Читать книгу No podrán apagar el amor - Eloísa Ángela Ortiz de Elguea - Страница 7

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Presentación

En su constante discernimiento, la Iglesia también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la historia, que hoy ya no son interpretadas de la misma manera y cuyo mensaje no suele ser percibido adecuadamente. Pueden ser bellas pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del evangelio. No tengamos miedo de revisarlas (EG 43). (1)

Dado que la sexualidad constituye una de las dimensiones básicas de la persona humana, repercute con hondura en las manifestaciones de la conducta individual, relacional, familiar y social. La cultura occidental ha heredado de la tradición judeo-cristiana la comprensión de la heterosexualidad como instancia normativa, en la doble dimensión de unión y procreación. El matrimonio heterosexual monogámico para toda la vida y procreador, ha sido promovido como ideal y como destino, quedando excluido cualquier otro tipo de comportamiento sexual. (2) A la luz de los relatos de la creación, Juan Pablo II afirma que varón y mujer son dos modos de ser cuerpo llamados a completarse recíprocamente. Por el acto conyugal, es decir la unión del varón y de la mujer, se convierten en “una sola carne”, descubriendo cada vez el misterio de la creación. (3) El papa reafirma la heterosexualidad que aparece como evidencia tradicionalmente compartida.

No obstante, estudios antropológicos y la llamada “revolución sexual” de los años 70 han mostrado otros tipos de sexualidad y sus diversos grados de aceptación, entre ellos, la homosexualidad. Uno de los principales referentes del siglo XX en el ámbito de la filosofía en torno a estos temas ha sido M. Foucault. En sus copiosas investigaciones ha desarrollado una cierta “arqueología de la sexualidad”, procurando dilucidar las causas por cuales las sociedades occidentales se han ido configurando conforme a presupuestos determinados. (4) “Adhesiones y rechazos aparte, el pensamiento de Foucault se ha incorporado a la temática filosófica contemporánea”. (5) A los debates filosóficos se suma la irrupción de la perspectiva de género como categoría analítica. “Género” resalta los aspectos relacionales de las definiciones normativas de la feminidad y masculinidad, operando como instrumento crítico del constructo androcéntrico. (6) A posteriori, su comprensión ha sido complejizada, matizando la conceptualización de sexualidad en oposición a la ortodoxia sociológica de la época. (7) G. Rubin da cuenta de que a nivel más general, la organización social del sexo se basa en el género y en la heterosexualidad obligatoria. Sin embargo advierte que “si los imperativos biológicos y hormonales fueran tan abrumadores como cree la mitología popular, no sería necesario asegurar las uniones heterosexuales por medio de la interdependencia económica”. (8) Progresivamente, la cuestión homosexual encuentra en los estudios de género una herramienta para ser evaluada y reconsiderada.

Desde algunos años atrás, el debate en torno a la homosexualidad se ha proyectado al campo teológico. El moralista M. Vidal ha clasificado la producción teológico-moral de las décadas posteriores al concilio Vaticano II en tres grupos: los que repiten le doctrina oficial católica, los que aun manteniendo la valoración negativa procuran solucionar situaciones concretas con misericordia pastoral y con apertura de pensamiento, y los que adoptan una postura revisionista. (9) Conjuntamente, teólogos católicos y protestantes se han esforzado en determinar qué es moral y qué es inmoral en temas de sexualidad. Coinciden que lo propiamente moral de esas relaciones se basa en sentimientos de amor, compromiso, mutualidad, y fidelidad, en promoción del desarrollo personal pleno de los amantes. Por el contrario, la inmoralidad tiene sus raíces en situaciones de abuso, violencia y explotación, que de suyo sumergen a las personas en estadios de desarrollo truncados y conducen a la mentira y la traición. (10)

Como dato curioso, comparto que, en los inicios de este trabajo y en busca de material bibliográfico, encuentro que los manuales de moral de la persona (al menos los que están a mi alcance) recurren a la ética matrimonial para reflexionar acerca de la heterosexualidad desde los presupuestos bíblicos; en cambio, los temas de homosexualidad son iniciados desde interrogantes y presupuestos etiológicos. ¿Nada que decir de la etiología de la heterosexualidad?

