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SI EL PAPEL…


TÚ Y ALGUIEN MÁS NO ESTÁN ADECUADOS en el buen uso, conservación y desecho del papel. Por ejemplo, para rendir una prueba escrita, a pesar de la invocación del profesor: “Saquen una hoja de papel, solo una, nada más que una y únicamente una...” Tú sacas dos. Así de simple. Porque no valoras al papel como se merece.

El papel... que desde sus orígenes ha sido laboriosa su fabricación; hoy, su elaboración continúa siendo una compleja tarea tecnológica. Se utilizan técnicas químicas y procesos mecánicos para mezclar la celulosa con las pastas de madera extraídas del mundo vegetal: una producción difícil y cara.

Sin embargo, a ese papel, las más de las veces, le das un mal uso: lo rompes, lo arrancas, lo desperdicias formando una bola, grande o pequeña, cuyo destino es la cabeza de tu compañero o el cesto de basura. Fácilmente lo desechas sin saber cuánta historia hay en su viaje desde cuando nació hasta que tienes el privilegio de usarlo... y, lo peor, usarlo mal.

El papel... que por su consumo y buen uso, es un indicador del nivel de desarrollo cultural de los pueblos.

Sin embargo, los desechos de papel superan el buen uso. De las miles de toneladas diarias de desperdicios, el 80% es papel. Y tú colaboras con ese 80%. Ahí están las hojas limpias de tu cuaderno convertidas en avioncitos y cucuruchos que vas lanzando por el aire. Colaboras, pues, no con un granito de arena -como suele decirse-sino, es una colaboración constante, acumulativa y monstruosa; de diversas maneras, en todo momento y lugar.

El papel... que estimuló la invención de la imprenta, realiza la difusión de conocimientos; en sus páginas impresas cuántos descubrimientos e inventos dan la vuelta al mundo para contribuir, enormemente, al progreso de nuestra civilización.

Sin embargo, por la frase heredada de: “El papel aguanta todo”, la última hoja de tu cuaderno o libreta está llena de caricaturas grotescas y satánicas -producto de la T.V.-, lisuras, apodos, garabatos, anotaciones sin sentido. No sabes ni cuándo las has escrito, ni para qué.

El papel... que sirve como vehículo para la comunicación, transforma el mundo espiritual del hombre, lo orienta hacia nuevos rumbos y hace variar las formas de pensar y actuar de la sociedad.

Sin embargo, tú has cambiado la razón de ser del papel; ahora, esa hoja limpia de tu cuaderno la rompes en pedazos. Esos pedazos los maceras con saliva y los prensas con los dientes o los enrollas a presión y los doblas por la mitad; son las municiones y cartuchos para los tubos de lapicero o plumón -ocasional cerbatana- y para la liguita -ocasional honda- para ser lanzados como proyectiles a la cara de alguien, que también hace lo mismo, produciéndose, así, el efecto multiplicador: una guerrita... ¡de papanatas!

Si el papel se obtiene después de un proceso de fabricación muy complejo y costoso, no lo deseches tan fácilmente; porque, entonces, pones en evidencia que menosprecias el tiempo y dinero invertidos.

Si el papel tiene como materia prima la madera, no lo malgastes; porque para producir ese papel se eliminan miles de hectáreas de árboles y esta deforestación conduce a la desertificación y a la reducción de oxígeno.

Si el papel es puerta abierta a la cultura de todos los tiempos, no lo rompas arbitrariamente; porque en él se registran los hechos que hacen la historia; hechos que necesitas saberlos para proyectar tu futuro.

Si el papel es el canal en el proceso de comunicación, no lo elimines por capricho; porque en él se publican los últimos adelantos científicos, tecnológicos, administrativos, etc. que debes recepcionarlos para tu mejor formación.

Si el papel es el amigo inseparable del escritor y del matemático, no lo desperdicies; porque a ti también te servirá para tomar tus apuntes y preservar tus sucesos.

Si el papel periódico, bond, etc. ya ha sido utilizado por una cara, no lo descartes; porque falta la otra cara. Es utilizable todavía. Grandes fórmulas y datos, en un momento de inspiración, han sido inmortalizados en los intersticios blancos de una simple hoja de papel.

Y tú eres portador de inmensos impulsos creadores que al escribirlos en esas otras caras de papel, acrecentarán tu capacidad mental y tu espíritu de ahorro mucho más de lo que te imaginas.

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