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ОглавлениеLa oración del Señor
El padrenuestro
La oración modelo de Jesús, conocida como el Padrenuestro, “ofrece una aplicación de sus instrucciones sobre la oración […] y su autenticidad nunca ha sido discutida en serio” (Cullmann 1999: 75–76). En esta oración o plegaria “escuchamos palabras de Jesús mismo” (Cullmann 1999: 76)1 y, por esa razón especial, está considerada como “la quintaesencia de [la] intención y misión” de Jesús (Boff 1986: 30).
Del Padrenuestro se afirma lo siguiente:
Entre las oraciones de Cristo, el Padrenuestro ocupa un puesto privilegiado. Se lo ha llamado “Oración del Señor”, no en el sentido de una oración para uso del Señor, sino enseñada a los hombres por Jesús mismo como modelo de toda oración cristiana. La tradición ha visto en ella un tratado práctico de oración. Tertuliano llega a llamarla breviarium totius evangelii. Ningún texto evangélico ha sido tan frecuentemente comentado (Hamman 1967: 102).
En el Padrenuestro tenemos, entonces, con seguridad, una tradición muy antigua, la ipsissima vox de Jesús:
Jesús, por medio de su oración, no sólo ofreció a sus discípulos un modelo de cómo debían orar, sino que les dio también una nueva oración, que tanto por razones lingüísticas como objetivas pertenece a la veta original de la tradición: el padrenuestro (Jeremias 2009: 227–228).
Las primeras comunidades de discípulos tenían al Padrenuestro como un insumo clave para la catequesis, discipulado o formación cristiana de los nuevos conversos y para todos los creyentes:
… el padrenuestro constituía, hacia el año 75 d. C., parte integrante de las instrucciones sobre la oración que se daban en toda la iglesia y, por cierto, como nos lo hace sospechar la ordenación de la materia que hallamos en la Didaché (1–6 dos caminos, 7 el bautismo, 8 el ayuno y el padrenuestro, 9s la cena), era parte integrante de la instrucción que seguía al bautismo. La iglesia judeocristiana y la iglesia paganacristiana [sic] están de acuerdo con esto: se enseña a orar con el padrenuestro (Jeremías 2009: 229).
En cuanto a las versiones del Padrenuestro registradas en los evangelios de Mateo y Lucas, particularmente sobre las diferencias entre ambas versiones, y con respecto al público al cual fueron dirigidos estos documentos del Nuevo Testamento, se afirma que:
No hay duda: Mateo nos transmite una instrucción sobre la materia, destinada a los cristianos de origen judío; Lucas, por su parte, expone una catequesis para cristianos procedentes de la gentilidad […] Por tanto, hacia el año 75 d. C., el padrenuestro era un ingrediente básico de la instrucción oracional de la iglesia primitiva; tanto en la judeo-cristiana como en la constituida por los paganos convertidos. Unos y otros, por muy distinta que fuese su situación original, concordaban en una cosa; era un mismo Cristo el que les había enseñado a rezar a nuestro Padre […]. Cada evangelista nos transmite el texto del padrenuestro tal como se rezaba en su tiempo y en su iglesia (Jeremías 2005: 220).
Puntualizándose, además, que cuando:
… se escribieron los evangelios de Mateo y Lucas —es decir, hacia los años 75–80 d. C.—, el padrenuestro había sido transmitido en dos redacciones concordantes en lo esencial, pero diferentes en una de ellas (Mt 6, 9–13); y con variantes accidentales, también en la Didajé, era más larga que la otra (Lc 11. 2–4) (Jeremías 2005: 218).
Y se sostiene que:
Estos dos catecismos sobre la oración están destinados para situaciones distintas: el de Mateo está destinado para personas que han aprendido a orar, pero cuya oración corre peligros; el de Lucas está destinado para personas que todavía han de aprender a orar como es debido. Esto quiere decir que, en Mateo, tenemos un catecismo judeocristiano sobre la oración, y en Lucas un catecismo paganocristiano [sic] […] tenemos ante nosotros dos versiones de dos iglesias diferentes” (Jeremías 2009: 229).
