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1. ¿Quién es un putón con ética?

Mucha gente sueña con vivir en la abundancia del amor, el sexo y la amistad. Algunas personas creen que es imposible vivir una vida así y se conforman con menos de lo que desean, sintiéndose siempre un poco solas, un poco frustradas. Otras tratan de alcanzar su sueño, pero lo frustra la presión social del entorno o sus propias emociones, y deciden que esos sueños deben quedarse en fantasía. Unas pocas personas, de todos modos, persisten y descubren que amar, tener intimidad y sexo abiertamente con muchas personas no es solo posible sino que puede ser más gratificante de lo que podrían haber imaginado nunca.

La gente ha tenido éxito en el amor libre durante siglos, a menudo discretamente, sin hacer mucho ruido. En este libro compartiremos las técnicas, habilidades e ideales que han hecho que les funcionase.

Así que, ¿quién es un putón con ética? Nosotras lo somos. Otras muchas, muchas personas lo son. Quizás tú lo eres también. Si sueñas con la libertad, si sueñas con una intimidad a la vez excitante y profunda, si sueñas con una abundancia de amistades, flirteo y cariño, con perseguir tus deseos y ver adónde te llevan, ya has dado el primer paso.

Por qué elegimos el término «putón»

Desde el momento en que viste u oíste hablar de este libro, probablemente adivinaste que algunas de las palabras usadas aquí puede que no tengan el significado que te resulta más habitual. ¿Qué tipo de personas se deleitarían en llamarse a sí mismas putones? ¿Y por qué insistirían en ser reconocidas por su sentido de la ética?

En la mayor parte del mundo, «puta» o «putón» es un término muy ofensivo que se emplea para describir a una mujer con una sexualidad voraz, indiscriminada y vergonzosa. Es interesante notar que la palabra equivalente, «semental», usada para describir a un hombre muy sexual, a menudo se emplea como un término de aprobación y envidia. Si preguntas sobre la moral de un hombre, probablemente te hablen de su honestidad, lealtad, integridad y altos principios. Cuando preguntas sobre la moral de una mujer, es más probable que te hablen de con quién tiene sexo y bajo qué circunstancias. Es algo que no nos gusta nada.

Así que estamos orgullosas de reapropiarnos la palabra «putón» como un término de aprobación, incluso de cariño. Para nosotras, «putón» es una persona de cualquier género que ensalza la sexualidad de acuerdo con la idea radical de que el sexo es agradable y que el placer es bueno para ti. Los putones pueden elegir tener sexo a solas o tener sexo con un regimiento. Pueden ser heterosexuales, homosexuales o bisexuales, activistas radicales o vivir pacíficamente en barrios residenciales.

Como putones orgullosos, creemos que el sexo y el amor sexual son fuerzas positivas fundamentales, actividades con un potencial para reforzar lazos íntimos, mejorar la vida, abrir la conciencia espiritual, incluso cambiar el mundo. Es más, creemos que toda relación sexual consensuada tiene esos potenciales y que cualquier camino erótico, elegido conscientemente y seguido de manera atenta, puede ser una fuerza positiva, creativa en la vida de los individuos y sus comunidades.

Los putones comparten su sexualidad al igual que las personas filantrópicas comparten su dinero: porque tienen mucho para compartir, porque les hace felices hacerlo, porque compartir hace del mundo un lugar mejor. A menudo los putones se encuentran que cuanto más amor y sexo dan, más tienen: un milagro de los panes y los peces en el que la avaricia y la generosidad van de la mano para proveer más para todo el mundo. ¡Imagina vivir en la abundancia sexual!

Sobre ti

Quizá sueñas con mantener varias relaciones sexuales y afectivas a largo plazo. Quizá sueñas con un montón de relaciones de amistad que pueden incluir sexo o no. Quizá la idea de sexo genital no tiene ningún interés para ti, pero aun así quieres crear una relación cálida y cariñosa... o dos o tres. Quizá quieres una relación monógama pero con una monogamia que habéis creado tu pareja y tú acorde a vuestro propios deseos y no el modelo que nos da la sociedad mayoritaria. Quizá no quieres tener pareja, conectando cómo y cuándo tú quieres sin tener que cambiar tu independencia esencial. Quizá quieres ser parte de una pareja que ocasionalmente comparte su cama con una tercera persona mutuamente deseable o que tiene planeado tomarse una noche lejos de la monogamia de vez en cuando. Quizá tu sueño es un trío o un cuarteto o conexiones orgiásticas. Quizá te encanta estar a solas y quieres encontrar maneras de satisfacer tus necesidades sin necesitar a nadie más excepto la ayuda ocasional de algunas de tus amistades o amantes.

