, fue él quien me dijo que:
Fue este mismo gato blanco que acaba de salvar el templo, este mismo gato es quien cuidaba la tienda de abarrotes ymercancías, este gato hizo próspero el negocio. Y cuando pregunté al nieto de la fallecida dueña cómo fue que el gato había terminado haciéndose cargo del negocio de la familia, este me dijo:
Es una larga historia que no vale la pena mucho detallar. Sin embargo, si hay algo que debo mencionar es cuando preguntamos a mi abuela, aquel día que tuvimos que salir corriendo por una emergencia, y decidió dejar a su gato sobre la caja registradora para que cuidara la tienda. Cuando preguntamos cómo se le ocurría dejar a aquel miserable animal a cargo de todo, ella nos regañó y nos dijo:
No sean insolentes, mis vástagos, que, aunque son mis queridos, siguen siendo unos ignorantes. Este mismo gato que ven todo maltrecho y que he puesto sobre la caja, es tan capaz que algún día puede que reemplace al mismísimo Dios allá en los cielos. Ahora, vámonos que se ha hecho tarde, y dejémosle que se las arregle.
Y así fue como, luego de ocupar el lugar de Dios y reinar sobre todas las cosas en la existencia, el gato lamió sus patas, estiró sus bigotes y se deslizó dentro de la dimensión 89. Seguramente, esperaba trastocar el tiempo y el espacio para hacerlo aún mejor en esta ocasión.