Se precisa también que la:
… así llamada “Oración del Señor” o “Padre Nuestro” fue dada por Jesús como un modelo de oración cristiana genuina. Según Mateo la dio como un modelo para copiar (Orareis así), según Lucas como una forma para usar (11:2, “Cuando oréis, decid…”) […] (Stott 1984: 165).
Además de lo señalado hasta este momento, se puntualiza que mientras “Mateo se dirige a los judíos que saben rezar correctamente, Lucas se dirige a los paganos que no rezan y han de ser iniciados en la oración” (Boff 1986: 29).
En relación con las diferencias que existen entre las dos versiones del Padrenuestro, la del evangelio según Mateo y la del evangelio según Lucas, se expresa que dichas diferencias:
… no cabe atribuirlas, probablemente, a los evangelistas, sino que se explican por la existencia de dos tradiciones o usos comunitarios que se reflejan en uno y otro (Cullmann 1999: 78)2.
¿Cuál fue entonces la versión original del Padrenuestro: la que registra Mateo en su historia de Jesús o la que consigna Lucas en su evangelio? La discusión sobre este asunto se resume con estas palabras:
Considerando en su conjunto nuestra investigación, el resultado puede resumirse diciendo que la redacción de Lucas conservó la forma más antigua por lo que respecta [a] la longitud; pero el texto de Mateo está más próximo al original en cuanto a la formulación del contenido común a ambas redacciones (Jeremías 2005: 223)3.
Sobre la estructura del Padrenuestro, comparándose las versiones de Mateo y Lucas, se afirma que:
… consta de dos partes. La primera se caracteriza por el uso de la segunda persona de singular: “tu”, “tuyo”, y la segunda, por el uso de la primera persona de plural: “nosotros”, “nuestro”. La primera parte se refiere a un acontecimiento divino que nos afecta también a nosotros y en el que participamos, pero que no radica directamente en el ámbito humano. La segunda se refiere a un acontecimiento divino que tiene por objeto directo al ser humano. Pero ambas partes están relacionadas por las acciones salvíficas que se piden a Dios (Cullmann 1999: 84).
Y se acentúa que:
El orden de las peticiones no es arbitrario. Se empieza por Dios y sólo después se pasa al hombre; porque a partir de Dios, de su óptica, es como nos preocupamos de nuestras necesidades; y en medio de nuestras miserias es desde donde debemos preocuparnos de Dios. La pasión por el cielo se articula con la pasión por la tierra (Boff 1986: 614).
Se puntualiza, además, en cuanto a su estructura, que el Padrenuestro:
… se divide en dos partes: una tiene por objeto a Dios, la otra, a los hombres. Las tres peticiones que se refieren a Dios nos dan en síntesis la revelación del Antiguo Testamento, respetando el ritmo de su progresión […] Santificado sea tu nombre recapitula la primera revelación hecha a Moisés de la trascendencia de Dios […] Venga a nosotros tu reino. De estos hebreos dispersos, Yahveh hace una nación y luego un reino […] Hágase tu voluntad. El reino de Israel es precario a causa de la prevaricación […] Estas revelaciones progresivas jalonan la historia de Israel y terminan en su término, Cristo, que las recapitula […]. La estructura de la segunda parte del padrenuestro es más difícil de descubrir […]. Las tres últimas peticiones responden a la novedad del evangelio (Hamman 1967: 108).
Teniendo en cuenta todas estas valiosas opiniones, bastante útiles para comprender un poco mejor la oración modelo de Jesús, la versión del Padrenuestro que examinaremos es la que nos ha dejado Mateo en el evangelio que lleva su nombre (Mt 6.9–13; cf. Lc 11.2–4). La razón histórica y teológica, para esta opción intencional, que puede parecer incluso arbitraria, es la siguiente:
… desde fecha muy temprana la versión de Mateo parece haber sido la más común. Ciertamente, al estudiar los antiguos escritores cristianos vemos que, por lo general, es esta la versión la que citan y estudian; por tanto, sería también la que se empleaba en las iglesias de esos autores en las distintas partes del mundo antiguo (González 2019: 14).