O quizá quieres explorar diferentes vías, probar algunas cosas para ver cómo te sientes, ver cuántas maneras de relacionarse puedes encajar en tu ajetreada e interesante vida.

Todas estas posibilidades y cientos más son vías legítimas de ser un putón con principios. Según vayas leyendo el libro, verás que algunas de nuestras ideas encajan bien en la vida que quieres vivir y otras no. Toma lo que quieras y deja el resto. Mientras tú y las personas a quien quieres estéis haciéndolo de manera consensuada, creciendo y cuidándoos, tanto personal como mutuamente, estáis siendo buenos putones con ética. Así que no permitáis que las opiniones de otras personas —incluidas las nuestras— os lleven la contraria.

Tus autoras

Entre nosotras dos representamos un porcentaje bastante grande de toda la diversidad sexual.

Dossie es terapeuta privada en San Francisco, especializada en sexualidades alternativas, relaciones no tradicionales y terapias contra el trauma. Se ha identificado como queer durante más de treinta años, en los que ha ido acumulando las influencias de las comunidades gay y lesbiana, así como de su pasado bisexual. Se comprometió con la sexualidad abierta como un estilo de vida en 1969, cuando nació su hija, y dio su primer taller sobre desaprender los celos en 1973. Ha pasado soltera, más o menos, la mitad de su vida adulta, con familias de compañeras y compañeros de piso, amantes y otras personas de su círculo íntimo. En la actualidad vive con su pareja en las montañas al norte de San Francisco.

Mucha gente recordará a Janet en la primera edición de este libro como Catherine A. Liszt, un seudónimo que usaba cuando sus hijos eran todavía menores de edad. Ahora que han crecido y son independientes, ha vuelto a usar su nombre real. Janet vivió como un putón adolescente en la universidad pero luego intentó la monogamia en un matrimonio heterosexual tradicional durante más de una década. Desde el fin de ese matrimonio, no ha considerado la monogamia como una opción. Mientras que la mayoría de la gente la llamaría bisexual, ella se ve a sí misma como alguien que transgrede los géneros y no entiende cómo se supone que debe funcionar la orientación sexual cuando a veces eres hombre y a veces mujer. Está casada con un biohombre con un género tan flexible como el suyo, lo que es menos complicado de lo que parece. Se gana la vida como escritora, editora y profesora.

Juntas hemos sido amantes, amigas cercanas, coautoras y conspiradoras durante un cuarto de siglo, entrando y saliendo de otras relaciones, casas y proyectos. Las dos somos madres de una prole ya crecida, las dos somos miembros activos en las comunidades bdsm / leather / kink, y las dos nos dedicamos a la creación literaria. Pensamos que somos un excelente ejemplo de qué puede pasar si no intentas meter por la fuerza todas tus relaciones en un modelo monógamo estilo hasta-que-la-muerte-nos-separe.

Aventureras sexuales

Por lo general, el mundo ve a los putones como abyectos, degradados, libertinos, indiscriminados, hastiados, aventureros inmorales, destructivos, fuera de control e impulsados por algún tipo de psicopatología que impide que formen parte de una sana relación monógama.

Ah, claro, y, por supuesto, sin ningún sentido de la ética.

Nosotras nos vemos a nosotras mismas como comprometidas con encontrar un espacio para la sensatez con sexo y relaciones, y liberarnos para disfrutar del sexo y del amor sexual en todas las maneras que podamos encontrar que nos vengan bien. Puede que no sepamos siempre qué nos va a valer sin haberlo probado antes, así que tendemos a ser curiosas y aventureras. Cuando vemos a alguien que nos intriga, nos apetece ser libres para reaccionar y, según exploramos nuestra reacción, para descubrir qué es especial en esta nueva, fascinante persona. Nos gusta relacionarnos con la gente y somos bastante gregarias. Disfrutamos con la compañía de muchos tipos de personas y nos deleitamos con cómo nuestras diferencias expanden nuestros horizontes y nos ofrecen nuevas maneras de ser nosotras mismas.

Los putones tienden a querer un montón de cosas diferentes: distintas maneras de expresarse sexualmente, personas distintas, quizás hombres o mujeres o personas en medio, o un poco de cada. Somos curiosas: ¿qué pasaría si juntáramos la energía de cuatro o cinco personas en un encuentro sexual incandescente? ¿Cómo sería compartir la energía erótica con esa persona que ha sido una de nuestras amistades durante años y años? ¿Qué pasaría si compartiéramos casa con múltiples amistades y amantes? ¿Cómo sería tener intimidad con alguien muy diferente de nosotras?

