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Prólogo

Si el propósito hubiera sido expresar grandes ideas

Ia profecía tendría que haber sido aclamada como un gran triunfo.

No obstante, el propósito de la profecía es conquistar a la insensibilidad,

cambiar al hombre interior así como revolucionar la historia1.

— Abraham J. Heschel

Ya quisiera que todos los del pueblo del Señor fueran profetas

y que el Señor pusiera su Espíritu sobre todos.

— Nm 11.29 (ntv)

Con la excepción de una pequeña selección de textos, las palabras de los profetas bíblicos casi no se oyen desde los púlpitos evangélicos. Quizás en ocasiones se oye un pasaje que anuncia el arribo del Mesías prometido. O tal vez algún bocadillo inspiracional sobre cómo el justo vivirá por su fe. Las palabras de los profetas no son fáciles de domar y de convertir en prédicas que entretengan y arrullen a una congregación en busca de afirmación y pertenencia.

Pero el autor de este libro trata de manera muy diferente a las palabras de los profetas y a las personas a quienes dirige su mensaje. Como buen predicador (en el sentido del que escribió Escobar hace tantos años2), Darío López escucha muy atentamente, y con la ayuda del Espíritu del Dios de la Vida, las palabras inspiradas de los profetas y, a la vez, a las esperanzas y experiencias de sus oyentes. Con profunda percepción pastoral de su propio tiempo y lugar, los exhorta a reconocer su vocación profética y pública.

Porque los profetas fueron personajes públicos y sus discursos fueron —y deben seguir siendo— mensajes públicos, dirigidos a confrontar y movilizar no solo a los dirigentes, sino también a todo el pueblo de a pie (tomando prestada una frase de Darío López). Para su momento, fueron mensajes urgentes de Dios, mensajes punzantes que buscaban recordarle a un pueblo adormecido cuál era su identidad y su propósito. Ese mensaje también es urgente hoy.

De verdad hay que valorar cómo el autor invita a sus oyentes —y ahora a nosotros, sus lectores— a ser parte de una conversación actual y movilizadora acerca de nuestra vocación profética y la voz pública de nuestras comunidades de fe.

Un mensaje que “arde en el corazón”. Eso es algo que entendieron muy bien los profetas del Antiguo Testamento. Y es eso precisamente lo que este autor busca compartir con nosotros en esta serie de exposiciones y prédicas. Con claridad y lujo de detalle explica las palabras incisivas de los profetas e ilumina el contexto en el cual las pronunciaron: nos pone a andar en sus zapatos y a ver su mundo a través de sus ojos. Pero insiste en que esa forma de mirar también la dirijamos hacia donde andan nuestros propios pasos.

Debemos contagiarnos de lo que ha escrito Darío López: “todos los creyentes son misioneros naturales empoderados por el Espíritu, cuya tarea indeclinable consiste en proclamar en todos los auditorios humanos lo que han visto y oído. Tienen un mensaje que les arde en el corazón, un mensaje liberador que ha transformado su vida, y un encargo misionero que no puede ser postergado ni subastado en ningún momento”3

Al leer este libro de Darío López uno no puede —y quizás no debe— dejar de notar cómo resuena con otros de sus libros.4 Este libro sobre los profetas y su mensaje continúa y extiende las reflexiones y exhortaciones del autor acerca de nuestro testimonio cristiano en la sociedad.

Ciertamente corresponde agradecer a Darío López por su excelente trabajo y celebrar la oportuna publicación por parte de Ediciones Puma. Confío en que será un gran aporte para todos aquellos que anhelan ver, en la conducta y voz pública de los cristianos de hoy, un reflejo más genuino del “propósito del Dios de la Vida de una vida plena y justa para todas las personas”5.

Jim Breneman

1 Abraham J. Heschel, Los profetas

2 “La predicación es un acto público por excelencia. Predicar es anunciar la Palabra de Dios y en esa naturaleza de anuncio está su carácter público. Quizás nosotros los evangélicos, refugiados en nuestra situación minoritaria o sumergidos en la atmósfera cálida de la comunión fraternal con su fácil aceptación mutua, olvidamos el carácter eminentemente público de la predicación, bien sea el anuncio profético en el Antiguo Testamento o el anuncio apostólico en el Nuevo. Y precisamente por tratarse de un acto público, no se puede evitar la confrontación con la realidad.” (Samuel Escobar, La predicación evangélica y la realidad peruana. Boletín Teológico 18, 1985).

3 La fiesta del Espíritu (2006), p. 54.

4 Menciono aquí los que tengo a mano: Pentecostalismo y transformación social (2000); Cuando Dios incomoda (2005); La fiesta del Espíritu (2006); Artesanos de la paz (2006) y La política del Espíritu (2019).

5 Tomado del capítulo “El mensaje social y político de los profetas” de este libro.

El mensaje de los profetas

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