Mateo ubica el Padrenuestro como parte de un largo discurso de Jesús conocido como el Sermón del Monte, en el que se explican y precisan las normas que deben caracterizar a la nueva sociedad que Jesús de Nazaret inauguró con su presencia y sus acciones liberadoras en favor de los indefensos y los desposeídos. En cambio, Lucas, en su historia de Jesús, ubica el Padrenuestro en el contexto de una petición que le hace uno de sus discípulos para que les enseñe a orar: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lc 11.1).
Un estudio detallado de la versión de Lucas da cuenta de que el autor del tercer evangelio precisa que Jesús tenía una práctica visible de oración conocida por sus discípulos. Considerando esa realidad, cabe aquí una pregunta: ¿El Padrenuestro es la única enseñanza de Jesús sobre la oración como una práctica necesaria, cotidiana y vital para los discípulos? Una lectura de los evangelios indica que no es así. La oración, por ejemplo, es uno de los temas transversales en el evangelio según Lucas. El autor de este evangelio muestra a Jesús en oración nueve veces (3.21; 5.16; 6.12; 9.18, 29; 11.1–4; 22.39–46; 23.34, 46). Dos parábolas, exclusivamente lucanas, destacan también la centralidad de la oración en la vida de los discípulos (Lc 18.1–8; 18.9–14).
Aparte del evangelio según Lucas, Juan, en el suyo, ha registrado la oración de Jesús por la unidad de los discípulos (17.1–26). Esta hermosa oración, con hondas reflexiones sobre la unidad cristiana, tiene también un marcado acento misionero. En ella se traza la ruta que deben seguir los discípulos de Jesús en sus realidades misioneras particulares: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Jn 17.18; cf. 20.21).
Bajo este paraguas más amplio, examinaremos el Padrenuestro en el contexto en el que, según el evangelio de Mateo, Jesús enseñó su oración modelo a los discípulos. Las siguientes serán las preguntas sobre las que descansará nuestro estudio del Padrenuestro:
• ¿Qué nos enseña el Padrenuestro sobre el contenido y los alcances de la oración cristiana?
• ¿Qué lecciones permanentes, para los discípulos de todas las épocas, quiso dejar Jesús con esta oración modelo?
• ¿Es el Padrenuestro una oración pasadista, desmovilizadora socialmente, despolitizada, y que invita a la resignación y al acomodo?
• ¿Tiene el Padrenuestro una dimensión social y política que pone en tela de juicio los diversos estereotipos sobre la oración cristiana y la misión de los cristianos en el mundo?
Los estudios bíblicos reunidos en este pequeño libro buscan responder las preguntas planteadas afirmando que el Padrenuestro es una oración actual, contextual, liberadora y hondamente misionera. Entre otras razones, porque:
En la oración del Señor encontramos prácticamente la correcta relación entre Dios y el hombre, el cielo y la tierra, lo religioso y lo político, manteniendo la unidad del único proceso […] En la oración de Jesús, la causa de Dios no es ajena a la causa del hombre, y la causa del hombre no es extraña a la causa de Dios […] Por eso consideramos al padrenuestro como la oración de la liberación integral (Boff 1986: 12–13).
Seguimos así el surco trazado por las primeras comunidades de discípulos que tuvieron al Padrenuestro como uno de los elementos centrales de su vida comunitaria:
En la comunidad primitiva, el padrenuestro se convirtió pronto en oración comunitaria; así lo demuestran tanto la antigua recopilación de la Didajé, donde se cita entre afirmaciones sobre el bautismo (7,1 ss) y la eucaristía (9,1 ss), como algunos pasajes de las cartas de Pablo y del evangelio de Juan, y con razón ha sido hasta hoy la oración de la Iglesia en todas las confesiones cristianas (Cullmann 1999: 76–77).