Por supuesto, cada putón es diferente, con virtudes y defectos y con necesidades y valores distintos. Algunos putones expresamos diferentes partes de nuestra personalidad con distintas personas. Algunos disfrutamos flirteando por el placer de hacerlo. Algunos convertimos el sexo en un arte. Algunos encontramos estas facetas de nuestras vidas tan importantes que la promiscuidad es una parte básica de nuestra identidad, una de las maneras en que nos definimos; mientras que otros entramos y salimos de la promiscuidad de acuerdo con el deseo y las circunstancias.

Los putones no son necesariamente atletas sexuales, aunque la mayoría sí que entrenamos más que la media. Valoramos el sexo, no como una manera de alcanzar récords, sino por el placer que nos da y los buenos ratos que conseguimos compartir con tantas personas maravillosas.

Nos encanta la aventura. La palabra «aventurera» se emplea a veces de manera peyorativa, sugiriendo que una persona aventurera es inmadura, o poco auténtica, que no está realmente dispuesta a madurar y a «sentar la cabeza» en una vida presumiblemente monógama. Pero eso hace que nos preguntemos: ¿Qué problema hay con tener aventuras? ¿No podemos tener aventuras y aun así criar a nuestra prole, comprar una casa y hacer las cosas que consideramos importantes? Por supuesto que podemos; los putones tienen derecho a una hipoteca igual que cualquiera. Nos tiende a gustar que nuestras vidas sean complicadas, y el reto de mantener un trabajo y vida familiar estable mientras descubrimos nuevas personas e ideas es precisamente lo que necesitamos para mantenernos interesados y comprometidos.

Una de las cosas más valiosas que aprendemos de los estilos de vida sexualmente abiertos es que nuestra programación sobre el amor, la intimidad y el sexo puede ser rescrita. Cuando empezamos a cuestionar todas las maneras en que nos han dicho que debíamos ser, podemos empezar a editar y rescribir las grabaciones antiguas. Rompiendo las normas, a la vez nos liberamos y nos empoderamos.

Odiamos el aburrimiento. Somos personas ávidas de experimentar todo lo que la vida tiene que ofrecernos y somos también generosas al compartir lo que tenemos que ofrecer. Nos encanta ser el buen momento que todo el mundo ha tenido.

Cuáles son las novedades de la tercera edición

En los ocho años desde que se publicó la edición anterior de Ética promiscua, el poliamor se ha vuelto muchísimo más visible, lo que significa que una variedad muy amplia de gente de todas las razas, géneros, orientaciones y biografías se ha interesado por explorar las posibilidades de las relaciones más allá de la monogamia culturalmente impuesta. En esta edición, hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para dirigirnos a un abanico de público potencial lo más amplio posible. De ahí que te vayas a encontrar que le hemos prestado más atención a las personas de color, a las asexuales y arrománticas, a las adolescentes, a las no binarias y a otros grupos que demasiado a menudo no reciben la atención que se merecen por parte de las comunidades sex-positive.

Se ha situado en primera línea un debate público que se esperaba desde hace tiempo sobre la naturaleza y matices del consentimiento sexual. Hemos incluido un nuevo capítulo sobre este tema tan importante. Y, solo por divertirnos, también hemos incluido algunas historias breves sobre las personas e ideas que han ayudado a que la sexualidad alternativa sea lo que es hoy.

El lenguaje de este libro

Cuando te sientas a escribir un libro sobre sexo, como deseamos que hagas algún día, descubres que siglos de censura nos han dejado poco lenguaje apropiado con el que hablar de las alegrías y ocasionales preocupaciones del sexo. A menudo el lenguaje que usamos arrastra juicios implícitos: si la única manera educada de hablar sobre sexualidad es empleando el latín médico —vulvas y partes pudendas, penes y testículos—, ¿quiere esto decir que solo los profesionales de la medicina pueden hablar sobre sexo? ¿El sexo solo tiene que ver con enfermedades? Mientras tanto, muchas de las palabras (polla y coño, follar, y oh, sí, putón) se emplean como insultos para degradar a las personas y su sexualidad y a menudo tienen un regusto hostil o basto. Los eufemismos —pipí y conejo, puertas de jade y torres poderosas— suenan como si nos diese vergüenza. A lo mejor nos la da.

Nuestra manera de acercarnos a un lenguaje positivo para el sexo consiste en reapropiarse las palabras originales y, usándolas como descriptores positivos, limpiarlas. De ahí nuestra adopción de la palabra «putón» (de la que estamos orgullosas que se haya infiltrado en el lenguaje de la mano de slut-walks [marchas de las putas] y el rechazo del slut-shaming [culpabilizar o acusar a quien se viste o comporta de una manera desinhibida sexualmente]).También verás que usamos, en este libro, palabras como «follar», «polla» y «coño», no como insultos, sino para decir lo que realmente significan.

