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INTRODUCCIÓN

LA MANCHA AMARILLA DE LOS LUNES

Pasamos más tiempo trabajando que haciendo cualquier otra cosa. No resulta lógico que el trabajo nos genere una experiencia desmotivadora y poco humana.

Laszlo Bock,

ex vicepresidente senior de

Gestión de personas de Google

Hay personas que odian los lunes. Sobre todo, por el regreso al trabajo.

Laborar en un lugar que detestas o al que simplemente no le encuentras sentido ni motivación suficiente es muy mal negocio. De verdad… no es nada redituable. Ni para ti, ni para la organización en la que estés. Mucho menos, si estamos hablando de tu propio proyecto.

Si supieras la cantidad de dinero, tiempo, energía, oportunidades y de salud que dejas escapar por hacer como que «medio trabajas» o como que «medio te gusta».

Hay infinidad de personas que se sienten desbordadas, desmotivadas, descorazonadas o desinteresadas (lo «menos peor»), sin hallarle siquiera un sentido lógico o trascendente a su trabajo. De esas que solo esperan el viernes para poder respirar un poco. Esto, sin duda, impacta en sus resultados, en su productividad, en su familia y hasta en su bienestar general.

Los años 2020 y 2021 fueron muy reveladores frente a ese enorme reto que sacudió a todos y que ni el futurista más competente habría predicho con exactitud. Para muchos, trabajar desde casa en plena pandemia representó un calvario, mientras que otros se sintieron muy cómodos. Lo que antes era una posibilidad estigmatizada, como laborar de forma remota o bajo un sistema híbrido, hoy ya es la forma común de operar de muchas organizaciones.

En estos años, la supervivencia de muchas empresas y emprendimientos en medio del caos solo fue un reflejo interno de la preparación frente a la crisis, así como de lo que cada dueño o colaborador había construido con anterioridad y que gestionaba regularmente con sus empleados.

Muchos que se encontraban en un limbo laboral continuaron ahí por meses, padeciendo cada minuto que pasaban encerrados entre cuatro paredes. Todos deseando que el tiempo transcurriera rápido y que el reloj marcara la hora de salida. Aunque para algunos fuera ir del escritorio a la cocina y de ahí a la sala de televisión.

Ahora tenemos interesantes desafíos. Vivimos en una época compleja. Hay que desarrollar nuevas compe­tencias y otros estilos de trabajar. Es momento de replantear las cosas, pero tenemos un grave problema para que esto ruede como debería: no a todos les agrada lo que hacen. Y muchos terminan sacrificando sus gustos y pasiones por diversos motivos, como la recompensa económica, por ejemplo. «Todo se vale por el sueldo», parecieran decir algunos. Por eso su energía está puesta en la llegada del tan ansiado fin de semana.

Por otro lado, hay buenas noticias. A lo largo de mi vida he conocido a la contraparte: a los que ansían los lunes para ir a trabajar. Ciertos seres, un tanto «extraños», que realmente disfrutan lo que hacen y que, no conformes con esto, se divierten. Y además lo hacen más allá de la paga que reciben, que también en la mayoría de los casos es buena.

Estos sujetos son difíciles de encontrar; forman parte de un bajo porcentaje de la población y no tienen una fórmula mágica ni le vendieron el alma a su jefe o a alguno de sus clientes. Nada de eso. Existen y claramente tienen una forma diferente de afrontar las cosas, desde el esfuerzo, la voluntad y la creatividad.

Picasso, el pintor y escultor español, decía:

«Hay personas que transforman el sol en una simple mancha amarilla, pero hay también quien hace de una simple mancha amarilla el propio sol».

Me encanta la metáfora de Picasso, desde una visión laboral. Cada lunes, tienes la decisión de observar tu empleo de dos maneras: por un lado, puedes percibirlo simplemente como una burda mancha amarilla en una pintura. Imagínatela fea, compleja, deforme, incómoda y pesada de ver. Por otro, si miras detenidamente esa mancha y descubres sus bondades, aquella puede ir evolucionando hacia una figura amarilla un poco más amigable. Incluso, con el tiempo, poco a poco y si así lo decidimos, esa mancha amarilla (o ese trabajo) puede transmutarse ¡en un brillante sol de viernes por la mañana, todos los días!

Un gran ejemplo es lo que sucedía en la Edad Media, cuando a los artesanos principiantes se les exhortaba a elaborar su magnum opus (obra maestra), con la finalidad de que dichos aprendices obtuvieran no solo mayor reputación y reconocimiento, sino además el derecho para elaborar sus propias obras y venderlas en su taller, así como el de adoctrinar a otros.

Me queda claro que tanto para ellos como para Picasso y para los artistas de nuestros días, el verdadero arte es el de conseguir observar, dentro de las manchas amarillas que surgen a diario y que están al alcance de todos, la belleza y la armonía de esos soles cálidos y brillantes que pocos alcanzan a vislumbrar. En otras palabras: lo que dejas de hacer o haces con tu trabajo es la ligera diferencia entre una vida laboral opaca y la versión brillante de la misma. Entre detestar los lunes a disfrutarlos tanto como los esperados viernes.

Eso que estos extraños «artesanos» saben: el «secreto» del doble empleo. Por un lado, el que eligieron o que les fue asignado, y por otro, el que reinventan cualquier día de la semana. Así lo asumen y así lo deciden. Son los que de verdad moldean una obra maestra en sus profesiones y negocios. Justo de esto se trata Los lunes también son viernes.

Seas un CEO o un freelancer. Trabajes desde el sillón de tu casa o en un corporativo. Seas un emprendedor o un reconocido inversionista. Un vendedor o un gerente de mercadotecnia. Estés lanzando una startup o seas colaborador en el negocio de la familia. Con un lenguaje directo, relajado y sin paja, en este libro encontrarás ideas para recuperar y resignificar la pasión que necesitas para ponerle corazón a todo lo que emprendas en el mundo laboral.

En tu lectura, conocerás un sencillo, pero a la vez práctico y útil modelo: un pentágono que al aplicarlo en lo que haces, seguramente revolucionará la forma en la que esculpes tu trabajo.

Cinco valiosos elementos integran este pentágono a prueba de balas, en este nuevo paradigma laboral al que nos enfrentamos.

Los lunes también son viernes igualmente te ayudará a disminuir veinte rayitas a las expectativas y a la fantasía del empleo de tus sueños, para que así accedas a la posibilidad de lo que SÍ está en tus manos modificar o gestionar. De esta manera, lograrás darle otra definición a tu profesión y podrás hacer el negocio de tu vida. Uno en donde verdaderamente disfrutes y ganes no solo dinero, sino además vida.

Deseo que la pases tan bien al leer este libro como yo disfruté al escribirlo, y que descubras que los lunes… también tienen su encanto.

David Montalvo

Los lunes también son viernes

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