Una pionera ha sido la teóloga católica M. Farley quien, en su obra Just Love bajo las categorías amor y justicia, formula un conjunto de normas con el propósito de reevaluar el comportamiento homosexual. (11) Su valioso enfoque reposiciona el tema en la mesa de debate teológico por ser portador de categorías netamente evangélicas.

Motivada por la invitación del papa Francisco a no tener miedo para revisar aquellas costumbres propias no ligadas al núcleo del evangelio, en esta investigación pretendo reflexionar acerca del comportamiento homosexual, en tanto experiencia de amor en relación dinámica, creativa y abierta al futuro, con perfume a evangelio.

Objeto de estudio

Es objeto de este estudio la reflexión ético-teológica de la cuestión homosexual, fundamentalmente a partir de la obra de Margaret Farley, sus ejes de estudio: amor, justicia y misericordia, junto a los aportes teológico-pastorales del papa Francisco y el recurso al principio de misericordia. (12) La elección de la obra de esta teóloga norteamericana responde a que aún no ha sido traducida a nuestra lengua, y que al momento resulta poco conocida en nuestro medio. Decido articular con las enseñanzas de Francisco, porque antes que papa se muestra como un pastor con olor a oveja, cercano y a la escucha de experiencias de vida.

La hipótesis de este trabajo hunde sus raíces en el diálogo magisterio-teología siempre abierto, y en el recurso de misericordia como principio hermenéutico para repensar la cuestión homosexual.

El desarrollo de esta investigación consta de una introducción y seis capítulos, cada uno con una breve introducción en relación a temas a tratar, cerrando cada uno de ellos con breves conclusiones. Por último, presento una conclusión general en consideración del principio de misericordia a ser aplicado en tres campos: pensar en el nosotros mismos, en el estudio de la cuestión de género y en la reflexión ética de homosexualidad.

Como premisa excluyente, a modo de introducción, inicio este trabajo recurriendo al valor simbólico de la sexualidad humana. Parto del presupuesto de su no reducción a fenómeno biológico, ponderando su valoración en el ámbito de la significatividad y de la comunicación interpersonal. (13) Ser uno/a para otro/a en la dinámica posesión-donación pone en juego la dialogicidad y la trascendentalidad de los enamorados.

El capítulo I Biblia y sexualidad tiene tres objetivos: mostrar que las connotaciones atribuidas al fenómeno homosexual en las Escrituras difiere de la comprensión de “orientación homosexual” como hoy la entendemos; la fuerza del amor como sentimiento más fuerte que la muerte; y el binomio comunicación-relación como fundamento antropológico. Del análisis bíblico tan solo pueden extraerse algunas pocas conclusiones referidas a nuestro tema. (14) Doy cuenta que el poema del Cantar presenta el amor fiel como elemento legitimador y la exaltación gozosa de la pareja. (15) Por último, la perspectiva bíblico-antropológica de M. Navarro Puerto me permite completar el sentido de la sexualidad en términos de comunicación-relación. (16)

El capítulo II titulado El factor socio-cultural como clave hermenéutica de la interpretación del comportamiento sexual, señala que los estudios interculturales han revelado variaciones de modelos de comportamiento entre diferentes grupos culturales. Lo que fue considerado un desvío en la sociedad occidental en otras ha sido permitido. (17) Atendiendo esta problemática junto a otras, el feminismo académico introdujo la categoría “género” con el fin de diferenciar las construcciones sociales y culturales de lo puramente biológico. El impacto de estos estudios ha resonado en el mundo académico teológico, a modo de herramienta de análisis para descubrir los mecanismos de opresión y promover acciones transformadoras acordes al humanismo cristiano. (18)

Dado que uno de los mayores referentes del siglo XX en temas de sexualidad ha sido M. Foucault, destino algunas páginas a sus aportes. En sus estudios sobre la historia de la sexualidad, el filósofo encuentra que el sujeto ético acuerda con las configuraciones acordes a las prácticas y discursos de su época. Los discursos aparecen como lugar privilegiado de ejercicio de poder, actuando entre el espacio discursivo y los modos de subjetivación. (19) A modo de resolución, recurre al saber en términos de poder bajo la multiplicidad de relaciones de fuerza.