Escribimos este libro desde una nueva postura sex-positive, en la creencia de que estamos trabajando por un mundo más sano, más feliz y más seguro. Somos conscientes de que, para mucha gente, el sexo no ha sido algo positivo en sus vidas, sea por estigmatización social, por religión o por su exposición a violencia sexual, y a veces porque no desean relaciones sexuales centradas en los genitales.

Nuestra más deseada visión utópica es que cuando el sexo, el amor y la intimidad sean realmente libres, y se vean como fuerzas positivas en nuestras vidas y en el mundo, seremos mucho más capaces de resolver problemas como las violaciones, el acoso sexual, la estigmatización y la represión. Deseamos de verdad que este libro contribuya a un mundo en el que no te conformes con menos que tener amor y libertad en tu vida sexual.

Por otra parte, pueden aparecer puntos ciegos culturales en la forma de centrismos como el parejacentrismo, el heterocentrismo y el eurocentrismo. La no monogamia, el sexo extramarital, las relaciones abiertas, todas se definen a sí mismas por lo que no son, diciendo implícitamente que son una especie de excepción a las relaciones «normales» que tienen las personas «normales».

Poliamor es una palabra nueva, que fue acuñada por Morning Glory Ravenheart Zell alrededor de 1990, y estamos encantadísimas de informar que actualmente está incluida en el Oxford English Dictionary. Formada con raíces del latín y del griego, su traducción sería «amar a muchos». Esta palabra ha sido adoptada por muchos putones para describir su estilo de vida, a menudo abreviada como «poli», por ejemplo, como cuando alguien dice «soy una persona poli». Algunos la utilizan para referirse a relaciones de convivencia a largo plazo, formas de matrimonio en grupo; otros la emplean como una palabra comodín para cubrir todas las formas de sexo y amor y asuntos domésticos fuera de la monogamia convencional. Poliamor se ha instalado tan rápido en el lenguaje que pensamos que quizás el lenguaje ha estado esperándola desde hace mucho tiempo.

En este nuevo mundo de sexo y relaciones, se acuñan nuevos términos todo el tiempo para describir, o intentar describir, el siempre cambiante espectro de las maneras en las que la gente ordena su vida. Si, según lees, encuentras un término que no entiendes, por favor, comprueba el glosario al final del libro, donde hemos definido esos términos para ti.

Para terminar, hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para que el lenguaje del libro sea todo lo pansexual y de género neutro posible: escribimos este libro para todo el mundo. En ediciones anteriores, hemos alternado entre los pronombres «él» y «ella», pero en esta edición, con el reciente incremento de la visibilidad de las sexualidades y géneros no binarios, usaremos pronombres neutros en la medida de lo posible. Pansexual significa incluir a todas las personas como seres sexuales: heterosexuales, bi, lesbianas, gays, asexuales, no binarias, trans, queer, mayores, jóvenes, discapacitadas, pervertidas, hombre, mujer, quienes están cuestionándoselo o transicionando. Los ejemplos y citas de este libro se han extraído de la inmensa variedad de estilos de vida que nos hemos encontrado sumando nuestras ocho décadas de promiscuidad: existen infinitas maneras «correctas» de ser sexual, y nosotras queremos reafirmarlas todas.

