Читать книгу Sanos y seguros - David Powlison - Страница 8
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aime y Cristina son una pareja de tu iglesia. Jaime no cree en Satanás. En realidad, tampoco cree en Dios. En su mundo, todo depende de él. No hay fuerzas espirituales externas, solo decisiones que él toma. Ahora mismo, ha decidido tener una amante y dejar a Cristina, su esposa desde hace diez años. Quiere que le des permiso para alejarse.
Joel se reúne contigo para contarte que su esposa Laura cree que él tiene un demonio de adicción que hace que beba demasiado. Ella suele orar con él, expulsando el demonio. En un comienzo, Joel pensaba que las oraciones de Laura habían curado sus problemas con el alcohol. Tenía más control sobre la bebida. Sin embargo, el último tiempo las cosas prácticamente volvieron a lo mismo de antes. Todavía bebe demasiado. Se pregunta si de verdad tiene un demonio de adicción y quizás no hayan encontrado la forma correcta de orar.
Catalina acaba de convertirse al cristianismo. Creció en un hogar cristiano donde le enseñaron de Jesús, pero decidió apartarse por su propio camino. Se casó, tuvo tres hijos y hace un año puso su fe en Jesús. Ahora, su esposo Tomás está firmemente opuesto a que ella asista a la iglesia y lleve a los niños con ella. No sabe qué hacer. Viene a pedirte orientación.
Sandra ve la acción del diablo en todos los problemas, sean grandes o pequeños. Una vez, le sacó un demonio a su computador. Estaba segura de que el virus del equipo era obra del diablo. Cuando habla de sus malas decisiones, siempre dice que Satanás se apoderó de ella. De verdad cree, en sus propias palabras, que "el diablo me hizo hacerlo".
Si tuvieras que aconsejar a Jaime, Joel, Catalina y Sandra, ¿qué les dirías? ¿Les hablarías de la batalla espiritual en la que están y de los enemigos invisibles que enfrentan o tendrías una tendencia natural a hablarles de asuntos concretos y más fáciles de describir: dinámicas psicológicas, influencias sociales y hechos fisiológicos? ¿Cómo encaja el poder misterioso de las tinieblas con los factores más comprensibles de las vidas de las personas? ¿Acaso es posible que esos factores aparentemente comprensibles en realidad sean mucho más esquivos de lo que nos imaginábamos porque operan codo a codo con el tejedor de espejismos y engaños?
Piensa en Jaime, que no cree en Dios ni Satanás, pero al mismo tiempo está atrapado en las mentiras del diablo con respecto a quién está sirviendo realmente y qué produce verdadera felicidad. ¿Podemos entender sus decisiones a la plenitud sin aludir al modo en que está siendo influenciado por las mentiras del mundo que lo rodea y sus propios deseos, mentiras que se originan en el señor de las tinieblas? O piensa en Catalina. ¿De verdad puede entender el odio que su esposo siente por todo lo cristiano sin aludir a la batalla espiritual en la que ahora se encuentra?
También tenemos a Sandra. ¿Es correcto que convierta al diablo en el "actor principal"? ¿Sería correcto que habláramos del diablo de inmediato y con frecuencia, como si sus acciones fueran la explicación más relevante de todo lo que sale mal? Quizás Laura, la esposa de Joel, tiene razón al ver al diablo como el "demonio de las carencias", factor extra que solo es aplicable cuando un problema resulta complejo, extraño y especialmente difícil de resolver.
¡¿Cómo debemos entender el rol del diablo en nuestras batallas?!
Estas preguntas son difíciles, y es muy fácil errar el camino al pensar en el rol del maligno en este mundo. En la primera parte de este libro, veremos que la Escritura nos ayuda a responder estas preguntas sabiamente. Quizás la explicación más completa de cómo debemos resistir el mal se encuentra en Efesios 6:10-20, el texto clásico sobre nuestra participación en el conflicto entre la luz y las tinieblas. El motor de este libro consistirá en desentrañar ese pasaje y probarnos cada implemento del equipo que Dios nos dio para combatir el mal. En la segunda parte, ilustraremos cómo luce la guerra espiritual en la vida real, usando ejemplos de personas que han enfrentado diferentes batallas.
