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ОглавлениеCapítulo 3
El verdadero espíritu cristiano
Entre los años 1895 y 1897, Elena de White escribió varias comunicaciones, advirtiendo a los hermanos que estaban enfrascados en la defensa de la libertad religiosa en contra del peligro de manifestar aspereza y severidad en sus enseñanzas y escritos. La siguiente carta fue escrita en Australia, el 30 de enero de 1895, con un prefacio de tres párrafos extraídos de El ministerio de curación.
“Si comprendemos la longanimidad de Dios para con nosotros, nunca juzgaremos ni acusaremos a nadie. Cuando Cristo vivía en la Tierra, ¡cuán sorprendidos habrían quedado quienes con él vivían si, después de haberlo conocido, le hubieran oído decir una palabra de acusación, de censura o de impaciencia! No olvidemos nunca que los que lo aman deben imitar su carácter [...].
“El Señor Jesús nos pide que reconozcamos los derechos de cada ser humano. Hemos de considerar los derechos sociales de los hombres y sus derechos como cristianos. A todos debemos tratar con cortesía y delicadeza, como hijos e hijas de Dios. El cristianismo hará de todo hombre un cumplido caballero. Cristo fue cortés aun con sus perseguidores; y sus discípulos verdaderos manifestarán el mismo espíritu [...].
“Un cristiano cabal funda sus motivos de acción en el amor profundo que tiene por el Maestro. De las raíces de su amor a Cristo brota un interés abnegado por sus hermanos. El amor comunica al que lo posee gracia, decoro y gentileza en el modo de portarse. Ilumina el rostro y modula la voz; refina y eleva al ser entero” (El ministerio de curación, pp. 390, 391).
“Siento gran dolor cuando veo cuán prestamente aquellos que escriben para nuestros periódicos hacen alusiones mordaces que ciertamente producirán daño, y que obstruirán el camino y nos impedirán hacer la obra que deberíamos hacer para alcanzar a todas las clases, incluso a los católicos. Es obra nuestra decir la verdad con amor, y no mezclar con ella los elementos profanos del corazón natural, para decir cosas que delaten el mismo espíritu que el que anima a nuestros enemigos.
“Todas las alusiones mordaces volverán contra nosotros en doble medida, cuando el poder esté en las manos de los que puedan ejercerlo para perjudicarnos. Una y otra vez me ha sido dado el mensaje de que no debemos decir una palabra, no debemos publicar una frase —a menos que sean completamente esenciales para defender la verdad—, que hayan de incitar a nuestros enemigos contra nosotros y enardecer sus pasiones hasta airarse. Nuestra obra estará pronto terminada; y pronto nos sobrecogerá el tiempo de angustia cual no lo hubo nunca antes, y del que tenemos poca idea” (Obreros evangélicos, pp. 341, 342).
Aprended en la escuela de Jesús
“Los redactores y los predicadores que hay en nuestro medio tendrán que aprender que las más elevadas obligaciones de la vida cristiana incluyen otorgar cuidadosa atención a acatar los mensajes que Dios nos ha enviado. Es esencial que tengamos un conocimiento de nuestros propios motivos y acciones, a fin de propiciar una autosuperación constante. Anhelo ver hombres en puestos de responsabilidad que sientan la carga concerniente a ellos mismos, a fin de que puedan ejercer la amabilidad cristiana, y hablar y escribir de un modo cortés. El Señor quiere que sus obreros lo representen a él, el gran obrero misionero. La manifestación de un carácter duro siempre produce daño.
“Los atributos esenciales para la vida cristiana deben ser aprendidos diariamente en la escuela de Cristo. El que es negligente y descuidado al pronunciar o escribir palabras que serán publicadas y divulgadas por el mundo se está descalificando para llevar la responsabilidad de la obra sagrada que incumbe a los discípulos de Cristo en este tiempo. Los que acostumbran lanzar duras estocadas están formando hábitos de los cuales tendrán que arrepentirse. A fin de llevar a cabo correctamente todo deber que recae sobre aquellos a quienes les han sido confiadas responsabilidades sagradas, se requiere humilde oración y un cuidadoso estudio de la vida de Cristo.
“Un cirujano, un médico, un docente, un guía, necesita estudiar cuidadosa y atentamente el modo en que se debe llevar a cabo la obra que se le ha encomendado; y cuánto más deberían velar por obrar en armonía con la verdad aquellos a quienes se les ha confiado la responsabilidad sagrada del cuidado de las almas como quienes han de dar cuenta, y en conformidad con la sabiduría que proviene de lo Alto, que es ‘primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz’ ” (Sant. 3:17, 18).
Nuestro deber
“Me entristezco cuando veo los ataques mordaces que aparecen en el American Sentinel. Hablo a mis hermanos que están comunicándose con las personas a través de ese periódico: es mejor que sean prudentes como serpientes y mansos como palomas. Deberíamos examinar cuidadosa e individualmente nuestros modales y nuestro espíritu, y ver de qué manera estamos haciendo la obra que Dios nos ha dado, una obra que entraña el destino de las almas. Descansa sobre nosotros la más suprema obligación. Satanás está listo, y arde de celo por inspirar a toda la confederación de sus agentes y llevarlos a unirse con hombres impíos, para imponer a los creyentes de la verdad presto e intenso sufrimiento. Toda palabra imprudente pronunciada por nuestros hermanos será atesorada por el príncipe de las tinieblas.
“¿Cómo se atreven los seres humanos finitos a pronunciar palabras descuidadas y osadas que incitarán a las potestades del infierno contra los santos de Dios, cuando Miguel, el Arcángel, no se atrevió a maldecir a Satanás, y se contentó con decir: ‘Jehová te reprenda, oh Satanás’? (Zac. 3:2). Nos será imposible evitar las dificultades y los sufrimientos. Jesús dijo: ‘Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!’ (Mat. 18:7). Pero no porque haya de haber escándalos debemos excitar el temperamento natural de los que no aman la verdad, por palabras imprudentes y por la manifestación de un espíritu desprovisto de bondad. La verdad obra por el amor, y purifica el alma”.