Así fue en efecto. La oración del Señor, el Padrenuestro, aunque con ciertas variantes que para nada cambian la esencia de su contenido, fue registrada en la Didajé (la Doctrina de los doce apóstoles). Esto indica que, desde una fecha muy temprana, las comunidades de discípulos conocían el Padrenuestro, lo citaban y lo transmitían.
En la Didajé el Padrenuestro se registra con estas palabras:
Padre nuestro celestial, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, así en la tierra. El pan de nuestra subsistencia dánoslo hoy y perdónanos nuestra deuda, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos lleves a la tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el poder y la gloria por lo siglos (Didajé 8.2).
Una comparación con la versión del Padrenuestro registrada en los evangelios de Mateo y Lucas, demuestra que no existen diferencias significativas y que la trasmisión escrita u oral, o ambas, fue fidedigna. Habría que acentuar, además, que un dato interesante de la Didajé es que, luego de registrar el Padrenuestro, se aconseja o recomienda: “Así oraréis tres veces al día” (Didajé 8.2). De esta manera, se da a entender que, en las primeras comunidades de discípulos, la oración del Señor, además de conocida, fue parte de la liturgia o del culto común.
A la luz de la discusión previa, se puede afirmar, entonces, que estudiar el Padrenuestro, reflexionar sobre sus alcances pastorales y misioneros para el testimonio cristiano más allá de la frontera religiosa, ayudará particularmente a redefinir el rostro público de la comunidad evangélica y a un mejor ejercicio de la ciudadanía de los creyentes, que tienen también la responsabilidad de luchar por el bien común y la justicia para todos.
1 De acuerdo con Oscar Cullmann: “Es opinión casi unánime que la lengua original del padrenuestro fue el arameo” (Cullmann 1999: 79). Joachim Jeremias añade: “… la lengua madre de Jesús fue una variedad galilea del arameo occidental, debido a que las analogías lingüísticas más cercanas con las palabras de Jesús las encontramos en los fragmentos arameos populares del Talmud y de los midrashim palestinenses, que son oriundos de Galilea. Aunque su fijación por escrito no tuvo lugar hasta los tiempos del siglo iv al siglo vi d. C., toda la probabilidad habla en favor de que, ya en los días de Jesús, el arameo galilaico hablado en la vida cotidiana se diferenciaba del arameo (judeo) de Palestina meridional por la pronunciación, las divergencias lexicográficas, las diferencias gramaticales, y por haber experimentado menos la influencia del lenguaje culto de las escuelas rabínicas. El pasaje de Mt 26, 73 presupone que a un galileo se le podía reconocer en Jerusalén por su dialecto” (Jeremías 2009: 16).
Pierre Grelot, por su parte, sostiene que “este formulario estaba en arameo, la lengua corriente, y no en la lengua sagrada del culto judío” (Grelot 1988: 304).
2 Oscar Cullmanm, citando a E. Lohmeyer, acota lo siguiente sobre este asunto: “… la una, utilizada por Mateo, procede de Galilea, y la otra, utilizada por Lucas, de Jerusalén. La versión de Lucas fue escrita para los miembros de la comunidad primitiva a los que este evangelista califica de helenistas (Hech 6, 1ss), por los que él estaba claramente interesado” (Cullmann 1999: 78, nota al pie 62).
3 Joachim Jeremías precisa, además: “con respecto a la longitud, el texto —más breve— de Lucas debe considerarse como más primitivo; con respecto a los elementos comunes, el texto de Mateo es el que debe considerarse como más primitivo” (Jeremías 2009: 231). Y Pierre Grelot afirma que “la recensión de Lucas cuenta con mayores posibilidades de ser la versión original” (Grelot 1988: 302).