Partamos hablando de lo que la Biblia nos lleva a pensar sobre la guerra espiritual.
EL CONCEPTO BÍBLICO DE LA GUERRA ESPIRITUAL
¿Sabías que el término guerra espiritual nunca aparece en las Escrituras? Es un término pastoral-teológico que designa el conflicto que ocurre en el núcleo de la vida cristiana. Por motivos prácticos, bíblicos y buenos, los cristianos siempre hemos entendido que enfrentamos un enemigo moral triple: el mundo, la carne y el diablo. Sobre esta impía trinidad, flota el fantasma de nuestro último enemigo: la sombra de muerte y la muerte misma. La Escritura enseña que todos estos enemigos son regidos por Satanás, el príncipe de este mundo.
Aunque el término no aparezca en la Escritura, aludiré a cuatro formas de entender la guerra espiritual de un modo bíblico. Haré algunos comentarios después de cada una de ellas.
En primer lugar, la guerra espiritual es una metáfora que alude a ponerse del lado del Señor en la lucha épica entre Dios y Sus enemigos. Tus aconsejados toman un bando. Tu objetivo como pastor, consejero y amigo cristiano es proteger a los hijos de luz (Efesios 5:8) para que no sean seducidos a volver a las tinieblas, y conquistar al resto de la humanidad (Efesios 2:3) para que pase de las tinieblas a la luz.
En segundo lugar, la guerra espiritual es una lucha moral. Es un conflicto en torno a quién eres, qué crees y cómo vives. Nuestros sufrimientos, cualquiera sean sus formas o causas (la malicia de Satanás es parte del conjunto de causas), nos brindan ocasiones para tropezar en las tinieblas o estar firmes en la luz. Nuestra lucha es en torno a cuál de esas dos cosas ocurrirá. Por ejemplo, en el caso de Job, Satanás incitó las muertes de sus hijos, la pérdida de su fortuna, la enfermedad que atormentó su cuerpo y el mal consejo de su esposa. Sin embargo, en última instancia, la guerra espiritual era por la lealtad del alma de Job. Él tuvo que tomar una decisión moral: ¿a quién iba a servir? ¿Quién sería su pastor?
En otra sección de la Escritura, el libro de Santiago se centra en el conflicto moral al interior del corazón. Santiago se enfoca en dos impulsos del corazón humano: el "soy" y el "quiero" (Santiago 3:13―4:12). Toma el ejemplo de los conflictos interpersonales y nos muestra que la afirmación ególatra "soy dios" conduce a "quiero hacerlo a mi manera" y "no importa el costo que haya para los demás, mi voluntad es la que debe hacerse". Santiago enfatiza que Satanás interactúa con nuestro propio corazón, al que él llama "la carne". Las mentiras y distorsiones del diablo son parte de la combinación, pero el arrepentimiento y la humildad ante Dios lo hacen huir (Santiago 4:7). Esta acusación penetrante contra el corazón humano termina con el llamado a someternos a Dios, resistir al diablo y humillar nuestros corazones.
En tercer lugar, la guerra espiritual es un sinónimo de las luchas de la vida cristiana. No hay conceptos o técnicas especiales que entren en juego solo porque las huellas del diablo están presentes en algo que ocurre. Todo es una sola guerra, y las marcas de Satanás están en todas las luchas malas y oscuras.
En cuarto lugar, la guerra espiritual es una batalla por el señorío. En su esencia, es la batalla por quién será tu amo. ¿A la imagen de quién te estás conformando? ¿Reflejarás al buen Pastor que da Su vida por Sus ovejas o te parecerás cada vez más a Satanás, el mentiroso y destructor? Esta batalla engloba toda la vida, no solo algunos momentos raros e inusuales, sino que en cada momento de la vida cotidiana estamos en una batalla en torno a quién serviremos.
En resumen, la Escritura trata la guerra espiritual como una parte normal y cotidiana de la vida cristiana, y eso es lo que nosotros también deberíamos hacer. No tiene que ver con efectos especiales espeluznantes. Tiene que ver con cómo pensamos, sentimos, vivimos, deseamos y actuamos en presencia de nuestros enemigos. La pregunta suprema presente en la vida de todos y en toda la Biblia es ¿quién será tu pastor? ¿Te pastoreará tu buen Padre celestial o Satanás, el mentiroso y homicida?