“Es privilegio y deber de todo hijo e hija de Dios tener entendimiento espiritual. Si somos hijos de la luz, deberíamos caminar en la luz como Cristo está en la luz, y testificar ante el mundo, ante los ángeles y los hombres, que la verdad tiene poder para transformar el carácter humano y lograr que los seres humanos representen a Cristo. Al igual que David, nuestro testimonio debería ser: ‘Tu benignidad me ha engrandecido’ (Sal. 18:35). ¡Oh, si tan solo tuviéramos percepciones divinas, y pudiéramos apreciar la santa y sagrada eficacia de la verdad que cayó de los labios de Cristo! ¡Oh, si tan solo una impresión permanente pudiera efectuarse en cada corazón!
“Las palabras que Cristo habló, el espíritu que reveló en todas sus lecciones a sus discípulos, son como el pan de vida, la carne y la sangre del Hijo de Dios. Él dijo: ‘Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida’ (Juan 6:63). Pero todo lo que Cristo dijo es desafiado por la confederación del mal; aun así, la verdad preciosa debe ser presentada con su fuerza natural. Se han de desenmascarar los errores engañosos que están muy difundidos, y que tienen cautivo al mundo. Se está haciendo todo esfuerzo posible para entrampar a las almas con sutiles razonamientos, para desviarlas de la verdad a las fábulas, y prepararlas para ser engañadas por fuertes seducciones. Pero, aunque estas almas engañadas se aparten de la verdad al error, no les hablen una palabra de censura. Traten de mostrarles su peligro, y de revelarles cuán penosa es para Jesucristo su conducta; pero sea hecho esto con ternura compasiva.
“Trabajando de la debida manera, algunas de las almas que están entrampadas por Satanás podrán ser arrebatadas de su poder. Pero no las inculpemos ni las condenemos. El ridiculizar las ideas de los que están en error no abrirá sus ojos ciegos, ni los atraerá a la verdad. Los seguidores de Cristo pueden recibir diariamente iluminación divina, y tener conceptos claros de la gran misericordia y el amor de Dios hacia nosotros, pobres pecadores. Al contemplar el amor de Cristo, comenzaremos a reflejarlo. ‘Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo’. En Cristo están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. ¿De qué manera? Bajo el velo de la humanidad y la profunda humillación. La abundancia de su conocimiento cubre todos los tesoros de la sabiduría; pues en Cristo habita toda plenitud.
El ejemplo de Cristo
“Cuando los hombres pierden de vista el ejemplo de Cristo y no imitan su manera de enseñar, se vuelven autosuficientes, y salen a hacer frente a Satanás con sus propias armas. El enemigo sabe muy bien cómo volver sus armas contra los que las usan. Jesús habló únicamente palabras de pura verdad y justicia. Fue él quien inspiró a los profetas y los santos hombres del pasado, y ellos hablaron en la medida en que eran movidos por el Espíritu Santo. Pero Cristo era superior a los profetas, pues él es el Autor de eterna salvación, el Originador de todo lo que ellos escribieron y hablaron; y en su ejemplo nos ha dejado un modelo perfecto de fe y práctica.
“Si hubo alguna vez un pueblo que necesitaba andar en humildad delante de Dios, es su iglesia, sus escogidos en esta generación. Todos necesitamos deplorar el embotamiento de nuestras facultades intelectuales, la falta de aprecio de nuestros privilegios y oportunidades. No tenemos nada de qué jactarnos. Agraviamos al Señor Jesucristo por nuestra dureza, por nuestras expresiones hirientes, tan contrarias al espíritu de Cristo. Necesitamos volvernos completos en él. Es cierto que se nos ordena: ‘Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado’ (Isa. 58:1). Este mensaje debe ser dado; pero debemos tener cuidado de no herir, lastimar y condenar a los que no tienen la luz que nosotros tenemos. No debemos perder la línea y lanzar estocadas duras contra los católicos. Entre los católicos hay muchos que son cristianos muy concienzudos, y que andan en toda la luz que resplandece sobre ellos; y Dios obrará en favor suyo.
“Los que han tenido grandes privilegios y oportunidades pero dejaron de mejorar sus facultades físicas, mentales y morales, y vivieron para agradarse a sí mismos, negándose a llevar su responsabilidad, están en mayor peligro y condenación delante de Dios que los que yerran en puntos de doctrina y, sin embargo, tratan de vivir para hacer bien a otros, en concordancia con la luz que tienen. No censuremos a los demás; no los condenemos. Como agentes morales libres bajo el gobierno de Dios, nuestra responsabilidad y obligación no está limitada por el conocimiento que poseemos realmente, sino por el conocimiento que podríamos, y deberíamos haber tenido si hubiéramos avanzado por fe y obtenido la rica experiencia cristiana que hubiera correspondido con nuestras ventajas. Deberíamos mejorar nuestras facultades, y tendremos que rendir cuentas por esa mejoría. Nuestras facultades son un legado sagrado, y si no las usamos apropiadamente, si no nos educamos para confiar en Dios, para creer y practicar su Palabra, tendremos que rendir cuentas. Si permitimos que consideraciones egoístas, falsos razonamientos y excusas nos induzcan a un perverso estado de la mente y el corazón, seremos mucho más culpables que quien peca abiertamente. Necesitamos ser muy precavidos para no condenar a los que, delante de Dios, son menos culpables que nosotros” (publicado parcialmente en Obreros evangélicos, pp. 339-344).