Читать книгу Emociones fragmentadas - Eleana Victoria Aznar - Страница 5

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PRÓLOGO

Cuando la palabra comienza a deambular los cuerpos. Cuando comienza a hacerse de las almas. Cuando comienza a levantarse de todos los infiernos, a caer de todos los cielos que la humanidad se constituye para salvar en parte algo de sí misma. Ella se hace de nuevo en el principio de las cosas y de uno mismo. Se hace todos los barros que conjugan el dolor de ser humanos y la virtud de serlo en un nuevo nacimiento de la poesía. Se hace simplemente un estar siendo, a un abrazo de tocar el cielo siempre, y siempre a una caída, del infierno. La palabra se hace llaga arbitraria, solo para ser sanada por el poema, por el grito en medio del desierto de un verso que atraviesa la existencia. Y la atraviesa desde los lugares más oscuros o desde los soles más abrazadores y luminosos. Es ahí donde la poesía encuentra a la autora para decirse:

(…)

Porque nunca nada es suficiente

Porque la vara es demasiado alta

Porque la perfección no llega

Y ya no tengo más tiempo

Ni ganas de volver a perder.

Aguas turbias que me llevan

Con mi oscuro reflejo

Mi espejo, mi espectro

Mis demonios internos.

(…)

Es ahí donde la abraza para en un abrir y cerrar los ojos:

(…)

Sin tiempo sin apuros

Complejo pero pleno

De amor, alegrías

Y un futuro incierto

Pero lleno de caricias

(…)

Comenzar a lamer sus heridas para hacerse, para constituirse de nuevo en el poema, E. V. A.

La poesía tiene semillas en todos los paisajes donde varones y mujeres constituyen lo verdaderamente humano de ser humanos. Pero no todos los varones y mujeres ven, oyen o sienten al poema siendo en los paisajes. La poesía asienta en todos, pero solo algunos se animan a detenerse y mirar, y mirarse en sus espejos. Hay tanto de vicio y de virtud en lo que somos que la autora no puede dejar de revelarse y de gritar la esencia de las cosas desde de la mirada hacia ellas y hacia sí misma para señalar y señalarse, para contemplar y contemplarse en ese grito entre las hojas:

(…)

Dos enormes soledades

Tiradas en una esquina

Pasan desapercibidas

Invisibles por un rato.

Dos locos amantes

Llenos del más intenso fuego

Con mil derrotas de amor y una huida.

(…)

E. V. A. es una escritora existencialista que va mudando de gloria en gloria todos sus infiernos, todos sus cielos, para constituirse de nuevo en el verso que la expone, a un abrazo del cielo y a un paso del infierno, porque si hay algo de cierto en la poesía es que camina los límites más ínfimos entre el ser y el sentir que se es nada en un abrir y cerrar de ojos. Simplemente, porque, como señala la autora:

(…)

Me reconozco y me pierdo, de nuevo.

Aturdida en tus gritos mudos.

Silencios voraces.

Chocan, rompen y desarman.

Se encuentran, unen, y sanan.

Diciendo todo sin palabras.

Morimos y volvemos a nacer.

(…)

Presentar a una nueva escritora no es cualquier ejercicio en el andar de un escritor. Tener la oportunidad de estar en el mojón (el libro) que lanza al bosque de miradas críticas, a quien se anima a decir y decirse desde el pensamiento. A quien se anima a reflexionar sobre sí misma en el salto hacia atrás que la impulsa hacia el desafío de sobreponerse cada día todos los días. Y lo hace con el auxilio de la poesía, no deja de ser un maravilloso desafío de sumar al universo de la literatura, el peso de una experiencia singular haciéndose verbo, accionar hacia adelante en su poesía.

Eva es una constante manifestación del grito de una humanidad constituyéndose desde sus extremos, poesía. Sin descanso, sin pausa, a un abrazo de tocar el cielo siempre, y siempre a una caída, del infierno.

(…)

Queda a medio andar.

Tanto amor que remueve fantasmas

Arden cicatrices, estalla el alma.

Explota el todo en la nada

Las miserias se callan.

Ahí estás otra vez

Sacándome del infierno que soy y no ves.

(…)

Es un placer, una maravillosa oportunidad como escritor, ser quien te diga, estimado lector/a, que la poesía de E. V. A. es una posibilidad de mirarnos cara a cara desde el poema. Mirarnos y entender, desde su decir poético, que en el principio era la palabra y la palabra se hizo principio resiliente, tuyo, mío, nuestro, en el versar de E. V. A. Te invito a descubrir a la poetisa de lo más humano de nosotros: caer, para de nuevo levantarse y hacerse poesía en Emociones fragmentadas.

Un abrazo en las palabras

Darío Valenzuela

(escritor, poeta, tallerista, profesor de Lengua y Literatura)

Emociones fragmentadas

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