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Prefacio

La democratización de nuestras sociedades en las últimas décadas, un proceso que ha estado acompañado de una serie de transformaciones sociales y políticas, ha generado la emergencia de nuevos sujetos colectivos en la plaza pública. Entre estos, se encuentra la comunidad evangélica, la cual, con un poco más de cien años de presencia misionera en América Latina, desde hace dos décadas ya ocupa un lugar destacado como un actor social y político vinculado a la sociedad civil organizada.

En el contexto peruano, debido principalmente a su participación activa en el campo de la defensa de los derechos humanos durante los años de violencia política (1980–1995), así como a su compromiso con la defensa de la institucionalidad democrática durante los años de deconstrucción de esta en el régimen de Alberto Fujimori (1990–2000), la comunidad evangélica ha sido reconocida como un actor social y un actor político clave para la consolidación de la democracia.

Como lo señaló en su Informe Final la Comisión de la Verdad y Reconciliación (cvr), refiriéndose específicamente a la actuación pública de las iglesias evangélicas, durante el período de violencia política1, «La cvr ha concluido que las iglesias evangélicas cumplieron también un valioso papel de protección de los derechos humanos, principalmente a partir de sus instancias de coordinación nacional» (cvr 2003a:379).

Los distintos trabajos incubados en los últimos años y que se han reunido en este libro intitulado Tejiendo un nuevo rostro público: Evangélicos, sociedad y política en el Perú contemporáneo, intentan dar cuenta de la realidad descrita previamente. En otras palabras, aunque escritos en diferentes momentos para públicos específicos, tiene como hilo conductor un examen de la creciente participación de la comunidad evangélica en la llamada cosa pública. Un asunto impensable en las décadas anteriores debido al “apolicitismo” que predominaba en buena parte de los pastores y líderes de esta confesión religiosa.

Los primeros siete capítulos del libro tratan el tema de la participación social y política de las iglesias evangélicas, examinando su actuación pública durante los años de violencia política y en el período de recuperación de la democracia, así como su incursión en las elecciones presidenciales y municipales del 2006. En estos capítulos, se bosquejan también las tareas pendientes que tienen los evangélicos en este campo específico de la misión integral, se discute si es o no es pertinente la formación de un partido político confesional, y se comenta con sentido evaluativo el reciente acto religioso denominado Culto de Acción de Gracias o “Te Deum” evangélico, con participación del Presidente de la República, llevado a cabo por un sector de las iglesias evangélicas.

La segunda parte del libro contiene dos capítulos en los cuales se aborda el tema de los factores que han contribuido en la participación de ciudadanos evangélicos en el quehacer político y el siguiente capítulo está dedicado al tema de la libertad e igualdad religiosa, especialmente, en su implicancia política. De este modo, se trata de colocar algunos elementos de juicio para la discusión y para el trabajo de construcción de un régimen de igualdad de oportunidades para todos.

Cabe aclarar que en ninguno de los capítulos se pretende “pontificar” sobre el tema en cuestión, es decir, sobre la actuación social y política de las iglesias evangélicas en determinada realidad histórica. En tal sentido, se debe advertir al lector que, aunque se desarrollan temas críticos vinculados a la misión integral de las iglesias evangélicas, no se trata de un libro imparcial, ya que ha sido escrito desde una perspectiva teológica y política particular que no refleja necesariamente la opinión que tienen sobre estos asuntos otros sectores que conforman la heterogénea comunidad evangélica.

Como escribió José Carlos Mariátegui, muchos años atrás, en la introducción a su libro La escena contemporánea: «No soy un espectador indiferente del drama humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe» (Mariátegui 1976:xxii). Como el ilustre pensador peruano, debemos aceptar que no es posible ser espectadores indiferentes de lo que ocurre en el contexto de misión en el cual estamos situados como seres humanos de carne y hueso y, por eso mismo, lo que queda plasmado en las páginas de este libro, es un intento de dar cuenta de nuestra comprensión de la fe evangélica dentro de un marco temporal concreto. Ello puede explicar por qué, como José Carlos Mariátegui, se trata de «[...] meter toda mi sangre en mis ideas»; y por qué «[...] mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones» (Mariátegui 1968:11–12).

Queda en el lector la tarea de valorar críticamente los distintos ensayos reunidos en este libro como insumo para la discusión de un asunto que en los últimos años ha generado tensiones internas en el liderazgo de la comunidad evangélica. Pero que ha abierto también nuevos surcos para el testimonio cristiano en un campo poco explorado todavía por la inmensa mayoría de los miembros de las iglesias evangélicas: la vida pública.

Villa María del Triunfo, octubre de 2008

Darío López Rodríguez

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1 La Comisión de la Verdad y Reconciliación (cvr) fue creada el 4 de junio del 2001, con «[...] la finalidad de esclarecer la naturaleza del proceso y de los hechos del conflicto armado interno que se vivió en el Perú, así como determinar las responsabilidades derivadas de las múltiples violaciones de los derechos fundamentales ocurridas en el período 1980–2000» (cvr 2003b:37).

Tejiendo un nuevo rostro público

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