Personas pioneras en el poliamor: Alfred Kinsey y el Instituto KinseyA lo largo de este libro iremos sugiriendo que las conductas consensuadas como el sexo extramatrimonial, la masturbación, la homosexualidad y el bdsm, que alguna gente todavía considera «pecado» y como algo «pervertido», pueden ser de hecho una manera mejor y completamente normal de vivir una vida de putón de manera ética. Y si no te choca leer algo así, le puedes dar las gracias al doctor Alfred Kinsey y sus colegas de trabajo.Kinsey, un scout condecorado con el nivel máximo posible, educado en un hogar represoramente patriarcal, se rebeló estudiando la biología de los insectos en lugar de seguir una carrera profesional como ingeniero, que era lo que había ordenado su padre hiperreligioso y autocrático. Antes de que hubiese escrito una sola palabra sobre la sexualidad humana, se le consideraba una de las personas que más sabían en el mundo sobre la avispa de las agallas, y había escrito dos conocidos libros monográficos sobre ese tema y otros textos sobre biología y naturaleza.La investigación de las prácticas sexuales estadounidenses realizada por Kinsey comenzó cuando le pidieron que ayudara dando una clase en equipo sobre sexualidad humana a un grupo de la Universidad de Indiana. Su interés se despertó cuando se vio incapaz de responder a las preguntas de su alumnado: simplemente no existía ninguna investigación científica sobre cómo la gente tenía sexo realmente.
En esa época, un Kinsey con pocas habilidades sociales se embarcó en un experimento más personal: conoció, se enamoró y se casó con Clara McMillen («Mac»), una brillante estudiante de posgrado de química y con un cierto aire masculino. Prok (un apodo que tendría toda la vida, puesto por su estudiantes, apócope de Profesor K) y Mac eran vírgenes cuando se casaron, como muchas jóvenes parejas en la época; sus dificultades para superar su inexperiencia fueron un estímulo adicional en la determinación de Kinsey para aprender más sobre sexo.El afán por abarcarlo todo que había animado a Kinsey a coleccionar miles de especímenes de avispa de las agallas le llevó a liderar un proyecto épico: entrevistar a miles de estadounidenses de todos los géneros, razas y clases sobre sus experiencias sexuales y actitudes. Consiguió suficiente dinero en patrocinios como para contratar y formar a sus colegas de investigación para que le ayudaran en aquella imponente aventura. Esos investigadores e investigadoras se convertirían con los años en respetables especialistas en la materia.Así pues, recopilaron más de doce mil historias sexuales enormemente detalladas, ocho mil de las entrevistas hechas por el mismo Kinsey. Prok llegó a gente con estilos de vida que rara vez se habían hecho públicos: comunidades minoritarias, Iglesias, asociaciones de madres y padres de estudiantes y muchas más. Insistía en que participara la totalidad de estas comunidades, para asegurarse de que no se dejaba fuera a quien sintiera demasiada timidez o vergüenza para colaborar. La investigación de Kinsey y sus conclusiones
todavía son bien valoradas, si bien hoy en día las técnicas estadísticas son mucho más sofisticadas. Todos los trabajos posteriores le deben mucho a la labor de Kinsey y su equipo.A este equipo de investigación y sus parejas se les consideraría, con la terminología actual, una polícula o constelación. Cuando se habla abiertamente de sexo, la gente normalmente se siente mucho más libre para llevar a la práctica sus deseos, por lo que, como es previsible, Prok y Mac tuvieron relaciones sexuales con varios de sus colegas, que a su vez tenían relación con sus correspondientes cónyuges. Las dificultades que se encontraron en este tipo de acuerdo —y hubo varias— parece que tuvieron que ver tanto con el problema de tener relaciones sexuales con colegas de trabajo como con los celos. Las insensibles formas habituales de Kinsey fueron sin duda también otro de los factores. A pesar de esos pequeños conflictos, el grupo de kinseynitas se mantuvo como colegas y amantes ocasionales hasta la muerte de Kinsey en 1956, y miembros del grupo original continuaron al timón del Instituto Kinsey para la Investigación de la Sexualidad, el Género y la Reproducción hasta 1982.Incluso hoy día, más de medio siglo después de su muerte, Kinsey sigue siendo una figura controvertida. Se vendieron cientos de miles de ejemplares de sus libros Comportamiento sexual del hombre (1948) y Comportamiento sexual de la mujer (1953), y creó una onda expansiva a lo largo de todo el mundo cuando las entrevistas y estadísticas
que había recogido revelaron la frecuencia de actividades sexuales como la masturbación, el sexo extramarital y las relaciones entre personas del mismo sexo tanto en hombres como en mujeres.Sin embargo, todo este importante trabajo fue objeto de la caza de brujas contra el comunismo en la década de 1950, y ello le costó la financiación y su salud. Todavía hoy, quienes se oponen a las libertades sexuales contemporáneas esgrimen la bisexualidad de Kinsey, su no monogamia, su interés en prácticas sexuales no convencionales y que no tuviese una postura crítica con los sujetos de sus entrevistas como razones para menospreciar su revolucionaria investigación.De todos modos, el genio del conocimiento sexual no puede volver a meterse fácilmente en la botella: las costumbres sexualmente liberadas de hoy día, incluso la aceptación del sexo antes o fuera del matrimonio, la homosexualidad y la bisexualidad, el bsdm y, sí, el poliamor, le deben su existencia al doctor Kinsey. Prok, Mac y demás kinseynitas están claramente entre las santas y santos patronos de ser un putón ético, no solo por sus innovadoras constelaciones sexuales y relacionales, sino por el trabajo que hicieron para sacar a la luz la auténtica variedad de la experiencia sexual humana.
Ética promiscua

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