El capítulo III articula tradición, magisterio y teología. Bajo el título Tradición, magisterio y teología. Un diálogo siempre abierto, ofrezco una corta reseña en torno a la reflexión de homosexualidad en la tradición para visualizar las alternancias de sus interpretaciones. Férrea condena, benignidad pastoral y falta de consenso entre confesores perfilan una hendidura que requiere nuevos planteos, argumentaciones y contra-argumentaciones. El magisterio, si bien se ha pronunciado de modo negativo, ha dado un giro positivo en el llamado a ser prudentes a la hora de juzgar la culpabilidad de la actividad homosexual, a la acogida y acompañamiento pastoral, y particularmente a la distinción entre actividad homosexual y orientación homosexual. (20) El recurso a la doctrina de la ley natural también ha mostrado un avance en cuanto a sus interpretaciones, tal como lo sugiere la Comisión Teológica Internacional. (21) Si bien esta posición no aplica en cuestiones de homosexualidad, filósofos y teólogos han descifrado nuevas significaciones en ese sentido.

Otro aspecto positivo ofrece el papa Benedicto en su tesis sobre el amor humano, incluso el sexual. (22) Anticipándose a la carta magistral de Benedicto, Margaret Farley se interesa por los compromisos de amor humano en el contexto de la Alianza, que oportunamente articulo con DCE. (23)

El capítulo IV Amor y justicia en la reflexión ético-sexual de M. Farley tiene su núcleo en Just Love, como clave interpretativa para el estudio de la cuestión homosexual. La autora parte de la visión del cuerpo como trascendencia encarnada bajo los presupuestos de la perspectiva cristiana, para realzar la connotación de unidad y trascendencia humana. Habida cuenta en sus estudios de los múltiples comportamientos sexuales en las diversas culturas, recurre en primer lugar a los estudios de P. Ricoeur para trasladar la compresión de sexualidad del mundo de los tabúes al mundo ético. (24) Para esta ocasión aporto algunos apuntes del filósofo.

En segundo término, Farley pone su atención en la “realidad concreta de las personas” como condición indispensable al momento de atender sus necesidades, reclamos y posibilidades. (25) Para no caer en el relativismo del todo permitido, recurre a las categorías amor y justicia junto a la descripción de siete normas inherentes al concepto de justicia, para luego plantear la moralidad del comportamiento homosexual. Acordando con el método teológico recurre a las fuentes: Biblia, Tradición y disciplinas seculares. La falta de consenso en las dos primeras, y algunas coincidencias en la tercera (no exentas de variaciones), anima a nuestra autora a equiparar el concepto de “lo natural” con “lo dado”, (26) argumento que junto a la visión de realidad concreta de las personas, le permite reafirmar la condición de gays y lesbianas.

El quinto capítulo Revisión crítica de la reflexión de Farley acerca de las relaciones sexuales entre dos personas del mismo sexo que se aman. Su aportación y sus límites, pone el acento en lo que considero aciertos de la Autora, y en algunas omisiones que a mi entender hubiesen dado mayor consistencia a su especulación. La doble afirmación de amor y justicia, la instrumentalización del concepto “realidad de las personas” como salida del mundo especulativo, y el anclaje en la singularidad de lo experiencial posibilitan su tarea teológica de cara al mundo con los ojos abiertos. Las realidades de gays y lesbianas de fe están allí, a la espera de una teología encarnada que las vuelva del lugar de “los otros/as” al del nosotros/as como participantes activos del Reino. Desde la perspectiva de género, la teóloga propone la identidad de género como causa de celebración. En cuanto a los aspectos ausentes en su obra, la escasa mención de la doctrina de la ley natural, (27) y la omisión de argumentos provenientes de estudios de teología de la creación, dejan fuera relevantes aspectos integrantes de la dimensión humana.

