Читать книгу Economía política de los medios, la comunicación y la información en Colombia - Diego García Ramírez - Страница 8
Prólogo
ОглавлениеGuillermo Mastrini
Luego de sucesivas crisis en la economía capitalista, con un importante colapso en el 2008, la economía digital se presenta como un faro que ilumina varios de los discursos que pregonan una etapa de recuperación. Comprender las dinámicas de los procesos económicos, sociales y políticos que esta transformación incluye resulta un desafío para el conjunto de las ciencias sociales. Para el campo de la comunicación supone un reto aun mayor, dado que lo digital se entrelaza de manera estrecha con los bienes simbólicos. Las grandes empresas vinculadas a la tecnología de la comunicación ocupan lugares cada vez más importantes en la economía mundial. Sus reservas monetarias suelen ser superiores a las de varios países y su capacidad de influencia resulta cada vez mayor. El interés por conocer con mayor precisión las dinámicas económicas, políticas y sociales vinculadas a la comunicación y la cultura se ha incrementado en los últimos años. Este libro da cuenta de una serie de desarrollos que, acotados principalmente al territorio colombiano, actualizan el conocimiento sobre la transformación en curso.
Dentro del conjunto de elementos de cambio que nos presenta el siglo XXI, el concepto de convergencia tecnológica resulta clave para comprender los nuevos escenarios tecnológicos, políticos y comunicacionales. La convergencia nos sirve como referencia para analizar la preeminencia de internet, las redes, las aplicaciones; el reinado de las empresas de telecomunicaciones; el dominio de empresas globales como Amazon, Apple, Facebook y Google; la concentración excesiva de medios nacionales; la pérdida de capacidad del poder del Estado para regular los medios. En este sentido, recuperar la noción de industrias culturales —un concepto más propio del siglo XX— parece adecuado si se lo toma como un punto de partida que nos permita estudiar el cambio y la continuidad. Porque, como advierte David Hesmondhalgh (2019),
la importancia de las industrias culturales en las sociedades modernas descansa en tres elementos relacionados: su habilidad para producir y circular productos que influencian nuestro conocimiento, entendimiento y experiencia; su rol como sistemas de management de la creatividad y el conocimiento; y sus efectos como agentes del cambio económico, social y cultural. (p. 7)
El conjunto de las industrias culturales, incluido el sector audiovisual, atraviesa un periodo en el que se entrecruzan la estabilidad, el cambio y la incertidumbre. Si bien documentar el inicio de este proceso resulta una tarea compleja debido a que se sustenta en fenómenos diversos, no cabe duda de que el impacto de la digitalización de los bienes simbólicos ocupa un lugar central y que la convergencia con la informática y las telecomunicaciones es el resultado más visible de la digitalización.
En el análisis de las transformaciones de las industrias culturales conviene ser cauto. Aunque las innovaciones sean constantes, varias de las especificidades de la economía cultural se mantienen o incluso se ven incrementadas en el entorno digital. Por ejemplo, la dificultad para crear escasez de los bienes simbólicos representa un obstáculo para la existencia de mercados rentables. Esta situación, que fue tempranamente advertida por el sector cultural, se encuentra en el corazón de las disputas en torno a la regulación del copyright. En este sentido, no deja de resultar paradójico que las empresas que están a la vanguardia de la transformación de los mercados sean las más conservadoras en términos de derechos de autor.
Los cambios suelen ser más evidentes y tener mejor prensa. Nuevas formas de consumo son celebradas casi constantemente. También se destaca el acceso a un conjunto de nuevas plataformas que habilitan mayores niveles de consumo, pero sobre todo nuevas maneras de hacerlo: en cualquier lugar, en cualquier momento y en cualquier dispositivo. En el sector audiovisual en particular, los consumos se han vuelto cada vez más individuales y la oferta se ha expandido notablemente. Sin embargo, al mismo tiempo, las megaproducciones concentran cada vez más público.
La incertidumbre está presente en casi todas las decisiones que toma la industria. Ante la superación del modelo de producción cultural analógico, que dotó de una estabilidad relativa al sistema cultural, en el entorno digital se ha incrementado el proceso de ensayo y error. Si bien la utilización de big data y algoritmos por parte de empresas como Netflix y Spotify pueden proyectar un mayor nivel de conocimiento sobre los usos que realizan los consumidores de sus productos, los modelos de negocios distan de ser claramente solventes. Importantes empresas de comunicación y cultura mantienen balances en rojo que deben ser compensados con ganancias provenientes de otras áreas económicas o se sostienen con inversiones a futuro que no encuentran certeza en el presente.
