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Baños frecuentes

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Las personas saludables no deberían por ningún motivo des­cuidar el baño personal. Deben bañarse por lo menos dos veces por semana. Los enfermos tienen impurezas en la sangre y su piel no es saludable. La multitud de poros de la piel, a través de los cuales el cuerpo respira, se tapan y se llenan de desperdicios. La piel necesita ser limpiada cuidadosa y cabalmente con el fin de que los poros cumplan su función de librar al cuerpo de im­purezas. Por esta razón las personas enfermas necesitan las ven­tajas y bendiciones del baño, al menos dos veces por semana, y en algunos casos es necesario hacerlo más frecuentemente. Ya sea que la persona esté enferma o sana, la respiración será más fácil si se practica el baño. Gracias a él los músculos se vuelven más flexibles, se vigorizan la mente y el cuerpo, el intelecto se aviva y se despierta cada facultad. El baño relaja los nervios, promueve la transpiración general, acelera la circulación, ayuda a librar de obstrucciones el organismo, y actúa beneficiosamente sobre los riñones y el sistema urinario. El baño también forta­lece las funciones de los intestinos, el estómago y el hígado, dando energía y nueva vida a cada uno de ellos. También pro­mueve la digestión y, en vez de debilitar el sistema, lo vigoriza. En lugar de aumentar la sensibilidad al frío, un baño tomado apropiadamente fortalece al cuerpo contra el frío porque mejora la circulación; y los órganos internos, que a veces están conges­tionados, experimentan alivio porque la sangre afluye a la superficie, produciéndose así una circulación más regular a través de todos los vasos sanguíneos.–Testimonios para la iglesia, t. 3, págs. 80, 81 (1871).

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