He titulado el último capítulo: La misericordia: perfume del evangelio en la reflexión ético-sexual. Tras las nociones de amor y justicia, la misericordia oficia como corolario y culmen de este trabajo. Para ello cito a dos papas y a tres teólogos de envergadura. Juan Pablo II la ha considerado fuente profunda de justicia. (28) Francisco la presenta desde el rostro misericordioso de Jesús. (29) Nuestra teóloga direcciona su reflexión desde el imperativo lucano como principio y como fin al cual tender (cf. Lc 6,36). (30) G. Irrazábal la propone como principio hermenéutico de la reflexión moral en atención a la realidad concreta de las personas. (31) El cardenal Kasper, luego de enunciar los atributos divinos, concluye que: “la misericordia, en vez de ser abordada como si se tratara de un apéndice al tratamiento de los atributos divinos, debe ser convertida en el centro organizador de estos, de modo tal que el resto de los atributos se agrupen a su alrededor”. (32) Me detengo en estas sabias palabras para soñar una ética sexual centrada en el principio de misericordia, abierta a la realidad de tantos/as, animada a revisar “sin miedo” las viejas valoraciones en torno a la homosexualidad. Una moral que haga brotar de su centro una fuerza espiralada para reposicionar en el centro a nuestros hermanos/as homosexuales. Una reflexión que reconozca en gays y lesbianas el agradable perfume a evangelio.

1- FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buenos Aires, CEA, 2013.

2- Cf. E. LÓPEZ AZPITARTE, Amor, Sexualidad y Matrimonio. Para una fundamentación de la ética cristiana, Buenos Aires, San Benito, 2001, 143. Cree el autor que la heteronormatividad no se reduce al influjo de una cultura determinada, sino que hay un algo en la realidad que explicaría su prevalencia constante y generalizada. Es más, sospecha que lo cultural debe tener alguna raíz en la naturaleza y que sus concretizaciones se hallan “condicionadas por los datos naturales del hombre”. El entrecomillado es mío.

3- Cf. JUAN PABLO II, Varón y Mujer. Teología del cuerpo, Madrid, Palabra, 19993, 78-79.

4- Cf. M.C. COLOMBANI, Foucault y lo político, Buenos Aires, Prometeo, 2008, 177-180. En la Historia de la sexualidad, el filósofo abordó la categoría de sexualidad no como invariable histórica, sino desde una perspectiva inscripta en una genealogía del sujeto del deseo. Descubrió que lo apropiado es hablar de experiencia históricamente singular y situada desde tres dominios: un campo de saber, un campo de poder y un territorio de subjetivación. El primero como corpus de saberes en temas de sexualidad, el segundo como sistemas de control reguladores de sus prácticas, y el tercero en vista al cómo los sujetos se visualizan en tanto sujetos de esa sexualidad.

5- Cf. E. DÍAZ, La filosofía de Michel Foucault, Buenos Aires, Biblos, 20032, 13-14.

6- Cf. C. LÉRTORA MENDOZA, “Epistemología y teoría del género”: Proyecto 45 (2004), 39-56, 43.

7- Cf. V. LESCHZINER, S. KUASÑOSKY, “Género, sexualidad y afectividad. Modelos culturales dominantes e incipientes”, en: C. SCHICKENDANTZ (Ed.), Religión, Género y Sexualidad. Análisis Interdisciplinares, Córdoba, EDUCC, 2004, 75-102, 83. Las autoras se refieren a la visión acrítica tradicional de género de los años 50, que aceptaba las caracterizaciones de conducta sexual establecidas por las ciencias sociales en los 30 y 40.

8- Cf. G. RUBIN, «El tráfico de las mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo», en: M. LAMAS (Comp.), El Género. La construcción cultural de la diferencia sexual, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003, 35-96, 59-60. Para la autora la supresión de la homosexualidad y la opresión de las personas homosexuales es producto del mismo sistema de reglas que oprimen a las mujeres.

