Читать книгу 21 gramos del alma - Enrique Garcés de los Fayos - Страница 5

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PRÓLOGO PRIMERO

Tengo varias preguntas.

Cuando una persona muere, ¿a dónde se va todo ese amor que teníamos guardado para ella? ¿Qué pasa con todas las sonrisas, con todos los abrazos, con todos los besos que íbamos a regalarle? ¿Y con los momentos que íbamos a compartir? ¿Qué pasa con ellos? ¿A dónde se van?

¿Qué pasa si ahora no me parece bien que se haya ido? ¿Qué pasa si quiero que vuelva porque la echo de menos? ¿Qué pasa si estoy tan triste que siento que se me rompe el corazón cada vez que pienso en ella? ¿Qué pasa si se me olvida su voz o no me acuerdo de cuál era su olor?

¿Qué pasa si mañana encuentro el amor justo cuando pensaba que todo había terminado? ¿Qué pasa si soy feliz? ¿Qué pasa si sonrío? ¿Qué pasa si, por un momento, siento que todo vuelve a estar bien de nuevo? ¿Qué pasa si soy egoísta y no me siento culpable por ello? ¿Qué pasa si me quiero ir?

Una vez leí que una persona creó su propio archipiélago de personas. ¿Sabes para qué? Ella dijo que no quería vivir en un mundo donde las mentiras estuviesen a la orden del día y la falsedad se llevase por bandera. Ella, quería tener la posibilidad de vivir en un lugar donde nunca, nunca, se le mintiese.

Pero yo creo que va más allá, ¿sabes? Me refiero: puedes encontrar miles de situaciones y de lugares donde la gente no mienta. E, incluso, muchas veces, somos nosotros quienes luchamos por conseguir esas mentiras. Tú, mejor que nadie, sabes que a veces decir la verdad duele tanto… Como no queremos hacer daño, hacernos daño, mentimos. Necesitamos mantener nuestro corazón y el de aquellos a quienes queremos intacto y, por ahora, esa es la única manera que tenemos de salvarlo. Por eso creo que la idea de construir un archipiélago de personas va más allá. Creo que ella no se refería solamente a que le dijesen siempre la verdad. Ella quería formar un equipo. Quería contar con personas que fuesen su suelo firme cuando todo lo de alrededor se viene abajo. Quería saber, que pasase lo que pasase, ellos estarían ahí, que podría mirarles a los ojos y sentir que también, eso pasaría.

Yo creo que quizá le pasó un poco como a mí, que un día perdió a alguien. Así, de la noche a la mañana sin poder pelear porque se quedase, y sintió que las preguntas no hacían más que acumularse en su cabeza. Y se asustó porque pensó que estaba mal. Que no estaba llegando a la altura. Que estaba defraudando a alguien. Y se asustó porque, ¿sabes qué? Por muy fuerte que nos sintamos, por muy invencibles que creamos que somos los seres humanos, por muy extraordinarios que seamos, solo nos hace falta perder el abrazo de la persona a la que queremos para que todo nuestro mundo se derrumbe y necesitemos, como sea, encontrar suelo firme.

Por eso pienso que creó su archipiélago de sinceridad.

Y me he dado cuenta que yo ya lo he encontrado. Que cuando te fuiste, y no pude pelear por que te quedases, sin saberlo, lo creé. Porque necesité suelo firme. Y, la verdad, es que lo encontré. Pero hoy me he dado cuenta que nunca os pregunté si queríais formar parte de ese archipiélago.

Y quiero que ambos forméis parte de él. ¿Se lo preguntas mañana y me decís que os parece la idea?

Ahora me tengo que ir. Javi me está llamando y ya sabes como es. Es igualito a papá y para ellos un «ven» significa que ya estás llegando tarde.

Por cierto, se me olvidaba. ¿Tú has leído el libro de papá? Yo creo que te va a gustar. No tengo duda alguna de que él aprendió a ser magia contigo, y este libro, al igual que él, lo es.

Mañana hablamos y me dices qué piensas de todo esto, ¿vale?

Te quiero con locura.

Con amor,

Eva

21 gramos del alma

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