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Relato III

¡Dos muchachitos negros!


Muchachitos pequeños! Muy pequeños los dos! Muy negritos de raza!

Traídos a comer helado por su padre negro y extranjero, y su compañera muy blanca!

Inquietos, saltarines, gritones, vitales.

Les cuesta entender las reglas que les transmite el local y su padre.

¿Qué hay en sus corazoncitos y mente de otra raza? ¿Cómo entenderles en sus deseos, inquietudes, alegrías y enojos?

Buscar en lo profundo, no en lo superficial. Llegar a captar sus emociones, su interior.

Todos: negros, blancos, amarillos, partes de un Todo Universal en el que no caben las divisiones de piel.

Sentirlos como parte del todo. Comprenderlos, amarlos. Que su piel no separe lo que en lo esencial es único.

Ver al ser humano como una entidad maravillosa a la que hay que cuidar, proteger, ayudar a vivir y a crecer. A tener una mayor vida interior. A saber hacer pausas y convivir con el silencio. A saber escuchar y callar. Amar en su totalidad. Educar con el ejemplo, con la palabra cálida, con la conversación profunda. Educar desde lo profundo es crear seres amantes de la vida: de toda la vida en todas sus manifestaciones.

Y allí comienza a reinar, el orden, el amor, y la compasión, pues se va el egoísmo, el odio y la violencia.

Dos Muchachitos negros! Gracias por ayudarnos a reflexionar y a crecer en el amor universal que está más allá de toda piel!!!

Reflexiono y medito

¡Dos muchachitos negros!

a) Tengo una actitud de cuidado, protección y ayuda hacia todos los seres humanos más allá de cuál sea el color de su piel?

b) Educo con mi ejemplo desde lo profundo, ayudando a vivir y a crecer?

c) Enseño el amor universal y la compasión? Dejo de lado el egoísmo, el odio y la violencia?

d) ¿......................................................?????

Relatos no salvajes

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