9- Cf. M. VIDAL, Orientaciones Éticas para Tiempos Inciertos. Entre la Escila del Relativismo y la Caribdis del Fundamentalismo, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2007, 310-313. El autor describe el estado de la cuestión entre los teólogos católicos citando a J. Keenan, G. Moore, O. Crowley, R. Peddicord, H. Rotter, T. Anatrella, G. Perico, C. Domínguez, y otros, quienes han analizado cuestiones concretas como ser: la moralidad de las relaciones homogenitales, los derechos debidos a las personas homosexuales, el reconocimiento jurídico-social de uniones homosexuales, su equiparación jurídica al matrimonio, la posibilidad de adopción o el uso de técnicas de reproducción asistida, y la coherencia de la condición homosexual con el sacerdocio y la vida religiosa.

10- Cf. R. RADFORD RUETHER, “Homofobia, heterosexismo y práctica pastoral”, en: J. NELSON, S. LONGFELOW, La Sexualidad y lo Sagrado, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1996, 583-597, 588. Cf. C. MICHAEL, “Estudios sobre el varón, teología feminista y sexualidad gay”, en: J. NELSON, S. LONGFELOW, La Sexualidad, 337-355, 344.

11- M. FARLEY, Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics, New York-Londres, Continuum, 2008, 207-244.

12- M. FARLEY, Compassionate Respect. A Feminist Approach to Medical Ethics and Other Questions, New York/Mahwah, New Jersey, Paulist Press, 2002. El eje transversal de esta obra es la misericordia.

13- Cf. A. FLECHA, Moral de la Persona. Amor y Sexualidad, Madrid, BAC, 2002, 36-37. Para el autor la sexualidad es un fenómeno complejo que incluye aspectos psicológicos y humanos de la relación interpersonal. A fin de resignificar su valor simbólico, recurre e los términos “eros” (objeto de deseo), “filia” (amor de amistad) y “agapé” (amor oblativo).

14- Cf. M. VIDAl, Sexualidad y Condición homosexual en la Moral Cristiana, Buenos Aires, San Pablo, 2010, 112-113. En procura de una síntesis en cuanto al análisis bíblico, Vidal recurre a las siguientes afirmaciones de G. Ruiz: 1) el comportamiento homosexual es algo no vivido de cerca para el pensamiento bíblico, y lo considera ajeno y desechable de consideración. De ninguna manera se alude a la condición homosexual. 2) Las condenas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento son muy pocas en número. La preocupación ética en la Biblia se centra en la injusticia, la desatención al pobre, la idolatría; y cuando trata temas de sexualidad, el adulterio ocupa mayor atención. 3) La reflexión teológico-moral debe matizar y discernir las condenas indiscriminadas y sin matices. 4) La homosexualidad femenina, si se exceptúa la cita de Rom 1,26, está ausente en la Biblia. 5) Los textos bíblicos han sido interpretados en la Iglesia con manifiesta exageración, sin guardar proporción con pecados más graves y condenables presentes en la Biblia.

15- Cf. G. IRRAZÁBAL, Ética de la sexualidad. Manual de Iniciación, Buenos Aires, Ágape, 2012, 66. El autor afirma que estos poemas presentan la sexualidad ante todo como eros, es decir como deseo que impulsa al encuentro del otro.

16- Cf. M. NAVARRO PUERTO, Barro y aliento. Exégesis y antropología teológica de Génesis 2-3, Paulinas, Madrid, 1993.

17- Cf. M. FARLEY, Just Love, 207-244, 5.

18- Cf. V. AZCUY, “Teología y género. Un diálogo al servicio de la fe y la promoción de justicia”: Stromata 60 (2004) 1-15, 7-13. Azcuy considera de importancia para la antropología tomar “género” como categoría de análisis, reconociendo en ella sus aportes, posibilidades y límites. “Género” como herramienta de estudio contribuye a desentrañar la dominación masculina, a descubrir que la diferencia sexual responde a una realidad corpórea y psíquica que nos afecta subjetiva, biológica y culturalmente, y ayuda a desocultar los mecanismos de opresión “naturalizados”. Encuentra sus límites en la evolución de su empleo y sus diversas interpretaciones, que va desde la distinción entre sexo y género frente al determinismo biológico, a la crítica de la existencia de una esencia femenina. A la hora de discernir la opción de asumir o no la cuestión de género en el quehacer teológico, da cuenta que para ello se requiere una adecuada y metódica incorporación interdisciplinar a modo de colaboración instrumental, sin la invocación de una teología feminista.

