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Los enanos

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Por supuesto que no faltaron aventuras en la vida de Buitrago. Guillermo era metódico, pues cada vez que salía de su casa, decía para dónde iba o dónde iba a estar, y así, siempre se le encontraba cuando se le necesitaba.

Un día, Ciénaga fue alegrada con la llegada de un circo, precedido de mucha fama y procedente de Méjico. Era el Circo Atayde. Había llegado a mediados de los años cuarenta. Armó sus carpas, tres grandes carpas, en el viejo playón6 de la antigua estación del ferrocarril, por los lados del entonces Salón Colonial y del extinto Teatro Córdoba. Llamaba la atención por lo grande y espectacular que era y por la variedad de animales que trajo.

Guillermo galanteaba a una de las trapecistas, tocando antes de cada función en unos establecimientos comerciales que había en la calle 17, la vieja calle Nueva York, frente al circo. El propietario de los locales era J.M. Fuentes Cabas, y estaban ubicados entre lo que es hoy la refresquería Chimitá y el Banco de Colombia, en un extremo de la calle más comercial de Ciénaga, escenario también de la masacre de obreros de 1928.

Así conoció Guillermo a esta agraciada jovencita, de nombre Emperatriz, y se enamoró de ella. Decidió, entonces, asistir a todas las funciones, ya fueran vespertinas o nocturnas, y un domingo, en matiné, se presentó el problema: en la puerta de la carpa, Buitrago y Emperatriz charlaban cuando, energúmeno y lleno de celos, apareció el domador de fieras y atacó a Buitrago, quien, indefenso, entró a una casilla del ferrocarril. El domador, armado de hierro enorme, forzaba la puerta del refugio de Buitrago, algo que habría conseguido de no mediar la intervención de sus amigos Alfonso, Enrique y Fernando Angarita, Camilo Remón, Roberto Montero, Toño Miranda, Guillermo Pereira, Nicanor Velásquez y Darío Torregroza, quienes atraparon al domador y le propinaron una tremenda surimba.

Al día siguiente se fue al circo y con él Emperatriz la trapecista, y solo quedó un vacío en el playón de la estación. Buitrago, triste y melancólico, compuso entonces “El circo”, que la casa disquera rótulo “Los enanos”: pieza en donde habla de payasos, de animales, de malabaristas y de equilibrista, pero no menciona para nada a Emperatriz, la linda maromera, por quien estuvo a punto de perder la vida una tarde.

El grupo de amigos, al tanto del amorío, le dijeron a Guillermo que el circo estaba en Fundación. Le propusieron incluso al enamorado ir darle a Emperatriz una serenata, que ellos irían, dispuestos a repetirle, si era necesario, la surimba al domador de fieras.

Guillermo, prudente y resuelto a no crear problemas, no les paró bolas, y no quiso, por más que le dijeran, ir a Fundación a cantar frente al circo. Esta es la versión:

Aa la una, aa las dos...

a las dos y media y un poquito más ...

ja ja ja ja , dale cajeta pues...

Las muchachas cienaguera

con la llegada del circo

han abandonado todo,

los enanos patulecos

con sus caras de chorizo

han hecho la barrejobo.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Así decían las niñitas en sus casas

A sus abuelos y a toditos sus parientes.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Pasaron mucho trabajo

los perros y los burros viejos

con la llegada del circo

los gatos a dos por chivo

almuerzos embolatados

y enamorados con compromisos.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Aa la una, aa las dos...

a las dos y media y un poquito más ...

dale cajeta otra vez…

Así decían las niñitas en sus casas

A sus abuelos y a toditos sus parientes.

Que... yo seré la maromera

que... yo seré la equilibrista

que.. yo seré la payasada

que... y yo seré malabarista.

Aa la una, aa las dos... a las dos y media y un poquito más…

Ja ja ja ja ja

Anteriormente había estado en Ciénaga, el Razzore, famoso circo de los hermanos Rómulo, Emilio y Régulo, con quienes Buitrago hizo gran amistad, especialmente con Emilio, que además de trapecista, era músico: tocaba la bandola y su show consistía en tocar dicho instrumento en una forma bastante particular, trepado en el trapecio y colgado de los pies, es decir, de cabeza.

El espectáculo central, a cargo de Régulo, consistía en manejar una moto dentro de un inmenso globo de acero enmallado, y de girar en todos los sentidos cualquier cantidad de veces. Rómulo era el gerente de esta empresa.

El circo Razzore tuvo su final trágico cuando naufragaron en el buque hondureño, el Eusquera, que había zarpado de Cuba. Se hundió a la una de la mañana del primero de septiembre de 1948. Extrañamente el buque dio vuelta de campana. Se salvaron 12 personas y algo más de 44 desaparecieron. Los sobrevivientes permanecieron siete días a la deriva en un bote salvavidas y fueron rescatados por el vapor noruego El Caribe.

6. Los playones eran los patios de la antigua estación del ferrocarril. Los circos armaban en ellos sus grandes carpas. También allí se jugaban partidos de fútbol y béisbol, el deporte insignia de los cienagueros. En épocas más recientes en ellos funcionaban las casetas de carnaval. En uno de estos playones se instalaron varios miles de obreros huelguistas en la víspera de la Masacre de las Bananeras, en1928.

Guillermo Buitrago: Precursor de la música vallenata

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