Los cristianos suelen confundirse respecto al verdadero rol de Satanás en el mundo y específicamente en nuestras vidas. Pero la Palabra de Dios nos da claridad y dirección. Por lo tanto, miremos más de cerca a nuestro enemigo y lo que está tramando.
LA REALIDAD DE SATANÁS
La Biblia nunca ignora a Satanás y las fuerzas del mal dispuestas contra el pueblo de Dios. El maligno no es el actor principal, pero no aparece solamente cuando ocurre algo inusualmente extraño o perverso. El diablo real es totalmente normal, y tiene un rol plenamente integrado en la vida cotidiana. El mal rutinario es obra del diablo.
Al mismo tiempo, la Escritura nunca coloca a Satanás y sus acciones en primer plano. Dios coloca a las personas y nuestras relaciones con Él y con el prójimo en primer plano. Entonces, solo de vez en cuando, alza las cortinas para que no nos olvidemos y dice: "A propósito…". En ese momento, nos da un atisbo de lo que está pasando tras bambalinas.
Jesús nos da una de las descripciones más claras de quién es Satanás y qué es lo que él hace en Juan 8, donde habla con los líderes religiosos que lo han rechazado.
"¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira"
(Juan 8:43-44).
Este pasaje encapsula los aspectos fundamentales de la identidad, los propósitos, las obras, las motivaciones y las intenciones de Satanás. El diablo es malo adrede y no trama nada bueno. Tiene deseos que quiere que sigamos. Es padre. Cría hijos. Disciplina a sus hijos en el mal. Jesús precisa que esto no es nada nuevo. Traza las mentiras de Satanás hasta Génesis 3, donde las falsedades de la serpiente ocasionaron la muerte de la raza humana.
Cuando el apóstol Juan habla de la interacción entre la carne, el mundo y el diablo en su primera epístola, resume el problema en una oración concisa: "El mundo entero está bajo el maligno" (1 Juan 5:19). No es que Juan quiera asustarnos o vea demonios detrás de cada arbusto. Como hemos visto, la vida humana está definida por la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre la vida y la muerte. El diablo sintetiza todo lo oscuro, maligno, falso y mortal.
De igual manera, el apóstol Pablo habla de esta misma interacción de males en todos sus escritos y de forma más directa en Efesios 2:1-3:
"Estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás".
En su primera epístola, Pedro retoma el tema de Satanás como homicida, que Jesús plantea en los evangelios, y señala que la acción de Satanás se enfoca en las experiencias de sufrimiento y opresión producidas por fuerzas externas. En ese pasaje, también se trata la cuestión de la semejanza moral, pero el contexto habla de cómo mantenernos fieles al enfrentar las amenazas y los propósitos homicidas del diablo. Pedro enfatiza que Satanás está en el mundo como un león rugiente que busca devorar al pueblo de Dios y destruir su fe a punta de fuerza bruta (1 Ped 5:8).
Si unimos todos estos pasajes, vemos que el diablo tiene un rol subyacente y oculto en los problemas cotidianos del pecado, la miseria y la muerte. Pero vuelvo a decir que la Biblia no nos guía a hacer del mentiroso y homicida el enfoque de nuestro ministerio. El enfoque es la gente y su relación con Dios. Por lo tanto, habla del diablo, pero no demasiado. La manera de considerar a Satanás es análoga a la manera en que consideramos otros factores influyentes: problemas corporales, la historia personal, influencias de la cultura y los pares, factores de estrés situacional y sufrimientos. Forman parte de la mezcla, pero la persona siempre está en primer plano como responsable moral.
Ahora profundizaremos en Efesios. En su carta, Pablo enfatiza la obra que Satanás lleva a cabo en el mundo a punta de ardides y falsedades, y nos orienta para que sepamos mantenernos firmes contra las mentiras del diablo. Como veremos, esta postura no es solo defensiva. Es un llamado a la resistencia activa.