Читать книгу El rincón de la música azul - Elena Jara Calvo Corrales - Страница 5
ОглавлениеVampiros
¿Os habéis parado a pensar alguna vez en los vampiros? Pero más allá de pensar en que son criaturas de la noche que se alimentan de la sangre de inocentes. Yo sí. A lo largo de mi vida he tenido un gusto que, si algunos llegaran a conocer, tacharían de raro; por lo sobrenatural, lo paranormal. Pues bien, una de mis pasiones dentro de este mundo han sido siempre los vampiros, pero no por todo el rollo asesino, sino porque gracias a esa mentalidad, a esa sed de sangre constante que tienen, hay momentos en los que pierden su humanidad; y la verdad es que me dan envidia.
La humanidad, no podemos negar que es una carga. Tiene, como todo, sus partes buenas y malas; pero mentiríamos si dijéramos que hay momentos de nuestra vida en los que desearíamos no sentir.
Demasiado amor duele, demasiado miedo paraliza, demasiada culpa quiebra el alma... y así con cada sentimiento, ya sea bueno o malo.
Por eso es importante conocerse, conocer lo que somos por dentro, mucho más allá, mucho más profundamente de lo que queremos mostrar al mundo. Porque, admitámoslo, si sacásemos todo lo que llevamos dentro continuamente, nos quedaríamos solos.
Los vampiros no tienen que sentir si no quieren. Apagan su humanidad cuando les place. Y no les importa lo más mínimo cómo pueda sentirse un humano ante ese hecho. ¿Por qué a nosotros nos importa tanto cómo nos vean los demás? ¿Por qué condicionamos a la gente a que vea solo la parte de nosotros que queremos que vean, la “buena”? Yo os lo diré.
Porque cuanta más confianza le das a una persona, más quieres compartir con ella, más le dejas mirar por el estrecho espacio que deja entre ver tu corazón por dentro, como realmente es, y cuanto más se adentran... Más miedo tienen de lo que van descubriendo y más rápido se alejan. Y duele, duele mucho cuando le abres tu corazón a alguien y cuando lo ve de verdad, huye. ¿Queréis saber por qué duele? Porque se llevan un pedazo con ellos. Te arrancan ese espacio donde solían descansar apaciblemente los pensamientos y sentimientos sobre ellos y dejan un vacío irremplazable.
¿Alguna vez habéis oído hablar de un vampiro con el corazón roto? Pues bien, si lo habéis oído, aquí estoy yo para deciros que es una absoluta farsa. Un vampiro no siente, un vampiro tiene un corazón helado, de piedra, sin sangre fluyendo por sus arterias y venas; y, de verdad, a veces envidio a los vampiros.
Ellos no se sacrifican por los demás, no pagan las consecuencias de sus actos si no quieren, no tienen que pararse a pensar en su futuro porque no tienen un reloj que corra cada día susurrándoles al oído que su tiempo en este mundo cada segundo está más cerca de acabarse. La eternidad... Qué sueño y, a la vez, qué pesadilla.