19- Cf. M.C. COLOMBANI, Foucault y lo político, 231-232. Las prácticas enunciativas operan como prácticas transformadoras de modo ininterrumpido, aludiendo a la idea de orden, organización, construcción y belleza. El filósofo denomina veridicciones a los actos por los cuales los sujetos, ya sea por acción externa o interna, le llevan a pronunciar la verdad sobre sí mismos.

20- Cf. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Declaración acerca de ciertas cuestiones de Ética Sexual, Buenos Aires, Paulinas, 1975 (8). El documento asume la distinción entre estructura y ejercicio de la homosexualidad. Una de carácter transitorio, producto de una falsa educación, desarrollo sexual anormal o hábito mal adquirido; y otra de carácter definitivo “a causa de cierto instinto innato o constitución patológica” calificada como incurable. Cf. M. VIDAL, Sexualidad y Condición Homosexual en la Moral Cristiana, Buenos Aires, San Pablo, 2010, 122-123. El moralista toma una carta de Juan Pablo II enviada a los obispos de Estados Unidos en el año 1979, donde el papa recoge una afirmación previamente realizada por los obispos estadounidenses: “la conducta homosexual, en cuanto distinta de la orientación homosexual, es moralmente deshonesta”.

21- COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, En búsqueda de una ética universal: una nueva mirada sobre la Ley Natural, Conferencia Episcopal Argentina, Buenos Aires, Oficina del Libro, 2011.

22- BENEDICTO XVI, Deus Caritas Est. Carta apostólica a los obispos, a los presbíteros y diáconos, a las personas consagradas y a todos los fieles laicos sobre el amor cristiano, Buenos Aires, San Pablo, 2006.

23- M. FARLEY, Personal Commitments. Beginning, Keeping, Changing, San Francisco, HarperCollinsPublishers, 1990.

24- Cf. P. RICOEUR, PAUL, Introducción a la Simbólica del Mal, Buenos Aires, Megápolis, 1976, 43. El filósofo dice que la simbólica del mal se constituye en elemento trágico del mal, porque el mal ya está allí donde nacemos. Es un mal que no se puede desglosar en culpabilidades individuales y en faltas actuales, y tiene poder en nuestra impotencia generando toda clase de mitos diferentes. Todos ellos parten de esquemas exteriores.

25- Cf. M. FARLEY, Personal Commitments. Motiva a la autora el sufrimiento de personas infectadas de HIV, por lo que recurre a la consideración de la “realidad concreta” como premisa indispensable, a fin de ofrecer respuestas y cuidados adecuados.

26- M. FARLEY, Just Love, 285.

27- Cf. G. IRRAZÁBAL Recensión de Margaret A. Farley, Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics, New York-London, Continuum, 2008: Teología 103 (2010) 175-180.

28- Cf. JUAN PABLO II, Dives in Misericordia, Buenos Aires, San Pablo, 19982 (14).

29- Cf. FRANCISCO, Misericordiae Vultus. Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, Buenos Aires, Paulinas, 2015.

30- Cf. M. FARLEY, Compassionate Respect, 66-79.

31- G. IRRAZÁBAL, «Sean misericordiosos. La fe y la vida a la luz de la misericordia»: Moralia 38 (2014) 7-37, 13.

32- Cf. W. KASPER,, La misericordia. Clave del evangelio y de la vida cristiana, Santander, Sal Terrae, 2012, 92. El cardenal, tras un exhaustivo estudio del término misericordia en las Escrituras, nos dice que por ser atributo de Dios guarda una particular relación intrínseca con la santidad, la justicia y la verdad.

No podrán apagar el amor

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