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PRÓLOGO

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Escribir un libro es siempre una labor ardua, aunque gratificante. Sentarse delante de la libreta y del ordenador para intentar reflejar lo que está en mi mente, de manera que pueda resultar claro, interesante y significativo para la persona que va a leerlo, es un desafío apasionante que no se puede llevar adelante sin los regalos que recibimos de personas que nos rodean y de la vida misma.

En vuestras manos tenéis el resultado de la confluencia de muchas circunstancias por las que doy gracias todos los días. La vida de muchas personas que me han moldeado, el pensamiento de muchos estudiosos que han compartido a través de sus libros, clases y conferencias su sabiduría para que los demás nos pudiésemos enriquecer gracias a ella, el día a día, que siempre me regala nuevas oportunidades para disfrutar de una vida que ya es de por sí un regalo inmenso.

Este último año y medio ha sido un período difícil para mí en el que, por circunstancias familiares adversas, no he podido escribir todo lo que hubiese deseado. Por eso la publicación de este libro se ha retrasado casi un año desde lo previsto inicialmente. Volviendo la mirada atrás, observo cómo sobre un período adverso se construye una nueva realidad que ha permitido también que este libro contenga elementos que no habrían sido incorporados de otro modo.

Por ello aprovecho este libro, que intenta ser un canto a la esperanza, a la posibilidad de que las cosas cambien, y lo hagan para mejor, para agradecer a todas las personas que han estado conmigo de una manera incondicional, que me han apoyado, querido y dado cariño. Los momentos difíciles son los que hacen surgir de lo profundo de quienes están a nuestro alrededor lo mejor de cada cual, y yo he podido ver muchas cosas positivas en quienes me rodean.

Por eso el libro comienza con un enorme gracias a quienes habéis estado ahí; cuando leáis esto, ya sabéis quiénes sois; he sido tan afortunado y sois tantos a quienes tengo algo que agradecer que temo olvidar a alguien si pongo todos los nombres. Solo voy a hacer una excepción con aquellos que han tenido la paciencia de leer todos los capítulos de este libro uno por uno y darme su opinión cualificada y amable para mejorar aquello que había escrito: a Vicent, a Juani y a Fernando.

Una economía para la esperanza

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