Читать книгу Bahía Kismet - Dawn Brower - Страница 5

ÉRASE UNA NAVIDAD
Libro UNO
CAPÍTULO DOS

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La ciudad de la bahía Kismet se asemejaba a casi cualquier pueblo pequeño por excelencia. Era tan perfecta que casi dolían los dientes por la dulzura. Nicholas Bell prefería el bullicio de la gran ciudad y la actitud sensata de sus habitantes. Probablemente los habitantes de la bahía Kismet se conocían entre sí y eran sus respectivos familiares.

"¿Por qué estamos aquí otra vez?", Nicholas se volvió hacia su amigo Gabriel Reed y frunció el ceño. "No me agrada lo cursi".

"Relájate", le dijo Gabriel. "Solo estamos aquí por un par de días para hacer felices a mis padres y asegurarles que no voy a morir o algo así". Dio una palmada a Nicholas en la espalda. "Estaremos de camino a una playa de arena cálida antes de que te llegue esa reacción alérgica que has estado conteniendo valientemente".

Nicholas tuvo que resistir el impulso de gruñirle a su mejor amigo. Gabriel era un receptor abierto para los Houston Runaways. Se había lesionado la rodilla en un partido eliminatorio y desde entonces había estado en la banca. El médico del equipo le había dicho que no se veía bien su pronóstico, y la evaluación del fisioterapeuta no había sido mejor. Los días de juego de Gabriel parecían estar en el pasado, pero su amigo no quería que se rindiera tan fácilmente. Había convencido a Nicholas para que lo acompañara a visitar a sus padres y luego visitar a un especialista diferente en las Bahamas. ¿Qué clase de charlatanes atenderían allí? Nicholas dudaba que el médico le diera mejores probabilidades que los médicos deportivos, pero Gabriel era su amigo y estaría a su lado durante todo el sufrimiento.

"¿Esa es una cafetería?", Nicholas señaló a la tienda. "¿Witch’s Brew? ¿Qué clase de nombre es ese?".

Gabriel se encogió de hombros. "No sé. Ha pasado un tiempo desde que estuve aquí. ¿Por qué no entramos y vemos que tienen?".

Se dirigieron a la entrada, pero Nicholas no tuvo tiempo de llegar a la puerta. Esta se abrió de golpe y una morena chocó contra él. El café caliente se derramó sobre su camisa de vestir azul y gritó al quemarse la piel. "¿Qué te pasa?". La ira brotó de su voz mientras hablaba. Realmente estaba empezando a odiar esta ciudad, y la gente tampoco parecía tener mucho que ofrecer.

"Lo siento mucho". La joven dio un paso adelante y colocó su mano sobre su pecho. Chispas lo atravesaron ante su toque y él la miró a los ojos. Eran del color del océano al mediodía. Su cabello no era marrón común. Los reflejos rojos recorrían los rizos de chocolate y casi brillaban a la luz del sol. Ella era hermosa…

"No es nada". Él apartó su mano. Haberla tocado le había producido algo y él no estaba seguro de que le gustara. "Estaré bien".

"¿Holly?". Gabriel dio un paso al lado de él. "¿Qué ocurre?".

Ella miró a Gabriel. Sus labios se inclinaron hacia arriba en la sonrisa más brillante que Nicholas había visto en su vida. Fue como un puñetazo justo en el centro de su pecho. Donde ya molestaba la quemadura que le había dado su café. ¿Qué había en ella que lo hacía sentir cosas que nunca antes había tenido en toda su vida? Todavía no quería que esas emociones estuvieran rodando a través de él y quería poner algo de distancia entre ellos.

Rodeó a Nicholas y abrazó a Gabriel. Holly dio un paso atrás y casi se topó con Nicholas nuevamente. Él extendió la mano y la estabilizó antes de que ella perdiera el equilibrio. Ella lo miró y dijo: "lo siento. Prometo que generalmente no soy tan torpe".

"Está bien", respondió él con brusquedad.

Holly volvió su atención hacia Gabriel. "Escuché sobre tu lesión". Agitó sus manos de una manera emocionada. “Bueno, vimos cuando ocurrió. Es el deporte del que toda la gente hablaría. No nos perdemos ninguno de los juegos de los Runaways”. Ella apartó la vista de Gabriel y miró la manga de su chaqueta, luego comenzó a tocar alguna pelusa imaginaria o tal vez un hilo perdido. Nicholas no pretendió entenderlo. "Me refiero a toda la familia…". Holly dijo eso como si esa última declaración aclarara todo. Ciertamente no había sido por Nicholas.

No parecía perturbar a Gabriel. Él asintió con la cabeza y dejó que ella actuara confundida. "¿Cómo está Ivy?", le preguntó. Eso despertó la curiosidad de Nicholas. ¿Quién demonios era Ivy?

"Um…", Holly miró todo, menos a Gabriel. "Ella está bien. Muy bien. No necesitas preocuparte por ella". Metió las manos en el bolsillo y sacó el teléfono. "Si me disculpan me tengo que ir. Ya que están en la ciudad, deberían ir al Cocoa Crawl. Será divertido". Con esas palabras, se alejó rápidamente de ellos y se metió en lo que parecía ser una florería. Lugar que también tenía un nombre igualmente peculiar: Blooms of Destiny. ¿Qué pasaba con los negocios en esta pequeña boscosa ciudad?

"Cocoa Crawl?", Nicholas levantó una ceja.

"No tenemos que hacerlo si no quieres. Compramos una taza de Santa Claus en alguna de las tiendas y luego podemos probar todas las variedades de cocoa que ofrecen las tiendas”. Gabriel se encogió de hombros con indiferencia. “Los ingresos van a la organización benéfica local que ayuda a las familias necesitadas de la comunidad. La familia Strange ha estado dirigiendo la organización benéfica casi desde la fundación de la ciudad. Es una tradición".

"¿La familia Strange?" Si volvía a levantar la ceja, volaría de su frente para siempre. "¿Eso es un eufemismo o es su nombre real?" [Nota de la traductora: Strange, significa en español ‘extraño’].

"Nunca inventaría algo así". Gabriel le dio una ligera palmada en el hombro. "Los Strange prácticamente manejan esta ciudad. El alcalde está en …”, echó un vistazo a la florería a la que Holly había entrado. "Holly es una de ellas".

"Y esta misteriosa Ivy, ¿también?", Nicholas no pudo evitar su curiosidad. A menudo su amigo no se interesaba en las mujeres que lo rodeaban, a menos que quisiera pasar una noche ocasional con alguna, e incluso esas eran pocas y distantes.

Gabriel suspiró. “Sí, y puedo decirte que tienes preguntas. Tu interés está en Holly. Si quieres conocer sobre los Strange, entonces tendremos que acudir al Cocoa Crawl. Créeme. Todos vendrán y participarán de alguna manera”. Hizo un gesto hacia él. "Vamos, vayamos a una de las tiendas y compremos nuestra taza de Santa. Todas las tendrán".

Nicholas se resignó a hacer lo que Gabriel sugirió. De todos modos, ¿qué más tenía que hacer en este pequeño pueblo?

Bahía Kismet

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