Si en el ámbito económico se observa continuidad, cambio e incertidumbre, en el ámbito político asistimos a la progresiva pérdida de poder del Estado nacional que fue el tradicional articulador de políticas de comunicación y cultura. Los nuevos actores globales se resisten a someterse al proteccionismo cultural y avasallan con términos y condiciones que cada vez más se constituyen en la regla del comercio mundial de bienes simbólicos. No todos los actores del ecosistema cultural parecen comprender la importancia de este cambio. La política cultural, basada en muchos casos en la protección de las culturas nacionales y locales, se ve desafiada por dispositivos y modelos de negocios que traspasan las fronteras sin necesidad de recalar en aduanas y fronteras. Reflexionar sobre las transformaciones políticas en curso resulta entonces una necesidad imperiosa.
El libro que leerán a continuación representa un primer mapa de la economía política de la comunicación en Colombia. Escapa a las posibilidades de este prólogo discernir sobre el escaso desarrollo de este subcampo dentro de los estudios de comunicación en Colombia. Si el país cuenta con una notable dotación de académicos y especialistas en teorías de comunicación y periodismo que han sido referentes a nivel latinoamericano, la economía política de la comunicación ha ocupado un lugar apenas marginal. Incluso en los programas de estudio de numerosas universidades colombianas las políticas públicas para el sector y la economía de la cultura están ausentes.
Este hecho resulta aún más llamativo desde que el actual presidente Iván Duque Márquez impulsara el desarrollo de las industrias creativas como lugar estratégico para el desarrollo de la economía colombiana. Sin embargo, tampoco se aprecia la existencia de posgrados destinados a formar especialistas en el área, más allá de algunos cursos de gestión cultural. La formación de recursos humanos con una comprensión de las particularidades del proceso comunicacional resulta fundamental si se quiere apostar a balancear los criterios economicistas.
Es por ello que un libro de las características del actual es crucial para sistematizar el conocimiento desarrollado de manera dispersa y muchas veces individual. En los diversos capítulos del libro se caracterizan de manera adecuada las relaciones de poder existentes en la desigual sociedad colombiana.
Si los capítulos iniciales funcionan como una suerte de estado del arte de los estudios en economía política de la comunicación en Colombia, con interesantes aportes sobre el desarrollo del capitalismo cognitivo, en los artículos sucesivos se detalla el cambio que está teniendo lugar en las industrias culturales del país. Las políticas de comunicación para los diversos medios son rastreadas y analizadas con profundidad, dando cuenta tanto de los altos niveles de concentración de la propiedad de los medios como de un sistema político permeable a la influencia de las grandes corporaciones. El libro en su conjunto debería constituir una base para la discusión de políticas de comunicación de carácter democrático y con participación de la sociedad civil.
La convergencia de las industrias informática, de telecomunicaciones y audiovisual constituye un tema de suma actualidad que el libro no evade. Hoy todos los países enfrentan la necesidad de articular políticas que hasta hace poco tuvieron caminos separados. Cómo hacerlo, cómo promover un mayor acceso de la población, constituye un desafío impostergable. Pensar en cómo queremos insertarnos las sociedades latinoamericanas en este nuevo contexto y cómo hacemos para aprovechar la potencialidad de las nuevas tecnologías con un criterio autónomo es un reto aún mayor. Pensar en cerrar la brecha tecnológica con conectividad sin desarrollar plataformas propias es como asfaltar la autopista para que pasen otros: grandes corporaciones multinacionales que terminarán conociendo mucho mejor los consumos culturales de nuestros ciudadanos que los encargados de diseñar políticas culturales.
Finalmente, debe asumirse que la apuesta por las industrias creativas es a la par riesgosa e interesante. Desde una perspectiva optimista, representa la oportunidad para promover un mayor conocimiento del funcionamiento del conjunto de la industria cultural, desafío impostergable para los investigadores de la comunicación en Colombia. Pero también constituye un peligro si el devenir de la política prioriza un sesgo tecnologicista y economicista, donde los valores simbólicos propios de las industrias culturales queden sometidos a la lógica del crecimiento y la ganancia.
Es de esperar que el presente libro constituya un primer eslabón para afirmar un pensamiento crítico actualizado sobre las relaciones de poder existentes dentro del sector de la comunicación en Colombia.
Referencias
Hesmondhalgh, D. (2019). The cultural industries. Sage.